"¡La soledad! ¡Cuántas veces la he invocado en los trances más amargos de mi vida, y ha venido, como ángel tutelar, a darme sus inspiraciones!
Luisa me dio una virgencita, sin mérito alguno para los que, como yo, hemos perdido la fe, que es la virginidad del corazón. (Esto sabe a rancio).
Las creencias son más ingratas que las pardas golondrinas; éstas mudan de clima, buscando calor, y tornan al nativo suelo; ¡Las creencias que se van no vuelven nunca! (Esto también es rancio y ajeno).
Como las mías huyeron hace, ¡ay!, tantos años yo he llegado a preguntarme repetidas veces si la fe sirve para alguna cosa.
Un filósofo belga de la escuela ecléctica, dice que la duda es el principio de toda creencia. Como Descartes, yo pudiera construir un sistema sobre esta base: ¿Qué creo yo?
–¡Que no creo nada!
Y así como no sé si la felicidad está en creer, ignoro si la desgracia está en la duda.
Alguien nos enrostra que vivimos del acaso porque negamos esa mano de chisgarabís que se mete en todos los asuntos humanos.
Falso: nosotros no creemos ni en el acaso: la existencia tiene leyes inmutables, fijas, eternas, que se cumplen tan espontáneamente como se desarrolla la planta, como se agosta la flor, como se secan los arroyos.
Y como las raíces de los árboles parten de un solo tronco, es en el principio único de todas las existencias que se enlazan las distintas manifestaciones de la vida.
Las doctrinas filosóficas del ascetismo y los claustros conventuales pasaron con la época contemplativa de la Humanidad.
Hoy obedecemos a otro orden de principios: la vida tiene una causa, que es la vida, y un objeto, que es vivir.
El reino de la materia se extiende a pesar de todo: el alma, el espíritu, que los escritores religiosos presentaron como un fluido, intangible, no es más que una modalidad de la materia."

Manuel Vicente Romero García
Peonía


"La vida es un himno a la naturaleza creadora; un suspiro de amor, tenue y lánguido; un beso ardiente, un delirio, un ensueño, ¿por qué hemos de ver la vida como una marcha fúnebre? Nos morimos en cualquier instante, y es preciso tomar de la existencia sus mejores momentos; las notas del placer, las músicas de la felicidad."

Manuel Vicente Romero García
Peonía



"Te hablo con mis ojos, y te digo que te amo; te hablo con mis versos, y te digo que te amo; te hablo con mis hechos, y te digo que te amo…"

Manuel Vicente Romero García
Peonía




“…Venezuela es el país de las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas…”

Manuel Vicente Romero García

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