En mi infancia tuve dos experiencias que contribuyeron a
formar la persona que soy actualmente y suscitaron dos pasiones que han marcado
toda mi vida. En primer lugar, recuerdo que, cuando tenía ocho años, vi a todos
los profesores alborotados con la noticia de que un gran científico acababa de
morir. Aquella noche los periódicos publicaban una fotografía de su despacho en
la que se veía un manuscrito inacabado sobre la mesa. El pie de foto decía que
el científico más grande de nuestra era no había podido acabar la más
importante de sus obras maestras. Y yo me pregunté: ¿Qué cosa podría ser
tan difícil como para que un científico de su talla no pudiera acabarla? ¿Qué
podía ser tan complicado e importante? Esto me resultaba más intrigante que
cualquier crimen misterioso y más fascinante que cualquier historia de
aventuras. Tenía que averiguar qué había en aquel manuscrito inacabado. Más
tarde descubrí que el nombre del científico era Albert Einstein, y que el
manuscrito inconcluso estaba destinado a ser el logro que coronaría su carrera,
su intento de crear una «teoría del todo», una fórmula, quizá de no más de dos
centímetros de longitud, que desvelaría los secretos del universo y le
permitiría, tal vez, «leer la mente de Dios». La otra experiencia trascendental
de mi infancia surgió mientras miraba los programas que emitía la televisión
los sábados por la mañana, especialmente la serie Flash Gordon, en la que
trabajaba Buster Crabbe. Cada semana, con la nariz pegada a la pantalla del
televisor, me sentía transportado como por arte de magia a un mundo misterioso
de alienígenas, naves espaciales, batallas con armas que disparaban rayos,
ciudades sumergidas y monstruos diversos. Me convertí en un adicto a estas
cosas. Se trataba de mi primera toma de contacto con el mundo del futuro. Desde
entonces, no he dejado de sentir una especie de asombro infantil cada vez que
reflexiono sobre el futuro.
Michio Kaku
La física del futuro, página 14
Sin un científico no hay futuro. Los guapos y atractivos
personajes pueden ganarse la admiración de la sociedad, pero todas las
invenciones maravillosas relacionadas con el futuro son consecuencia del
trabajo de científicos anónimos que no reciben por ello elogio alguno.
Michio Kaku
La física del futuro, página 15
Dos pasiones me han motivado durante toda mi vida: el deseo
de comprender las leyes físicas del universo dentro de una única teoría
coherente, y el deseo de ver el futuro. Finalmente me di cuenta de que ambas
pasiones eran en realidad complementarias. La clave para entender el futuro es
comprender las leyes fundamentales de la naturaleza y aplicarlas luego a los
inventos, máquinas y terapias que redefinirán nuestra civilización en un futuro
lejano.
Michio Kaku
La física del futuro, página 16
El modo en que gestionemos los desafíos y las oportunidades
que surjan en los próximos 100 años determinará la trayectoria final de la
especie humana.
Michio Kaku
La física del futuro, página 18
Predecir unos pocos años futuros es una tarea que da miedo,
y no digamos si se trata del próximo siglo. Sin embargo, hay algo que nos
incita a soñar con aquellas tecnologías que un día cambiarán el destino de la
humanidad.
Michio Kaku
La física del futuro, página 18
La clave de la visión y de la aguda perspicacia de Verne
está en su capacidad de comprender que la ciencia tiene el poder necesario para
revolucionar la sociedad.
Michio Kaku
La física del futuro, página 19
Las predicciones sobre el futuro, con unas pocas
excepciones, siempre han subestimado el avance del progreso tecnológico. Se nos
dice una y otra vez que son los optimistas quienes escriben la historia, no los
pesimistas. Como dijo en una ocasión el presidente Dwight Eisenhower: «El
pesimismo nunca ha ganado una guerra».
Michio Kaku
La física del futuro, página 23
Hoy en día nos hemos convertido en coreógrafos de la danza
de la naturaleza y somos capaces de dar un pellizco a sus leyes aquí y allá.
Pero para el año 2100 habremos conseguido convertirnos en los amos de la
naturaleza.
Michio Kaku
La física del futuro, página 26
Nuestro destino para el año 2100 es igualarnos a los dioses
que en otro tiempo adorábamos y temíamos. Pero no nos valdremos de pociones y
varitas mágicas, sino de la informática, la nanotecnología, la inteligencia
artificial, la biotecnología y, sobre todo, la teoría cuántica, que es el
fundamento de todas las tecnologías anteriores. En 2100, al igual que los
dioses mitológicos, seremos capaces de manipular objetos con el poder de
nuestras mentes. Los ordenadores podrán hacer realidad nuestros deseos, tras
leer en silencio nuestros pensamientos. Podremos mover objetos utilizando solo
la mente, es decir, tendremos un poder telequinético que habitualmente está
reservado a los dioses. Con el poder de la biotecnología crearemos cuerpos
perfectos y alargaremos nuestro tiempo de vida. También seremos capaces de
crear formas de vida nunca vistas en la superficie de nuestro planeta. Con el
poder de la nanotecnología podremos tomar un objeto y convertirlo en otra cosa,
para crear algo aparentemente a partir casi de la nada. No viajaremos en carros
llameantes, sino en impecables vehículos que volarán por sí mismos casi sin
combustible, flotando sin esfuerzo en el aire. Con nuestros motores seremos
capaces de aprovechar la energía ilimitada de las estrellas. También estaremos
a punto de poder enviar naves interestelares para explorar estrellas cercanas.
Aunque este poder divino parece increíblemente avanzado, las semillas de todas
estas tecnologías ya están sembrándose ahora mismo. Es la ciencia moderna, no
salmodias, ni encantamientos, lo que nos dará este poder. Soy especialista en
física cuántica. A diario me enfrento con las fórmulas que gobiernan las
partículas subatómicas de las que está hecho el universo. El mundo en el que
vivo es el universo del hiperespacio de once dimensiones, los agujeros negros y
las puertas al multiverso. Pero las fórmulas de la teoría cuántica que se
utilizan para describir las estrellas que explotan y el big bang pueden
utilizarse también para descifrar esquemáticamente nuestro futuro. Ahora bien,
¿adónde nos conducen todos estos cambios tecnológicos? ¿Dónde está el destino
final de este largo viaje a la ciencia y la tecnología? La culminación de toda
esta efervescencia es la creación de una civilización planetaria, lo que los
físicos llaman una civilización del tipo I. Esta transición es quizá la más
importante que se ha dado en la historia, y marca un despegue radical con
respecto a todas las civilizaciones del pasado. Cada titular que encabeza las
noticias refleja, en cierto modo, los dolores del parto de esta civilización
planetaria. El comercio, la industria, la cultura, el lenguaje, los
espectáculos, las actividades de ocio e incluso la guerra están experimentando
una revolución a causa de la emergencia de esta civilización planetaria.
Calculando el rendimiento energético del planeta, se estima que alcanzaremos la
situación de tipo I dentro de 100 años. A menos que sucumbamos a las fuerzas
del caos y la insensatez, la transición a una civilización planetaria es
inevitable, porque esta es el producto final de las enormes e inexorables
fuerzas de la historia y la tecnología, que están más allá de todo control.
Michio Kaku
La física del futuro, página 27
Quien pueda predecir con exactitud la mezcla de medios que
se dará en el futuro podrá hacerse rico…
Así pues, hay una competición que no cesa entre las
tecnologías avanzadas (high tech) y el contacto directo (high touch), es decir,
entre sentarse en un sillón a ver la televisión y moverse para tocar las cosas
que nos rodean. En esta competición, lo que nosotros desearemos será hacer
ambas cosas. Queremos seguir disfrutando del teatro en vivo, los conciertos de
rock, la impresión en papel y los viajes turísticos, aunque estemos en la era
del ciberespacio y la realidad virtual. Pero si nos dieran a elegir entre una
imagen gratuita de nuestro músico favorito y unas entradas reales para su
concierto, optaríamos por las entradas, sin dudarlo ni un momento. Es el
Principio del Hombre de las Cavernas: preferimos tener ambas cosas, pero, si
nos dan a elegir, optaremos por el contacto directo, como nuestros antepasados
cavernícolas.
Michio Kaku
La física del futuro, página 32-33
La ciencia es un arma de doble filo; resuelve problemas,
pero crea otros tantos, y estos son siempre de un nivel superior. Hoy en día
hay dos tendencias que compiten en el mundo: una es la que intenta crear una
civilización planetaria que sea tolerante, científica y próspera, pero la otra
glorifica la anarquía y la ignorancia que podrían desgarrar el tejido de
nuestra sociedad.
Michio Kaku
La física del futuro, página 36
Hoy en día, un teléfono móvil tiene más potencia de
ordenador que toda la NASA en 1969, cuando llevó dos astronautas a la Luna. Los
videojuegos, que consumen enormes cantidades de potencia de ordenador para
simular situaciones en tres dimensiones, utilizan más potencia de ordenador que
los ordenadores centrales de la década pasada. La actual PlayStation de Sony,
que cuesta 300 dólares, tiene la potencia de un superordenador militar de 1997,
que costaba millones de dólares.
Michio Kaku
La física del futuro, página 40
El destino de los ordenadores, al igual que el de otras
tecnologías de masas, como la electricidad, el papel y el agua corriente, es
volverse invisibles, es decir, desaparecer entre la trama de nuestras vidas
para estar en todas partes y en ninguna, haciendo realidad nuestros deseos en
silencio y de manera imperceptible.
