El cadáver de un gato

Como una esponja, el paisaje
es hinchado suavemente por la humedad.
No se ven señales de hombres o de bestias
y nos alejamos de las cosas de la realidad.
Una rueda hidráulica llora.
Desde la borrosa sombra de un sauce
veo la forma de una mujer esperando
envuelta en su delgado chal, arrastrando
su encantador, etéreo ropaje,
vaga calmosamente como un espíritu.
¡Ah, Ura, mujer solitaria!
"Siempre llegas tarde, ¿no es así?"
Nosotros no tenemos pasado ni futuro
y nos alejamos de las cosas de la realidad.
¡Ura!
¡Aquí, en este paisaje sobrenatural,
entierra el cuerpo del gato ahogado!

Sakutarō Hagiwara



El río Hirose

El río Hirose corre completamente blanco,
del modo que el tiempo pasa, así también desaparece todo pensamiento
     fantasioso.
Con la esperanza de que la vida sirviese de cebo en anzuelo y línea,
ayer dejé colgada mi caña de pescar en el río.
Oh, semejante alegría duró bien poco,
ahora el pez es tan pequeño que apenas llama la atención.

Sakutarō Hagiwara



En los genes 

Las casas yacen exhaustas en la tierra
dormidas como arañas gigantes.
En la oscura y desolada naturaleza,
los animales tiemblan del miedo…
asustados por algún ser de pesadilla,
sueltan tristes y ahogados chirridos.
 Noargh noaargh yawaa

Las hojas de los sorgos, llevadas por el viento,
murmuran crujidos en las tinieblas.
¡Escuchen! Lentos e impávidos
esos rugidos al otro lado del camino…
Son los ladridos distantes de un perro.
 Noargh noaargh yawaa

“¿Ese perro está enfermo, mami?”.
“No, cariño,
sólo se está muriendo de hambre”.
Desde las sombras vacilantes del cielo,
el perro está mirando fijo a sus enemigos.
En sus genes, un recuerdo antiguo, el instinto,
es la presencia de sus trágicos ancestros. 

El corazón del perro se empalidece de miedo
y extiende su aullido en la negrura de la noche.
 Noargh noaargh yawaa
“¿Ese perro está enfermo, mami?”.
“No, cariño,
sólo se está muriendo de hambre”.

Sakutarō Hagiwara



La muerte de una rana 

Mataron a una rana.
Unos chicos en ronda levantaron sus manos,
todos juntos,
adorables,
levantaron sus manos ensangrentadas.
La luna se irguió en el cielo.
Y en la colina, un hombre de pie.
Apenas se ve su rostro bajo el sombrero.

Sakutarō Hagiwara


Rostro enfermo bajo la tierra 

Hay un rostro debajo de la tierra.
Es el rostro abandonado de un enfermo. 

En las sombras bajo la superficie,
está brotando un delicado tallo verde,
está emergiendo un nido de ratas,
y enmarañados dentro del nido
brotan también un infinito número de cabellos.
Es el primer día de invierno
y desde esa tierra enferma y solitaria
germinan las raíces de un escuálido bambú…
empiezan a crecer…
Una imagen realmente lastimosa
que alcanza a verse como a través del humo.
Una imagen real y totalmente deplorable. 

En las sombras bajo la superficie,
hay un rostro debajo de la tierra.

Sakutarō Hagiwara


Tren nocturno

La pálida luz del amanecer.
En las puertas de vidrio las impresiones digitales están frías,
y los apenas blancos bordes de las montañas
están quietos como el mercurio.
Los pasajeros aún no se despiertan,
sólo la lamparilla eléctrica late cansadamente.
El nauseabundo olor dulzón del barniz
y el humo indistinto de mi cigarro
atacan ásperamente mi garganta en el tren nocturno.
Cuánto peor ha de ser para ella, esposa de otro hombre.
¿No habremos pasado Yamashina todavía?
Ella abre la válvula de su almohada de aire
y observa cómo se desinfla gradualmente,
y de pronto, en medio de la tristeza,
nos sentimos atraídos el uno por el otro.
Cuando miro por la ventana, próximo ya el amanecer,
en una aldea de montaña, en un lugar desconocido,
blancas, empiezan a brotar las aguileñas.

Sakutarō Hagiwara

















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