A Carmen Lyra

Que en paz descanses, linda camarada,
y que jamás nos dejes.
Sé que un día cuando se llene el aire
de banderas de rojo púrpura podrás,
tal vez, volver a estar contenta,
y una noche en que estemos todos juntos;
Manuel y Carlos Luis, Luisa y Calufa,
Guzmán y Arnoldo vuelve, regresa,
y con tu voz tan suave cuéntanos, cuentos.

Joaquín Gutiérrez Mangel



"A Cocorí se le cayó el alma  a los pies. ¡Cien años! ¿Cómo podría esperar cien años en un mundo patas arriba?"

Joaquín Gutiérrez Mangel



Chabela

Fueron tus cinco dedos de alga suave
la mano que desee tanto a mi ausencia.
Tu voz de abeja la añoró mi oído
en tierra extraña.

Si antes pensaba regresar un día
otra vez a la patria, era tan sólo
por irte a ver, por conversar contigo,
tocar tu puerta.

De día, de noche, por el aire limpio
tu voz me llega aún, siento tus pasos,
riego con fuego las espigas rojas
que en mi sembraste.

Y ahora cierro los ojos y te miro
mi pequeño ramito de retama,
dulce Chabela, flor de pura arcilla,
que en paz descanses.

Tú que fuiste la hermana de tu pueblo,
la que adelgaza la palabra agreste,
la que desarma la actitud agriada
y a todo ríe.

¿Dónde los tristes reclinar pudieran
ahora sus cabezas si les falta
tu regazo moreno de torcaza,
cojín tan blando?

Todos los niños cuando dicen agua,
cuando dicen geranio, vellón suave,
tricopilia o patita de conejo,
Chabela dicen.

Fuiste la Ofelia de los hombres rudos,
la magnolia crecida en dinamita.
También en la maestranza, en los motores,
se oye tu nombre.

No tenías ningún pan y diste tantos,
panecillo tú misma, pan de greda.
Te pagamos dejándote, sabiéndote
llena de pánico.

No tienes nada ahora, ¡nada tienes!
en cambio nosotros todos te tenemos.
Somos avaros de lo que dejaste.
Tú sigues dando.

Seré como querías, como me hiciste,
más firme, más rebelde. Sé que al serlo
te tendré más cercana. Y he de hacerlo
por agradarte.

Tajaron tu raíz de fina pulpa,
te arrancaron de cuajo y te zahirieron,
y te aventaron como yerba mala,
a ti, flor pura.

Fuiste por los caminos extranjeros
ya nublados los ojos, torturada,
tropezabas, caías, el labio pálido,
la voz tan trémula.

Y ahora, ¡qué vinagre y crueldad ácida!
¡qué horrible golpe!, ¡qué perfil de sangre!
Tú que quisiste regresar un día
no te dejaron.

Se elevaba tu grito: ¡No he hecho nada!
quiero volver, quiero voler, dejadme.
Eras sólo una sombra de canela
hecha pedazos.

— Quiero volver — decías, y te callaban— 
a mi pueblo, a mi casa de claveles —,
Y te arrojaban lejos, implacables,
triste Chabela.

Tan grande tu deseo que lo lograste.
Tuviste que morir para lograrlo.
Ya ciega para siempre tu mirada
no eras temible.

Dijeron: —¿Qué nos pueda hacer ahora?,
qué puede hacernos si —cristal quebrado—
su voz no puede ya ni amenazarnos?
¡Ahora que venga!

Y fuiste y te llevaron los obreros
hasta la tierra en brazos, en tu caja.
Te sabían muerta y todos te besaban
niña dormida.

Dulce Chabela, casi transparente,
párpado humilde, pequeñita antorcha,
dónde te fuiste, dínoslo, Chabela,
para seguirte.

¿Qué te hace falta? Di, ¿de qué te acuerdas?
¿Cala la lluvia los terrones grises?
¿Has perdonado ya lo que te hicieron?
¿Estás llorando?

Estas palabras son de enamorado,
nunca he probado un licor más dulce.
Tanto bebimos de él, tanto bebimos
que lo acabamos.

