Animal común 

He dejado de ir a la Iglesia
y me pongo a regar el jardín en las tardecitas
No recibo cartas que me hablen de la niebla
o de los papalotes encima de los cordeles 

Subo
y bajo unas escaleras que no me llevan al cielo
Debo revisar mi cuenta bancaria
quitar el lodo de la puerta
comprar un espejo 

Dios sabe estas cosas
y vuelvo al jardín
y tengo miedo

Reynaldo García Blanco


Apuntes para un poema futurista

Ahí
viene
Marinetti
a
de
rrum
bar
la cuarta pared
y no sabe
que
un tal Lenin
lo
espera
con
una
Hoz

Reynaldo García Blanco


ASÍ ERA EL GOBIERNO

La tragedia comenzó cuando llegó el telescopio a casa. Todos querían ver la nebulosa. Sobre la mesa, el mapa estelar, semejaba un campo de batalla. Mi padre puso orden y nuevos nombres. Mi madre, callada, tejía puntos de cruz. Mi hermana no sabía entonces. Odiar la astronomía puede ser como en ajedrez una defensa siciliana. Sobre el pretil de la noche los vecinos hacían  cola hasta perder la costumbre. Fumar era entonces un arte mayor. Un arte más interesante tal vez que adivinar la posición del lucero matinal. Así era el gobierno, la alcurnia que nos tocó cuando en una caja alargada, olorosa a cedro y alcanfor, llegó a casa el telescopio.

Reynaldo García Blanco


Canción rusa para escuchar en inglés 

Si por alguna casualidad histórica
No prevista por Carlos Marx o Antonio Gramsci
Los americanos se apoderan de cuba
Iré al ten Cent más cercano para comprar
Cien metros de tela blanca
Cien metros de tela azul
Cien metros de tela roja
Y en San Walton de Arkansas
Mandaré a hacer cientos de banderitas
Para poner en la puerta de cada McDonald.
Si por esas casualidades de la vida o la historia
No previstas por Charly Marx o Antonio Gramsci
Estas banderitas no alcanzaran
Volveré al Ten Cent más cercano
Para comprar cien metros de tela blanca
Cien metros de tela azul
Cien  metros de tela roja.
Zenkiu.

Reynaldo García Blanco



EJERCICIOS PARA NO PERDER LA PACIENCIA

Me gustaría hacer algunos ejercicios para ver mejor la realidad. Digamos abrir la ventana y quedarme extasiado con el basural del frente. Bajar cuatro pisos en pos de un pan y que el vecino se interese por mi salud. Dejar que el teléfono suene unas cinco veces y que al contestar una voz medio dormida indague por Moisés. Me gustaría hacer algunos ejercicios para no tener que escribir de la realidad. Digamos ir por aceite al mercado y descubrir que han cerrado los estanquillos de periódicos. Soportar al comprador de oro con su voz de ferretero sin trabajo. Me gustaría hacer algunos ejercicios para no perder la paciencia. Digamos abrir la ventana y quedarme extasiado con el basural del frente

Reynaldo García Blanco



FELICES COMO HORMIGAS

No pienses en nada grandioso. Lo que te propongo es muy simple. Dos elementos. Migajas y café. Migajas de esos tres panes nuestros que cada día nos traen por voluntad expresa. Café simple y demoledor para el ánimo. Nada grandioso te digo. Dejar que las porciones de pan en la baranda simulen piedrecillas que el viento eleva y hace estallar en las baldosas del vecino. Cuando vuelva a pasar el vendedor de caracolillo nos pondremos de acuerdo y lo invitaremos a una de esas tardes que nos vuelven felices como hormigas si es que las hormigas conocen esta estación. Es la teoría de los hechos y los objetos menores. Como si la tranquilidad fuera nuestra minimalista manera de salvarnos.

Reynaldo García Blanco


Habanera (Tristísima)

Cristo de la Habana
baja un momento
y cruza esta bahía
esta rumorosa bahía
y mira
a estas muchachas
estas tristes muchachas
que estallan en los dólmenes
y son pálidas
y leves.
Cristo de la Habana
abre tus brazos
y comienza a decir un Padre Nuestro
-el de Mario Benedetti o el de la Madre Teresa-
no importa cuál
tan sólo un Padre Nuestro
por estas muchachas
que se van a morir como una hoja de laurel
como un arco iris a las doce de la noche.
Cristo de la Habana
asómate a este pedazo de país
no mires los autos que pasan
no mires los ciclones que se alejan
fíjate en estas muchachas con luna en los labios
fíjate en estos ángeles
que no van a tener sitio en el paraíso.
Cristo de la Habana
regálame un mapamundi
un astrolabio
una bola mágica para entender esta bahía
y estas muchachas
estas tristes muchachas
que a tus pies
Cristo de la Habana
Se van a morir como una hoja de Laurel
como un arcoíris a las doce de la noche.

Reynaldo García Blanco



No morir hasta haberlo visto todo 

Mi mujer cantando Alfonsina a las diez de la noche
Unas muchachas recostadas a los médanos
Un poeta robándose las obras completas de Severo Sarduy
Tres prostitutas en Medellín que me confunden con un nicaragüense
Un ciego de espaldas al mar
Fayad Jamis leyendo El ahorcado del Café Bonaparte
Una librería con todo Borges y Los alimentos terrestres de Gide
Un pingüino muerto en las costas de Talcahuano
Otra vez mi mujer haciendo pajaritas de papel
Mi madre tendiendo unas sábanas blanquísimas
Un policía leyendo a Rainer María Rilke
Thiago de Melo y María de Aparecida preguntándome por Cuba
Mi padre a punto de morir bebiendo té con bergamota
Una mesa llena de uvas negras y otras ambrosías desconocidas por mí
Tres mendigos sonrientes en la Avenida paulista
Dos revistas Orígenes en la Librería Renacimiento
Unas vacas nadando en el mar de Manzanillo
Un tren francés roto en las llanuras de Camagüey
Un vendedor de agujas con poemas publicados
Un ciervo herido que busca en el zoológico amparo
Mi hermana a la salida de un quirófano
La Plaza de la Revolución vacía y oscura
Los muros del Moncada a las tres de la tarde y en agosto
Esto he visto yo y espero no morir hasta haberlo visto todo.

Reynaldo García Blanco









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