“Es imposible comprender a Mahler y su obra si se ignora que a la edad de cuatro años él conocía centenares de canciones de cantos populares cantados por los sirvientes (…). Todo este alrededor – las sonoridades de las trompetas con su clara alegría y su eco nostálgico, el refugio de la tarde melancólicamente reflejada en las paredes del cuartel, las dianas, los cantos de los bebedores, las canciones de la marcha – todas estas imágenes y esos sonidos se grabaron en el alma del pequeño.
Por un proceso semiconsciente tomaron expresión artística en numerosos pasajes de sus sinfonías y de sus Wundernhorn Lieder.”

Richard Specht

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