Amparo Luraschi

A rde el sol en la tarde luminosa
M ientras azules vivos miente el cielo.
P asan aleando pájaros en vuelo,
A rriba, va la nube presurosa.

R osas cuelgan al aire, un ave posa
O ro de plumas en la rama, el suelo
L uce esplendores de jardín, yo velo
U nido a ese paisaje que reposa.

R iza el viento de pronto a la arboleda
A rdiente de aire denso que desata
S obre la sombra en hálito que siento.

C harla el pájaro y canta y luego queda
H aciendo raudos vuelos; brilla El Plata
I nmenso de ancho; salitral. Violento.

Lucio Muniz


Calles anchas

Yo soñaba con vos, Treinta y Tres,
desde lejos, allá en mi niñez,
a querer aprendía al nombrar
con ternura, tu Río Olimar.
Era entonces tu nombre una flor
que aromaba la voz maternal,
presentía al oírla el color
que goteaba desde el pintangal.
A tus calles tan anchas llegué
y buscándote en cada canción,
mi más honda raíz encontré
ensanchándome en el corazón.
Si las lanzas te vieron nacer,
las guitarras te hicieron crecer;
y en el tiempo hoy qué lejos estás
con don Thelmo, Diogo y don Tomás.
Y aunque un día me hiciste sangrar
asestándome agudo, un dolor,
por afecto te voy a entregar
con mi olvido, este vals y una flor.
A querer aprendía al nombrar
con ternura, tu Río Olimar.
Desde lejos, allá en mi niñez,
yo soñaba con vos, Treinta y Tres.

Lucio Muniz


Las preguntas

 ¿Y si yo resultara necesario?
¿Si me necesitaran con esta misma cara
y estas manos
y fuera importante que estuviera 
a esta hora
en un lugar determinado del planeta?
¿Si resulta que yo que pienso que no sirvo
quizás me equivocara 
y pudiera ser útil?
Entonces sería injusto continuar
postergando
estos papeles
destinados a otros
y guardados en el cajón de un mueble,
y debo hacer que vuelen ya
y que lleguen
a los demás
gritando su mensaje
de paloma y de piedra.

Juan María Lucio Muniz


Los habitantes del barranco

 Con el tema social como raíz,
con el ojo y el alma en su trabajo
de estética al servicio del de abajo
George Bellows retrata un mundo gris.

Él sabe que esa gente no es feliz;
en vez de cumbres, ha observado el bajo
asestando al sistema un hondo tajo
sin dar la espalda sino la nariz.

Me instalo en Nueva York: ropas colgadas
encima de la calle, turbio cielo,
paisaje humano apretujado y franco.

Hay pobres, me parece que lo huelo
por esas vigorosas pinceladas
que hay en “Los habitantes del barranco”.

Lucio Muniz


Paisaje de ciudad

 Montevideo con su arquitectura
naciendo del pincel y la poesía
de la paleta de Torres García
soltándose al color y la estructura.

Montevideo ayer en la aventura
pequeña, de correr sobre la vía
lejano y rumoroso ese tranvía
que es el centro vital de la pintura.

“Paisaje de ciudad”, mil novecientos
dieciocho, y congelado el tren se queda
con sueños de metal, de trole y rueda.

Hoy soplan otros cantos y otros vientos,
y el motorman, no impulsa con su mano
lo que antes fuera orgullo ciudadano.

Lucio Muniz


Reencuentro

Buscaba una palabra
entre las hojas
de unos libros
escrito con los dolores,
la sombra,
y con la luz de otros.
(Fuera de mí, buscaba).
Hoja a hoja miraba,
leía y olfateaba al revés y al derecho.
(Fuera de mí).
Recorría las hojas laceradas,
repasaba también algunos poemas
que olían a manzanas.
Pero nada ni dónde; apenas nada.
Nada encontré porque está todo dentro.
(Fuera de mí, buscaba la palabra).

Lucio Muniz


Sin título

 Cielo azul
viento tibio
sol que “sale para todos”
basural y pobreza.

(“Ranchos de lata por dentro”
de lata también por fuera).

Campo en ciudad y junto a una cañada
que es un primario campo de batalla
donde cada mañana el que despierta
se pone la coraza
a las puteadas
y va a empujar el carro
de la vida
aprendiendo otro llanto
porque el carro se mueve
casi rengo
lento 
chirreando 
y hamacado
por la vejez de desparejas ruedas.

Lucio Muniz
poema del libro "Despoemar" 









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