“El poema crea al poeta. Gracias al poema, el ser multiplica sus perspectivas y permite volver a encontrar sus profundidades y sus fundamentos.”
Paul Bélanger
En la habitación desnuda de sangre fría
un alma helada ¿qué hemos hecho de nuestro tiempo
repartido ? Pues el invierno es duro y el horizonte sin medida
la muerte tendida en su lecho lo espera
más él tarda en reunirse con ella en su espíritu
un llano se pierde a lo lejos no le ve
el fin puede uno por alguna razón golpear el aire
con su frente pero se pregunta como
atravesar el pasillo que le separa de si mismo
sin perderse ya no duerme
él la acecha desde entonces desde la pequeña luz de la tarde
Paul Bélanger
En un día gris de noviembre
En un día gris de noviembre, él escribe a un amigo que
recorre un castillo y se extravió en el dédalo, la bruma
fue subiendo, más abajo el pueblo despareció;
evoca el choque brutal de esa traición de la luz y se pregunta
lo que se espera de él, la mirada perdida en la pendiente
del acantilado;
él colocaría con gusto su vida en una mano que lo guareciera,
sin esperar nada;
un ruido quebrante su atención, un grabado en el muro
muestra el pueblo de otra época.
Paul Bélanger
LA CASA MUERTA
(HAMLET EL EMPAREDADO)
Hamlet espera que se abra
el portal para salir
de su soledad al aire libre
imagen
sin darse cuenta
de su descomposición
en este movimiento pútrido
de su agonía en el borde
de las aguas muertas
el horizonte no está tranquilo
lanza sus piedras a lo lejos
cuarenta y siete veces
cuarenta y siete veces
las retoma.
Paul Bélanger
Origen de los meridianos
Qué pasos escucharán el silencio
de la tarde, qué sonidos
del más grave al más agudo
sembrarán en la tierra infértil
las flores ilusionadas por el día
la agitación que huye de las alas
de las aves en la piel del aire
qué bocas absorberán el río
aproximándose a sus labios como un cáliz
qué horas de amargura enterrarán
tus huesos, pensaba yo.
Frente al hielo sin fin
donde sólo resplandece un pálido sol
ese mito de una superficie
sin fin descubres tú acaso la raíz
luminosa de un nombre aún oculto
la historia muda de su canto
cuya sangre y ceniza esparcidas
en los campos de Europa regresan
* * *
la vocal maldita de un tren
atravesando lo insostenible
el aullido insomne de la noche
mientras que la orgullosa imagen
obstruye la certeza de tus raíces.
* * *
Hasta qué grado percibes que el tiempo
abre frente a ti el paisaje
imperceptible de tu espera; qué esperas
de la declinación de los crujidos
en los leños
—como la expresión de tu conciencia.
¿Bebes un agua tan clara?
La corneja volaba hábilmente, pero
será que de verdad pasó
de igual modo escribes tú en la noche
vigilado por el reloj
que desplaza las palabras y crea
una líquida montaña.
El ave desafiaba tu memoria
y el paisaje más hacia el este
se transformaba sin tropiezo
emergiendo de lo oscuro.
Estabas vacío,
sin aliento; sin embargo
ante tus ojos la bóveda constelada
permanecía visible y familiar
en tu caos interno.
* * *
Balbuceas insultos
y embrollas hasta el origen
tus meridianos
en un anhelo depredador
que te sorprende.
Los gemidos del intruso
surgido del azar de las calles
los saboreas en tus resquicios.
El ojo se agranda fuera de tu voluntad
en todos lados, puertas se abren
si caemos en el fondo de las aguas.
El alba quemaba los labios
del joven ahogado
en la introspección que aflora dentro del alma
un silencio pleno.
Desde antes le concederías acaso a la mañana
su máscara azul, la tierra
sellada en sus brocales,
la desaparición
de tu nombre en su piel.
Paul Bélanger
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