Que en paz descanses, linda camarada,
y que jamás nos dejes. Sé que un día
cuando se llene el aire de bandera
de roja púrpura

podrás, tal vez, volver a estar contenta,
y una noche que estemos todos juntos:
Manuel y Carlos Luis, Luisa y Calufa,
Guzmán y Arnoldo,

también los que murieron: Federico,
Vaglio, Montiel, la compañera Rosa,
vuelve, regresa, y con tu voz tan suave
cuéntanos cuentos.

¡En las calles la fiesta de los pueblos!
¡La Victoria final! Pero ninguno
querrá ir y perder una palabra
de Tío Conejo.

Y si algún hijo de tus enemigos
se va acercando al mágico conjuro
de tus maravillosas aventuras,
¡déjalo que oiga!

Joaquín Gutiérrez Mangel



"El mundo marcha de cabeza y yo soy un niño y no puedo comprenderlo."

Joaquín Gutiérrez Mangel



“Jamás me he arrepentido de haber llevado –y obligado a los míos a llevar- una vida trashumante, pues gracias a ella y a la diversidad de continentes, oficios, trabajos cargos que he tenido, puedo ahora decir, citando a no recuerdo quién: No he conocido nada, sino el mundo. No me ha pasado nada, sino la vida.¡Hasta luego, lector!”

Joaquín Gutiérrez Mangel



"La poesía es otra más de las criaturas de la vida."

Joaquín Gutiérrez Mangel



"Me veo a mí mismo sentado, solo, en una banquita de un parque de Buenos Aires. ¿Qué diablos podía hacer, si el destino me cuiteaba de modo tan inconsulto e irresponsable? ¿Volver a Costa Rica? ¡Jamás! Me habían despedido hasta con lágrimas pensando que yo partía para siempre, ¿cómo iba a llegar de vuelta al mes con el rabo entre las piernas? Niet, never; nikagdá, jamais! ¿Y entonces? Al fin di con lo que era por lo menos una cuasi solución. En el viaje de ida a Buenos Aires había pasado por Chile, en donde acababa de salir electo presidente don Pedro Aguirre Cerda, el candidato popular; en Santiago estudiaba economía mi primo Quique Mangel, y además, a mi paso había encontrado estupendas a las chilenas y, tercero, el vino era buenísimo y valía menos que un refresco. En vista de razones tan poderosas, al día siguiente de la clausura de la Olimpiada, me fui en el tren trasandino, cruzando la interminable pampa argentina, y remontando, ¡qué impresionante! la cordillera de los Andes, con todo y ese fulano, el más alto del continente americano: el Aconcagua y sus 7.010 metros. Llego así, el 21 de septiembre de 1939, el mismo día en que llegaba la primavera, a la estación Mapocho de Santiago de Chile. Busco un hotelito barato, cercano a la estación y me encuentro con el Bristol -que aún existe-. Entro, me ponen delante un libraco en donde debo escribir todos mis datos, llego hasta profesión u oficio, y me detengo... ¿Qué puedo poner? ¿Ajedrecista? ¿Caminante en Broadway? ¿Poeta con dos pinches libritos publicados? Ser comunista no es un oficio y mi trabajo en el Banco de Costa Rica no justifica poner banquero. ¿Entonces? Dudo. Me demoro. El hotelero ya está frunciendo el ceño, y de repente, sin pensarlo más, escribo con letras grandotas: NIGROMANTE. El hombre le da vuelta al libro, lee lo que he escrito y levanta una ceja. Me mira. Levanta la otra. Lo miro. Turulato trata de disimular su total ignorancia de aquel oficio que suena tan majestuoso y al fin se resigna, cierra el libro y me da la llave del cuarto."

Joaquín Gutiérrez Mangel



"Mi viaje a Chile obedeció a una razón muy simple: soy muy patacaliente, pero no paro en ninguna parte."

Joaquín Gutiérrez Mangel


Que yo tenga dos novias no es mala seña
que no hay ave que vuele con una ala.

Joaquín Gutiérrez Mangel















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