¿Autorretrato?
Yo, que tengo el alimento más moderno, estoy rastreando
el invierno y las pudriciones de estos llanos.
Francisco Madariaga
Brujas blancas
1
Gauguin, santiguate ante el recuerdo de esta
palmera que salió del mar.
En la costa, brujas blancas se adornaban con
la bondad de las belleza de sus labios
rojos negros.
Una camisa, una cintura, la barcaza de avellanas
de unos ojos
cantaban en las bahías de sombras, de estrellas,
de llamadas.
Y yo que no nací de la tentación de los mercaderes,
sino de un golpe de abra de mar regresando a los
palmares salvajes,
recuerdo una resurrección de todas las sonrisas.
2
¿Quién es aquella a la que el perfume del océano
peinaba con peines de esmeraldas y avellanas?
Hoy escucho en el sueño un rumor sin orillas,
un sonido que sale de los vestidos de la mar
y envuelve el cuerpo negro de un amor.
Francisco Madariaga
La ventana fluvial
Estoy con el monte al alcance de la
mano.
Un río inmenso y rojo.
Selva liviana caída en verde y sangre.
Mendigos, barcazas y ratones verdes del
infierno auroral de la siesta,
en la vereda del ventanal americano.
2
¡El tráfago costero!
Una ciudad de errores y de río rojo,
idiotas
y otros por los que siento
un desprecio frutal y pan-climático.
Francisco Madariaga
Empalme de caminos
Suave como las moscas o las ratas de la colina,
así cantaba el leproso Hilarión contra su sangre.
Una avispa alazana le bordeaba el vino
y el hurón de un gitano le rondaba la carne.
¡Ah tiempos, en Julio!
Un mendigo en la helada forastera.
Francisco Madariaga
Lluvia en Las Pirquitas
a Leonardo Martínez
Va a seguir siendo mía la lluvia cuando yo muera,
todo va a seguir siendo mío,
el trueno conservará intacto su sonido casi negro
y el árbol a orillas del corral gozará con ese trueno,
mientras el olor a presencia de la tierra en la lluvia
será el mismo olor de mi ausencia.
Así le sucede y le sucederá a todo lo que es pertenencia del planeta.
Entonces, a no gemir, mi lejano palmar cuando yo muera,
porque somos un pormenor de presencia de lo inmortal.
Francisco Madariaga
Los poetas oficiales
¿Amoldáis vuestra esfera a lo más íntimo del porvenir?
Perros enanos entecos, tenéis a vuestro servicio los escribientes
nacionales, pajarracos de la patria.
Canasteros de los frutos del odio, no estoy arrepentido de
tener a mi servicio las joyas y los frutos del deseo.
Principitos destronados de toda sangre de composición
en la naturaleza.
Eugenios, Equis, Clauditos, perritos de ceniza.
Francisco Madariaga
Su ataúd es la alborada
El tiempo arrasará todas las rosas:
las florecidas,
las heridas,
las que tienen los labios del verano
como cortaderas carmesíes,
pero volverá el amor de las recolectoras de las rosas,
y la caridad encendida del color del horizonte,
donde se prenden las lámparas de las palmeras al paso del ferrocarril,
oloroso de ciudades y de esteros.
Pasa el entierro del cuerpo de un sueño,
pero su ataúd es la alborada.
Francisco Madariaga
Un fuego en el palmar
a Julio Martínez Howard
Son piedades-perfumes
que me ha dado la sombra,
en las prolongaciones populares del llano.
Confundido, entre las aguas vírgenes
y la miseria de la orilla,
he detenido mi caballo,
cansado de nadar en las aguas profundas,
y he saludado al gallo de los colores de Gauguin,
entre las brujas de unos ranchos.
Francisco Madariaga
Voluntario de las guerras civiles en Corrientes
(Daguerrotipo del siglo XIX)
1
Arenas de las playas del desembarco.
Un resplandor ardiente de recalmón del subtrópico en el pecho,
y un golpe de demonio verde le cruza por los ojos.
Entre las ánimas se oye el canto de un guerrero gaucho que canta
en guaraní,
y aún dirige el nadar de los caballos.
2
Monta como un saurio sobre la sombra de las aguas y
el tufo de los colores.
3
Jefe moreno y sombreado
por el color de un río de oro,
hijo de tigre y de india madre
que lo parió sobre un abrojo.
Aquí ya sangra y se despinta
un natural de poncho criollo.
Corrientes. Agua. ¡Y no hay sollozo!
Francisco Madariaga
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