"Asocio “riesgo” a la escritura, que es una constante toma de riesgos. Elegir una palabra y no otra, ahondar en un personaje y no en otro, decidir adónde cortar una historia, desde dónde contarla… Todos son riesgos: quien escribe se expone y muestra de sí hasta en lo que oculta.

          A “levedad” también la vinculo con el campo literario. Como decía Calvino, “la búsqueda de la levedad por oposición al peso de vivir”. Es apasionante trabajar en un texto hasta conseguir que circule el aire en medio de palabras y espacios, hasta que desaparezcan los detalles ornamentales, a la búsqueda de un despojamiento... Son deseos que me impulsan y sostienen, aunque los sé casi imposibles de lograr.

          “Alianzas” me suena a política, a pacto, a intencionalidad y cálculo; no encuentro ecos personales para esa palabra.

          “¿Éxito?”: Una categoría muy sobrevalorada en la sociedad actual, relacionada con un menosprecio por los valores reales que aprendí a respetar desde la infancia, como el trabajo, la constancia, la honestidad. Sospecho del éxito, por lo general tiene bases endebles y es efímero.

          Pensar en “paraderos” me lleva a búsquedas, pero dentro de la etiqueta policial “paradero desconocido”. O a la desolación anónima de los paraderos en las rutas.

          “Displacer” pertenece a un vocabulario específico del psicoanálisis, creo. No la uso, supongo que se refiere al desagrado en alguna situación, lo contrario a placer o placentero, pero dicho de manera técnica.

          Suena fuerte y dura, “contorsión”."

Lilia Lardone



"Cuando empiezo un libro, las primeras páginas son fundamentales. Ya no tengo tiempo para ser paciente, como cuando era joven. Ahora, si hasta la página 30 o 40 no he logrado entrar en el mundo que el autor propone, lo dejo a un lado, a la espera de otra ocasión más propicia. Si la obra sigue picando mi curiosidad de lectora a lo mejor vuelvo sobre ella más adelante y si no, la abandono. Será para otro lector, pienso, no para mí. Ahora bien, una vez superada esa barrera, ya dentro del pacto de ilusión que supone abandonarse a la voz de quien narra o a la armonía del poema, sigo y trato de disfrutar del momento único que me permite vivir otras vidas, otras historias que tienen muchas más capas de las que aparecen, con puntos de vista que jamás se me hubieran ocurrido…¡Y buscar los defectos me arruinaría el placer! Por eso soy antes que nada lectora, no crítica."

Lilia Lardone



El capital

En el Citroen rojo
la plusvalía saltaba
cuando las desnudas piedras del camino serrano
detenían tu voz.
Hablabas de Marx
de Rusia
de un largo viaje en tren
en medio de la nieve
de un samovar
que brindaba el té a los viajeros.
Los vaivenes del relato
acompañaban las curvas
mientras contabas lo que la sociedad
capitalista
podía hacer
con los hombres.
El polvo del camino a veces
enturbiaba
tus palabras.
También el humo de los Particulares 70.
Y entonces tosías
como para demostrar
que el paraíso
no existe.

Lilia Lardone


Elecciones generales

Dijiste:
Hacía mucho que no estaba tan contento.

Caminábamos las calles desiertas
y en los bares
la gente miraba con atención
imágenes
cifras
más cifras
banderas.

Entramos y pedimos café. La pantalla confirmó
lo que acababas de decir.
Una esperanza pequeñita
efímero refugio
de pensar para el país otro destino.

Después
poco después
un cáncer te mató.
Pero esa es otra historia.

Lilia Lardone



En el jardín

Soy
una persona optimista.
Mañana voy a despertarme y el sol estará ahí
mañana
mis plantas tendrán hojas nuevas
aparecidas quién sabe cómo
a pesar de quién.

Los racimos mostrarán uvas color uva madura
junto a las que no supieron
madurar a tiempo.

