"Acabé empezando a patrullar las aguas de Mavericks, a entrenar a los surfistas en técnicas de rescate y en reanimación cardiopulmonar. Fue para cubrirnos, para cuidarnos entre nosotros.
La mala fama de Mavericks creo que lo hizo más famosa todavía. Para surfear y sobrevivir a Mavericks tenías que engañar a la muerte. No soy un gran fan de esa notoriedad, y la reputación que Mavericks te podía matar. Estaba más preocupado que seguir vivo y de que mis amigos siguieran vivos."
Jeff Clark
“Es la culminación de tu vida de surf cuando te giras y remas tu ola en Mavericks.”
Jeff Clark
"La realidad es que surfear las olas gigantes es peligroso y que puedes morir. Tener tres barcos en el agua, motos de agua, un helicóptero y no llevar un registro de los surfistas que están en el pico... me quedé sorprendido."
Jeff Clark
"Tienes que coger esa ola y lograr bajar por toda su cara antes de que reviente y se vuelque por encima de ti. Nunca pensé en hacer algo semejante.
Comencé a observarla y a estudiarla hasta que llegó ese día en el que las condiciones eran perfectas. Era una balsa de aceite. Las olas aparecían en formación con un ritmo acompasado.
Cuando estás tú solo haciendo algo que está al filo de los límites asumes que tienes que ser muy cuidadoso, muy calculador. No intentas nada que no crees que podrás lograr el 99% de las veces. No te puedes permitir cometer un error en ese momento, por lo que eres paciente.
Comencé a remar hacia el mar y recuerdo que la corriente era muy fuerte porque la marea estaba a su máximo nivel. Tenía que bordear un arrecife y recuerdo luchar entre las olas. Finalmente pude llegar hasta el pico. Hay rocas a unos 475 metros de la playa que sobresalen levemente del agua. Después de esas rocas hay plataformas debajo del agua que tienen la forma de tu mano. Parecen como espaldas de cocodrilos en el suelo del océano, con la cola apuntando hacia el noroeste.
Cuando la ola comienza a sentir la cola del cocodrilo reduce su velocidad un poco. Al tiempo que se dirige hacia el arrecife en Mavericks, pierde profundidad y en el medio asoma la forma de una cuña. Esa cuña golpea de repente en una plataforma que está a sólo 4,5 metros de profundidad, es como si alguien se tropezara.
En el momento en el que llegó la ola, me di la vuelta y ya no había vuelta atrás, estaba totalmente decidido. Con la cabeza abajo comencé a remar lo más fuerte que puede, sólo buscaba descender, atemorizado, tratando de mantener la velocidad para dejar atrás a esa cosa. Y lo logré. Me escapé. No hay nada más satisfactorio que ver algo que estuviste observando por tantos años, estudiándolo y luego hacer lo que pensaste que podías hacer.
Pero nadie más estaba con ganas de hacerlo. Durante años estuve tratando de que la gente me escuchara y me acompañara allí. Pero nadie quiso hacerlo."
Jeff Clark
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