A los reales seguidores del realismo

No es, como gustan decir, la voluntad
implacable de nombrar la experiencia
de quien ha sufrido y por eso desecha
el recurso del adorno mortecino. Es,
en todo caso, su confianza en los sustantivos,
su adjetivación rala y apenas expresiva
y cualquier atisbo de acción subordinado
a la persistencia y fijeza de una imagen.
Suyo el artificio, en fin, de que el verso
existe porque en algún lado se vivió,
no de que el verso es la vida y lo intolerable.

Sergio Raimondi


La literatura será sometida a investigación (Brecht, 1939)

Se trata de poner en tela de juicio la literatura
con criterios no creados por ella; o sea:
de tensar los versos ante la acción del fuego
y de calificarlos no con el lápiz sino con el cuchillo,
por ejemplo, o una sierra cariada o el carozo
de un durazno. Poesía y ferretería, destornillador
y vocal, metonimia a 220, en morsa la metáfora
a ser por el toc ajustada del martillo.
Las herramientas no están terminadas aún.
Y quien cree que se trabaja día a día en ellas,
chispas de la soldadora entre almanaques amarillos,
vidrio y alcohol entre fórmulas erradas,
salsa y serrucho en patios, galpones y cocinas
de casas ubicadas fuera del radio de la urbe
o en el centro mismo de su fragor cotidiano
un poco desvaría y se engaña.

Sergio Raimondi



La naturaleza no es un Banco

Aunque el haz segado de trigo, a la luz última del día,
asemeje su brillo al que tiene el oro, la Naturaleza
no es un banco, y la flexibilidad de la vara no admite
metáfora económica ninguna, salvo cuando restalla.
Y así las grandes cosechas favorecidas por la lluvia
no alcanzaron allá por mil ocho setenta a amortiguar
el déficit provocado por los importantes empréstitos
firmados en Londres que habían permitido extender
el crédito vacante con el que se había creído pagar
la trilladora a vapor. Se importó para exportar, no
para no importar más. Un año o dos sin nubes a la vista,
y la trilladora urgida de algún repuesto, y el número
ingente de la deuda, blancos huesos, seco el junco
del fisco junto al arroyo seco, una escena romántica,
al azar del modélico destino liberal que copia y copia
como la literatura de sus ociosos, mucho, mucho y mal.

Sergio Raimondi


Qué es el mar

El barrido de una red de arrastre a lo largo del lecho,
mallas de apertura máxima, en el tanque setecientos mil
litros de gas-oil, en la bodega bolsas de papa y cebolla,
jornada de treinta y cinco horas, sueño de cuatro, café,
acuerdos pactados en oficinas de Bruselas, crecimiento
del calamar illex en relación a la temperatura del agua
y las firmas de aprobación de la Corte Suprema, circuito
de canales de acero inoxidable por donde el pescado cae,
abadejo, hubbsi, transferencias de permiso amparadas
por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca; ahí:
atraviesa el fresquero la línea imaginaria del paralelo, va
tras una mancha en la pantalla del equipo de detección,
ignorante el cardumen de la noción de millas o charteo,
de las estadísticas irreales del INIDEP o el desfasaje
entre jornal y costo de vida desde el año mil novecientos
noventa y dos, filet de merluza de cola, SOMU y pez rata,
cartas de crédito adulteradas, lámparas y asiático pabellón,
irrupción de brotes de aftosa en rodeos británicos, hoki,
retorno a lo más hondo de toneladas de pota muerta
ante la aparición de langostino (valor cinco veces mayor),
infraestructura de almacenamiento y frío, caladero, eso.

Sergio Raimondi





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