"Hoy hago un alto en mis historias bretonas para preguntarte, amigo Cunqueiro, a qué puede deberse que el cuco cante esta temporada de noche. El otro día fue al filo de las doce cuando oí su burla en la oscuridad de la robleda. Desde mi ventana campesina, la voz, errante como el mismo cuclillo, sonaba ahora a un lado y luego a otro, para parecer a veces salida del mismo mar."

José María Castroviejo Blanco-Cicerón



“La mano llena de octubre va derramando, pródiga, los mejores ocres y oros de su paleta sobre la mancha abierta del paisaje. Los viñedos, que guardan celosos el último racimo escapado a la vendimia, se visten de maravilla, robando su secreto a los lejanos pinceles del Tintoretto o el Veronés. El aire huele y sabe a mosto (…) El perro, nuestro nunca desmentido compañero, se acerca, cabeza al viento y tembloroso de emoción, a lo largo de un trigo de monte, hacia un “xestal” que corona cimero la colina.  Allí, estremecido y rígido a la vez, se clava de repente en el suelo apuntando las húmedas narices a las oscuras verdes ramas. “Entra…”, le decimos, dominándonos, pero con cierto temblor también en la voz. Se proyecta el can. Del “ xestal”, un fuerte vuelo de arrancada hace temblar el vacío. Un ave, retrasada, se eleva a su vez negra contra el sol, lanzando un cacareo chirriante, casi como un reto. El retumbo de los disparos, que quiebra los cristales de la mañana, suena casi como blasfemia. Bajo un aire de porcelana de estampa de cacería antigua, caen dos pájaros de pies rojos y plumas – pizarrosas, rojizas, castañas…- suaves como la seda: la hora de la perdiz ha sonado en el gran reloj del monte.
El fiel perro vuelve al poco tiempo portando con orgullo un magnífico macho. ¿Pero y la otra…? Más cerca que la primera se proyectó hacia el suelo como fulminada. Sí, aquí están las plumas, numerosas plumas en efecto, más la perdiz no se ve. Parece cosa de magia. “ ¡Anda, “Patrón”, anda!”. Y el ‘Patrón”, que iba como despistado, se orienta de pronto y parte como una flecha monte abajo. Se para, tuerce a la derecha; luego, bruscamente, a la izquierda, vadea un arroyo, se pierde en una robleda para aparecer, ¡ al fin!, con la otra perdiz, que había apeonado con la ligereza de un conejo, entregándonosla con orgullosa y alegre mirada de triunfador.”

José María Castroviejo Blanco-Cicerón



"Son para mí (los cuervos) las aves más inteligentes de toda nuestra fauna ornitológica; la convivencia con los córvidos me da para siempre motivos de renovada sorpresa e interés acrecentado."

José María Castroviejo Blanco-Cicerón













No hay comentarios: