"El utilitarismo es considerado aquí, como teoría ética, según la cual nuestra conducta(conducto), en toda circunstancia, es objetivamente justa, es decir que producirá, sobre el conjunto (o todo), la cantidad más grande de felicidad. Es decir de tomar en consideración totalmente cuya felicidad es afectada por dicha conducida. Esto nos alumbraría si llamábamos este principio y el método sobre el cual sería fundado, el principio de "Hedonismo universal ". Pues me corrí peligro de utilizar este término(plazo) a pesar de su aspecto pesado.
(…)
Supongamos entonces, que la felicidad media de los seres humanos sea una cantidad positiva. Parece claro, que si se supone que esta felicidad media no disminuye, entonces el Utilitarismo nos empuja a aumentar, en la medida de lo posible, al número de personas que goza de esta felicidad. Pero, si es posible prever que un aumento del número (de persona feliz) sea acompañado por una disminución de (la cantidad) media de felicidad, o vice-versa, surge entonces un problema que jamás ha sido levantado(indignado) y que parece haber sido olvidado por muchos utilitaristas.
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Si se dice que para el Utilitarismo el fin de toda acción es la felicidad de todo y no la felicidad de un solo individuo, salvo si está considerado como un elemento de todo, resulta que si la población suplementaria goza del conjunto de la felicidad positiva, debemos entonces calcular la cantidad de felicidad ganada por el número (de personas) suplementaria con relación a la cantidad de felicidad que pierde el resto (de la población). Esto nos permitirá concebir en cuales límites, según los principios utilitaristas, podemos animar el aumento de la población. No se trata de calcular la mejor felicidad media posible, (…) Pero de calcular en cual momento al número de personas que vive en esta felicidad media alcanzada el máximo.
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La doctrina utilitarista no parece tener de solución al problema siguiente: hay que por lo menos aumentar a principios de búsqueda(investigación) de la felicidad más grande, un principio de justo y la distribución legítima de esta felicidad. El principio que la inmensa mayoría de los Utilitaristas adoptaron tácitamente o expresamente es la de la igualdad pura - como en la fórmula de Bentham: " cada uno cuenta para uno y nadie cuenta para más sólo uno. " Este principio parece ser el único que no necesite una justificación especial porque, como le vimos, debe ser razonable de tratar a todo hombre del mismo modo, si no hay razón aparente para tratarlo de otro modo. (Book IV, c. I)
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Si consideramos la relación entre la ética a la política, de un punto de vista de Utilitarista, la cuestión: " ¿ cuáles normas de conducta para los gobernados deberían ser elaboradas por legisladores y aplicadas por jueces? ", será determinado por la misma reflexión sobre la previsión de las consecuencias utilizada en todas las cuestiones de moralidad privada. Ensayaríamos, confrontándolos entre ellos, los efectos de tales reglas sobre la felicidad general. En la medida en que separamos la teoría utilitarista de la conducta de la de la legislación, y preguntamos quién premia(sobresale,supera), la respuesta sería diferente según las diferentes partesdel código jurídico. (Book IV, c. III)
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La cuestión según la cual todo deseo puede ser cualificado, en cierta medida, de dolor, es de orden psicológica más bien que ética; mientras está admitido que esto es, a menudo, no por muy doloroso, en toda comparación, a su intensidad como desea, de tal modo que su impulsión voluntaria pueda ser explicada sólo como siendo una aversión de su propio dolor. (…) Las impulsiones activas conscientes son tanto alejadas de la realización del placer o de evitar el dolor, que podemos encontrar por todas partes en la conciencia de las impulsiones suplementarias dirigidas hacia algo que no sea el placer ni el alivio del dolor. Así, de una parte, la parte(partida) más grande de nuestro placer depende de la existencia de estas impulsiones, mientras que, por otra parte, son a menudo incompatibles con deseo de nuestro propio placer y mientras que estos dos tipos de impulsiones coexisten difícilmente en el mismo momento de conciencia. Y, ocasionalmente (pero probablemente jamás) ambas (pulsions) llega a un conflicto irreconciliable y actúan de manera opuesta. Esta incompatibilidad (que que sea importante de observarlo en otros casos), está particularmente presente en las impulsiones cuyo fin compite, en el debate ético, con placer: tal como el amor de la virtud para la virtud misma y el deseo de hacer lo que es justo.(Book I, c. IV)

Henry Sidgwick
The Methods of Ethics


"En lo que me concierne muchos de mis placeres –en particular aquellos de la vista, el oído y el olfato, así como una gran cantidad de emociones agradables– me llegan sin que yo pueda percibir una relación entre ellos y cualquier deseo previo."

Henry Sidgwick


"Es casi una banalidad el afirmar que este tipo de placeres, que podemos llamar placeres de Perseguir (Buscar), son mucho más importantes que los placeres de Alcanzar (Conseguir)… lo que frecuentemente es el caso en la búsqueda de la verdad, tanto científica como histórica."

Henry Sidgwick











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