Canción de la cima

La diferencia no es nada que puedas ver — sólo
el borde adornado del aire
sobre aquellas piedras, y el aire penetrando
en la profundidad del pulmón, como un largo colmillo,
limpio como el magnesio. La respiración
siempre excava un cuenco,
no deja nada en la sangre
sino una copa
vacía, en la que se puede beber
todo lo que la mente encuentre— luz
amarga o brillante oscuridad o el rincón
frío de la distancia sin medida.
Esto es lo que permanece: la sangre colmada
en busca de la vena,
con sabor a diente templado y llama extinta.

Robert Bringhurst



El pez que vivió para contarlo

Una vez hubo un solo pez. No tenía ningún
recuerdo. Murió pronto.

Después hubo dos peces. Se peleaban. Se les llegó
a dar muy bien.

En otra parte, tres peces. Tres peces
bastaban: podían nadar en círculos.
Se comieron entre ellos.

Cuatro peces. Primero se pelearon, después
mantuvieron dos luchas simultáneas, después una pelea
circense. Uno de ellos abandonó a tiempo,
quedando tres. Así es como de vez en cuando los mansos
heredan el territorio (el pozo de los deseos, en este caso)
por un momento. Entonces comienzan a soñar. Son
mansos; han visto el combate.

Robert Bringhurst



"En la literatura oral nativa hay oraciones, historias y discursos, pero el género más importante es el mito. En el mundo mítico todo está vivo, y todo lo vivo puede hablar. Los árboles y las rocas, las montañas y los bosques, los osos y las ballenas pueden interactuar con los seres humanos cara a cara y mirándose a los ojos. Estas literaturas ponen a los humanos en el sitio justo, como una especie entre muchas, en vez de pretender que somos la única especie de importancia."

Robert Bringhurst




Esto es el oscuro corazón del hueso
respirando como los pinos, esto
es el corazón como una garra en la tierra. 

Robert Bringhurst




Estos poemas, dijo ella

Estos poemas, estos poemas,
estos poemas, dijo ella, son poemas
que no tienen amor. Son los poemas de un hombre
que dejaría a su mujer y a su hijo porque
hacían ruido en su estudio. Estos son los poemas
de un hombre que mataría a su madre para cobrar
la herencia. Estos son los poemas de un hombre
como Platón, dijo ella, aludiendo a algo que no
entendí pero que igualmente
me ofendió. Estos son los poemas de un hombre
que prefiere acostarse consigo mismo que con una mujer,
dijo ella. Estos son los poemas de un hombre
con ojos como cuchillas afiladas y manos
de carterista, tejidas con agua y lógica
y hambre, sin una fibra de amor en ellas. Estos
poemas son tan desalmados como el canto de las aves,tan faltos de intención
como las hojas del olmo, que si aman, aman apenas
el vasto cielo azul, el aire, y la idea
de las hojas del olmo. El amor propio es un fin, dijo ella,
y no un comienzo. Amor significa amor
por la cosa cantada, y no por la canción o por el canto.
Estos poemas, dijo ella…
                                          Él dijo: eres
hermosa.
Pero eso no es amor, dijo ella con razón.

Robert Bringhurst



"La escritura es el lenguaje en estado sólido."

Robert Bringhurst



"La estructura fractal de la narrativa oral paleolítica fue descubierta en primera instancia por un lingüista llamado Dell Hymes. No llamó fractales a estas estructuras; en realidad, no se dio cuenta de que lo eran, pero tampoco se le ocurrió a nadie más. Benoît Mandelbrot, el matemático que descubrió los patrones fractales, lo hizo a comienzos de la década de 1970. En 1975 publicó su descubrimiento y acuñó el término «fractal». Hymes había comenzado a encontrar patrones de este tipo en la narrativa oral nativa de América quince años antes. Pero Hymes no leía demasiadas matemáticas francesas, al igual que Mandelbrot no leía etnolingüística nativa. Sus percepciones no convergieron hasta final de siglo. Cuando era joven, Hymes fue amigo y compañero de habitación en la universidad del poeta Gary Snyder, así que estuvo muy expuesto a la poesía americana moderna: William Carlos Williams, Ezra Pound, Charles Olson y, por su puesto, el propio Snyder. Cuando Hymes empezó a encontrar patrones fractales en la narrativa nativa de América y buscaba maneras de hacerlos visibles, la poesía moderna vino en su ayuda. Dividió las historias en actos y escenas, las escenas en estrofas y éstas en frases, utilizando diferentes sangrados para resaltar los estratos. Todo el que se dedica a esto tiene su propio método, pero estamos todos en la senda de Hymes. La notación que utilizamos debe algo a Williams, a Pound, a Whitman..."

Robert Bringhurst



LA PIEDRA DE GROENLANDIA

Dioses inmersos en el enmascarado
aire de América del Norte
desaparecen como la criolita,
desaparecen como el áncora
de piedra blanca del kayak que golpea
el agua luminosa y azul del ártico.
La nieve que cae sobre la piedra
se desvanece cuando la luz que cae se desacelera
al igual que el corazón ensimismado; y la calcedonia
musgosa de los ojos
y el tuétano húmedo de la mente
se aclaran, cuando se acelera.

Robert Bringhurst



"Las armas, para ella, eran necesariamente espantosas, y la belleza era pacífica, gentil, y no llevaba armas. […] Pero las auténticas armas raramente son feas, la auténtica belleza raramente va desarmada, y las categorías morales sí colisionan, todo el día y toda la noche."

