Uno no dice que un libro «no debería haberse publicado» solo
porque sea un mal libro. Después de todo, se imprimen kilómetros de tonterías a
diario sin que nadie se queje.
Rebelión en la granja
George Orwell
Si algo significa la libertad es el derecho a decirle a la
gente lo que no quiere oír.
Rebelión en la granja
George Orwell
El hombre es el único enemigo real que tenemos. Quitemos al
hombre de la escena y la causa fundamental del hambre y del exceso de trabajo
desaparecerá para siempre.
Rebelión en la granja
George Orwell
» Y recordad, camaradas, que no hay que flaquear. Ningún
argumento os tiene que desviar del camino. No prestéis nunca atención cuando os
digan que el hombre y los animales tienen un interés común, que la prosperidad
de uno es la prosperidad de los otros. Mentiras. El hombre no sirve a los
intereses de ninguna criatura, salvo a los suyos. Que, entre nosotros, los
animales, haya una perfecta unidad, una perfecta camaradería en la lucha. Todos
los hombres son enemigos. Todos los animales son camaradas.»
Rebelión en la granja
George Orwell
—¿Y podré seguir usando cintas en la crin? —preguntó
Marieta. —Camarada —dijo Bola de Nieve—, esas cintas a las que tanto cariño
tienes son el símbolo de la esclavitud. ¿No entiendes que la libertad vale más
que esas cintas? Marieta asintió, pero no parecía muy convencida.
Rebelión en la granja
George Orwell
Día y noche velamos por vuestro bienestar. Es por vuestro
bien que bebemos la leche y comemos las manzanas. ¿Sabéis qué ocurriría si los
cerdos no cumpliéramos con nuestro deber? ¡Volvería Jones! ¡Sí, volvería Jones!
Y no creo, camaradas —exclamó Chillón, casi suplicante, brincando y moviendo la
cola—, que ninguno de vosotros quiera ver de nuevo a Jones.
Rebelión en la granja
George Orwell
—¡Ah, eso es diferente! —dijo Boxeador—. Si lo dice el
camarada Napoleón, debe de ser cierto.
Rebelión en la granja
George Orwell
Aconsejo a todos los animales de esta granja que tengan los
ojos muy abiertos. ¡Hay motivos para pensar que algunos de los agentes secretos
de Bola de Nieve se esconden entre nosotros en este momento!
Rebelión en la granja
George Orwell
—No lo entiendo. Nunca hubiera creído que podrían ocurrir
estas cosas en nuestra granja. Debemos de tener algún defecto. Para mí, la
solución es trabajar más duro. A partir de ahora me levantaré una hora más
temprano todas las mañanas.
Rebelión en la granja
George Orwell
Trébol miró ladera abajo y se le llenaron los ojos de
lágrimas. Si hubiera podido expresar sus pensamientos, habría sido para decir
que no era eso lo que habían querido al ponerse a trabajar, hacía años, por el
derrocamiento de la raza humana. No eran esas escenas de terror y masacre lo
que buscaban la noche en que el Viejo Comandante los había incitado a la
rebelión. Si hubiera tenido alguna imagen del futuro, habría sido la de una
sociedad de animales liberados del hambre y del látigo, todos iguales, cada uno
trabajando de acuerdo a su capacidad, los fuertes protegiendo a los débiles,
como ella había protegido a la nidada de patitos perdidos con la pata delantera
la noche del discurso del Comandante. En cambio —no sabía por qué—, habían
llegado a un momento en el que nadie se atrevía a decir lo que pensaba, en el
que perros feroces y gruñidores andaban por todas partes y en el que había que
presenciar cómo despedazaban a camaradas que habían confesado crímenes atroces.
No era su intención rebelarse ni desobedecer. Sabía que, a pesar de la
situación actual, las cosas estaban mucho mejor que en tiempos de Jones, y que
sobre todo había que impedir el regreso de los seres humanos. Pasara lo que
pasase, permanecería fiel, trabajaría duro, obedecería las órdenes que le
dieran y aceptaría el liderazgo de Napoleón. Aun así, no era en eso donde ella
y todos los otros animales habían puesto su esfuerzo y sus esperanzas. No era
para eso que habían construido el molino de viento y se habían enfrentado a los
perdigones de la escopeta de Jones. Tales eran sus pensamientos, aunque le
faltaran las palabras para expresarlos.
Rebelión en la granja
George Orwell
Parecía, de alguna manera, que la finca se había enriquecido
sin hacer más ricos a los propios animales... excepto, claro está, a los cerdos
y a los perros. Eso quizá se debía en parte a la cantidad de cerdos y de perros
que había.
Rebelión en la granja
George Orwell
Entre ellos nadie llamaba a otro «amo». Todos los animales
eran iguales.
Rebelión en la granja
George Orwell
Por una vez, Benjamín aceptó quebrantar sus normas y le leyó
lo que estaba escrito en la pared. Ahora no había allí más que un solo
mandamiento, que decía:
TODOS LOS ANIMALES
SON IGUALES,
PERO ALGUNOS ANIMALES
SON MÁS IGUALES
QUE OTROS.
Rebelión en la granja
George Orwell
—¡Usted tiene que lidiar con los animales inferiores —dijo—,
y nosotros con las clases inferiores! Esa agudeza los hizo reír con ganas, y el
señor Pilkington volvió a felicitar a los cerdos por las bajas raciones, las
largas horas de trabajo y la ausencia general de mimos que había observado en
la Granja Animal. Y ahora, dijo, por último, pediría a los invitados que se
levantaran y se aseguraran de tener los vasos llenos. —Señores —concluyó el
señor Pilkington—, señores, propongo un brindis: ¡por la prosperidad de la
Granja Animal!
Rebelión en la granja
George Orwell
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