No lo olvidemos: el sentido pleno y original de la filosofía no se limita al ejercicio del pensamiento, sino de la voluntad y del ser al completo. La filosofía es un método de progreso espiritual que aspira a provocar una transformación radical del sujeto. No se trata tanto de conocer esto o aquello como de cambiarse a uno mismo, ser mejor, ser más feliz.
 
Nota de los editores
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Concord, 27 de marzo de 1848
 
Creo firmemente en la correspondencia entre la vida exterior y la vida interior; así como tengo la certeza de que, aunque algunos hombres consigan vivir una vida virtuosa, el resto seguirá sin advertirlo. La diferencia y la distancia son una misma cosa. Vivir una vida auténtica es como viajar a un país lejano y encontrarnos progresivamente rodeados por nuevos escenarios y hombres; y cuando me hallo rodeado por los más ancianos, me doy cuenta de que de ninguna forma estoy viviendo una vida nueva o mejor. El exterior es solo la representación de lo que hay dentro. Los hábitos no esconden al hombre, sino que lo muestran; ellos son sus auténticos ropajes. No me incumben las curiosas razones que puedan aducir para atenerse a ellos. Las circunstancias no son rígidas e inflexibles; sí lo son, sin embargo, nuestros hábitos…
El cambio es el cambio. Ninguna vida nueva ocupa viejos cuerpos decadentes. La vida nace, crece y florece. Los hombres intentan revivir patéticamente lo viejo, y por eso lo aceptan y soportan…
El hombre es incapaz de concebir un estado de cosas tan bello que resulte irrealizable. ¿Puede alguien revisar honestamente su propia experiencia y afirmar que no es así? ¿Existen hechos a los que apelar cuando decimos que nuestros sueños son prematuros? ¿Habéis tenido noticia de algún hombre que haya luchado durante toda su vida por algo, y que de algún modo no lo lograra? Un hombre que aspira a algo sin descanso, ¿no se siente ya elevado? ¿Quién que haya intentado el acto más simple de heroísmo, de magnanimidad, o buscado la verdad y la sinceridad, no halló algo que mereciese la pena? ¿Quién podría decir que esta es una empresa vana? Es innegable que no debemos esperar que nuestro paraíso sea un jardín.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Lo que puede expresarse con palabras puede expresarse con nuestra vida.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Mi vida real es un hecho sobre el que no tengo razones para congratularme conmigo mismo, pero tengo respeto por mi fe y mis aspiraciones. De ellas le hablo ahora. La posición de cada uno es demasiado simple para ser descrita. No he prestado ningún juramento. No tengo un esquema para entender la sociedad, la Naturaleza o Dios. Soy, simplemente, lo que soy, o comienzo a serlo. Vivo en el presente. El pasado es solo un recuerdo para mí, y el futuro una anticipación. Amo la vida, amo el cambio más que sus modalidades. En la historia no está escrito cómo el malo se hizo mejor. Creo en algo, y no hay más. Sé que soy. Sé que existe otro, más sabio que yo, que se interesa por mí, de quien soy su criatura y, de alguna manera, su igual. Sé que el reto merece la pena, que las cosas van bien. No he recibido ninguna mala noticia.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Si busca persuadir a alguien de que hace mal, actúe bien. Que no le importe si no lo convence. Los hombres creen en lo que ven. Consigamos que vean
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Siga con su vida, persista en ella, gire a su alrededor, como hace un perro alrededor del coche de su amo. Haga lo que ame. Conozca bien de qué está hecho, roa sus propios huesos, entiérrelos y desentiérrelos para roerlos de nuevo. No sea demasiado moral. Sería como hacer trampas con uno mismo. Sitúese por encima de los principios morales. No sea simplemente bueno, sea bueno por algo. Todas las fábulas tienen su moraleja, pero a los inocentes lo que les gusta es escuchar la historia. No permita que nada se interponga entre usted y la luz. Respete a los hombres solo como hermanos. Cuando emprenda viaje a la Ciudad Celestial, no porte carta de recomendación alguna. Cuando llame, pida ver a Dios, y nunca a los sirvientes. En aquello que más le importe, no piense que dispone de compañeros de viaje. Dese cuenta de que está solo en el mundo.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 

