Hojas de Ruta
Seguramente hay un rumbo
posiblemente
y de muchas maneras
personal y único.
Posiblemente haya un rumbo
seguramente
y de muchas maneras
el mismo para todos.
Hay un rumbo seguro
y de alguna manera posible.
De manera que habrá que encontrar ese rumbo y empezar a
recorrerlo. Y posiblemente habrá que arrancar solo y sorprenderse al encontrar,
más adelante en el camino, a todos los que seguramente van en la misma
dirección.
Este rumbo último, solitario, personal y definitivo, sería
bueno no olvidarlo, es nuestro puente hacia los demás, el único punto de
conexión que nos une irremediablemente al mundo de lo que es.
Llamemos al destino final como cada uno quiera: felicidad,
autorrealización, elevación, iluminación, darse cuenta, paz, éxito, cima, o
simplemente final… lo mismo da. Todos sabemos que arribar con bien allí es
nuestro desafío.
Habrá quienes se pierdan en el trayecto y se condenen a
llegar un poco tarde y habrá también quienes encuentren un atajo y se
transformen en expertos guías para los demás.
Algunos de estos guías me han enseñado que hay muchas formas
de llegar, infinitos accesos, miles de maneras, decenas de rutas que nos llevan
por el rumbo correcto. Caminos que transitaremos uno por uno.
Sin embargo, hay algunos caminos que forman parte de todas
las rutas trazadas.
Caminos que no se pueden esquivar.
Caminos que habrá que recorrer si uno pretende seguir.
Caminos donde aprenderemos lo que es imprescindible saber
para acceder al último tramo.
Para mí estos caminos inevitables son cuatro:
El primero, el camino del encuentro definitivo con uno
mismo, que yo llamo El camino de la Autodependencia.
El segundo, el camino del encuentro con el otro, del amor y
del sexo, que llamo El camino del encuentro.
El tercero, el camino de las pérdidas y de los duelos, que
llamo El camino de las Lágrimas.
El cuarto y último, el camino de la completud y de la
búsqueda del sentido, que llamo El camino de la Felicidad.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
—Hola. ¿Vas hacia allá? —Sí —contesto con una sorprendente
(para mí mismo) alegría—. ¿Vamos juntos? —Claro —me dice—, vamos. Yo respiro
profundo y me siento satisfecho. En todo el camino recorrido no había
encontrado nunca a un compañero de ruta. Me siento feliz sin saber por qué y,
lo más interesante, sin ningún interés especial en saberlo.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Cuando pienso en la palabra encuentro en el sentido en que
la cito en todo este libro, la asocio a la idea del descubrimiento, la
construcción y la repetitiva revelación de un nosotros que trasciende la
estructura del yo. Esta creación del nosotros adiciona un sorprendente valor a
la simple suma aritmética del Tú y Yo. Sin encuentro no hay salud. Sin la
existencia de un Nosotros, nuestra vida está vacía, aunque nuestra casa,
nuestra baulera y nuestra caja de seguridad estén llenas de costosísimas
posesiones. Y, sin embargo, el bombardeo mediático nos incentiva a llenar
nuestras casas, nuestras bauleras y nuestras cajas de seguridad de estas cosas
y nos sugiere que las otras son sentimentales y anticuadas. Los escépticos
intelectuales, ocupantes del lugar del supuesto saber, están siempre dispuestos
a ridiculizar y menospreciar a los que seguimos hablando desde el corazón,
desde la panza o desde el alma, a aquellos que hablamos más de emociones que de
pensamientos, más de espiritualidad que de gloria y más de felicidad que de
éxito. Si alguien habla del amor es un inmaduro, si dice que es feliz es un
ingenuo o un frívolo, si es generoso es sospechoso, si es confiado es un tonto
y si es optimista es un idiota. Y si acaso apareciera como una mezcla de todo
eso, entonces los falsos dueños del conocimiento, asociados involuntarios del
consumismo diletante, dirán que es un farsante, un improvisado y poco serio
mercachifle (un chanta, como se dice en la Argentina). Muchos de estos
jerarquizados pensadores configuran a veces la peor de las aristocráticas y
sofisticadas estirpes de aquellos que se muestran demasiado «evolucionados»
como para admitir su propia confusión o infelicidad. Otros están totalmente
atrapados en su identidad y no están dispuestos a salir de su aislamiento por
temor a que se descubra su falta de compromiso con el común de la gente. A casi
todos, seguramente, protegidos detrás de las murallas de su vanidad, les
resulta difícil aceptar que otros, desde recorridos totalmente diferentes,
propongan soluciones también diferentes.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Encontrarse con otro es como leer un libro. Bueno, regular,
malo, cada encuentro con un otro me nutre, me ayuda, me enseña. No es la
maldad, la inadecuación ni la incompetencia del prójimo lo que hace que una
relación fracase. El fracaso, si es que queremos llamarlo así, es la expresión
que usamos para decir que el vínculo ha dejado de ser nutritivo para alguno de
los dos. (No somos para todos todo el tiempo ni todos son para nosotros todo el
tiempo). Cada uno de los encuentros en mi vida ha sido como cada libro que leí:
una lección de vida que me condujo a ser este que soy.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Sobre finales del siglo XIX, principios del siglo XX,
empiezan a revisarse estas ideas y se hacen críticas importantes a Hegel y a
sus seguidores. Los post -freudianos critican el modelo del conflicto edípico
como explicación universal. Acusan al psicoanálisis de volver demasiado a La
Bruyère al sostener que el ser humano es esencialmente solitario y que se
conecta con los otros por un tema de necesidades (que define sobre todo desde
la teoría de lo sexual). Freud se destaca por darle a la sexualidad el lugar de
pivote sobre el cual giran casi todas las cosas. Si bien hay que aclarar que
para Freud el significado de «sexual» difiere mucho del concepto coloquial de
la palabra. Para el gran maestro lo sexual refiere a la libido, a la energía
que ponemos al servicio de las cosas, es decir, al interés sobre hechos y
personas. Lo sexual es mucho más que lo genital y puede no tener ninguna
relación con el pene o la vagina. La idea sería aproximadamente la siguiente:
Partiendo de la idea de La Bruyère que sostenía que el hombre se asociaba para
satisfacer un deseo que no puede completar en soledad, el pensamiento
psicoanalítico concluyó que, si el otro es un objeto de deseo para mí, esto me
llevará a juntarme con él. Hasta el concepto del instinto de muerte que liga al
inconsciente con la búsqueda de la autodestrucción suena ligado a la historia
del aislamiento esencial al que tendemos a volver (con la idea de la sociedad
como algo antinatural metido a presión en el ser humano). Si bien Freud es muy
posterior, de alguna forma está retomando aquellas ideas de La Bruyère, de
Montaigne y de Hobbes, a quien cita. La naturaleza humana, como el
inconsciente, es esencialmente solitaria y egoísta y se rige por el principio
del placer. Así que el debate no se termina en Hegel, ni en Nietzsche, ni se
termina en ninguno de estos pensadores. El debate sigue y posiblemente seguirá.