Robert Bringhurst
 La belleza de las armas




"Los haida sufrieron enormemente a consecuencia de la invasión europea, como todas las naciones nativas de las Américas. Algunos lo han superado, pero muchos otros están todavía heridos y desorientados, son profundamente desconfiados y siguen violentamente enfadados. Tienen todo el derecho a estarlo durante el tiempo que puedan aguantar sentirse así. Pero las personas heridas y enfadadas hacen insensateces a menudo: por ejemplo beber demasiado, insultar a sus amigos o maltratar a sus mujeres e hijos.

La nación haida es hoy un éxito político. Sus líderes son inteligentes, tienen confianza en sí mismos, están preparados para la diplomacia y están ocupados en asuntos de importancia: reivindicaciones territoriales y reparaciones o grandes negocios y juicios, donde hay mucho dinero en juego. Si aparece un asunto menor –un nuevo libro de arte haida o mis traducciones de literatura haida–, en ocasiones los líderes pasan el tema a una persona más joven que está aprendiendo, o un hombre o mujer joven se lo apropian sin que nadie se lo pida, para tratar de hacerse un nombre. Ahí es donde se generan los problemas. Una persona joven que no entiende su propio enfado y que quiere desesperadamente ganar relevancia como defensor de su gente necesita encontrar un enemigo.

Si una cosa así salta a la prensa, se añade un ingrediente más de confusión a la escena. En casos como éste, el periodista generalmente echará mano del cliché que tenga más a mano. A menudo habrá indios y vaqueros, al estilo postcolonial, por lo que sólo cabe decir que estoy robando y malinterpretando la herencia haida. Los hechos pueden ser que estoy colmando de alabanzas la literatura haida, mostrándome enormemente respetuoso con ella, dilucidando sus propiedades y demostrando mi punto de vista a través de una recopilación de documentos a los que los propios haida habían perdido la pista. Muchos de los haida saben que los hechos son así, pero el periodista necesita el ritual del combate y ésto sólo arruinaría su crónica.

No preveo que los haida olviden alguna vez lo que les han hecho, y no veo por qué deban hacerlo. Pero las viejas heridas están sanando y la sangre no fluye. La pregunta más difícil es, ¿qué tenemos que hacer para dar a la trágica historia de la interacción entre nativos y colonizadores una oportunidad de un final más feliz? A mí me parece que Canadá debe abandonar su vieja imagen de sí mismo como un imperio colonial bilingüe y aceptar su verdadera identidad como una mixtura de experiencias e ideas indígenas e importadas. Debe convertirse, como dice John Ralston Saul, en una nación métis [etnia canadiense fruto de matrimonios mixtos entre indígenas y europeos, que se constituyó como colectivo independiente durante el siglo XVIII]. Pero ésa es una historia que, de nuevo, los periodistas canadienses no han aprendido a contar y que muchos canadienses no han aprendido a escuchar. Ése es el verdadero problema, y a mí no me parece que se esté avanzando hacia una solución o se está avanzando demasiado despacio. No es una herida, es una enfermedad. Y no necesitamos parar el flujo de la sangre. Necesitamos hacerla correr por arterias y venas."

Robert Bringhurst




"... me enfurece que la gente trate a los grandes narradores de mitos nativos de América como irreconocibles, indiferenciados y anónimos portadores de la cultura tribal. ¡Cada uno es tan diferente, tan singular! Algunos, en ciertas comunidades, son tan modestos que no quieren ser mencionados, pero los haida que hablaron con Swanton raramente eran tan tímidos. Merecen ser reconocidos como seres humanos reales, como verdaderos artistas. También es cabal para el resto de nosotros estar familiarizados con su particular maestría. Cuando es así no los puedes confundir, del mismo modo que no confundes a Machado con García Lorca, o a Tiziano con Mantegna."

Robert Bringhurst


Parábola de las voces

Detrás del corazón
hay un músico sordo
que golpea un tambor
roto; mira a los animales
atravesar de un salto
el aro de nuestra voz.

Es otra tierra, el aire,
llena de madrigueras:
los animales entran
y salen por las puertas
de nuestra voz. En nuestra voz se arrojan
en clavado los pájaros acuáticos.

Robert Bringhurst




"Son los ancianos a los que principalmente quiero escuchar, y la mayoría de ellos ya no están."

Robert Bringhurst



"Transcribir una literatura oral es una tarea descomunal que se ha hecho con acierto en varias ocasiones, pero cualquier trascripción efectiva es un suceso extraordinario. Se necesita como mínimo a un poeta oral de primer orden –o preferiblemente varios– que esté dispuesto a poner en práctica su arte frente a un desconocido. Se necesita un lingüista de formación sólida con inteligencia literaria, enorme paciencia y determinación, y algo de calado humano y respeto por las personas con las que está trabajando. También, una situación y una ubicación hospitalaria, donde el arte pueda florecer, lo que puede significar una audiencia nativa dispuesta a tolerar al desconocido entre ellos. Puede que se requiera además un intérprete que medie entre el lingüista y el narrador del mito, y como todos los implicados tienen que dedicar mucho tiempo, también se necesita algo de dinero para respaldar el proyecto.
Ese tipo de lingüistas escasea, quizás incluso más que los buenos narradores de mitos, ya que la profesión atrae a muchos que quieren preservar la lengua en formol. Hay más de un centenar de lenguas norteamericanas nativas en las que existe un corpus bastante sustancial de literatura oral transcrita. He leído casi todas esas transcripciones, o todas las accesibles, ya estén impresas o en manuscritos (hay muchas que nunca han sido publicadas). También he leído una buena muestra de ese tipo de textos de otros lugares del mundo. En mi opinión, las historias haida dictadas a John Swanton en 1900 y 1901 incluyen parte de la mejor poesía oral que se haya trasladado jamás a las escritura."

Robert Bringhurst


















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