A Natasha

Natasha,
el crimen
es un escabeche
que se hace poniendo carne y sangre en sal.
El setenta por ciento es sal.

Petersburgo, como un poema de Baudelaire,
huele a sodio por todas partes.
Después de lanzarme a las ruedas de un coche de caballos,
yo también pude saberlo:
aún en el dolor de muelas hay placer.
¿Por qué Sonia, pese a que vendió su cuerpo,
se convirtió en un ángel?
Añorando la luz,
esperamos ahora la noche.

El príncipe Valkovski,
un holgazán que no hizo nada en esta vida.

Kim Chun-su
Nota: Natasha, Sonia y el príncipe Valkovski son personajes creados por Fiodor Dostoievski.



Con todo mi respeto a mi maestro Stavrogin

Con una planchuela enrojecida al fuego
puedo achicharrarme el costado.
Con un cuchillo me levanto las uñas de la mano
y también las uñas de los pies.
¿Cuánto podré aguantar?,
mido la altura de mi imaginación.
Demasiadas palabras y demasiados problemas,
es la metafísica de la torre de babel
que yo sacudo.
Digo derrúmbate, derrúmbate
hasta que se derrumbe.
Sin embargo, como le sucedió a un poeta,
una espina verde de la primavera tardía
se me clava. Finalmente me mata.

Esta es la realidad.
Un corpezuelo físico compuesto de siete partes de agua,
¿qué haré con esta vergüenza,
maestro?

A punto de suicidarse,
su estúpido discípulo Kirilov.

Kim Chun-su




Flor

Antes de pronunciar su nombre
no era más que un gesto.
Cuando lo pronuncié
vino a mí,
se convirtió en flor.
Ahora dame un nombre.
Uno apropiado a mi color y aroma,
así como yo le nombré,
de modo que vaya
y me convierta en tu flor.
Todos anhelamos
convertirnos en algo.
Tu para mí y yo para ti
ansiamos convertirnos
en un gesto inolvidable.

Kim Chun-su


La nieve que cae en la aldea de Chagall

En la aldea de Chagall nieva en marzo.
En las sienes del varón que de pie espera la primavera
laten trémulas
sus venas recién brotadas.
La nieve, que se ha puesto miles de alas,
cae del cielo y cubre
los tejados y las chimeneas de la aldea de Chagall
acariciando las venas recién brotadas
en las trémulas sienes del hombre.
Cuando nieva en marzo en la aldea de Chagall,
los frutos invernales pequeños como caca de ratón
se tiñen de nuevo de color oliva
 y por la noche las amas de casa
alimentan en el fogón
el fuego más hermoso del año.

Kim Chun-su



Mi poema

Se dice
que mi poema es
un adorno lujoso.
Está bien dicho.
Oscar Wilde dijo que
el adorno
“no se deteriora con ningún otro sentido”.
Así es.
La mariposa, adorno de níquel, posada en el armario
no tiene predicado.
Como el sol y la luna en el cielo, mi poema
“no se deteriora
con ningún otro sentido”.
Aun a los treinta y nueve centígrados mi poema
se levanta la solapa.

Kim Chunsu



Piedra

¡Oh, piedra!
Madre mía
que me engendraste en aquella tenebrosa oscuridad;
las niñas de mis ojos, mi pelo,
todo lo que va a nacer
es un secreto de tu viejo sueño.
No me des un nombre
todavía.
Guarda
mi nombre
en tu oscuridad más deslumbrante
hasta que, rompiendo el silencio, te levantes
sin poder soportar el peso
de las lunas.

Por ese Yo jamás visto,
el Yo innumerable ha desaparecido en la oscuridad...
¡Oh, piedra!
¡Oh, piedra que sueñas!

Kim Chun-su






















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