Fin de fiesta

Exhalaron notas tristes los gangosos bandoneones
y giraron las parejas gravemente en el salón;
el ambiente encanallado trasuntaba tentaciones
y aquel tango que gemía era un requiem compadrón.
Esa noche había llegado el muchacho calavera
más enfermo a la milonga, más vencido por su mal;
y en el culto a la garufa que él rendía a su manera
se escondía un gran cansancio tras un trágico final.

Ríe y baila,
muchachito calavera,
confiando en el cartón que da la suerte;
mas no ves que atrás está la muerte
reservándote el final...
Ríe y baila,
sin pensar que ese candombe
redobla con dolor por tu llegada
y que ya antes de la madrugada
se acaba tu carnaval.

Sus amigas, las milongas, no sospechan por lo visto
del responso melodioso, y le obligan a tomar;
no comprenden que en la mueca de su risa ya está listo...
que lo espera aquella Dama que no sabe perdonar.
Levantando fina copa de champañe burbujante,
el vencido calavera tristemente la brindó...
y en los últimos acordes de un gotán agonizante
abrazado a dos borrachas para siempre se durmió.

Mario Battistella



No aflojés

Vos, que fuiste de todos el más púa,
batí con qué ganzúa
piantaron tus hazañas...
Por tu ausencia en las borracherías
cambió la estantería
el gusto de las cañas...
Compadrito de aquellos tiempos,
soy el tango hecho lamento,
corro parejo con tu pintón,
¡sufro tu misma emoción!

Vos fuiste el rey del bailongo
en lo de Laura y la Vasca...
¡Había que ver las churrascas
cómo soñaban tras tuyo!
¡Alzaba cada murmullo
tu taconear compadrón
que era como flor de yuyo
que embrujaba el corazón!

Maula el tiempo te basureó de asalto
al revocar de asfalto
las calles de tu barrio...
No es que quiera tomarlo tan a pecho
¡pero es que no hay derecho
que hoy talle tanto otario!
Macho lindo de aquel pasado,
te saludo desconsolado,
porque en tu reino sentimental
vuelco la esquina final.

Mario Battistella



Pasa el amor

Sale la clara luna y en la ribera
hay una barca rosa que nos espera.
Vamos que en esta noche templada y calma
canta el amor un canto que alegra el alma.

Boguemos, mi dulce amada, sin preocuparnos
donde nuestro destino nos llevará.
Felices nos corresponde tan sólo amarnos,
mientras un sueño hermoso nos mecerá.

Qué importa si amanece dudoso el día,
gocemos esta noche nuestra ilusión.
Boguemos sobre las olas, amada mía,
mientras amor nos canta con su canción.

Tu boquita encarnada, sin darse cuenta,
está pidiendo besos y me atormenta.
Tantos besos quisiera darte en mi anhelo,
tantos cuantas estrellas hay en el cielo.

Boguemos, mi dulce amada, sin preocuparnos
donde nuestro destino nos llevará.
Felices nos corresponde tan sólo amarnos,
mientras un sueño hermoso nos mecerá.

Qué importa si amanece dudoso el día,
gocemos esta noche nuestra ilusión.
Boguemos sobre las olas, amada mía,
mientras amor nos canta con su canción.

¡Pasa la barca, vamos al mar!
Mi dulce amada, ¡dejá de llorar!

Mario Battistella













No hay comentarios: