"El cuento parece ser el mejor de los mundos posibles. Yo siento que es más cercano a escribir la poesía que a la escritura de una novela, con sus requisitos de concentración y economía."

James Lasdun


Ellos dos

Sus vidas van tornándose en oro. La puerta
bruñe en sus bronces, portera de sí misma:
a través del metal surge una mano
en señal de saludo, luego brilla
el verano regado por el suelo como laca.

Entro. El péndulo de un reloj de piso
toca una diana. Tras el cristal se ve
el resorte que avanza: un cuerpo desollado
para sacarle el alma, en que todo se exhibe
menos el tumbo invisible del latido

del tiempo mismo... Sus cuartos no esconden
ningún secreto; veo la presencia de ambos
en cada rincón: aun en el tulipán de una maceta;
ahí transmuta el alquimista en el tallo
la tierra en conchas de oro que refulgen.

En esta pátina están desde aquellas mañanas
en que yo los veía sacudirle zodiacos de polvo
al barniz de los muebles, y crecía el brillo pardo
de algodón amarillo, se iluminaba, y en oro
a punto casi de tornarse, lo apagaba

el roce de su propia sustancia... Hay ocasiones
en que los hallo en el jardín, ginebra en mano,
los insectos por su piel como por una arena salpicada,
las burbujas aún remontando por el vaso,
y unos dedos que hacen girar un plato de limones:

tardes veraniegas... el silencio como una sábana, su envés
picoteado por un sonido allende el muro,
tal un reloj gigante; y dos veces por la noche,
dorada, luminosa, cae del azul oscuro
una pelota de tenis, rebota a nuestros pies,

un diablillo compacto que salta inoportuno,
hasta quedarse quieto en la silla de alguien;
como un escalofrío entonces imagino
llegar aquí y hallar que ya no hay nadie,
ambos ahora, luego uno, ninguno.

James Lasdun


Palabras para Vindice

Paz, Vindice, el mármol tallado guarda
los mellados cascajos de tu amor; nada puede tocar
esa particular complexión deslavada. Los muertos
pocas veces traicionan a los vivos; no hay húmedo
abrazo masculino que derrita ese hielo
-y mira, ella no se resucita a sí misma
después de cada duelo, insolentemente viva,
insolente, andando por las mismas calles que tú,
inminente en cada esquina, una vacua mirada
ahogada en la ventana de un vagón al detenerte
a su lado en un túnel hasta que la elisión
del momento se estira hacia afuera, y como si
ella nunca hubiese tenido opción, desaparece.

James Lasdun














No hay comentarios: