El obrero que arregla el tejado

Este poema se escribe delante de un obrero
que se afana en lo alto de la casa vecina,
entre ruido de clavos, cepillo y argamasa.
Acaso me está viendo (y el pequeño taller

que componen un lápiz, mi cigarrillo, media
hoja donde mi mano vacilante dibuja)
como muestra de un raro menester que se ejerce,
sin moverse, en el fondo de la propia cocina.

A cada cual su oficio. Mas debemos decir
que mi trabajo no es tan distinto del suyo
como él quizá se cree: él repara el tejado

teja tras teja y yo, palabra tras palabra
me alzo una de esas casas ligeras de escritura
de la que salgo a gusto, dejando allí mis trastos,
para ir a respirar un poco de aire puro.

Jacques Réda


Morada y moradora

Semeja el alma a un pasillo en que inquietos pasos resuenan,
pero no viene nadie nunca. Afuera, la sombra que tirita
en los ángulos de las puertas y bajo las escaleras,
es otra vez el alma, cuando la noche fija a lo largo de los muros
las olas de agua helada y pálida en que es feliz el descenso.
Y entonces, ¿quién hablaba de pérdida o de salvación del alma,
si ella está aferrada a su temblar y sin embargo
siempre más desnuda ante el viento que sopla en este pasillo?
Oculta o errante, oye: ella se desvía, siendo
morada y moradora de soledad sin nombre.

Jacques Réda



Situación del alma

Ansia de eternidad, hay en la carne —no en el alma,
que se encoge como un poco de vaho
en el cristal y no es más que una síncopa
en la frase del hálito que los dioses exhalan.
Mortal se sabe, casi imaginaria,
y en secreto se alegra del corazón que la atormenta.
Como el niño al que no dejan jugar,
huye, bajos los ojos, contra su transparencia.
Pero los dioses, ¡pobres!, ¿dónde están? —En la covacha;
sólo de noche salen a buscar entre la basura
alguna cosa que comer. Los dioses
han doblado la esquina. Los dioses
llegan al bar de la estación, piden humildemente un trago
y vomitan al alba contra un árbol. Los dioses
quieren morir. (Mas sólo el alma puede,
tan lejos de los dioses como del cuerpo ansioso
en una eternidad de hidrógeno y nitrógeno,
danzar la leve muerte a la distancia.)

Jacques Réda












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