Michio Kaku
La física del futuro, página 42
El rápido ascenso de la potencia de ordenador para el año
2100 nos dará un poder igual al de los dioses mitológicos que adorábamos en
otros tiempos, permitiéndonos controlar el mundo que nos rodea utilizando solo
el pensamiento. Al igual que los dioses de la mitología, que podían mover
objetos y reconfigurar la vida con un simple movimiento de la mano o una
inclinación de cabeza, también nosotros seremos capaces de controlar el mundo
que nos rodea con el poder de nuestras mentes. Estaremos en permanente contacto
mental con los chips diseminados por nuestro entorno, que cumplirán nuestras
órdenes sin rechistar.
Michio Kaku
La física del futuro, página 43
En el futuro, nunca tendremos necesidad de cargar con un ordenador,
ya que allí donde vayamos las paredes, los cuadros y el mobiliario podrán
conectarnos a internet, incluso cuando estemos en un tren o en un coche. (Un
precursor de esto es la «informática en nube», o cloud computing, donde nos
cobran por el tiempo de uso, no por los ordenadores, facturando la informática
como un servicio que se mide del mismo modo que el consumo de agua o de
electricidad.)
Michio Kaku
La física del futuro, página 56
En el futuro será difícil morir en soledad. La ropa podrá percibir
cualquier irregularidad del pulso cardíaco, de la respiración e incluso de las
ondas cerebrales mediante chips diminutos ocultos en el tejido. En el futuro,
nada más vestirnos, estaremos ya en línea.
Michio Kaku
La física del futuro, página 61
Una razón por la que la ley de Moore ha incrementado
incesantemente la potencia de los chips es que la luz ultravioleta puede
ajustarse para que su longitud de onda sea cada vez menor, con lo que es
posible esculpir transistores cada vez más diminutos en las obleas de silicio.
Puesto que la luz ultravioleta tiene una longitud de onda que puede reducirse
hasta los 10 nanómetros (el nanómetro es una milmillonésima de metro), el
transistor más pequeño que puede esculpirse tiene un diámetro de unos treinta
átomos. Pero este proceso no puede continuar de manera indefinida. En algún
momento será físicamente imposible esculpir de esta manera unos transistores
que sean del tamaño de los átomos. Incluso podemos calcular aproximadamente
cuándo llegará por fin a desplomarse la ley de Moore: cuando consigamos
transistores del tamaño de los átomos. Alrededor de 2020, o poco después, la
ley de Moore dejará gradualmente de ser válida, y es posible que Silicon Valley
se convierta poco a poco en un simple cinturón industrial, salvo que se
encuentre una tecnología sustitutiva. Según las leyes de la física, la era del
silicio llegará a su fin a medida que entremos en la era postsilicio. Los
transistores serán tan pequeños que la teoría cuántica o la física atómica
tomarán el relevo, y los electrones se escaparán de los cables. Por ejemplo, la
capa más fina que contiene cualquier ordenador tendrá un espesor de unos cinco
átomos. En ese punto, según las leyes de la física, la teoría cuántica toma el
relevo. El principio de incertidumbre de Heisenberg afirma que no es posible
conocer a la vez la posición y la velocidad de una partícula. Puede parecer que
esto contradice lo que diría la intuición, pero a nivel de los átomos es
simplemente imposible saber dónde está el electrón, por lo que este nunca puede
estar confinado con precisión en una capa o un cable ultrafinos, y
necesariamente ha de escaparse, causando un cortocircuito en el circuito.
Michio Kaku
La física del futuro, página 66
Todo oficio puede verse enriquecido virtualmente por la
realidad ampliada. Además, esta tecnología puede dar realce a nuestras vidas,
nuestro ocio y nuestra sociedad. Por ejemplo, un turista que pasea por un museo
puede ir de un objeto expuesto a otro mientras sus lentes de contacto le
proporcionan una descripción de cada uno de ellos; un guía virtual le
facilitará un recorrido cibernético. Si el turista visita unas ruinas antiguas,
podrá «ver» reconstrucciones completas de los edificios y monumentos en todo su
esplendor, al tiempo que disfruta de anécdotas históricas. Los restos del
Imperio romano, en vez de quedarse en unas columnas rotas rodeadas de malas
hierbas, volverán a la vida a medida que el turista camina entre ellos, y se
completarán mediante comentarios y notas.
Michio Kaku
La física del futuro, página 70
El auténtico problema real que ha impedido el desarrollo de
la televisión holográfica es el del almacenamiento de información. Cualquier
imagen tridimensional contiene una enorme cantidad de información: un montón de
veces la información almacenada en una imagen bidimensional. Los ordenadores
procesan habitualmente imágenes bidimensionales, ya que cada imagen está
formada por unos puntos pequeñísimos, llamados píxeles, y cada píxel está
iluminado por un transistor diminuto. Pero, para hacer un movimiento con
imágenes tridimensionales, necesitamos lanzar treinta imágenes por segundo.
Basta un cálculo rápido para demostrar que la información necesaria para
generar imágenes holográficas tridimensionales en movimiento excede ampliamente
la capacidad del sistema actual de internet. A mediados de siglo puede que este
problema ya esté resuelto, puesto que el ancho de banda de internet se expande
exponencialmente. ¿Cómo podría ser la auténtica televisión tridimensional? Una
posibilidad es la de una pantalla con forma de cilindro o bóveda, y el
telespectador sentado dentro de ella. Cuando la imagen holográfica se envía a
la pantalla, vemos que las imágenes tridimensionales nos rodean, como si
estuvieran realmente allí.
Michio Kaku
La física del futuro, página 80
A finales de este siglo controlaremos los ordenadores
directamente con nuestras mentes. Al igual que los dioses griegos, pensaremos
ciertas órdenes, y nuestros deseos serán obedecidos. Los fundamentos de esta
tecnología están ya establecidos. Sin embargo, puede que se necesiten décadas
de trabajo duro para perfeccionarlos. Esta revolución tiene dos partes: en
primer lugar, la mente tiene que ser capaz de controlar los objetos que hay a
su alrededor, y en segundo lugar, es preciso un ordenador que descifre los
deseos de las personas con el fin de poder hacerlos realidad.
Michio Kaku
La física del futuro, página 81
… algún día seremos capaces de controlar las máquinas usando
para ello únicamente el pensamiento.
Michio Kaku
La física del futuro, página 84
Los científicos han realizado notables progresos en un
proyecto que en otros tiempos se consideraba imposible: tomar una instantánea
de nuestros recuerdos y, posiblemente, de nuestros sueños. Los primeros pasos
en esta dirección los dieron unos científicos del Laboratorio de Neurociencia
Computacional para la Investigación de Telecomunicaciones Avanzadas de Kioto.
Mostraron a los sujetos del experimento un diminuto punto de luz situado en una
posición determinada. Luego hicieron una exploración por IRMf (imagen por
resonancia magnética funcional) para registrar el lugar en que el cerebro
almacenaba esa información. A continuación, movieron el puntito luminoso y
registraron el lugar en que el cerebro almacenaba esa nueva imagen. Finalmente,
obtuvieron un gráfico exacto de los lugares en que los resultados de ver
puntitos luminosos se almacenaban en el cerebro. Los puntos luminosos se
situaban en una red de 10 × 10. Entonces los científicos lanzaron la imagen de
un objeto sencillo formado por estos 10 × 10 puntos, tal como una herradura.
Mediante un ordenador consiguieron analizar el modo en que el cerebro
almacenaba esta imagen. Efectivamente, el patrón almacenado por el cerebro era
la suma de las imágenes que formaban la herradura. De esa manera, estos científicos
lograron crear una imagen de lo que ve el cerebro. Cualquier patrón de luces
contenido en esta red 10 × 10 se puede descodificar mediante un ordenador,
mirando las exploraciones cerebrales realizadas por IRMf.
Michio Kaku
La física del futuro, página 88
En 2100 viviremos en un mundo poblado de robots que tendrán
unas características parecidas a las de los seres humanos. ¿Qué sucederá si
llegan a ser más listos que nosotros?
Michio Kaku
La física del futuro, página 99
¿Es el cerebro un ordenador digital?
Un problema fundamental que han detectado ahora los
matemáticos es que hace cincuenta años cometieron un grave error al pensar que
el cerebro era como un gran ordenador digital. Pero ahora resulta terriblemente
obvio que no lo es. El cerebro no tiene ningún chip Pentium, ni el sistema
operativo de Windows, ni las aplicaciones informáticas, ni la CPU, ni la
programación, ni las subrutinas que tipifican un ordenador digital moderno. De
hecho, la arquitectura de los ordenadores digitales es bastante diferente de la
del cerebro, que es una especie de máquina de aprender, una colección de
neuronas que se renuevan constantemente cada vez que aprenden una tarea nueva.
(En cambio, un ordenador personal no aprende nada en absoluto. Un ordenador es
hoy tan tonto como lo era ayer.) Así pues, hay al menos dos maneras de
construir un modelo de cerebro. La primera, el tradicional modo «de arriba
abajo», es tratar a los robots como ordenadores digitales y programarles desde
el principio todas las reglas de la inteligencia. A su vez, un ordenador
digital puede descomponerse en algo llamado máquina de Turing, un hipotético
aparato inventado por el gran matemático británico Alan Turing. Una máquina de
Turing está formada por tres componentes básicos: una entrada de datos, un
procesador central que los digiere, y una salida de resultados. Todos los
ordenadores digitales se basan en este sencillo modelo. El objetivo de este
planteamiento es disponer de un CDROM que contenga todas las reglas de la
inteligencia codificadas. Al insertar este disco, el ordenador cobra vida de
repente y se vuelve inteligente. Así pues, este mítico CDROM contiene todo el
soporte lógico (software) necesario para crear máquinas inteligentes. Sin
embargo, nuestro cerebro no tiene programación ni soporte lógico alguno. Es más
bien una «red neuronal», un complejo revoltijo de neuronas que se renueva a sí
mismo constantemente. Las redes neuronales siguen la regla de Hebb: siempre que
se toma una decisión correcta, estas vías neuronales se ven reforzadas. Esto se
produce simplemente porque cambia la fuerza de ciertas conexiones eléctricas
entre neuronas cada vez que se consigue realizar correctamente una tarea. (La
regla de Hebb se puede explicar mediante la vieja pregunta: ¿Cómo llega un
músico al Carnegie Hall? Respuesta: práctica, práctica y más práctica. En el
caso de una red neuronal, la perfección se va consiguiendo mediante la
práctica. La regla de Hebb explica también por qué los malos hábitos son tan
difíciles de eliminar, y es que la vía neuronal de un mal hábito está más que
trillada.) Las redes neuronales se basan en el procedimiento «de abajo arriba».
En vez de recibir las reglas de la inteligencia como una aportación gratuita,
las redes neuronales las aprenden del mismo modo que aprende un niño tropezando
con las cosas y aprendiendo a partir de la experiencia. Las redes neuronales no
son programadas, sino que aprenden por el antiguo método de «la letra con
sangre entra». Las redes neuronales poseen una arquitectura completamente
diferente de la de los ordenadores digitales. Basta con quitar un solo
transistor de su procesador central para que el ordenador digital no funcione.
Sin embargo, aunque se retiren grandes trozos de un cerebro humano, puede que
este siga funcionando, porque otras partes asumen las tareas de las que faltan.
Así pues, se puede localizar con exactitud la parte con la que el ordenador
digital «piensa»: su procesador central. No obstante, las exploraciones del
cerebro humano muestran claramente que la actividad de pensar está dispersa por
grandes zonas del mismo. Diferentes sectores se iluminan en una sucesión
precisa, como si los pensamientos rebotaran de un lado a otro, igual que una
pelota de pingpong. Los ordenadores digitales pueden hacer cálculos a una
velocidad casi igual a la de la luz. Por el contrario, el cerebro humano es
increíblemente lento. Los impulsos nerviosos viajan a una velocidad
desesperantemente lenta de unos 320 kilómetros por hora. Pero el cerebro
compensa esto con mucho porque es masivamente paralelo, ya que tiene 100.000
millones de neuronas operando al mismo tiempo y realizando cada neurona una
pequeñísima parte del cálculo, en conexión con otras 10.000 neuronas. En una
competición, un solo procesador ultrarrápido se queda a bastante distancia por detrás
de un procesador en paralelo superlento. (Esto hace pensar en el viejo enigma:
si un gato puede comerse un ratón en un minuto, ¿cuánto tiempo tardan un millón
de gatos en comerse un millón de ratones? Respuesta: un minuto.) Además, el
cerebro no es digital. Los transistores son puertas que pueden abrirse o
cerrarse, lo cual se representa mediante el 1 o el 0. También las neuronas son
digitales (pueden disparar o no disparar), pero pueden ser asimismo analógicas,
transmitiendo tanto señales continuas como señales discretas.
Michio Kaku
La física del futuro, página 107
El programa de choque para crear esta «enciclopedia del
pensamiento» se llama CYC, y se inició en 1984. Iba a ser el logro definitivo
de la IA, el proyecto de codificar todos los secretos del sentido común en un
solo programa. No obstante, después de varias décadas de duro trabajo el
proyecto CYC no ha conseguido cumplir sus objetivos. El objetivo del CYC
es sencillo: dominar «cien millones de cosas, más o menos el número de cosas que
una persona media conoce sobre el mundo, y conseguirlo para 2007».8 Esta fecha
límite, como muchas otras anteriores, ha pasado ya sin éxito alguno. Cada uno
de los hitos alcanzados por los ingenieros del CYC ha llegado y ha pasado sin
que los científicos estén más cerca de dominar la esencia de la inteligencia.
Michio Kaku
La física del futuro, página 112
A mediados de siglo puede que nuestro mundo esté lleno de
robots, pero también podría ser que no notáramos su presencia, porque la
mayoría de esos robots no tendrán forma humana. No estarán a la vista o irán
disfrazados de serpientes, insectos y arañas, y realizarán tareas desagradables
pero cruciales. Serán robots modulares, que podrán cambiar de forma según la
tarea que realicen.
Michio Kaku
La física del futuro, página 120
Finalmente, después de pasar una serie de controles, llegué
a la entrada del edificio que alberga el ordenador Blue Gene de IBM, que es
capaz de computar a la increíble velocidad de 500 billones de operaciones por
segundo. Blue Gene ofrece un aspecto impresionante. Es enorme, ocupa más de
1.000 metros cuadrados y está formado por filas y filas de armarios de acero
negro que miden unos dos metros y medio de altura por cuatro metros y medio de
anchura. Fue toda una experiencia caminar entre aquellos armarios.
A diferencia de las películas de ciencia ficción hollywoodienses, donde
los ordenadores tienen cantidad de luces deslumbrantes, discos que giran y
rayos eléctricos que chisporrotean por el aire, estos armarios son totalmente inactivos,
salvo por unas luces diminutas que parpadean. Se sabe que el ordenador está
realizando billones de cálculos complejos, pero no se ve ni se oye nada
mientras funciona. Lo que me interesaba era el hecho de que Blue Gene simulaba
el proceso reflexivo del cerebro de un ratón, que posee unos dos millones de
neuronas (poca cosa en comparación con los 100.000 millones de neuronas que
tenemos los humanos). Simular el proceso reflexivo del cerebro de un ratón es
más difícil de lo que parece, porque cada neurona está conectada a muchas
otras, formando una densa red de neuronas. Pero, mientras caminaba entre
aquellas filas y filas de consolas que formaban Blue Gene, no pude evitar
sentirme asustado ante la idea de que aquella asombrosa potencia de ordenador pudiera
simular únicamente el cerebro de un ratón, y eso tan solo durante unos pocos
segundos. (Esto no significa que Blue Gene pueda simular el comportamiento de
un ratón. Actualmente, los científicos apenas pueden simular el comportamiento
de una cucaracha. Lo que esto significa es que Blue Gene puede simular la
activación de las neuronas de un ratón, no el comportamiento de este animal.)
Michio Kaku
La física del futuro, página 134
Dado que se necesitarán muchas décadas de duro trabajo para
conseguir que los robots asciendan lentamente en la escala evolutiva, la
humanidad no se verá atrapada de repente con la guardia baja, y no nos llevarán
a todos en manada a los zoológicos, como si fuéramos ganado. Tal como lo veo
yo, la consciencia es un proceso que puede valorarse en una escala, no se trata
de un suceso evolutivo repentino, y ascender en esta escala llevará muchas
décadas a los robots. Después de todo, la madre naturaleza necesitó millones de
años para desarrollar la consciencia humana. Por lo tanto, a los seres humanos
no les pillará desprevenidos el hecho de que un día internet «despierte»
inesperadamente o los robots empiecen de repente a hacer planes por su cuenta.
Michio Kaku
La física del futuro, página 154
La expresión «IA amistosa» fue acuñada por Eliezer
Yudkowsky, fundador del Instituto Singularidad para la Inteligencia Artificial.
La IA amistosa es un poco diferente de las leyes de Asimov, que se imponen a
los robots quizá en contra de su voluntad. (Las leyes de Asimov, al ser
impuestas desde fuera, podrían en realidad inducir a los robots a idear modos
inteligentes de burlarlas.) En cambio, en la IA amistosa los robots son libres
de asesinar y cometer mutilaciones criminales. No hay reglas que impongan una
moralidad artificial. Pero estos robots están diseñados desde el principio para
desear ayudar a los seres humanos en vez de destruirlos. Los robots eligen ser
benevolentes. Esto ha generado un nuevo campo de la ciencia llamado «robótica
social», cuyo objetivo es dotar a los robots de las cualidades que les van a
ayudar a integrarse en la sociedad humana. Por ejemplo, los científicos de
Hanson Robotics han declarado que un objetivo de sus investigaciones es diseñar
robots que «evolucionen hasta convertirse en seres socialmente inteligentes,
capaces de amar y de ganarse un lugar en el conjunto de la familia humana».
Michio Kaku
La física del futuro, página 155
Además de la IA amistosa, hay otra opción: fusionarnos con
nuestras creaciones. En vez de limitarnos a esperar que los robots nos superen
en inteligencia y poder, deberíamos intentar mejorarnos a nosotros mismos
convirtiéndonos en superhumanos durante el proceso. Creo que lo más probable es
que el futuro resulte de una combinación de los dos objetivos, es decir,
construir una IA amistosa y mejorarnos a nosotros mismos.
Michio Kaku
La física del futuro, página 157
Nadie sabe en qué momento los robots llegarán a ser tan
listos como los seres humanos. Sin embargo, personalmente, situaría esa fecha
cerca de finales de siglo por varias razones. En primer lugar, los fulgurantes
avances en tecnología informática se han debido a la ley de Moore. Estos
avances empezarán a producirse a menor velocidad, y quizá incluso se detengan
en torno a los años que van de 2020 a 2025, por lo que no está claro si podemos
calcular de manera fiable la velocidad de los ordenadores más allá de esas
fechas.
En segundo lugar, incluso si un ordenador puede calcular a
velocidades tan fantásticas como 1016 cálculos por segundo, esto no significa
necesariamente que sea más inteligente que nosotros. Por ejemplo, Deep Blue, la
máquina de jugar al ajedrez de IBM, podría analizar 200 millones de posiciones
por segundo, derrotando al campeón mundial. Pero Deep Blue, con toda su
velocidad y toda su potencia bruta de ordenador, no puede hacer nada más.