Veré las hormigas
buscaré los caracoles que comen brotes de culantrillos
los bichos bolita que destruyen mi
alegría del hogar.
Las babosas ocultas, devorando en la oscuridad
hojas de tacos de reina.

Soy
una persona optimista
aunque a veces compruebo
que todo anuncia un día igual al de ayer
al de antes de ayer.
Y así.

Lilia Lardone



La pasajera

Los últimos rayos del sol
colorean a través de las nubes
la nieve
en la Cordillera de los Andes.
Y colorean también las nubes.

En el aterrizaje, la Cordillera aparece enorme y cercana
diluida por la bruma
de una casi noche.
Ella siente la inquietud de siempre
cuando llega a otro lugar,
algo difícil de precisar:
curiosidad, miedo, los sentidos en alerta
para tocar, oler, oír.

En el traslado del aeropuerto a la ciudad
va mirando el camino
los ocasionales compañeros de viaje conversan de sus cosas
de su país.
De pronto se impone una voz
su vecina de asiento dice:
El General nos salvó del comunismo
Y otro acento chileno replica desde atrás:
Su general es un asesino.

En el silencio, ella intenta descubrir
las caras de los que hablaron
pero la oscuridad es total.
Al rato, el chofer dice un nombre en voz alta
detiene el pequeño ómnibus
y bajan dos pasajeros.
Unas cuadras más adelante se repite la acción.
Y más allá.
Y más allá.
Ella se da cuenta de que ha quedado sola
El chofer pregunta si está segura de la dirección,
ella consulta su libreta
y asiente.
El chofer sigue
y por fin exclama: Acá es.

La semipenumbra deja ver el hotel,
un hombre amable baja las escalinatas para tomar su valija.
Hay algo extraño en esa recepción
que ella no podría definir.
Sin embargo, su reserva está.

Sube en el ascensor con el hombre amable
siente la tensión
algo la impulsa a comentar la duda del chofer que la ha traído
Es que mañana el hotel cierra, señora,
usted es la última pasajera.

Cuando el ascensor se detiene en el piso 14,
el hombre agrega:
Nos quedamos todos sin trabajo.
Luego entran a la habitación, en orden las toallas, en orden el frigo.

A solas ella revisa, revisa hasta debajo de la cama.
El sueño no llega, ella piensa en el otro avión
que tomará al amanecer
en el destino del hombre amable y de sus compañeros
en que la habitación
que ocupa
desaparecerá.

Piensa también en el general
que ya no es.
Y no duerme.

Lilia Lardone



"Me parece que toda palabra leída nos penetra y da vueltas, que nuestro imaginario está cargado con las historias y las imágenes de los autores que marcaron distintas etapas de la vida. Esos recorridos van transformándose muy adentro por alquimias imposibles de detectar, por lo menos para mí. No puedo identificar una influencia u otra, y en todo caso, será tarea de la crítica."

Lilia Lardone



Ruidos

El aceite chisporroteante
un móvil de madreperlas en la brisa
la zambullida/ el falso café al estallar / la llave en la cerradura (cuando espero)
un moscardón en la siesta de verano
el primer soplo antes de la tormenta / el crujido del quebracho quemándose
una moneda rueda / hojas secas bajo mis pies / la bolita cae
sobre las baldosas rojas
un taconeo en la noche
los molinos de viento (cuando hay viento)
el teclear de la máquina de escribir / susurros en la cama
sirenas / el teléfono en la noche
la respiración jadeante de mamá/ ladridos / una canilla gotea / el globo se desinfla
la pedrea sobre el zinc / las langostas comiéndolo todo
un perro rascándose
/una voz canta (en esa iglesia de Quito)
la escoba barre el patio de tierra/ se quiebra el vidrio
las campanas
pasan silenciosas las hojas del libro
en el silencio de la siesta
un portazo
golpes en el techo
ahí vienen/insaciables
los recuerdos.

Lilia Lardone








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