 
Concord, 2 de mayo de 1848
 
Los cielos están a nuestro alcance si nuestras aspiraciones son altas.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
El hombre bueno se esculpe a sí mismo; el malo se destruye a sí mismo.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
 
No permita que los periódicos tomen posesión de nuestra vida.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
 
Cuando nos sentimos fatigados en un viaje, soltamos nuestra carga y descansamos junto al camino. De la misma forma, cuando nos cansa el fardo de la vida, ¿por qué no abandonamos esta carga de falsedades que hemos aceptado portar voluntariamente y nos reponemos, como nunca hizo mortal alguno?
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Si de forma plenamente consciente hubiera de unirme a las filas de algún partido, escogería aquel que mayor libertad ofrezca para el pensamiento.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
El amor es un crítico severo. El odio es capaz de perdonar más que el amor. Quien aspira a amar dignamente se expone a la más severa de las pruebas.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
¿Podrías con la mente amar
Y con el corazón razonar?
¿Podrías con amabilidad comportarte
Y de tu amado separarte?
¿El mar, la tierra y el cielo surcar
Y en cada lugar llegarme a encontrar?
Entre todas las vicisitudes no haré sino escoltarte,
Entre todos los vivos, cortejarte.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
En verdad, en verdad, no sabría indicar,
Por mucho que lo pueda meditar.
Qué podría decir más fácilmente,
Si el odio o el amor que siento por ti.
Debes creerme completamente
Si expreso el odio que albergo hacia ti.
¡Oh! Te odio con tal energía,
Que te destruiría con alegría.
Aun así, algunas veces, contra mi voluntad,
Mi querida amiga, te amo de verdad.
Sería traición a nuestro amor,
Y un pecado contra Nuestro Señor,
Eliminar la más mínima insignificancia
De este odio puro y libre de arrogancia
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Vale la pena vivir respetándonos a nosotros mismos. Podemos estar de acuerdo con un vecino, incluso con alguien con quien compartimos la cama, a quienes tal vez respetemos poquísimo; pero tan pronto como dejamos de respetarnos a nosotros mismos, entonces no estamos para nadie ni para nada, y no hay nada que el dinero pueda hacer al respecto. No hay en el mundo nadie, por más canas que peine, que pueda ayudarme con su ejemplo o su consejo para vivir mi propia vida de forma digna y satisfactoria, pero creo que está en mis manos alzarme a mí mismo en este preciso instante sobre el nivel más común de mi existencia. Es mejor tener la cabeza entre las nubes, y saber dónde estás, si es que no puedes traspasarlas, que respirar la atmósfera más clara que hay debajo y creer que estás en el paraíso.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
¿De qué serviría disponer de un trozo de madera que quemar para calentarse el cuerpo si no existiera también un fuego divino que nos caliente el espíritu?
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Debemos amontonar grandes cantidades de hacer para conseguir un pequeño diámetro de ser.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
El arte de la humanidad consiste en pulir el mundo, y todo el que realiza un trabajo propio del hombre está dando lustre en algún lugar.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
No obstante (para volver al asunto de los abrigos), estamos poco menos que ahogados bajo nuestros funestos abrigos, que no llegan a quedarnos bien en ningún momento de nuestra vida. Piense en la capa con la que nos cubre nuestro trabajo o posición, qué pocas veces los hombres se tratan los unos a los otros de forma desnuda y teniendo en cuenta lo que realmente son; cómo utilizamos y toleramos la pretensión; cómo se le viste al juez con una dignidad que no le pertenece, y al testigo con una humildad que no le pertenece, y al criminal, quizá, con una vergüenza y una insolencia que ya no le pertenecen. No importa el estilo de la capa con la que tapamos esas capas. Cambie las capas: ponga la del juez en la jaula del criminal, y la del criminal en el tribunal, y entonces tendrá motivos para pensar que ha cambiado a los hombres.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
El monstruo nunca se encuentra allí donde creemos que está. Lo realmente monstruoso es nuestra cobardía y nuestra indolencia.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Ser admitido en el corazón de la naturaleza no cuesta nada. Nadie está excluido, excepto quien se excluye a sí mismo. Tan solo ha de descorrer el visillo
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
¡Adiós, y que le acompañen sueños luminosos!
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
¿Probarán los hombres solo la dulzura del arce y de la caña el próximo año?
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
No es que amemos estar solos, sino que amamos llegar muy alto, y cuando lo hacemos, la compañía se vuelve cada vez más escasa, hasta que desaparece.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
No debemos dejar de señalar hacia las cumbres, aunque la multitud no ascienda a ellas.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
Reyes y aristócratas perecen arrojados por la borda, como hace tiempo que lo merecían.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo


¿No podemos satisfacer a los mendigos de una vez para siempre?
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
No quiero dar ninguna parte de mi vida a cambio de dinero.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
¿No dispone de divertimentos suficientes en estos momentos? Juegue entonces al juego de fabricarse una vida. Nunca hubo nada igual. Hágalo con sobriedad, y no sude.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
¡Qué locos están quienes piensan que su El Dorado se encuentra en cualquier parte excepto allí donde viven!
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Mantenga vivos los fuegos del pensamiento y todo irá bien.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
¡Cuántos enemigos tiene el pensamiento cuerdo!
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 

¿De qué sirve una casa si no dispones de un planeta decente donde levantarla, si no soportas el planeta en el que está?
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
Esté dormido o despierto, corra o camine, utilice un telescopio o un microscopio o simplemente sus ojos, el hombre nunca descubre nada, nunca supera nada o deja algo atrás, excepto a sí mismo. No importa lo que diga o haga, apenas habla de sí mismo. Si está enamorado, ama; si está en el cielo, se regocija; y en el infierno, sufre. Es su condición la que determina su localización. Lo principal, lo único que crea el hombre, es su condición de destino. Aunque generalmente ni lo conoce ni tampoco lo anuncia: «Mi propio destino se produce y se enmienda aquí» (no el suyo). Es uno de los mejores trabajadores del negocio. Dedica a su labor veinticuatro horas al día, y la lleva a término. Sea lo que sea lo que descuide o estropee, no se conoce al hombre que haya desatendido esta tarea. Muchos presumen de hacer sobre todo zapatos, y desdeñarían la idea de que también son artífices de los tiempos difíciles que atraviesan. Toda búsqueda y aspiración es un instinto con el que la naturaleza se alía y coopera, y por tanto no es vano. Pero ¡ay!, la desesperación y la tendencia al abandono también son instintos. Estar activos, bien, felices, implica una extraña valentía. Prestarse a luchar en un duelo o una batalla implica desesperación, o poca estima por la propia vida. Si toma esta vida en la versión simplificada de los viejos religiosos (me refiero a los estériles, que han ido a sembrar en la sequía, meras bilis humanas espoleadas en una ocasión por el Diablo), toda su dicha y serenidad se reducirá a poner buena cara y a poseer. El caso es que ha de echarse el mundo a los hombros, como hizo Atlas, y llevárselo. Lo hará por el bien de una idea, y el éxito será proporcional a su devoción por las ideas. Esto le provocará dolor en la espalda de vez en cuando, pero sentirá la satisfacción de tenerlo en suspenso y de hacerlo girar a su gusto. Los cobardes sufren, mientras que los héroes disfrutan. Tras una larga jornada de camino con él, láncelo a un hueco, siéntese y cómase el almuerzo. Inesperadamente, gracias a algunos pensamientos eternos, será recompensado. El banco en el que descansa será colorido, y el olor en torno, embriagador, y el mundo que arrojó al hueco, elegante y ligero como una gacela. ¿Dónde se encuentra la terra incognita sino en las empresas que no hemos intentado aún? Para un ánimo aventurero, cualquier lugar —Londres, Nueva York, Worcester, o su propio jardín— es un «territorio virgen», aquel por el que Frémont y Kane viajan tan lejos. Para un espíritu débil y derrotado, incluso la Gran Cuenca y la Estrella Polar son lugares triviales. Si consiguen llegar (y, de hecho, están allí ahora) querrán dormir, y ceder, como hacen con todo. Estos son los reinos de lo Conocido y lo Desconocido. ¿Qué sentido tiene seguir firmemente los viejos caminos? Hay una víbora en el camino que tus pies han desgastado. Debe abrir vías hacia lo Desconocido. Para eso tiene su ropa y su comida. ¿Por qué remienda su ropa si no es con el objetivo de, llevándola puesta, mejorarse uno mismo? Cantemos.
 
Henry David Thoreau
Cartas a un buscador de sí mismo
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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