Sabemos que la auténtica inteligencia es mucho más que calcular posiciones de
ajedrez. Por ejemplo, los sabios autistas pueden llevar a cabo unas proezas de
memorización y cálculo que parecen milagrosas. No obstante, tienen dificultades
para atarse los cordones de los zapatos, para conseguir un empleo o para
adaptarse a la vida social. El difunto Kim Peek, una persona tan notable que la
película El hombre de la lluvia está basada en su extraordinaria vida, memorizó
todas las palabras contenidas en 12.000 libros y podía realizar cálculos que
solo un ordenador podía comprobar. Sin embargo, tenía un cociente de
inteligencia de 73, tenía dificultades para mantener una conversación y
necesitaba constantemente ayuda para sobrevivir. Sin la ayuda de su padre, en
gran medida estaba desvalido. En otras palabras, los ordenadores superrápidos
del futuro serán como sabios autistas, es decir, podrán memorizar amplias
cantidades de información, pero no podrán hacer mucho más y serán incapaces de
sobrevivir por sus propios medios en el mundo real. Incluso si los ordenadores
comienzan a igualar la velocidad de cálculo del cerebro, les faltará la
programación y el soporte lógico necesarios para que todo funcione. Igualar la
velocidad de cálculo del cerebro no es más que un humilde inicio. En tercer
lugar, incluso si los robots inteligentes son posibles, no está claro si un
robot puede hacer una copia de sí mismo que sea más inteligente que el
original. Las matemáticas que subyacen en los robots autorreplicadores fueron
desarrolladas primero por el matemático John von Neumann, que inventó la teoría
de juegos y contribuyó a desarrollar el ordenador electrónico. Fue pionero en
la cuestión de determinar el número mínimo de premisas necesarias para que una
máquina pudiera crear una copia de sí misma. Sin embargo, nunca formuló la
pregunta de si un robot puede hacer una copia de sí mismo que sea más
inteligente que él mismo. De hecho, la propia definición de «inteligente» es
problemática, ya que no hay una definición de «inteligencia» que esté
universalmente aceptada. Ciertamente, mejorando la calidad y aumentando el
número de chips, un robot podría crear una copia de sí mismo dotada de más
memoria y mayor capacidad de procesamiento. Pero ¿significa esto que la copia
es más inteligente, o solo que es más rápida? Por ejemplo, una máquina
calculadora es millones de veces más rápida que un ser humano, con mucha más
memoria y velocidad de procesamiento, pero, desde luego, no es más inteligente.
La inteligencia es más que solo memoria y velocidad. En cuarto lugar, aunque
los equipos y dispositivos informáticos (hardware) pueden progresar
exponencialmente, no sucede lo mismo con los programas informáticos (software).
Mientras los equipos han mejorado gracias a la posibilidad de esculpir
transistores cada vez más pequeños en una oblea, la cuestión de los programas
informáticos es totalmente diferente; requiere que un ser humano se siente con
lápiz y papel y escriba códigos. Y aquí está el cuello de botella: el ser
humano. La programación, como cualquier actividad humana creativa, avanza a
trompicones, con ideas brillantes, pero también con largos intervalos de
trabajo pesado y estancamiento. A diferencia de la simple tarea de esculpir más
transistores en el silicio, que ha ido a más de manera constante e
ininterrumpida, la programación depende de la naturaleza impredecible de la
creatividad y la fantasía humanas. Por consiguiente, cualquier predicción
relativa al crecimiento continuo y exponencial de la potencia de ordenador ha
de ser matizada. Una cadena no es más fuerte que su eslabón más débil, y aquí
el eslabón más débil es el soporte lógico y la programación que han de realizar
los seres humanos. El progreso en ingeniería crece a menudo exponencialmente,
sobre todo cuando se trata solo de conseguir una mayor eficiencia, como lo de
esculpir más y más transistores en una oblea de silicio. Sin embargo, cuando se
trata de investigaciones básicas, que requieren suerte, habilidad e inesperados
golpes de genialidad, el progreso es más bien como un «equilibrio puntuado»,
con largos intervalos de tiempo en los que no sucede gran cosa y repentinos
avances que cambian todo el panorama. Si examinamos la historia de la
investigación básica, desde Newton, pasando por Einstein hasta el presente,
vemos que el equilibrio puntuado es lo que describe con mayor exactitud el modo
en que se produce el progreso. En quinto lugar, como ya hemos visto en la
investigación de la ingeniería inversa del cerebro, el apabullante coste y las
dimensiones totales del proyecto lo retrasarán probablemente hasta mediados de
este siglo. Además, posteriormente la interpretación de todos estos datos puede
llevar muchas más décadas, atrasando el resultado final de la ingeniería
inversa del cerebro hasta las postrimerías de este siglo. En sexto lugar, es
probable que no se produzca un «big bang» cuando las máquinas se vuelvan de
repente conscientes. Como hemos dicho antes, si definimos la consciencia como
algo que incluye la capacidad de hacer planes para el futuro poniendo en marcha
simulaciones del mismo, entonces hay un espectro de la consciencia. Las
máquinas ascenderán lentamente en esta escala, dándonos así mucho tiempo para
prepararnos. Creo que esto sucederá hacia finales de este siglo, por lo que hay
tiempo de sobra para discutir las diversas opciones que podríamos tener.
Además, la consciencia de las máquinas tendrá probablemente sus propias
peculiaridades. Primero se desarrollará una forma de «consciencia de silicio»,
y no una consciencia totalmente humana. Ahora bien, esto plantea otra cuestión.
Aunque hay procedimientos mecánicos para aumentar las posibilidades de nuestros
cuerpos, también hay otros que son biológicos. De hecho, el impulso de la
evolución se basa por completo en la selección de los mejores genes. Entonces,
¿por qué no atajar saltándonos millones de años de evolución y tomar el control
de nuestro destino genético?
Michio Kaku
La física del futuro, página 170
En las mitologías griega y romana aparece el mito de Eos, la
bella diosa de la aurora. Un día esta diosa se enamoró perdidamente de un guapo
mortal llamado Titono. Ella tenía un cuerpo perfecto y era inmortal, pero
Titono acabaría envejeciendo, se marchitaría y perecería. Decidida a salvar a
su amante de este triste destino, Eos imploró a Zeus, el padre de los dioses,
que concediera a Titono el don de la inmortalidad, de tal modo que ambos
pudieran estar juntos eternamente. Zeus se apiadó de los enamorados y accedió a
satisfacer el deseo de Eos. Pero la diosa, con las prisas, olvidó pedir también
la eterna juventud para su amado. En consecuencia, Titono fue inmortal, pero su
cuerpo envejeció. Como no podía morir, se volvía cada vez más decrépito y se
iba deteriorando, condenado a vivir una eternidad de dolor y sufrimiento. Este
es el desafío al que se enfrenta la ciencia del siglo XXI. Ahora los
científicos están leyendo el libro de la vida, que incluye el genoma humano
completo y que nos promete avances milagrosos en la comprensión del envejecimiento.
Pero la prolongación de la vida sin salud ni vigor puede convertirse en un
castigo eterno, como descubrió Titono de forma trágica.
Michio Kaku
La física del futuro, página 175
Restricción calórica
Esta teoría puede explicar también el extraño hecho de que
la restricción calórica (es decir, reducir las calorías que ingerimos en un 30
por ciento o más) aumenta el tiempo de vida en un 30 por ciento. Todos los
organismos estudiados hasta ahora presentan este extraño fenómeno, desde las
células de la levadura, las arañas y los insectos en general, hasta los
conejos, los perros y ahora los monos. Los animales sometidos a esta estricta
dieta tienen menos tumores, menos enfermedades cardíacas, una menor incidencia
de diabetes y menos enfermedades relacionadas con el envejecimiento. De hecho,
la restricción calórica es el único mecanismo conocido que garantiza un
alargamiento de la duración de la vida y que ha sido comprobado repetidamente
en casi todo el reino animal, viéndose que siempre funciona. Hasta hace poco,
la única especie importante que los investigadores de la restricción calórica
habían evitado era la de los primates, a la cual pertenecen los seres humanos,
y el motivo era la larga duración de la vida de esta especie. Los científicos
estaban especialmente ansiosos por ver los resultados de la restricción
calórica en los monos rhesus. Finalmente, en 2009 llegaron los resultados tanto
tiempo esperados. El estudio de la Universidad de Wisconsin puso de manifiesto
que, tras veinte años de restricción calórica, los monos que habían seguido la
dieta sufrían en todos los aspectos menos enfermedades: menos diabetes, menos
cáncer, menos enfermedades cardíacas. En general, aquellos monos tenían mejor
salud que los que habían seguido una dieta normal. Hay una teoría que podría
explicar esto: la naturaleza da a los animales dos «opciones» en cuanto a cómo
utilizan ellos su energía. En épocas de abundancia, la energía se utiliza para
la reproducción. En épocas de hambre, el cuerpo suspende la reproducción,
conserva sus energías e intenta sobrevivir a la escasez. En el reino animal la
situación de estar a punto de morir de hambre es algo corriente, por lo que los
animales con frecuencia eligen la «opción» de suprimir la reproducción, poner
su metabolismo a un ritmo lento, seguir viviendo y esperar a que lleguen
tiempos mejores. El milagro que busca la investigación sobre el envejecimiento
consiste en aprovechar de algún modo las ventajas de la restricción calórica
sin el bajón correspondiente (morir de hambre). Aparentemente, la tendencia
natural de los seres humanos es aumentar de peso, no perderlo. De hecho, vivir
con una dieta restringida en calorías no es un placer; se trata de una dieta
que daría náuseas a un ermitaño. También los animales sometidos a una dieta especialmente
severa y restrictiva se vuelven letárgicos, perezosos y pierden todo interés
por el sexo. Lo que motiva a los científicos es la búsqueda de un gen que
controle este mecanismo, de tal modo que podamos disfrutar de los beneficios de
la restricción calórica sin el bajón que esta produce.
Michio Kaku
La física del futuro, página 215
La historia de la medicina está plagada de episodios de
engaños, argucias y fraudes cuando se trata del proceso de envejecimiento. Pero
la ciencia, no la superstición, se basa en datos reproducibles, comprobables y
refutables. Cuando el Instituto Nacional de Envejecimiento establezca programas
para comprobar los efectos de diversas sustancias sobre el envejecimiento,
veremos si esos intrigantes estudios realizados con animales son extrapolables
a los seres humanos.
Michio Kaku
La física del futuro, página 220
En el futuro, aumentar la duración de la vida no se logrará
bebiendo de la mítica fuente de la eterna juventud. Lo más probable es que se
logre por una combinación de varios métodos: crear nuevos órganos cuando los
antiguos se desgastan o enferman, utilizando la ingeniería de tejidos y las
células madre; ingerir un cóctel de proteínas y enzimas diseñadas para
potenciar los mecanismos de reparación celular, regular el metabolismo, poner
en hora el reloj biológico y reducir la oxidación; utilizar la terapia génica
para modificar los genes que pueden frenar el proceso de envejecimiento;
mantener un estilo de vida saludable (ejercicio y dieta sana); utilizar nanosensores
para detectar enfermedades como el cáncer años antes de que se conviertan en un
problema.
Michio Kaku
La física del futuro, página 223
A veces olvidamos que vivimos en un océano de bacterias y
virus que existen desde miles de millones de años antes de que los seres
humanos caminaran por la superficie de la Tierra, y seguirán existiendo miles
de millones de años después de que el Homo sapiens haya desaparecido.
Michio Kaku
La física del futuro, página 240
Muchas enfermedades tienen su origen en los animales. Es uno
de los precios que pagamos por su domesticación, que comenzó hace
aproximadamente 10.000 años. Por lo tanto, hay una amplia reserva de
enfermedades que acechan dentro de unos animales que probablemente sobrevivirán
a la especie humana. Normalmente, estas enfermedades solo infectan a unos
cuantos individuos. No obstante, con el surgimiento de las grandes urbes, estas
enfermedades contagiosas pudieron propagarse rápidamente entre la población
humana, alcanzando una masa crítica y provocando pandemias. Por ejemplo, cuando
unos científicos analizaron la secuencia genética del virus de la gripe,
quedaron sorprendidos al descubrir su origen: las aves. Muchas aves pueden ser
portadoras de diversas variaciones del virus de la gripe sin padecer efecto
alguno. Sin embargo, los cerdos actúan a veces como receptáculos genéticos,
después de ingerir excrementos de aves. Además, algunos granjeros suelen vivir
cerca de cerdos y aves. Se especula con la posibilidad de que esta sea la razón
por la que el virus de la gripe procede a menudo de Asia, porque allí los
granjeros practican una ganadería múltiple, es decir, viven en una estrecha
proximidad de patos y cerdos al mismo tiempo. La reciente epidemia de gripe
H1N1 es el caso más reciente de mutaciones de gripe aviar y gripe porcina. Un
problema es que los seres humanos están continuamente expandiéndose hacia
nuevos entornos, talando bosques, construyendo zonas residenciales y fábricas,
mientras van encontrando, durante este proceso, antiguas enfermedades que se
ocultan en los animales. Dado que la población humana no deja de expandirse, es
de esperar que lleguen más sorpresas procedentes de las zonas forestales.
Michio Kaku
La física del futuro, página 240
… en el futuro habrá muchas sorpresas en cuanto a oleadas de
enfermedades exóticas que invadirán los titulares de la prensa.
Desafortunadamente, los tratamientos eficaces para estas enfermedades pueden
tardar en llegar. Por ejemplo, incluso el resfriado común carece actualmente de
tratamiento. La plétora de productos que hay en cualquier farmacia trata solo
los síntomas, pero no mata al virus. El problema es que existen probablemente
más de 300 variedades del rinovirus que causa el resfriado común, y resulta
demasiado caro crear una vacuna para todas ellas. Con respecto al VIH, la
situación es mucho peor, ya que puede haber miles de cepas diferentes. De
hecho, el VIH muta con tal rapidez que, aunque pudiéramos crear una vacuna para
una de las variedades, el virus no tardaría en mutar de nuevo. Desarrollar una
vacuna para el VIH es como intentar hacer blanco en una diana móvil. Por lo
tanto, aunque en el futuro tendremos tratamientos para muchas enfermedades, lo
más probable es que haya siempre alguna enfermedad que escape a la ciencia más
avanzada.
Michio Kaku
La física del futuro, página 241
La guerra bacteriológica es tan antigua como la Biblia. Los
guerreros de la antigüedad solían lanzar cuerpos enfermos sobre las murallas
del enemigo o envenenar sus pozos arrojando en ellos animales enfermos. Otro
modo de destruir al enemigo era darle deliberadamente ropa infectada con la
viruela. Pero con las tecnologías modernas los gérmenes pueden cultivarse
genéticamente para barrer del mapa a millones de personas.
Michio Kaku
La física del futuro, página 246
En 2005, unos biólogos lograron resucitar el virus de la
gripe española de 1918, que se había cobrado más vidas que la Primera Guerra
Mundial. Lo curioso es que pudieron resucitar el virus analizando a una mujer
que había muerto de esta gripe y estaba enterrada en el permafrost de Alaska,
así como utilizando muestras tomadas por militares estadounidenses durante la
epidemia. Tras el análisis, los científicos procedieron a publicar en la web el
genoma completo de este virus, dándolo a conocer al mundo entero. Muchos
científicos se sintieron incómodos con respecto a esto, porque se dieron cuenta
de que, algún día, incluso un estudiante con acceso a un laboratorio
universitario podría resucitar a uno de los mayores asesinos de la historia de
la humanidad.
(…)
Algunos científicos creen que dentro de unas pocas décadas
será posible construir un aparato que nos permita crear cualquier gen con solo
teclear los componentes deseados. Tecleando los símbolos ATCG que componen un
gen, el aparato cortará y empalmará automáticamente el ADN para construir ese
gen. Si se cumple el pronóstico, eso significa que algún día hasta los
estudiantes de bachillerato podrán quizá realizar manipulaciones avanzadas con
las formas de vida.
Michio Kaku
La física del futuro, página 247-248
Quizá a finales de este siglo, la nanotecnología podría
también crear una máquina para una cosa que solo los dioses pueden hacer: crear
algo a partir de prácticamente la nada.
Michio Kaku
La física del futuro, página 253
¿Por qué no podemos atravesar los objetos sólidos, como
hacen los fantasmas? La respuesta está en un curioso fenómeno cuántico. El
principio de exclusión de Pauli afirma que no existen dos electrones que se
encuentren en el mismo estado cuántico. Por consiguiente, cuando dos electrones
casi idénticos se acercan demasiado el uno al otro, se produce una repulsión
mutua. Esta es la razón por la que los objetos parecen sólidos, aunque se trata
de una ilusión. La realidad es que la materia está básicamente vacía. Cuando
estamos sentados en una silla, creemos que la tocamos, pero en realidad estamos
suspendidos sobre ella, flotando a menos de un nanometro sobre el asiento,
porque las fuerzas eléctricas y cuánticas de la silla nos repelen. Esto
significa que, siempre que «tocamos» algo, no estamos en contacto directo con
ello, sino separados por esas leves fuerzas atómicas. (Lo cual significa
también que, si supiéramos neutralizar de algún modo el principio de exclusión,
seríamos capaces de atravesar los muros. El problema es que nadie sabe cómo
hacerlo.)
Michio Kaku
La física del futuro, página 256
Las reglas que gobiernan los átomos son muy diferentes de
las que gobiernan las galaxias.
Michio Kaku
La física del futuro, página 258
Podemos imaginar un futuro en el que la cirugía sea
sustituida del todo por máquinas moleculares que se desplacen por el flujo
sanguíneo guiadas por imanes para afincarse en un órgano enfermo y allí liberar
medicamentos o realizar una cirugía. Esto haría que cortar la piel fuera algo
totalmente obsoleto. También podría ser que unos imanes guiaran estas
nanomáquinas hasta el corazón con el fin de eliminar un bloqueo de las
arterias.
Michio Kaku
La física del futuro, página 269
Hoy en día, hacer un chequeo para detectar un cáncer es un
proceso largo, costoso y laborioso que a menudo tarda semanas. Esto limita
enormemente el número de reconocimientos que pueden hacerse para la detección
del cáncer. Sin embargo, la tecnología informática está cambiando todo esto.
Los científicos ya están creando dispositivos que pueden detectar el cáncer con
rapidez y a bajo costo, mediante la búsqueda de ciertos biomarcadores
producidos por las células cancerosas. Mediante la misma tecnología de grabado
que se utiliza para fabricar los chips informáticos, es posible grabar un chip
en el que haya instalaciones microscópicas que puedan detectar secuencias
específicas de ADN o células cancerosas. Utilizando la tecnología de grabado de
transistores, se encajan unos fragmentos de ADN dentro del chip. Cuando ciertos
fluidos pasan sobre el chip, estos fragmentos de ADN pueden unirse a secuencias
específicas de genes. Luego, utilizando un rayo láser, se puede escanear
rápidamente toda la zona e identificar esos genes. De este modo, no es preciso
examinar todos los genes de uno en uno, como se hacía antes, sino que pueden
escanearse por miles al momento.
Michio Kaku
La física del futuro, página 270
La tecnología de grabado estándar graba unos chips que
contienen 78.000 espigas microscópicas (cada una de una altura de 100 micras).
Al mirar uno de estos chips mediante un microscopio electrónico, se ve como un
bosque de espigas redondas. Cada espiga está recubierta con un anticuerpo
contra las moléculas de adhesión a células epiteliales (EpCAM: epithelial cell
adhesion molecule), que se encuentran en muchos tipos de células cancerosas,
pero no aparecen en las células normales. La EpCAM es vital para que las
células cancerosas se comuniquen entre sí mientras forman un tumor. Cuando la
sangre pasa por el chip, las CTC se adhieren a las espigas redondas. En
diversos ensayos clínicos, el chip ha logrado detectar cánceres en 115 de 116
pacientes. La proliferación de estos laboratorios montados en un chip incidirá
drásticamente en el coste a la hora de diagnosticar la enfermedad. Una biopsia
o un análisis químico pueden costar ahora varios cientos de dólares y tardar
unas cuantas semanas. En el futuro podrá costar unos cuantos peniques y se hará
en pocos minutos. Esto revolucionaría la velocidad y la accesibilidad de los
diagnósticos de cáncer. Cada vez que nos cepillemos los dientes, estaremos
haciendo un chequeo minucioso para detectar toda una variedad de enfermedades,
incluido el cáncer.
Michio Kaku
La física del futuro, página 271
La pregunta «¿Cuándo se acabará la vigencia de la ley de Moore?»
produce escalofríos en la economía mundial. Al propio Gordon Moore le
preguntaron en 2007 si pensaba que la ley que lleva su nombre duraría
eternamente. Su respuesta fue que no, por supuesto, y predijo que se acabaría
en diez o quince años.
Michio Kaku
La física del futuro, página 274
… hay un límite cuántico para la reducción de tamaño de un
transistor de silicio.
Michio Kaku
La física del futuro, página 276
La dificultad que plantea el procesamiento paralelo es que
todo problema ha de ser descompuesto en varias partes. Luego, cada parte es
procesada mediante chips diferentes y, al final, se hace un reensamblaje del
problema. La coordinación de este fraccionamiento puede ser excesivamente
complicada y depende de manera específica de cómo sea cada problema, por lo que
es muy difícil encontrar un procedimiento general. El cerebro humano hace esto
sin esfuerzo, pero la madre naturaleza dispuso de millones de años para
resolver el problema. Los ingenieros que diseñan programas informáticos solo
disponen de, más o menos, una década.
Michio Kaku
La física del futuro, página 277
El grafeno es como una sola capa de grafito. A diferencia de
los nanotubos de carbono, que son hojas de átomos de carbono enrolladas para
formar tubos largos y estrechos, el grafeno es una sola hoja de carbono con no
más de un átomo de espesor. Al igual que los nanotubos de carbono, el grafeno
representa un nuevo estado de la materia, por lo que los científicos están
trabajando para descifrar sus notables propiedades, incluida la conductividad
eléctrica. «Desde el punto de vista de la física, el grafeno es una mina de
oro. Nunca acaba uno de estudiarlo», señala Novosiólov. (El grafeno es también
el material más resistente que la ciencia ha probado. Si ponemos un elefante
sobre un lápiz y hacemos que este lápiz oscile sobre una hoja de grafeno, la
hoja no se rasga.)
Michio Kaku
La física del futuro, página 278
… el grafeno es un material nuevo que los científicos no
saben cómo producir en grandes cantidades. Solo consiguen producir alrededor de
0,1 milímetros de grafeno puro, lo cual es demasiado poco para un uso
comercial. La esperanza está puesta en descubrir un proceso que monte
automáticamente el transistor molecular. En la naturaleza encontramos a veces
disposiciones de moléculas que se condensan en un dibujo preciso como por arte
de magia. Hasta ahora, nadie ha sido capaz de recrear con fiabilidad esta
magia.
Michio Kaku
La física del futuro, página 279
Los ordenadores cuánticos son tan potentes que la CIA ha
estado examinando su potencial para descifrar códigos. Cuando la CIA intenta
descifrar el código de otra nación, lo que hace es buscar la clave. Las
naciones han desarrollado procedimientos muy ingeniosos para configurar la
clave que codifica sus mensajes. Por ejemplo, esa clave puede basarse en la
factorización de un número grande. Es fácil factorizar el número 21 como el
producto de 3 y 7. Pero digamos que tenemos un número de 100 dígitos y le pedimos
a un ordenador digital que nos lo escriba como el producto de otros dos
números. Un ordenador digital puede tardar un siglo en factorizar este número.
Sin embargo, un ordenador cuántico es tan potente que, en principio, puede
descifrar sin esfuerzo cualquiera de esos códigos. Un ordenador cuántico supera
claramente a un ordenador digital a la hora de realizar estas tareas enormes.
Los ordenadores cuánticos no son ciencia ficción, porque hoy en día ya existen
en la realidad…
Está claro que crear ordenadores cuánticos a partir de
átomos individuales coherentes es un proceso arduo, porque esos átomos pierden
la coherencia y dejan de vibrar en fase rápidamente. Hasta ahora, el cálculo
más complejo realizado por un ordenador cuántico en todo el mundo es
3 × 5 = 15. Aunque esto no parezca gran cosa, recordemos
que el cálculo se hizo con átomos individuales.
Michio Kaku
La física del futuro, página 280-281
Los científicos de Intel son mucho más ambiciosos. Se
proponen utilizar materia programable para cambiar de manera real la forma de
un objeto sólido, exactamente igual que en ciencia ficción. La idea es
sencilla: se trata de crear un chip informático con la forma de un diminuto
grano de arena. Estos granos de arena inteligentes nos permiten cambiar la
carga de electricidad estática de la superficie, de modo que los granos puedan
atraerse o repelerse entre sí. Con un conjunto determinado de cargas, estos
granos se alinean para colocarse en una determinada formación. Pero podemos
reprogramarlos de tal manera que sus cargas eléctricas cambien, con lo cual se
colocan en una formación completamente diferente. Estos granos se llaman
«cátomos» (catoms: una contracción de claytronic atoms o átomos claytrónicos),
ya que pueden formar una amplia variedad de objetos sin más que cambiar sus
cargas, de una manera muy parecida a lo que hacen los átomos.
Michio Kaku
La física del futuro, página 284
Los defensores de la nanotecnología prevén para 2100 una
máquina aún más poderosa: un ensamblador molecular, o replicator, capaz de
crear cualquier cosa.
Michio Kaku
La física del futuro, página 289
El Santo Grial de la nanotecnología es crear el ensamblador
molecular, o replicante, pero, una vez que esté inventado, podría alterar los
cimientos de la propia sociedad.
Michio Kaku
La física del futuro, página 297
El mantra del socialismo, por ejemplo, es: «De cada uno
según su capacidad; a cada uno según su contribución». El del comunismo, el
nivel más elevado de socialismo, es: «De cada uno según su capacidad; a cada
uno según su necesidad». Pero, si los replicantes son posibles, el mantra se
convierte simplemente en: «A cada uno según sus deseos».
Michio Kaku
La física del futuro, página 299
El problema que plantea la energía nuclear es que, cuando se
divide el átomo de uranio, se producen enormes cantidades de residuos
nucleares, que permanecen radiactivos durante intervalos de entre miles y
decenas de millones de años. Un reactor de 1.000 megavatios produce en un año
unas 30 toneladas de residuos altamente radiactivos. Estos residuos son tan
radiactivos que literalmente brillan como brasas en la oscuridad y han de
almacenarse en unas piscinas especiales para que se enfríen. Dado que hay
alrededor de 100 reactores comerciales en Estados Unidos, la cantidad de
residuos altamente radiactivos producidos anualmente asciende a miles de
toneladas.
Michio Kaku
La física del futuro, página 318
Una vez le pregunté (a Theodore Taylor) por qué había
perdido la ilusión por el diseño de bombas atómicas y había pasado a trabajar
en la energía solar. Me dijo confidencialmente que tenía una pesadilla
recurrente. Sentía que su trabajo en el campo de las armas nucleares conducía a
una cosa: producir ojivas atómicas de tercera generación. (Las ojivas de
primera generación, diseñadas en la década de 1950, eran enormes y difíciles de
transportar hasta sus objetivos. Las ojivas de segunda generación, diseñadas en
la década de 1970, eran tan pequeñas y compactas que diez de ellas cabían en el
cono frontal de un misil. Pero las bombas de tercera generación son «bombas de
diseño», configuradas específicamente para funcionar en diversos entornos, como
la selva, el desierto e incluso el espacio exterior.) Una de estas bombas de
tercera generación es una bomba atómica en miniatura, tan pequeña que un
terrorista podría llevarla en un maletín y utilizarla para destruir una ciudad
entera. La idea de que el trabajo de toda su vida podría ser utilizado algún
día por un terrorista atormentó a Taylor durante el resto de sus días.
Michio Kaku
La física del futuro, página 325
Los científicos han pronosticado cómo serán nuestras
ciudades costeras a mediados de siglo y en tiempos posteriores si el nivel de
los mares continúa ascendiendo. Algunas ciudades costeras podrían desaparecer.
Grandes zonas de Manhattan tendrían que ser evacuadas, y Wall Street quedaría
bajo el agua. Los gobiernos tendrán que decidir cuáles de sus grandes ciudades
y capitales vale la pena salvar y cuáles tienen un futuro sin esperanza.
Algunas ciudades podrían salvarse mediante una combinación de sofisticados
diques y compuertas. Otras ciudades se considerarían perdidas sin remedio
posible, y se dejaría que desaparecieran bajo el océano, dando lugar así a
emigraciones masivas de la población. Dado que la mayoría de los grandes
centros comerciales y poblacionales del mundo están cerca de los océanos, esto
podría tener un efecto desastroso en la economía mundial…
Un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático localizó tres puntos de alto riesgo de desastre: Bangladesh,
el delta del Mekong en Vietnam y el delta del Nilo en Egipto.
Michio Kaku
La física del futuro, página 331-332
Ingeniería genética. Otra propuesta es usar la
ingeniería genética para crear específicamente formas de vida que puedan absorber
grandes cantidades de dióxido de carbono. Un promotor entusiasta de esta idea
es J. Craig Venter, que obtuvo fama y fortuna como pionero de unas técnicas de
alta velocidad que llevaron con éxito a realizar la secuencia del genoma humano
años antes de lo previsto en el calendario. «Consideramos el genoma como el
equipo lógico (software) o incluso el sistema operativo de la
célula», dice Venter.15 Su
objetivo es reescribir ese equipo lógico, de modo que los microbios puedan ser
modificados genéticamente o incluso construidos casi a partir de la nada, de
modo que absorban el dióxido de carbono de las centrales termoeléctricas de
carbón y lo conviertan en sustancias útiles, como el gas natural. Observa que
«en nuestro planeta hay ya miles, quizá millones de organismos que saben
cómo hacer esto». El truco consiste en modificarlos de forma que puedan
aumentar su producción y también cultivarse en una central energética de
carbón. «Creemos que este campo tiene un potencial tremendo para sustituir a la
industria petroquímica, quizá dentro de una década», dice en tono optimista.
Michio Kaku
La física del futuro, página 337
Quien logre dominar la energía de la fusión liberará una
energía ilimitada y eterna.
Michio Kaku
La física del futuro, página 339
La fusión (no fisión) es el modo preferido por la naturaleza
para dotar de energía al universo. En la formación de las estrellas, una bola
de gas rica en hidrógeno se comprime gradualmente por la acción de la gravedad
hasta que empieza a calentarse hasta alcanzar temperaturas elevadísimas. Cuando
el gas llega más o menos a unos 50 millones de grados centígrados (la cifra
varía dependiendo de las condiciones específicas), los núcleos de hidrógeno
contenidos en el gas chocan los unos con los otros, hasta que se fusionan para
formar helio. Durante el proceso se liberan grandes cantidades de energía, que
hacen que el gas entre en ignición. (Por decirlo con mayor precisión, la
compresión ha de cumplir lo que se llama el criterio de Lawson, según el cual
se ha de comprimir el gas hidrógeno de una cierta densidad a cierta temperatura
durante cierto tiempo. Si se cumplen estas tres condiciones de densidad,
temperatura y tiempo, se produce una reacción de fusión, ya se trate de una
bomba de hidrógeno, una estrella o una fusión dentro de un reactor.) Así pues,
esta es la clave: calentar y comprimir el gas hidrógeno hasta que los núcleos
se fusionan, liberando unas cantidades cósmicas de energía.
Michio Kaku
La física del futuro, página 339
En algún momento, hacia mediados de siglo, podremos ver
plantas de fusión salpicando el paisaje.
Michio Kaku
La física del futuro, página 340
La idea de utilizar una «botella magnética» para producir la
fusión no es nueva. De hecho, se remonta a la década de 1950. Pero ¿por qué
tanto tiempo, tantos retrasos, para comercializar la energía de fusión? El problema
es que el campo magnético ha de ajustarse con precisión para que el gas se
comprima uniformemente sin formar bultos por ninguna parte, ni adoptar formas
irregulares. Imaginemos que intentamos comprimir un balón con las manos, de tal
forma que la compresión sea uniforme. Veremos que el balón se abomba en las
zonas donde no aprietan nuestras manos, haciendo que sea casi imposible
comprimirlo de manera uniforme. Por lo tanto, el problema es la inestabilidad;
no un problema de física, sino de ingeniería. Esto resulta extraño si pensamos
que las estrellas comprimen fácilmente el gas hidrógeno para crear los billones
de astros que vemos en nuestro universo. Parece como si la naturaleza creara
estrellas en los cielos sin realizar esfuerzo alguno; entonces, ¿por qué no
podemos hacer lo mismo en la Tierra? La respuesta se basa en una sencilla pero
profunda diferencia entre la gravedad y el electromagnetismo. La gravedad, como
explicó Newton, es estrictamente una fuerza de atracción. Por lo tanto, en una
estrella la gravedad comprime el gas hidrógeno de manera uniforme, dándole
forma de esfera. (Esta es la razón por la que las estrellas y los planetas son
esféricos, y no cúbicos o triangulares.) Pero las cargas eléctricas son de dos
tipos: positivas y negativas. Si formamos una bola de cargas negativas, estas
se repelerán unas a otras y se dispersarán en todas las direcciones. Sin
embargo, si reunimos cargas positivas y negativas, obtendremos lo que se llama
un «dipolo», con un complicado conjunto de líneas de campo eléctrico que
parecen una tela de araña. De manera similar, los campos magnéticos forman un
dipolo; por consiguiente, comprimir un gas caliente de manera uniforme dentro
de una cámara con forma de rosco es una tarea endiabladamente difícil. De
hecho, se necesita un superordenador para dibujar los campos eléctricos y
magnéticos que emanan de una simple configuración de electrones. Todo se reduce
a esto. La gravedad es una fuerza de atracción y puede comprimir un gas de
manera uniforme formando una esfera. Las estrellas pueden formarse sin
esfuerzo. Pero el electromagnetismo se compone de fuerzas de atracción y
fuerzas de repulsión, por lo que los gases pueden formar bultos de maneras
complejas cuando son comprimidos, haciendo que la fusión controlada resulte
excesivamente difícil. Este es el problema fundamental que ha atormentado a los
físicos durante cincuenta años.
Michio Kaku
La física del futuro, página 348
… los físicos quedaron conmocionados en 1986, cuando se
anunció el descubrimiento de una nueva clase de superconductores que no necesitaban
ser enfriados hasta estas temperaturas tan increíblemente bajas. A diferencia
de otros materiales anteriores, como el mercurio o el plomo, estos
superconductores eran cerámicos, y previamente se había pensado que no eran
candidatos adecuados para ser superconductores, y que solo se convertían en
tales a 92 grados Kelvin (–181 ºC), por encima del cero absoluto.
Sorprendentemente, se vio que se convertían en superconductores a una
temperatura que se consideraba teóricamente imposible. Por ahora, el récord
mundial de estos nuevos conductores cerámicos está en 138 grados Kelvin (–135
ºC) sobre el cero absoluto. Esto es importante, ya que el nitrógeno líquido
(que es tan barato como la leche) se forma a 77 ºK (–196 ºC) y, por lo tanto,
puede utilizarse para enfriar estos superconductores cerámicos. Este hecho, por
sí solo, ha rebajado radicalmente los costes de los superconductores. Por lo
tanto, estos superconductores de alta temperatura tienen aplicaciones prácticas
inmediatas. Pero los superconductores cerámicos no han hecho más que aguzar el
apetito de los físicos. Son un paso de gigante en la dirección correcta, pero
todavía no es suficiente. En primer lugar, aunque el nitrógeno líquido es
relativamente barato, hay que tener una instalación de refrigeración para
enfriar el nitrógeno. En segundo lugar, es difícil modelar estas cerámicas para
obtener cables. En tercer lugar, los físicos están todavía desconcertados por
la naturaleza de esas cerámicas. Después de varias décadas, los físicos no
están muy seguros de cómo funcionan. La teoría cuántica de estas cerámicas es
demasiado complicada para resolverla en el momento actual, por lo que nadie
sabe por qué estos materiales se convierten en superconductores. Los físicos
están desorientados. Un premio Nobel está esperando al individuo emprendedor
que pueda explicar estos superconductores de alta temperatura.
Michio Kaku
La física del futuro, página 356
Los dioses de la mitología griega, subidos en potentes
carros, paseaban por los campos celestiales del monte Olimpo. Los dioses escandinavos,
a bordo de potentes naves vikingas, navegaban por los mares cósmicos hacia
Asgard. De manera similar, en 2100 la humanidad estará a punto de entrar en una
nueva era de la exploración espacial: el objetivo será alcanzar las estrellas.
A finales de siglo, las estrellas, que por la noche parecen tan tentadoramente
cercanas y, sin embargo, están tan lejos, serán el centro de atención de los
especialistas en naves espaciales. Pero el camino hacia la construcción de
naves espaciales estará lleno de obstáculos. La humanidad es como un ser cuyos
brazos se alargan hasta tocar las estrellas, y cuyos pies están atascados en el
barro. Por una parte, este siglo verá una nueva era de exploración espacial
robótica, porque enviaremos satélites cuya misión será localizar en el espacio
planetas gemelos de la Tierra, explorar las lunas de Júpiter, e incluso tomar
imágenes del propio big bang. Sin embargo, la exploración del espacio exterior
mediante naves tripuladas, que ha cautivado a muchas generaciones de soñadores
y visionarios, será causa de algunos disgustos.
Michio Kaku
La física del futuro, página 365
Lo más que se puede hacer es especular sobre las formas de
vida posibles que podrían formarse bajo el hielo de Europa. En caso de que
existan, serán probablemente criaturas nadadoras que utilizan el sónar, en vez
de la luz, para poder navegar, por lo que su visión del universo estará
limitada a lo que es la vida bajo un «cielo» de hielo.
Michio Kaku
La física del futuro, página 370
Cada vez que se ha dominado una nueva forma de radiación,
esto ha cambiado nuestra visión del mundo. Cuando los telescopios ópticos
fueron utilizados por primera vez por Galileo para realizar el mapa de los
planetas y las estrellas, estos aparatos iniciaron el desarrollo de la
astronomía como ciencia. Cuando se perfeccionaron los radiotelescopios, poco después
de la Segunda Guerra Mundial, estos revelaron un universo de agujeros negros y
de estrellas que explotaban. Y ahora la tercera generación de telescopios,
capaces de detectar ondas gravitatorias, puede inaugurar una visión aún más
impresionante: el mundo de los agujeros negros que colisionan, dimensiones
superiores e incluso un multiverso.
Michio Kaku
La física del futuro, página 371
Provisionalmente se ha establecido la fecha de lanzamiento
entre 2018 y 2020. LISA consta de tres satélites que forman un triángulo
gigantesco de casi 5 millones de kilómetros de ancho, y están conectados
mediante tres rayos láser. Será el mayor instrumento espacial que se ha puesto
en órbita. Cualquier onda gravitatoria procedente del big bang que esté todavía
reverberando por el universo sacudirá un poco los satélites. Esta perturbación
modificará las trayectorias de los rayos láser, y entonces unos sensores
registrarán la frecuencia y las características de la perturbación. De este
modo, los científicos podrán remontarse a un intervalo de tiempo inferior a una
billonésima de segundo después del big bang. (Según Einstein, el espacio-tiempo
es como un tejido que puede curvarse y estirarse. Si se produce una gran
perturbación, como el choque de agujeros negros o el big bang, se forman unas
ondulaciones que se desplazan por ese tejido. Dichas ondulaciones, u ondas
gravitatorias, son demasiado pequeñas para ser detectadas por instrumentos
ordinarios, pero LISA es suficientemente sensible y grande para detectar las
vibraciones producidas por esas ondas gravitatorias.) Además, LISA no solo será
capaz de detectar la radiación procedente de agujeros negros que colisionan,
sino que podría también ser capaz de echar un vistazo a la era anterior al big
bang, cosa que en otros tiempos se consideraba imposible.
Michio Kaku
La física del futuro, página 371
En 2009 se descubrió que el gas metano emana de forma
natural de la superficie marciana. La fuente de este gas es todavía un
misterio. En la Tierra, la mayor parte del metano procede de la descomposición
de materia orgánica. Pero en Marte, el gas metano podría ser un producto
secundario de ciertos procesos geológicos. Si se pudiera localizar la fuente de
este gas metano, quizá sería posible aumentar su producción y así modificar la
atmósfera.
Michio Kaku
La física del futuro, página 387
… el motor de propulsión de láser; este motor dispara un rayo
láser altamente potente en el extremo inferior del cohete, produciendo una
miniexplosión cuya onda de choque impulsa el cohete hacia arriba. Un chorro
continuo de ráfagas de láser que se disparan a gran velocidad vaporiza el agua,
y esto impulsa el cohete hacia el espacio. La gran ventaja del sistema de
propulsión por láser es que la energía procede de un sistema terrestre. El
cohete de láser no contiene combustible alguno. (Por el contrario, los cohetes
químicos desperdician gran parte de su energía transportando el peso de su
combustible al espacio.)
Michio Kaku
La física del futuro, página 393
A diferencia de la bomba de hidrógeno, cuya eficiencia es
solo del 1 por ciento, una bomba de antimateria sería cien por cien eficiente,
y convertiría la materia en energía según la fórmula de Einstein E = mc2. En
principio, la antimateria constituye el combustible ideal para el cohete
propulsor de una nave espacial. Gerald Smith, de la Universidad del Estado de
Pensilvania, estima que 4 miligramos de antimateria nos llevarán a Marte, y 100
gramos quizá nos lleven a las estrellas más cercanas. En igualdad de peso, la
antimateria libera mil millones de veces más energía que el combustible químico
de los cohetes. Un motor de antimateria sería aparentemente muy sencillo. Basta
con dejar fluir una corriente continua de partículas de antimateria por la
cámara del cohete, donde se combinan con materia ordinaria y producen una
explosión titánica. Entonces el gas explosivo es disparado hacia un extremo de
la cámara, generando un empuje.
Michio Kaku
La física del futuro, página 408
Otra ventaja de las nanonaves es que se necesita muy poco
combustible para enviarlas al espacio. En vez de utilizar enormes cohetes
propulsores que solo alcanzan los 40.000 kilómetros por hora, es relativamente
fácil enviar objetos diminutos al espacio a unas velocidades increíbles. De
hecho, es sencillo enviar partículas subatómicas a velocidades cercanas a la de
la luz utilizando para ello campos eléctricos ordinarios. Estas nanopartículas
transportan una pequeña carga eléctrica y pueden ser aceleradas fácilmente mediante
campos eléctricos. En vez de invertir grandes recursos para enviar una sonda a
otra luna u otro planeta, una única sonda tendría la capacidad de
autorreplicarse y crear así toda una fábrica de sondas e incluso una base
lunar. Estas sondas autorreplicantes podrían salir luego volando para explorar
otros mundos. (El problema es crear la primera nanosonda autorreplicante, que
todavía queda para un futuro lejano.)
Michio Kaku
La física del futuro, página 413
La ciencia es el motor de la prosperidad.
Michio Kaku
La física del futuro, página 419
… el futuro del ordenador es entrar finalmente en la fase
IV, donde desaparece para resucitar como medio de expresión estética.
Decoraremos nuestro mundo con ordenadores. La propia palabra «ordenador» irá
desapareciendo gradualmente del lenguaje. En el futuro, lo que más abunde en la
basura urbana no será el papel, sino los chips. El futuro del ordenador es
desaparecer y convertirse en un servicio público, que se venderá como la
electricidad y el agua. Los chips informáticos irán desapareciendo poco a poco,
a medida que el procesamiento informático se haga «en las nubes», es decir,
mediante la «informática en nube», o cloud computing.
Michio Kaku
La física del futuro, página 428
¿Cuál es la cuarta oleada? Nadie puede saberlo con
seguridad. Podría ser una combinación de inteligencia artificial,
nanotecnología, telecomunicaciones y biotecnología. Como en los ciclos previos,
puede que tengan que pasar otros ochenta años para que estas tecnologías creen
una marejada de fabulosa riqueza. Queda la esperanza de que en 2090 la gente no
ignore la lección de los ochenta años anteriores…
Michio Kaku
La física del futuro, página 432
Olvidamos que los ordenadores no son más que unas
calculadoras sofisticadas, y lo que hacen mejor son los trabajos repetitivos.
Michio Kaku
La física del futuro, página 433
Todas las revoluciones tecnológicas de las que se ha hablado
aquí conducen a una única meta: la creación de una civilización planetaria.
Quizá se trate de la transición de mayor envergadura en toda la historia de la
humanidad. De hecho, las personas que viven actualmente son las más importantes
que han pisado nunca la superficie del planeta, porque ellas decidirán si
alcanzamos ese objetivo o nos sumimos en el caos. De las 5.000 generaciones de
seres humanos que han caminado sobre la Tierra, desde que aparecimos por
primera vez en África hace unos 100.000 años, tal vez sean las que vivan en
este siglo las que determinen en última instancia nuestro destino.
Michio Kaku
La física del futuro, página 464
Una civilización del tipo II, por ejemplo, consume toda la
energía que produce una estrella. Digamos que sus motores son eficientes al
cincuenta por ciento, con lo que la mitad de los residuos que produce se
emitirían en forma de calor. Esto es potencialmente desastroso, porque
significa que la temperatura del planeta ascenderá hasta que este quede
fundido. Imaginemos miles de millones de centrales eléctricas de carbón en un
planeta como ese, emitiendo enormes cantidades de calor y gases que lo
calientan hasta el punto de hacer la vida imposible. De hecho, Freeman Dyson
intentó encontrar una civilización del tipo II en el espacio exterior y, para
ello, buscó objetos que emitieran fundamentalmente radiación infrarroja en vez
de rayos X o luz visible. La razón de esto es que una civilización del tipo II,
incluso si quisiera esconder su presencia ante miradas indiscretas creando una
esfera alrededor de sí misma, no podría evitar una emisión residual de calor
que la haría brillar como una brasa a causa de la radiación infrarroja. Por
consiguiente, Dyson sugirió que los astrónomos buscaran sistemas estelares que
produjeran principalmente luz infrarroja. Aun así, no se ha encontrado ninguno.
Ahora bien, esto plantea el problema de que cualquier civilización que permita
un crecimiento incontrolado de su energía puede llegar al suicidio. En
consecuencia, vemos que la energía y la información no son suficientes para garantizar
la supervivencia de una civilización que asciende en la escala. Necesitamos una
nueva escala que tenga en cuenta la eficiencia, los residuos, la emisión de
calor y la contaminación atmosférica. Esta escala estaría basada en otro
concepto llamado entropía.
Michio Kaku
La física del futuro, página 486
Como ya hemos mencionado anteriormente, en tiempos remotos
fuimos observadores pasivos del baile de la naturaleza, contemplando
maravillados todos los misterios que nos rodeaban. Actualmente somos una
especie de coreógrafos de la naturaleza, capaces de pellizcar sus fuerzas aquí
y allá. Sin embargo, en 2100 nos convertiremos en amos de la naturaleza,
capaces de mover objetos con el poder de la mente, de controlar la vida y la
muerte, y alcanzar las estrellas.
Michio Kaku
La física del futuro, página 489
… en 2100 tendremos el poder de los dioses mitológicos que
en otro tiempo adorábamos y temíamos. En particular, la revolución informática
nos hará capaces de manipular la materia con nuestras mentes; la revolución
biotecnológica nos dará la posibilidad de crear vida casi a voluntad y de
ampliar la duración de nuestra existencia; y la revolución nanotecnológica nos
dará el poder de cambiar la forma de los objetos e incluso crearlos a partir de
la nada. Además, todo esto puede conducirnos finalmente a la creación de una
civilización planetaria del tipo I. Por lo tanto, las generaciones que viven en
el presente son las más importantes que han pisado la superficie terrestre,
porque serán las que determinarán si alcanzamos la civilización del tipo I o
caemos al abismo.
Michio Kaku
La física del futuro, página 493
La ciencia es en sí misma moralmente neutral. Es como una
espada de doble filo. Un lado de la espada puede hacer cortes que acaben con la
pobreza, la enfermedad y la ignorancia. Pero el otro filo puede hacer cortes en
contra de las personas. La manera de blandir esta poderosa espada depende de la
sabiduría de los que la manejan.
Michio Kaku
La física del futuro, página 493
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