Colastine

Avatares correctos
la canción no sale
boinas azulinas tiñen la siesta

Mezclado en el estar apacible
de las ramas gruesas de un eucalipto
la soberana inicial de apuntar al cielo
la legítima esperanza personal
de creer que uno siente peligros
enroscados en el aire de la partida

La madrugada
se escapa suavemente
mientras el trago de cognac
enrosca a la heladita
que persiste en el barrio.

Francisco Squeo Acuña


Crónica riojana

En la tarde fuerte
del otoño, los sapos vienen
a enterrarse en mi espalda
y ofrecen su canción acuática
Al anochecer las serpientes
llegan a dormir en mis orejas
Una espiral de vidalas
abre la mañana, es la hora
en que me saco los ojos
y voy a la huerta, pongo mi gordo
corazón en la sartén del sol
y con tu nombre comienzo
a derretir el valor de la realidad.

Francisco Squeo Acuña



Cuento del mishi

Tuve un gato
era negro
perteneció a mi padre
comía o saboreaba el pan con vino
al volver de sus andanzas
muchas veces lo vi feliz
como un manto de zorzales
Fue muerto a balazos
un día de carnaval
para festejo
de la gente de la calle trece
Según mi padre
su mínino pagó el pujllay
que se les seque el perejil, maldijo
a los apetecibles bandidos
Mi padre ya no tuvo otro gato
el pan con vino
se los daba a los gorriones
con ellos se fue un otoño
lo vi galopar por querer alcanzarlos
No sabía que por envidia en el barrio
a su gato lo llamaban fechor.

Francisco Squeo Acuña


El huésped de fuego

Porque soy un ágil tarco que tira lilas en noviembre
voy gastando los vapores del cansancio
y la ilusión de los productos inefables.
He raspado la picardía con ojos estallantes
para perforar el miedo de la infancia
que gime con gritos de silencio.
Suspiro con el recuerdo de mis padres
y con su voz ligada en el viento
hago un desenvolvimiento de sorpresas.
Con ello, violento la aureola de los necesitados.
Voy poseyendo la velocidad del animal suicida,
una inteligencia colmada por ancestros
y la misma aventura para el vuelo.
Ante mi mujer me inclino en su pira
y en sus llamas me agilizo emocionado;
estoy pidiendo tener concurso de reino
en el valle de la imaginación
y el carnet para viajar por las heridas de mi pueblo.

Francisco Squeo Acuña



Mi madre y Miguel Hernández

Mi madre y Miguel Hernández
están durmiendo en mis bolsillos de tierra.

Cuando hablo en fuerte ternura
ellos suben por mi áspero cuerpo
y rematan floreciendo albahaca.

Tomo su canto de aromas
y me voy a la huerta con maíces y escardillos;
allí los entierro,
porque seguramente saldrán en primavera
creciendo en chacritas
y apuntando en fusiles.

Francisco Squeo Acuña










No hay comentarios: