“Dos comisionados del pueblo que habían asistido a dicha junta se dirigieron después “a mi para que arregle mi conciencia, que es decir que no hay que dudar de mi fallecimiento”. Haciendo un supremo esfuerzo –le expresaba- dicto esta carta para “despedirme del amigo más tierno, más querido en mi corazón, protestando que si los méritos de Jesucristo me llevan a la mansión celestial, desde allí no cesaré un momento de rogar a Dios Nuestro Señor por la conservación del Padre de la Patria Argentina y del más consecuente amigo. Adiós mi querido amigo, hasta la eternidad, si la Providencia por su infinita misericordia no dispone otra cosa.”

José Félix Esquivel y Aldao (Fray Félix Aldao)

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