Blancura

Blancura. Un mantel hecho jirones.
Alguien lo agita. Es la mano blanca
del viento del Este.
Alguien comenta: Nieva.
Poco a poco,
el aire hecho jirones abre los ojos
de tanto frío.
Qué bien se escribe con nieve.
El tiempo se somete
lo que dura una carta en blanco y huele
a helada y a manzanas
hasta que se derrite.

Karl Krolow


Día de calor

En el río se abrazan
las imágenes invertidas
de los enamorados.
El mediodía tiene axilas
de pétalos húmedos de gladiolo.
Se oye decir: Un día de calor
O: El viento anda
detrás del aroma del espliego
como un hombre detrás de una mujer.
Alguien se pone la mano izquierda
delante de los ojos a modo de visera.
El mediodía avala
el equilibrio del mundo.
De noche se desabrochan,
solas, las blusas de las muchachas.

Karl Krolow


Estación Muerta

Así pudo ocurrir
que, de puro silencio,
se cayesen al suelo
los retratos de los antepasados
colgados de la pared.

O que la botella de Beaujolais
se aliara
con unas peras arrugadas
para componer una naturaleza muerta.
Era la hora de las carpas
y de las moscas moribundas.

El mediodía pestañeaba
bajo el peso de los párpados.
Sí, los soplos de los corazones
se hicieron perceptibles durante algún tiempo
en el estanque de los niños marinos
que ayer habían dado allí
órdenes a sus navíos.

Anteayer todavía
era todo distinto.
La estación muerta
vivía aún en el olor,
levemente legendario,
de la hierba.

Los retratos esperaban
desbaratados en el suelo
que alguien saliese de la pared
y los enderezase riendo a carcajadas.

Karl Krolow


Leyendo

He dejado todo
lo que tenía entre manos.
Detrás de mí, vaga lenta
mi sombra
del Norte al Este.
Mi memoria concluye
al borde del libro.
Poco a poco se seca
junto a mí el agua
del vaso.
El tiempo
transcurre sin reproches.
Es un relato
perfecto: carece
de punto de fuga
a donde dirigirse
para encontrar algo.

Karl Krolow


Lo veo de otro modo

Lo veo de otro modo:
las palabras son residuos
del capitalismo.
No lo creo.
Digo nieve, y siento
el invierno de 1929 en la boca.
Agua, digo, ahogándome
otra vez en el Mar del Norte.
Fuego: una de mis manos
sigue ardiendo desde la
última guerra.
Digo libertad, y sigo sin saber
lo que digo.

Karl Krolow


Poema de amor

A media voz te hablo
¿Me oirás
detrás del rostro amargo de la luna
que se resquebraja?
¿Bajo la celestial belleza del aire
cuando se haga de día
y el alba sea un rojizo pez de aleta temblorosa?

Eres hermosa.
Fresca y seca es tu piel.
Tu mirada – suave y firme como la de un pájaro.
Se lo digo al viento que vibra.
Tu cuello -- ¿oyes? -- es de aire
que como paloma se escurre entre las mallas del follaje azul.

Levantas el rostro.
Sobre el muro de ladrillo reaparece como una sombra.
Hermosa eres. Eres hermosa.
Fresco como el agua fue tu sueño a mi lado.
A media voz te hablo.
Y la noche se quiebra como soda, negra y azul. 

Karl Krolow


Realmente mucha suerte

Realmente mucha suerte
pertenecer a esto,
que un cuerpo comience
a flotar en el aire
con pecho, axila y rodilla
y en ese mismo aire
otro cuerpo se encuentre
a uno como él
en el camino.
La atmósfera hace de ellos
dos torsos íntimos.
Las tiernas líneas en las copas de los árboles
describen su éxtasis inadvertidamente.
Su murmullo permanece
un tiempo entero aún para que lo escuchen,
y como él se regalan
uno al otro eso,
lo que es ligero en ellos.
Ser afortunado empieza siempre
un poco aquí en la Tierra.
Pero nadie ha tenido la capacidad de notarlo.

Karl Krolow



















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