Porque es muy difícil decir: ahora que tenemos todo sobre la mesa, éstos son de
verdad los que dan origen a todas las ideas. Porque cuando después aparecen
Adler, Fromm y otros criticando las ideas de Freud, lo hacen también apoyados
en los que criticaron en su tiempo a La Bruyère o a Maquiavelo. ¿Pensar al
hombre como un ser solitario por naturaleza (como decía Montaigne o como dice
también el psicoanálisis en un principio) o como un ser esencialmente gregario
y de alguna manera incompleto cuando está solo y que necesita de los demás para
sentirse completo (como sostenía Rousseau)?
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Para Freud, nacer es abandonar un lugar maravilloso que es
el útero materno, donde somos acunados, alimentados y protegidos. Dicho así,
suena muy terrible. Sin embargo, esta conclusión es producto de una
interpretación de Freud, pero no es la única interpretación posible. Porque el
útero materno es un lugar maravilloso hasta el cuarto o quinto mes, después
empieza a ser tan incómodo que si el bebé no nace a los nueve meses se muere por
falta de oxígeno. Yo creo que el bebé nace porque ya no soporta más, porque
necesita librarse de este lugar que en realidad está asfixiándolo, apretándolo;
en cuanto el cuello del útero se dilata el bebé se toma un trabajo muy grande
para nacer. Nace para librarse de una situación que alguna vez fue maravillosa
y que hoy es de terror, así que nacer es el alivio de una situación de cárcel
donde si se queda se muere. En la vida hay situaciones muy parecidas. Te sentís
mal hasta que tocás fondo y entonces decidís hacer un esfuerzo, un movimiento,
buscando la salida. Quizás sea tan parecido, que a veces no nos animamos a
pensar que es lo mismo que nos pasó en la panza de nuestra madre: que una vez
fue maravilloso y que ahora es asfixiante, y nos quedamos ahí porque una vez
fue maravilloso… Aprender que el parto es un hecho liberador nos enseña a
revisar si las situaciones actuales que vivimos no han dejado de ser
maravillosas, y por haber sido antes placenteras las seguimos considerando así,
aunque hoy sean desastrosas.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
El mundo externo es una percepción, una abstracción. Yo
tengo un registro interno del afuera. Por eso tengo que tratar de entender que
el mundo del otro no es el mío, que no hay un mundo que podamos compartir.
Podemos hacer un espacio común y transitar por él. El mundo externo es el
estímulo y el mundo interno es la percepción, pero yo no tengo trato con el
mundo externo.
Por ejemplo, yo te veo y, para mí, vos sos como yo te veo.
Ahora, ¿cómo sos vos? Qué sé yo, cómo podría saberlo. Lo único que yo sé de vos
es como yo te veo. Del mismo modo, lo que vos sabés de mí es lo que vos ves, no
lo que yo soy. Es decir, no hay un mundo externo sobre el cual se pueda
referenciar. La mirada de las cosas tiene una cuota de relatividad tan grande
que las cosas se interpretan dependiendo de cómo se vean.
Un señor llamado Paul Watzlawick cuenta que en un
laboratorio donde se hacen experimentos con animales, un investigador está
tratando de hacer un reflejo condicionado con dos ratas en un laberinto.
Entonces, cuando el señor de guardapolvo blanco entra, una ratita le dice a la
otra: «¿Ves a ese señor de guardapolvo blanco? Lo tengo totalmente amaestrado,
cada vez que yo bajo esta palanca me da de comer».
Dos maneras de ver el mismo proceso, la situación es
exactamente la misma.
Admitir que el único mundo es el interno implica confiar en
la esencia del ser humano. Para creer que el único acceso al mundo es mi
percepción, tengo que imaginar al hombre esencialmente bueno, noble, generoso y
solidario. Si yo pienso que el ser humano es dañino, perverso, cruel y demás,
tengo que restringirlo, no puedo dejarlo en libertad.
Afortunadamente, hay seres humanos de estos dos tipos y,
como soy un optimista sin remedio, creo que el mundo está compuesto más por
gente esencialmente buena, noble, amorosa y solidaria, que por gente
destructiva, cruel y dañina. Será función de quienes nos creemos estas cosas
tratar de ver cómo educamos a todos aquellos que son así. En principio,
sabiendo que si le damos espacio y lugar al otro para que se desarrolle
naturalmente, lo que el otro desarrolla es lo mejor de él, no lo peor.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una
luz que le iluminara el camino a seguir. Todas las noches, al acostarse, le
pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su
vida. Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado
semimístico buscando recibir una señal divina.
Hasta que un día, paseando por un bosque, vio a un
cervatillo caído, tumbado, herido, que tenía una pata medio rota. Se quedó
mirándolo y de repente vio aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado;
estaba a punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se
comía al cervatillo de un solo bocado. Entonces se quedó mirando en silencio,
temeroso también de que el puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a
él. Sorpresivamente, vio al puma acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo
inesperado; en lugar de comérselo, el puma empezó a lamerle las heridas.
Después se fue y volvió con unas ramas humedecidas y se las acercó al
cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después se fue y
trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que cervatillo pudiera
comer. Increíble.
Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vio que
el cervatillo aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo,
lamerle las heridas y darle de beber. El hombre se dijo: ésta es la señal que
yo estaba buscando, es muy clara. «Dios se ocupa de proveerte de lo que
necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo
detrás de las cosas». Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su
casa y se quedó ahí esperando que alguien le trajera de comer y de beber.
Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días… pero nadie le daba
nada. Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al
cervatillo herido, pero no le daban nada. Hasta que un día pasó un señor muy
sabio que había en el pueblo y el pobre hombre, que estaba ya muy angustiado,
le dijo:
—Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme
creer que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo esto?
Yo soy un hombre creyente…
Y le contó lo que había visto en el bosque…
El sabio lo escuchó y luego le dijo:
—Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy
creyente, Dios no manda señales en vano, Dios te mandó esa señal para que
aprendieras.
El hombre le preguntó:
—¿Por qué me abandonó?
Entonces el sabio le respondió:
—¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar,
comparándote con el cervatillo? Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien
ayudar, encontrar a alguien que no pueda valerse por sus propios medios.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Rollo May dice que el eje problemático del hombre en nuestra
sociedad occidental judeocristiana ha ido variando aproximadamente cada veinte
años y por ende la psicología ha ido cambiando cada dos décadas el foco de
interés de sus planteos teóricos. May sugiere, con gran acierto, que este
viraje se debe no sólo a los hechos históricos que modifican hábitos y
posibilidades, sino sobre todo justamente a que las escuelas sociales y psicológicas
se han ocupado de esos problemas tan adecuadamente, que, de alguna manera, los
han resuelto.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Nietzsche se pierde cuando descree de toda colaboración. Él
considera que la pelea por las cosas es inevitable, y entonces concluye que el
mundo es de los fuertes, de aquellos que pelean y ganan la pelea. En relación a
esto establece una moral de amos y una moral de corderos. La moral del amo es
la de aquel que es fiel a su propia esencia, a su propio deseo. La moral de
corderos es la de aquellos que se sienten y se saben débiles y entonces se
juntan con otros conformándose con la mera supervivencia.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Rousseau dice que el individuo tiene dos amores: el amor
propio y el propio amor. Llama amor propio a lo que nosotros llamaríamos hoy
vanidad, y propio amor a lo que hoy llamaríamos autoestima. La vanidad me lleva
a conseguir lo que necesito por la utilización de los demás, a utilizar a los
otros para congraciarme. Así, quiero los honores (Kant) para sentirme bien, y
entonces busco a los demás para que me honren. Pero también me relaciono con
los demás por la necesidad de ser considerado por el otro y llenar así nuestra
olla de autoestima. Cuando Rousseau llega a esta idea, la relaciona con la idea
aristotélica de que el hombre que no reconoce que necesita la vida en sociedad
(o que no vive en sociedad) o es un dios o es una bestia. Esta frase de
Aristóteles (384-322 a. C.) ya la había tomado Nietzsche afirmando: entonces
seamos dioses, reconozcamos que no necesitamos de los otros. Pero Rousseau
afirma: no somos ni bestias ni dioses, somos seres humanos, y por lo tanto
necesitamos esencialmente la consideración de los otros. Se refiere entonces al
mito de Aristófanes, de Platón (428-348 a. C.). La característica que tiene
este personaje es que se siente incompleto y busca bienes, triunfos militares,
parejas, tiene hijos y nunca se siente satisfecho, hasta que un día se sienta
en una mesa con alguien que le dice: «Eres Aristófanes, yo te conozco», y
cuando el otro le dice esto, Aristófanes se siente por fin completo.
Aristófanes representa aquí la incompletud que sólo se resuelve cuando alguien
te describe. Rousseau opina que el ser humano se junta con otros, no por
utilidad, sino porque sin los otros se siente mutilado. La gran diferencia con
Kant y La Bruyère es que para Rousseau la incompletud es parte de la naturaleza
humana. Rousseau es el primero que dice: La naturaleza humana consiste en
sentirse incompleto en soledad. Esto es lo opuesto de La Bruyère, quien decía:
la naturaleza humana es la soledad y la sociedad surge como una necesidad
propia de reconocimiento y valoración, de aplausos, de honores. Dice Rousseau:
El salvaje vive en sí mismo, y cree que no necesita a nadie; el hombre sociable
vive en manada y obtiene de los demás protección y reconfirmación de su
existencia, aplauso o alabanza. El verdadero ser humano se relaciona porque
sólo así tiene sentido su vida. Esta idea tiene tanta fuerza y es tan
revolucionaria en la historia de la filosofía, que empieza a modificar el
pensamiento político de su entorno. Soy incompleto si no tengo al otro, no
tiene sentido mi vida si no tengo al otro, no puedo significar mi vida si estoy
solo, dice Rousseau.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
¿Cuáles son los problemas que más nos inquietarán en los
próximos veinte años? Cada filósofo, cada pensador, cada analista, cada
terapeuta tendrá su opinión al respecto. Para mí, el eje de nuestro desarrollo
e inquietud pasará fundamentalmente por dos puntos: la crisis de valores y el
aislamiento del individuo.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Me parece que querer a la humanidad en su conjunto sin
querer particularmente a nadie es un sentimiento reservado a los santos o una
aseveración para los demagogos mentirosos y los discapacitados afectivos
(aquellos que no conocen su capacidad de amar y por lo tanto no aman).
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el
pequeño Ernesto de cinco años se levantó de su cama y fue al cuarto de sus
padres. Se paró junto a la cama del lado de su papá y tirando de las cobijas lo
despertó.
—¿Cuánto ganás, papá? —le preguntó.
—Ehhh… ¿cómo? —preguntó el padre entre sueños.
—Que cuánto ganás en el trabajo.
—Hijo, son las doce de la noche, andate a dormir.
—Sí papi, ya me voy, pero vos ¿cuánto ganás en tu trabajo?
El padre se incorporó en la cama y en grito ahogado le
ordenó:
—¡Te vas a la cama inmediatamente, ésos no son temas para
que vos preguntes! ¡¡y menos a la medianoche!! —Y extendió su dedo señalando la
puerta.
Ernesto bajó la cabeza y se fue a su cuarto.
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido
demasiado severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En
un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle al hijo:
—Respecto de la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un
sueldo de 2.800 pesos pero con los descuentos me quedan unos 2.200.
—¡Uhh!… cuánto que ganás, papi —contestó Ernesto.
—No tanto hijo, hay muchos gastos.
—Ahh… y trabajás muchas horas.
—Sí hijo, muchas horas.
—¿Cuántas papi?
—Todo el día, hijo, todo el día.
—Ahh —asintió el chico, y siguió— entonces vos tenés mucha
plata ¿no?
—Basta de preguntas, sos muy chiquito para estar hablando de
plata.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a
dormir.
Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño
de sus padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano.
—Papi ¿vos me podés prestar cinco pesos?
—Ernesto… ¡¡son las dos de la mañana!! —se quejó el papá.
—Sí pero ¿me podés…?
El padre no le permitió terminar la frase.
