Aquel Allende

Como un endecasílabo curioso
avanzará la tarde a manos llenas
y se abrirán las grandes alamedas
en nuestro desolado corazón

Estallarán en luces los opuestos
y no se negarán contradicciones
habrá ricos de amor cuando lo quieran
y se abrirán las grandes alamedas

Al fin restañará su aura el obrero
soldándonos de a uno uno a uno
y no toda la luz será de sombra

Y se abrirán las grandes alamedas
hacia lo que nos queda por hacer
hacia lo que nos queda por vivir

Rodolfo Alonso


Auschwitz, aún

Se no se debe decir
se debe

no se puede decir
se debe

lo que no se puede decir
se debe

aun yo
aúllo

au au au
aus ausch ausz
aux aux aux

aún no
no
nononó
no que
noquenó
noquenó

austchwitzaún

aun(que) auschwitz

Rodolfo Alonso


Cantar no consuela

Joven:
¡Maravíllate! ¡Lávate en tu idioma!
¡Protestacantaescupegimecrece!
¡Ama de amor, ama de un solo golpe, de todo corazón, de buena gana!
¡Vive, huye de las palabras!
¡Sírvete, sírvelas!

Rodolfo Alonso


Cierlorraso

Desdicha, vuelta a decir:
artesanía furiosa. Tuya es
la calma impura, la ignorancia
sabihonda. El doble filo
de la desventurada pesadumbre.

Rodolfo Alonso


Como Rimbaud en Harrad

¿Sin que la poesía me abandone
también yo he frecuentado reyezuelos
en ácidas comunas suburbanas
por óbolos pequeños, subsistencias,
en los alrededores del poder?

¿Salvando las distancias, lenguaraz
de caciques menores, jefes siervos,
sustentando retoños vigorosos
con migajas de estruendo, alegorías,
para que la poesía me abandone?

Rodolfo Alonso


Dones para donar

Te doy lo que me dieron:
aquel sagrado olor
a la tierra mojada,
y esa voz que es el viento
entre las ramas altas.

Devuelvo lo que tuve:
los árboles hermanos,
las flores que modula
la niebla, el grillo, el pájaro
cantando en la garúa.

Ni herencia, ni legado.
Sólo pasión y tiempo.
La intensa vida, el aire,
la mañana radiante
y cielos en los ojos.

No nos llevamos nada.
¿Es que lo merecimos?
La llama del instante,
colores en el sol,
el crepúsculo juntos.

El fuego de la hoguera
donde vamos ardiendo.

¿Y veo lo que me ve?
En el momento justo,
el liso resplandor
del neto mediodía
sobre una mesa blanca

y frutas entonadas
como parientes próximos:
la luz, la gama, el iris,
limones con bananas
y la manzana verde.

En la lluvia cabemos,
instantáneos, de pronto,
íntimos y gregarios,
cercanos y distantes.
La lluvia es nuestro templo.

La canción evidente,
la palabra encarnada,
lo que llegó de afuera
porque sonaba dentro.
¿O es que no somos, lengua?

Y el fuego de la especie,
horizonte y pasado.

Rodolfo Alonso


Fronteras

¿Imaginó Machado ('Si mi pluma
valiera tu pistola'), entre tristes
derrotados que tenían razón
sin embargo, a ese pie
traspasando la línea
ilusoria y real, nítidamente
viva, siendo el mismo
que en Collioure, ahora,
resbala quedamente hacia la tumba
dormida en tierra extraña?

¿O acaso es Walter Benjamín
quien cruje, ante la misma
línea por entonces antípoda
empuñando, en Port Bou, la pistola
capaz de liberarlo, a la vez
de su angustia habitual y los rabiosos
lobeznos de la nada a sus talones?

Uno iba, otro vuelve, y los dos
caen sin verse caer
ante sus vidas rotas,
de espaldas uno y otro
frente a idéntica raya,
pero nosotros vemos, en la misma
frontera los límites del mundo,
la avidez del desierto
roedor y creciente,
los dientes insaciables,
la boca del abismo
indiferente, mudo, seductor.

Rodolfo Alonso













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