Azerbaiyan 2006
El mar, los botes, el sol.
Lo recuerdo todo.
Recuerdo aquella minúscula felicidad.
El susurro.
El pedazo de cielo soleado,
el ímpetu y la busca de la felicidad,
las risas y el oleaje del mar,
la arena fina y el barco de papel,
el viento cansado y la belleza engañosa.
Lo recuerdo todo.
Todo, verdaderamente todo,
hasta el momento
en que la noche se acercó con sigilo a la inquietud
y abrió la puerta a la soledad.
Maruša Krese
BOSNIA Y HERZEGOVINA, 1994
Fuimos a la iglesia,
pero había desaparecido.
fuimos a buscar agua
al río,
pero había desaparecido.
fuimos a buscar almas,
pero habían desaparecido.
Fuimos a buscar un testamento
y lo leímos.
Ni el sol ni las estrellas ni las nubes
serían nuestros por mucho tiempo,
decía el testamento,
sólo la soledad.
Caminamos y caminamos
en dirección al mar.
¿De quién es el mar?
Maruša Krese
BOSNIA Y HERZEGOVINA, 1994
No lo sé.
De pronto, anocheció.
No lo sé.
De pronto, todo desapareció.
La luz.
Los niños.
Los violines.
Las penas.
Las risas y las brillantes esferas de colores.
Una tormenta y la nieve.
Los desheredados.
Los amantes.
No lo sé.
Anochecía.
Había fuego.
La gente se volvió malvada
y nos expulsaba,
ocupaba nuestras casuchas,
pegaba a los niños,
mataba a los gatos
y nos abandonaba.
Aquí, en medio del silencio
de la noche, entre frías paredes
que guardarán un secreto.
No lo sé.
Espero.
Espero a que regresen mis amigos.
¿Lo harán?
Maruša Krese
Inclusive el Testamento Se Perdió
Descansé mi mano sobre la hierba,
cerré mis ojos
y perdí mi vida.
La luna brillaba, las estrellas centellaban.
No puedes irte tan fácilmente,
murmuró alguien detrás de mí.
Maruša Krese
Pakistán
Mujer
Nos hallamos en el surco del dolor
sale el sol y una tormenta en el cielo.
Nos hallamos paralizados
debajo de un cielo rojo, atardece,
y un dolor glacial.
¿Está este Dios develando nuestros rostros?
¿Se atreve a mirarnos a los ojos?
¿A quién otorga nuestra calma?
¿Nuestra vida?
Maruša Krese
Palestina, Gaza, 2005
Uno, dos, tres,
Estoy contando ropas, contando cáscaras.
Uno, dos, tres.
Estoy contando niños muertos. En mis ropas.
Uno, dos, tres.
Estoy contando días de dolor y llanto.
Uno, dos, tres.
Estoy contando corazones de piedra.
Uno, dos, tres.
Estoy contando los pecados de Alá.
Uno, dos, tres.
Estoy cosiendo cortinas
para cubrir la muerte.
Uno, dos, tres.
Estoy cosiendo,
para así no perderme
En un valle de desesperación.
Maruša Krese
Slovenia, Skogja Loka, 2006
Por la mañana hice mi cama
y partí.
Estoy frente al telar y canto
De hecho, estoy cantando a la máquina,
la máquina en la que tejo cortinas y mi vida,
cálidas sobrecamas y mi propia felicidad.
Estoy cantando para el telar, porque conoce mi amor muy bien,
conoce mis viejas manos y mi anhelo,
mi miseria,
y mi corazón que ha adoptado los ritmos de la máquina,
y todos esos colores de los recuerdos.
Maruša Krese
Venezuela, 2010
Estamos aquí junto al océano.
En la arena, al lado de las olas.
Nos tenemos sólo a nosotros mismos
y las estrellas en el cielo.
De noche.
Estamos aquí junto al océano
Escuchando la canción del viento.
Una canción
de la blasfemia en la tierra,
de los soldados en la orilla del mar,
de los esclavos en los botes,
de las nuevas banderas,
de niños hambrientos,
de madres
encadenadas en grilletes,
de padres muertos.
Estamos aquí solos
junto a las turbulentas olas,
en el sol, en los rastros del crimen,
y vemos el juego de este mundo.
Maruša Krese
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