—Así que éste era el tema por el cual estás preguntando
tanto de la plata, mocoso impertinente. Andate inmediatamente a la cama antes
de que te agarre con la pantufla… Fuera de aquí… A su cama. Vamos.
Una vez más, esta vuelta puchereando, Ernesto arrastró los
pies hacia la puerta.
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso,
quizás por la mediación de la madre o simplemente porque la culpa no lo dejaba
dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta escuchó lloriquear
casi en silencio.
Se sentó en su cama y le habló.
—Perdoname si te grité, Ernesto, pero son las dos de la
madrugada, toda la gente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿no
podías esperar hasta mañana?
—Sí papá —contestó el chico entre mocos.
El padre metió la mano en su bolsillo y sacó su billetera de
donde extrajo un billete de cinco pesos. Lo dejó en la mesita de luz y le dijo:
—Ahí tenés la plata que me pediste.
El chico se enjugó las lágrimas con la sábana y saltó hasta
su ropero, de allí sacó una lata y de la lata unas monedas y unos pocos
billetes de un peso. Agregó los cinco pesos al lado del resto y contó con los
dedos cuánto dinero tenía.
Después agarró la plata entre las manos y la puso en la cama
frente a su padre que lo miraba sonriendo.
—Ahora sí —dijo Ernesto— llego justo, nueve pesos con
cincuenta centavos.
—Muy bien hijo, ¿y qué vas a hacer con esa plata?
—¿Me vendés una hora de tu tiempo, papi?
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Con la convivencia yo podría aprender a disfrutar de
agasajarte de alguna de esas maneras que vos preferís. Y de hecho así sucede.
Pero esto no tiene nada que ver con algunas creencias, más o menos aceptadas
por todos, que parecen contradictorias con lo que acabo de decir y con las que,
por supuesto, no estoy de acuerdo. Hablo específicamente sobre los sacrificios
en el amor. A veces la gente me quiere convencer de que más allá de la idea de
ser feliz, las relaciones importantes son aquéllas donde uno es capaz de
sacrificarse por el otro. Y la verdad es que yo no creo que el amor sea un
espacio de sacrificio. Yo no creo que sacrificarse por el otro garantice ningún
amor, y mucho menos creo que ésta sea la pauta que reafirma mi amor por el
otro.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
El amor es un sentimiento que avala la capacidad para
disfrutar juntos de las cosas y no una medida de cuánto estoy dispuesto a
sufrir por vos, o cuánto soy capaz de renunciar a mí.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Todorov opina que a la humanidad le gusta autocriticarse, leer los crímenes, los asesinatos, la prensa amarilla. Entonces es mucho más atractivo pensar que el ser humano es destructivo y cruel, que pensarlo necesitado de los demás. Y yo modestamente coincido. Pensar que el ser humano necesita del otro para que lo mire y lo quiera tiene mala prensa. Es más popular decir que el hombre es básicamente malo que decir que es esencialmente bueno.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Nadie es más vulnerable a creerse algo falso que aquel que
desea que la mentira sea cierta.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Mi consultorio, en problemas afectivos, se divide en tres
grandes grupos de personas: aquellas que quieren ser queridas más de lo que son
queridas, aquellas que quieren dejar de querer a aquel que no las quiere más
porque les es muy doloroso, y aquellas que les gustaría querer más a quien ya
no quieren, porque todo sería más fácil. Lamentablemente, todos se enteran de
las mismas malas noticias: no sólo no podemos hacer nada para que nos quieran,
sino que tampoco podemos hacer nada para dejar de querer.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Cuenta una vieja leyenda de los indios sioux que, una vez,
hasta la tienda del viejo brujo de la tribu llegaron, tomados de la mano, Toro
Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta, la
hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
—Nos amamos —empezó el joven.
—Y nos vamos a casar —dijo ella.
—Y nos queremos tanto que tenemos miedo.
—Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán.
—Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos.
—Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta
encontrar a Manitú el día de la muerte.
—Por favor —repitieron—, ¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan
enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.
—Hay algo… —dijo el viejo después de una larga pausa—. Pero
no sé… es una tarea muy difícil y sacrificada.
—No importa —dijeron los dos.
—Lo que sea —ratificó Toro Bravo.
—Bien —dijo el brujo—, Nube Alta, ¿ves el monte al norte de
nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos,
y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas,
deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena.
¿Comprendiste?
La joven asintió en silencio.
—Y tú, Toro Bravo —siguió el brujo—, deberás escalar la
montaña del trueno y cuando llegues a la cima, encontrar la más bravía de todas
las águilas y solamente con tus manos y una red deberás atraparla sin heridas y
traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta… Salgan ahora.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz
sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia
el sur…
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos
jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las
bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo los
pájaros cazados. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de
su estirpe.
—¿Volaban alto? —preguntó el brujo.
—Sí, sin dudas. Como lo pediste… ¿Y ahora? —preguntó el
joven—. ¿Los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
—No —dijo el viejo.
—Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne —propuso
la joven.
—No —repitió el viejo—. Hagan lo que les digo. Tomen las
aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero… Cuando las
hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y
soltaron los pájaros.
El águila y el halcón intentaron levantar vuelo, pero sólo
consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritadas por la
incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.
—Éste es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son
ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan
por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que, además, tarde o temprano,
empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes
perdure, vuelen juntos, pero jamás atados.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Una relación íntima es una relación afectiva que sale de lo
común porque empieza en el acuerdo tácito de la cancelación del miedo a
exponernos y en el compromiso de ser quienes somos.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
No hay que menospreciar el daño que se puede causar a un
bebé que es una esponja y que, si bien entiende todo, no puede preguntar nada.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Recomiendo una pequeña tarea. Tomen una página y divídanla
en dos columnas: una encabezada por «Recibí» y la otra por «Me faltó». En la
primera columna, anoten todo lo que ustedes hayan recibido en sus casas de
origen, y en la segunda, todo lo que crean que les ha faltado. Si yo tuviera
que escribir esto para mí, diría que recibí mucho amor, cuidado, protección,
estímulo, normas y conciencia de la importancia del trabajo; y diría que me
faltó presencia, reconocimiento, caricias y juego. Ésta es mi historia, como yo
me la cuento, la de ustedes será diferente. Las cosas que he recibido y las
cosas que me han faltado condicionaron mi manera de ser en el mundo.
Indudablemente, este que soy está claramente determinado por aquellas cosas que
recibí y aquellas cosas que me faltaron. La lista de ustedes ocasiona que sean
de una determinada manera. Y serían de otra forma si hubieran recibido y les
hubieran faltado otras cosas.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Cuidado, ayuda no es sinónimo de terapia; es más,
lamentablemente hay cosas que la terapia no enseña, cosas que hay que
aprenderlas viviendo la vida. Con respecto a esas cosas, un terapeuta sirve
cuando las otras instancias para recibir lo que necesito han fracasado. Sólo
ahí.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
posiblemente
y de muchas maneras
personal y único.
seguramente
y de muchas maneras
el mismo para todos.
y de alguna manera posible.
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
Todorov opina que a la humanidad le gusta autocriticarse, leer los crímenes, los asesinatos, la prensa amarilla. Entonces es mucho más atractivo pensar que el ser humano es destructivo y cruel, que pensarlo necesitado de los demás. Y yo modestamente coincido. Pensar que el ser humano necesita del otro para que lo mire y lo quiera tiene mala prensa. Es más popular decir que el hombre es básicamente malo que decir que es esencialmente bueno.
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
El camino del encuentro
La familia como trampolín
La casa donde vivió el niño que fui y las personas con las
que compartí mi vida familiar fueron el trampolín hacia mi vida adulta.
La familia siempre es un trampolín y en algún momento
tenemos que plantarnos allí y saltar al mundo de todos los días.
Si al saltar del trampolín me quedo colgado, dependo, y
finalmente nunca hago mi viaje.
Qué bueno sería animarse a saltar del trampolín de una
manera espectacular.
Esto es posible si el trampolín es saludable. Si la relación
familiar es sana. Si la pareja es soportativa.
Este trampolín tiene cuatro pilares fundamentales. Tan
fundamentales que si no son sólidos, ningún chico puede caminar por él sin
caerse.
El primer pilar es el
amor
Un hijo que no se ha sentido amado por sus padres tiene una
historia grave: le será muy difícil llegar a amarse a sí mismo. El amor por uno
mismo se aprende del amor que uno recibe de los padres. No quiere decir que no
se pueda aprender en otro lado, sólo que éste es el mejor lugar donde se
aprende. Por supuesto que además un niño que no ha sido amado no puede amar, y
si esto sucediera para qué saldría a encontrarse con los otros.
El trampolín que no tiene este pilar es peligroso. Es
difícil caminar por él. Es un trampolín inestable.
El segundo pilar es
la valoración
Si la familia no ha tenido un buen caudal de autovaloración,
si los padres se juzgaban a sí mismos como poca cosa, entonces el hijo también
se siente poca cosa.
Si uno viene de una casa donde no se lo valora, a uno le
cuesta mucho valorarse. Las casas con un buen nivel de autoestima tienen
trampolines adecuados. Dice Virginia Satir: «En las buenas familias la olla de
autoestima de la casa está llena». Quiere decir: los papás creen que son
personas valiosas, creen que los hijos son valiosos, papá cree que mamá es
valiosa, mamá cree que papá es valioso, papá y mamá creen que su familia es
valiosa y ambos están orgullosos del grupo que armaron.
Cuando un hijo llega a la casa y dice: «¡Qué linda es esta
familia!», ahí sabemos que el trampolín está entero.
Cuando el chico llega a la casa y dice: «¿Me puedo ir a
vivir a lo de la tía Margarita?» … estamos en problemas.
Cuando un padre le dice a un hijo: «¡Por qué no te vas a
vivir a lo de la tía Margarita!», también algo complicado está pasando.
El tercer pilar es el
de las normas
Las normas deben existir con la sola condición de no ser
rígidas, sino flexibles, elásticas, cuestionables, discutibles y negociables.
Pero tienen que estar.
Así como creo que las reglas en una familia están para ser
violadas y que será nuestro compromiso crear nuevas, creo también que este
proceso debe apoyarse en un tiempo donde se haya aprendido a madurar en un
entorno seguro y protegido. Éste es el entorno de la familia. Las normas son el
marco de seguridad y previsibilidad necesario para mi desarrollo. Una casa sin
normas genera un trampolín donde el hijo no puede plantarse para saltar…
El último pilar es la
comunicación
Para que el salto sea posible, es necesaria una comunicación
honesta y permanente.
Ningún tema ha sido más tratado por los libros de psicología
como el de la comunicación. Léanlos en pareja, discútanlos con sus hijos,
chárlenlos entre todos con el televisor apagado… Ésta es una manera de
fortalecer la comunicación, pero no es la más importante. La fundamental es
aquella que empieza con las preguntas dichas desde el corazón: ¿Cómo estás?
¿Cómo pasaste el día? ¿Querés que charlemos?…
Y sobre este pilar, exclusivamente sobre este pilar, se
apoya la posibilidad de reparar los demás pilares.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Cuenta una vieja historia que había una vez un señor muy
poco inteligente al que siempre se le perdía todo. Un día alguien le dijo:
—Para que no se te pierdan las cosas, lo que tenés que hacer es anotar dónde
las dejás. Esa noche, al momento de acostarse, agarró un papelito y pensó:
«Para que no se me pierdan las cosas…». Se sacó la camisa, la puso en el
perchero, agarró un lápiz y anotó: «la camisa en el perchero»; se sacó el
pantalón, lo puso a los pies de la cama y anotó: «el pantalón a los pies de la
cama»; se sacó lo zapatos y anotó: «los zapatos debajo de la cama»; y se sacó
las medias y anotó: «las medias dentro de los zapatos debajo de la cama». A la
mañana siguiente, cuando se levantó, buscó las medias donde había anotado que
las dejó, y se las puso, los zapatos donde estaban anotados, los encontró y se
los puso; lo mismo sucedió con la camisa y el pantalón. Y entonces se preguntó:
—¿Y yo dónde estoy? Se buscó en la lista una y otra vez y, como no se vio
anotado, nunca más se encontró a sí mismo.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Si hay alguien que debería estar conmigo todo el tiempo, ese
alguien soy yo.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Amor y sexo son dos cosas tan independientes como un saco y
un pantalón. Uno puede ponerse las dos cosas juntas y, si combinan, quizás hagan
un traje, y puede ser lindo verlos juntos. Pero uno puede usar un jean con una
camisa, un pantalón negro con una polera verde, y esta combinación puede quedar
bien o mal, pero siguen siendo dos cosas diferentes.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Hacer el amor implica una conexión con el amor que no se da
todo el tiempo, ni siquiera entre dos personas que se aman.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Dice un paciente mío que cuando uno tiene una mujer capaz de
ser madre y de ser puta, tiene una mujer de puta madre.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La mujer ideal, decía Schopenhauer, es una princesa en la
vida social, una avara en los gastos y una puta en la cama. No como la mía
—decía él—, que es una princesa en los gastos, una puta en la vida social y una
avara en la cama.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Aunque parezca increíble, hasta 1960 ni la medicina ni la
psicología habían hablado nunca de orgasmo femenino. Y no se hablaba porque la
fantasía era que no existía. El planteo subliminal era: ¿Para qué nos vamos a
ocupar tanto del placer de la mujer si la mitad de las mujeres no siente nada?
En 1960, Masters amp; Johnson, por primera vez, hablan, estudian y escriben
sobre el orgasmo femenino. Con el cambio del lugar de la mujer en el mundo y la
tendencia a equiparar derechos civiles, laborales y sexuales, las mujeres no
sólo se animaron a sentir lo que eran capaces de sentir, sino además (y éstos
son los cambios que se advierten en los informes) a decir lo que sentían.
En los ‘70 se demuestra que muchas de las mujeres
caratuladas como frígidas en las estadísticas anteriores no son frígidas sino
anorgásmicas, que no es lo mismo. Estas mujeres sí se excitan, aunque no
lleguen al orgasmo, y por ello en las nuevas estadísticas la cantidad de
mujeres frígidas (incapaces de excitarse) baja rápidamente. Ya no son 45 de
cada 100, sino sólo 10 o 12; el resto son anorgásmicas pero no frígidas. Para
agravar la hegemonía masculina aparece un dato adicional, un descubrimiento
revolucionario. Se descubre que la eyaculación es una cosa y el orgasmo es
otra. Si bien el 30% de las mujeres es anorgásmica en los informes sexuales de
los ‘70, el 30% de los hombres también lo es. Y esto es una revolución. La idea
de que cada eyaculación conlleva siempre un orgasmo se derrumba para siempre.
Ésta es una grave herida para el narcisismo del hombre. Nosotros, que estábamos
convencidos de no tener problemas con el orgasmo porque teníamos eyaculación,
descubrimos que no era así. Por primera vez nos enteramos de que un orgasmo es
mucho más que una eyaculación. Nos enteramos de que un hombre puede tener una
eyaculación, dos, tres, cinco, veintiocho, treinta y cinco, ciento cuarenta y
tres… Pero que un orgasmo es otra cosa. Empezamos a ver que la respuesta
orgásmica masculina es más o menos parecida a la respuesta orgásmica femenina.
Que no hay muchas diferencias entre un orgasmo masculino y un orgasmo femenino
desde el punto de vista de lo que sucede en el individuo como un todo. Y si
bien es cierto que la mayor parte de las veces el orgasmo coincide con la
eyaculación, eso no quiere decir que cada vez que hay una eyaculación haya un
orgasmo.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
El orgasmo masculino no es sólo una excreción de líquido
seminal con algunos espermatozoides, un poco de jugo prostático y una sensación
de alivio transitorio. Un orgasmo es una respuesta global que tiene que ver con
lo biológico, pero también con lo psíquico, lo psicológico y lo espiritual. El
orgasmo es una expresión del cuerpo tan descontrolada, que en estudios
encefalográficos realizados en personas que estaban manteniendo una relación
sexual se ve que durante el orgasmo hay espinas irritativas de crisis
seudoconvulsivas que semejan una pequeña crisis epiléptica transitoria (esto
es: aparece, se desarrolla y termina). Repito: No hay orgasmo sin pérdida de
control. Entonces, cuando pensamos en relaciones sexuales donde todo está
controladito, donde un señor y una señora terminan, él eyaculando y ella
sintiéndose satisfecha, donde todo está muy aséptico y muy bien demarcado,
sabemos que allí puede haber placer, pero ¿orgasmo? Orgasmo no. El orgasmo
necesariamente se cursa con descontrol. No hay ninguna posibilidad de que
alguien tenga un orgasmo si todo está absolutamente bajo control.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Si admitimos que el orgasmo es dejar de controlar, si lo
mejor que me puede estar pasando en la cama con el otro es que yo esté gozando
tanto como para perder el control, y eso es el orgasmo, cuéntenme cómo hicimos
para descolgar la absurda idea del orgasmo simultáneo, la idea de que para que
una relación sea buena, ventajosa y apropiada, ¡tenemos que terminar juntos! Si
el orgasmo es descontrol, ¿de dónde se saca la idea de que debemos terminar a
la vez? Y además ¿cómo construyo la coincidencia?
Jorge Bucay
El camino del encuentro
… pensar que el sexo es un pito dentro de una vagina es una
idea necia.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La sexualidad tiene que ver con muchas más cosas, no sólo
con la penetración y la mera historia del orgasmo. Tiene que ver con una
función fundamental relacionada no ya, por supuesto que no, con la procreación,
sino con el contacto, el placer, la comunicación y el encuentro con el otro.
Pensar que el placer reside en quién acaba antes y quién después, pensar que el
placer se define en si terminé o no terminé, es la historia de los tipos que se
quejan porque creen que tienen el pito corto (95%). Y entonces uno se pregunta:
¿Corto como para qué? ¿Cuál es la idea de lo corto? ¿De qué se trata la
fantasía de la virilidad relacionada con el tamaño del pito? Hay dos órganos
fundamentales, que son los que más intervienen en la sexualidad: la piel y el
cerebro. Si bien es cierto que en una etapa hay una genitalización de la
energía relacionada con la libido, esto es sólo en el momento preorgásmico. En
el resto del tiempo habrá que ver cómo administramos toda la energía que nos
sucede. La excitación sexual es energía que se acumula y que circula por todo
mi cuerpo. Tratar de focalizarla en los genitales, en una erección o en cierta
humedad, me parece que es demasiado nimio. La sexualidad le sucede a todo mi
yo.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Salvando las distancias, hay que descartar la pretensión de
conseguir cosas programadamente. No hay por qué querer coger una hora, dos
horas ni media hora. Me parece que hay que querer todo el tiempo que uno tenga
ganas. Y en ese tiempo uno hará con lo que tiene lo que puede y hasta donde
puede. Y en todo caso, ésa será la sexualidad que uno puede en ese momento.
Ésta es, para mí, la sexualidad sana. El 95% de los hombres y las mujeres que
tienen disfunciones sexuales (anorgasmia, eyaculación precoz, impotencia)
tienen lo que se llama la anticipación del fracaso. Esto es, piensan que no van
a poder y entonces después no pueden, piensan en lo que tendría que pasar y
después no pasa. Gran parte de nuestro fracaso sexual depende de esto. A partir
de los estudios sexuales realizados desde los años ‘60 para acá, hoy sabemos
que el 75% de los problemas sexuales se curan solos cuando el individuo cancela
la expectativa de que tiene que ser diferente. La mayoría de los terapeutas
sexuales recetan a sus pacientes un ejercicio casi infalible: Vayan a la cama,
hagan de todo, pero no cojan. Esto es: cancelen la exigencia de estar
lubricado, erecto, firme, durando, etc. Y lo que sucederá será que bajará la
expectativa y la sexualidad comenzará a funcionar de otra manera. No puede
elegir el que tiene una exigencia previa. Y el que tiene una exigencia previa
tiene que aprender que su pito y su vagina no responden a su cabeza, que
responden a la emoción, al sentir, al cuerpo y a la vivencia del encuentro. Hay,
por supuesto, algunas pocas razones físicas que podrían determinar una
incapacidad de erección o de excitación, pero representan en conjunto el 2% de
todas las consultas por disfunción. Los demás, la inmensa mayoría, llegan a
este odioso lugar desde sus propios bloqueos personales.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La sexualidad es tan importante en la vida que valdría la
pena empezar a pensarla como un desafío. El desafío de la sexualidad plena.
¿Qué significa una sexualidad plena? La relación sexual plena debería incluir
por partes iguales ternura y erotismo. A mí me gusta decir simbólicamente que
habría que llegar a la cama con un ramo de flores y un video pornográfico. Ésta
sería la suma.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
… de una manera o de otra todo empieza con la fantasía. Pero
al seguir en el tiempo estas fantasías se multiplican y generan lo que yo creo
una de las distorsiones más graves de la sexualidad de la pareja. Por alguna
razón estamos condicionados a no compartir nuestras fantasías, ni siquiera
aquellas que incluyen a nuestra pareja. Y esto es un grave error. Nada mejor
que un cuarto lleno de «ratones» para crear un clima de encuentro sexual. Uno
de los ejercicios favoritos que receto a parejas con problemas es sentarlos en
un café más o menos oscuro y susurrarse al oído las fantasías de cada uno. El
resultado es siempre el mismo. La pareja viene sorprendida de las coincidencias
y reprochándose no haberse animado antes a compartir. Contarte mis fantasías es
un acto de entrega y una fuente de placer para el compañero que no hay que escatimar.
En una de mis charlas, una mujer me preguntó si era patológico incorporar la
fantasía de un tercero cuando se te acaban las ideas. En todo caso, es
patológico si uno de los dos no quiere. Pero aclaro, la fantasía de un tercero
no tiene por qué llegar «porque se nos acabaron las ideas»; el tercero o la
tercera, los cuartos y los quintos son solamente una fantasía más. Y tanto es
así que la verdad, la mayor parte de las veces, ni siquiera hace falta traer
verdaderamente a un tercero. Porque las fantasías no necesitan actuarse para
disfrutarlas, las fantasías sexuales se disfrutan con sólo compartirlas con el
otro. Muchísimas parejas fantasean con escenas que jamás actuarían y se excitan
y lo disfrutan. No es una propuesta, forma parte del juego.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
El explorador occidental llega a la India. Entra en un
templo tántrico y ve en las paredes escrito por todos lados el número 85. Un
montón de monjes recorren el lugar cantando una canción que dice: «85… 85…
85…». El explorador pregunta:
—¿De qué se trata?
El que parece más anciano de los monjes le dice:
—85 son las posiciones para hacer el amor descriptas en el
Kama-Sutra.
El explorador exclama sorprendido:
—¡¿85?! Pensar que yo conozco sólo una: el hombre arriba y
la mujer abajo.
Los monjes lo miran sorprendidos y siguen recorriendo el
templo al grito de:
—¡86… 86… 86…!
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Según los orientales, el sexo es la máxima expresión de la
iluminación. La iluminación es enunciada por los místicos como la disolución
del yo. Esto es: ser un todo con el otro. Durante ese instante donde yo pierdo
el control, por un momento dejo de ser yo y puedo conseguir la fantasía de
fundirme con el otro. Fundirse con el otro es el deseo supremo del amor.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Nosotros no somos heterosexuales, homosexuales o bisexuales.
Somos sexuales. Tenemos una sexualidad que es energía interna que pugna por expresarse.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
… no hay nada más erotizante que sentirme deseado por el que
está a mi lado. Sea yo varón o mujer, nada me excita más que sentir que aquel
que yo deseo me desea.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Evitar censurarnos. La censura en el encuentro sexual es
perniciosa. Hay que trabajar con nuestra libertad y con lo que yo llamo
autonomía, la capacidad para imponernos nuestras propias normas. Revalorizar la
sexualidad hasta conseguir que recupere el enorme valor que tiene. Si tratamos
de reprimir la conexión con nuestro deseo, cada vez somos más esclavos de él.
