Enredadera
Lo cordial y correcto es servirle el café
oloroso y fuerte
como un hombre desnudo en una taza
y beberlo mientras aún esté caliente
luego voltea a la ventana
su mirada se infecta de una luz enorme
“¿Viste como la enredadera está subiendo por el muro?”
reparo finalmente en como en poco tiempo
ha pasado de unos brotes
a amenazar las fronteras
las barreras imaginarias
que separan a los mareros los balazos y la gente nefasta
de mi pequeño mundo de ópera y poesía
quizás si me conociera
dejaría de apretar sus dedos vegetales contra mi miseria
¡Apúrate amante!
El café se enfría
se me conoce por la plasticidad gélida
de mis artes amatorias
y no me entrego
a quien no sabe beber
siquiera un café
Marlon Francisco
Fui a verte
estabas desdibujado por la lluvia
como un cuadro de Matisse
hecho de acuarelas y bullicio
Cargabas un siglo de luces en el cuello
una muchedumbre de marsopas
resoplaban canciones de cristal
Eras la noche en fuga
la desesperada armonía de mil pasos
esquivando la jauría
de vehículos y rostros anónimos
Te reconocí con sólo olerte
con inhalar el narcótico perfume de tu piel
estabas sentado entre un sinfín de nazarenos
contando lágrimas y monedas
(seguían cabales las unas y las otras
sin pérdidas ni ganancias)
mi voz se soltó de la correa
fue al ominoso encuentro de tus manos
y se acomodó hasta el fondo
buscó incendiar con ámbar las tinieblas
hacer que por un segundo
me vieras entre el gentío
Y así nos encontramos sin tanto protocolo
Vos no me estabas esperando
ni siquiera sabías de mi existencia
Sólo te limpiabas las heridas
te sentabas a esperar que el camino
se desembarazara de sombras
se llevara entre los pasos
una mínima porción de tus tristezas
Por eso ahora
camino solamente de noche
y llevo siempre una vela extra
y una palabra dulce
por si acaso…
Marlon Francisco
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