Ahora

Las primeras cosas que se fracturaron fueron las palabras
La razón por la que no nos dimos cuenta fue porque
Su destrucción sucedió tan lentamente
Que la notamos después de que el mundo se había acabado
Cuando tratamos de reparar las grietas y derrumbes
Las palabras no respondieron
Fue cuando finalmente entendimos
Que el mundo está hecho de palabras
Cuando las palabras, despacio, se quebraron
El mundo, sin ser visto, se quebró también

*

Puede ser que el mundo fracturado pueda restaurarse
Puede ser que las palabras no sirvan para eso
Probablemente lo mejor sea no darse prisa
Las palabras estropeadas a través del tiempo
Pueden sanar sólo con el tiempo
Mejor no poner demasiada fe en la idea
De que en caso de fractura, vas a repararlas
En su lugar, considera esto, cuando las palabras se quebraron
También tú te quebraste
También tú estás hecho de palabras

*

Mejor ahora recordarte ante el amanecer
Una sola palabra nació en la oscuridad dentro de ti
La palabra recién nacida invocó a otra palabra
Las palabras se tomaron de la mano y se elevaron juntas
En ese momento, te paraste, niño tímido
El mundo de la juventud se asomó precariamente
Entonces no te apresuraste
Ni siquiera conocías la prisa
Debes recordar ese tiempo
Estás ante el amanecer una vez más

*

Los científicos nos dicen
Que el mundo comenzó con el big bang
Si esa teoría es correcta
Entonces el mundo comenzó con destrucción
El mundo, en el principio, se asomó despacio
Desde nuestra perspectiva, el mundo comenzó
Con una palabra, pero sin precipitarse
Sometiéndose al paso del tiempo, esperó con paciencia
Para ser elevado por la palabra
Déjanos seguir este ejemplo y espera

*

Crees que debes cantar
Pero lamentas no poder hacerlo
Tu silencio es tal vez la señal de la espera
Para ti y para el mundo, ambos rotos
Dormir con la oscuridad, levantarse con la luz
Esperar tranquilamente durante el trabajo diario
Por una palabra, luego otra
Que despierte dentro y se eleve
Quizás ahora sea el fin y el principio del mundo
Hemos envejecido y, al mismo tiempo, vuelto a nacer

Mutsuo Takahashi



Autoretrato con un glorioso hueco

Señor, ¿cuánto ha de ser? ¿pasará mucho antes de Tu visita?
Me arrastro por el oprobioso suelo, esperando, mientras a mi vera
imágenes de  alados ángeles y santos; en el centro de una pared adornada con
divinas palabras de oro y plata, un glorioso hueco— tu radiante visitación a
a través de éste, ¿todavía no es la hora justa?
Oh, cuando así sea, me arrodillaré ante ti
Locamente abriré mis labios resecos y rotos por la sed,
y como el aterrador profeta dijo, llenaré mi boca de ti. 

Dentro de mi boca muy pronto crecerás,
Tu santo receptáculo violentamente se llenará y chorreará hasta mis sorprendidos
ojos, mi corta nariz, sobre mi corte de militar con abundante y joven pelo gris, y
en mi estrecha frente, desparramándose por doquier, goteará despacio, y al igual
que marcas de babosa, glotonamente brillarás.
En Tu incomparable compasión, como alguien a quien violaron,
cerraré mis ojos en sufrimiento y gemiré…
¿cuándo ha de ser? ¿cuánto pasará hasta Tu visita? 

Dichas estas palabras, el rostro, como una bota de piel de cerdo de la cual ha
goteado licor, se desinfló, se replegó sobre el cuello, y junto con el
confuso incidente, frente al retrete,
se erguía la pared llena de graffittis, y desde el otro lado del hueco en la mitad de
la pared, un deslumbrante
ojo seco estaba observando.

Mutsuo Takahashi
Traducción de Martín Rodríguez-Gaona




Nosotros, el pueblo de Zipango

La isla, envuelta en nubes doradas,
no existe en ningún lugar del mapa.
Nosotros, los habitantes de la isla, de igual manera,
no existimos en ningún lugar de la realidad.
El mar de fantasía del comerciante Marco Polo-
y contiguo a él, el océano cerebral
de los marineros, en cuya tormenta flotamos, a la deriva,
nosotros, el así llamado pueblo de Zipango:
una multitud que, finalmente, es una ilusión, un sueño, algo inexistente.
No creas nunca en nuestra palabra.

Mutsuo Takahashi











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