Aire

La voz, la emoción a rapaz nada.
Y a voces el aire le da,
de los álamos a otra parte, la letra.
Parto. Asoma la soledad.
El erial es eco, ¡vaya danza!
Paranoico me alzo, Valeria.

Pedro Poitevin


[Al borde de un acantilado]

Árbol, aire, trazo leve, drama largo.
Lisa, ávida, da nueva ley la rocosa cólera.
Coteja, el oleaje, tocar el ocaso coral y el ave.
Una dádiva así logra la mar: de veloz, arterial obra.

Pedro Poitevin


La sima

«Bebo», dice decidida.
Labra la mar de sí. «Palo»,
ya digo. «Cállate, Lalo».
Me trae sed. (Late ser ida).

Ni me da, diva, la vida
de mi nadir, ese tal
desear («¿te mola letal
la cogida?») yo la pise,
«¿Drama? Lar baladí», dice.
Decido beba mi sal.

Pedro Poitevin


Las ventanas de mi casa

Las ventanas de mi casa
me ofrecen la luz del mundo
refractada, en lo profundo,
sobre lo poco que pasa.
Un instante se retrasa
cuando, en el filo del día,
me asomo a la celosía
de la ventana al oeste
y la bóveda celeste
brilla y luego se vacía.

Hay una ventana al norte
en el cuarto más pequeño
a la que voy cuando sueño
que he perdido el pasaporte.
Y descubro, sin que importe,
una imagen que perdura:
la quijotesca figura
de un viajero que no viaja
porque su norte es la caja
en que hallará sepultura.

Las ventanas de mi casa
refractan la luz del mundo
sobre el interior profundo
de lo que pasa y no pasa.
Y como la sombra escasa
que caminando proyecto,
mi pensamiento es efecto
de los ángulos distintos
de la luz en los recintos
que deambula el intelecto.

Hay un trío de ventanas
junto a las cuales me siento
a documentar el lento
devenir de las mañanas.
Me pregunto si mis canas
son ese reflejo leve
que detecto en el relieve
del callejón bajo el arce.
No sólo el olvido esparce
polen, flores, hojas, nieve.

Pedro Poitevin


Ligar es ser ego craso

Ligar, fácil para mí.
Música. Ya la yací.
Su mimar aplica, frágil.
Osar coger es ser ágil.

Pedro Poitevin



Lujuria

Son siete lenguas, son catorce manos
que se deslizan por tus cavidades,
son los insectos bajo las ciudades,
son las agujas de los cirujanos.

Una mujer con pechos soberanos,
un calabozo en territorio de Hades
en que flagelan pieles las deidades
y se someten mudos los profanos.

Ella se desvanece en la cadencia
irregular de las acometidas,
en la lujuria hirviente con que piensa

en esas lenguas, en la penitencia
de los esfínteres, en las heridas—
las simetrías de la noche extensa.

Pedro Poitevin



Ni ve, tío

Por deporte me sé nocivo yo.
«¿Te nos lees a Musil?» (La rebasa).
Rara mirada ve; le di Li Po.
Tic era. La corté. Como con raza

le di. Sólo se sabe dominar
a cansada lunada, mas, a mares,
es ola. Fe trasera yo sé dar.
Acá coloca cara de «soy Ares».

Arte, falo sé ser. A más amada,
nula, das nácar, ánimo de base,
sólo si del azar, no como cetro.

¡Cala! Recito pi, lid elevada.
Rima rara saber allí sumase.
El soneto yo vi con ese metro.

Pedro Poitevin


Pántum para un lector inexistente

Escondido detrás de una cortina
de palabras que vibran en el viento,
quien repite estas líneas te imagina
absorto en el umbral del pensamiento.

De palabras que vibran en el viento
está formado el fondo de la nada.
Absorto en el umbral del pensamiento,
tú escudriñas el mar en la alborada.

¿Está formado el fondo de la nada
de cuerdas y membranas, o vacío?
Tú escudriñas el mar en la alborada
encogiendo los hombros. Tienes frío.

De cuerdas y membranas, o vacío,
a ondulación o mente, te propagas
encogiendo los hombros (tienes frío),
con gestos simples y palabras vagas.

A ondulación o mente te propagas,
escondido detrás de una cortina,
con gestos simples y palabras vagas.
Quien repite estas líneas te imagina.

Pedro Poitevin


Paratodos

Todas las generalizaciones universales
caben en una sola hoja.

Es una hoja como cualquier otra,
pero en ella caben
absolutamente todas
las generalizaciones universales,
como por ejemplo,
todas las hojas del mundo caben
en una generalización universal.

Uno detiene la mirada en aquellas
que engendran paradojas,
pero no consigue detectar los pliegues:
todo es uniforme
en esa hoja en la que no hay cursivas.

El universo de la hoja contiene
todos los mundos
en los que siempre existe la hoja
pero ni tú ni yo existimos.

Pedro Poitevin














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