En la medida que dejemos ser a nuestro deseo; en la medida que asumamos nuestra
sexualidad como parte de nosotros y no nos avergoncemos de ello; en la medida
que aceptemos nuestras inquietudes, nuestras fantasías y nuestro encuentro
sexual con la persona que nosotros decidamos; en la medida que podamos vivir
esta historia con libertad, sin frenar y sin reprimir, nuestra sexualidad se va
a volver más libre y vamos a poder dejar de pensar en ella.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La solución del problema de la insatisfacción en la vida de
parejas desdichadas, planteada modernamente por la sociedad que supimos
construir, es separarse, comenzar otra vez con otra persona mejor para uno. En
otras palabras, para el 80% de todas las parejas, y el 50% de los matrimonios,
que la pareja haya fracasado es la consecuencia de la incapacidad de cada uno
para elegir la persona adecuada.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La pareja no es un estado inmutable de dos personas que no
cambian. Es más bien un viaje por un camino elevado psicológica y
espiritualmente que comienza con la pasión del enamoramiento, vaga a través del
escarpado trecho de descubrirse y culmina en la creación de una unión íntima,
divertida y trascendente, capaz de renovarse en la reelección mutua, una y otra
vez, durante toda la vida. La construcción de un vínculo de este tipo no se
apoya en la habilidad para poder conquistar al compañero o a la compañera
perfecta ni en la suerte de cruzarse algún día con la persona ideal, sino en el
darse cuenta definitivamente de que: La creencia heredada del mito del amor
como prisión es falsa. La pareja no es una prisión, ni un lugar donde
engancharse o quedarse atrapado, sino un camino del desarrollo de ambos. Un
camino elevado y quizás riesgoso. Pero sin duda uno de los más hermosos y
nutritivos caminos que se pueden escoger. Redefinir la pareja significa hablar
sobre amor y esto implica saber de qué cosas hablamos cuando hablamos de ese
sentimiento en un vínculo tan especial como es el que se entabla entre un
hombre y una mujer que planean seguir juntos el camino.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La teoría del complemento sustenta también de alguna manera
la tesis desarrollada en nuestro libro Amarse con los ojos abiertos. Nos
acercamos por las afinidades, pero nos mantenemos juntos por las diferencias,
porque son ellas las que nos permiten utilizar los conflictos como herramientas
de nuestro crecimiento y considerar al otro mi maestra o maestro cuando
discutimos (en lugar de tratarlo como un enemigo), para poder enriquecerme con
todo aquello de lo que el otro es capaz y yo no…
Y podría seguir enunciando teorías que intentan explicar el encuentro de dos que deciden armar una pareja. Pero hay un aspecto enigmático relacionado con la selección de pareja que ninguna teoría termina de explicar. Durante el curso de tu vida, vos has conocido a miles de personas, haciendo un cálculo conservador, supongamos que varios cientos de ellas resultaron lo suficientemente atractivas físicamente o tenían el suficiente éxito como para llamar tu atención. Cuando reducimos este campo aplicando la teoría de intercambio social podríamos llegar a cincuenta o cien personas de este grupo selecto, quienes tendrían un «valor de puntos» combinado igual al tuyo o superior. Lógicamente, vos tendrías que haberte enamorado de varios cientos de personas. Y, sin embargo, la mayoría de los individuos solamente se han sentido profundamente atraídos por algunas pocas personas. Conclusión: algo falta en las teorías. Y creo que lo que falta es justamente lo inexplicable, el verdadero misterio, la magia. Porque es ciertamente inexplicable que alguien «pierda la cabeza» por otra persona, que alguien no pueda pensar en otra cosa que el amado, que alguien llore durante semanas esperando un llamado de aniversario que no llegó… Estas emociones violentas e irracionales que pueden suceder únicamente cuando ese alguien está enamorado. Es que estar enamorado no es amar. Porque amar es un sentimiento y estar enamorado es una pasión. Las pasiones, por definición, son emociones desenfrenadas, fuertes, absorbentes, intensas y fugaces como el destello de un flash, que son capaces de producir transitoriamente una exaltación en el estado de ánimo y una alteración de la conciencia del mundo del que la siente.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Estar enamorado es enredarse en un doloroso placer, el de la
disolución en el otro.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La confusión reinante entre estos términos, (amar y estar
enamorado) más la malintencionada idea de homologarlos, ha sido y es causante
de horribles desencuentros en las parejas.
«Ya no es como antes…», «Las parejas con el tiempo se
desgastan…» y «No estoy más enamorado… me voy», son algunas de las frases que
escucho en mi consultorio y leo en los medios, apoyadas en la idea de que los
matrimonios deberían continuar enamorados «como el primer día». Es muy lindo
pensarlo posible, y a uno le gustaría creérselo, pero es mentira.
El estado ideal de una pareja no es el de aquellos primeros
meses en que estaban enamorados, sino el de todo el tiempo en que se aman en el
sentido cotidiano, verdadero.
Probablemente desde la fantasía, a mí me gustaría estar
enamorado de mi esposa después de veinte años, porque estar enamorado es algo
realmente encantador. Aunque, con toda seguridad, si yo estuviera enamorado de
mi esposa, de verdad enamorado de mi esposa, en este preciso momento no estaría
escribiendo este libro.
Si yo estuviera enamorado, sentiría que esto es perder el
tiempo.
Si yo estuviera enamorado de mi esposa, en este preciso
momento no tendría nada de ganas de estar acá, porque estaría pensando en estar
allá, en encontrarme con ella, o en todo caso en escribirle un poema, pero siempre
alrededor de ella, porque ella sería el centro de mi vida.
Cuando en un vínculo que comienza con esa pasión, estar
enamorado da paso al amor, todo sale bien. De hecho, nada mejor podría
pasarnos.
Pero cuando no conduce allí, el desenamoramiento sólo deja
detrás de sí una sensación de ciudad devastada, la ruina emocional, el dolor de
la pérdida, el agujero de la ausencia.
Y uno se pregunta: ¿Por qué terminó? ¿Porque no era cierto?
¿Porque era poco? ¿Porque era mentira?…
No. Se terminó simplemente porque era una pasión.
En un vano intento de aportar algunos datos sobre la magia y
sin ninguna posibilidad de saber por qué sucede, me atrevo solamente a
establecer dos hechos que, sin lugar a dudas, son necesarios para que el
enamorarse suceda:
El otro debe tener (o yo imaginar que tiene) una virtud o
cualidad que yo (aunque sea por el momento) sobrevaloro. Quiero decir, eso que
el otro es, tiene o hace me parece increíblemente valioso. (Si en ese momento
de mi vida sobrevaloro la estética, me enamoraré de alguien que se ajuste a los
modelos de belleza del momento; si en ese momento me parece fundamental el
dinero, me enamoraré de alguien que tenga buena situación económica; y lo mismo
con la inteligencia, el color de la piel, la simpatía, etc.)
Para enamorarme es imprescindible que yo tenga la predisposición «enamoradiza». Quiero decir, que yo esté dispuesto a perder el control racional de mis actos enamorándome. Si bien este concepto está en contra de nuestra idea de que enamorarme me pasa más allá de mi deseo, parece ser que esto es cierto después, cuando ya estoy enamorado. Es decir, antes, si yo no estoy dispuesto a dejarme arrastrar por la pasión, si no estoy decidido a vivir descentrado, si me niego a perder el control, el enamoramiento no sucede.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
La más bella definición de amor que escuché en mi vida es la
de Josef Zinker: El amor es el regocijo por la sola existencia del otro.
La frase evoca un sentido casi supremo del amor, el más profundo y el más intenso. Posible o no, éste será el objetivo más deseable: llegar a amar tanto que me alegre sólo por el hecho de que el otro exista. ¿Y no existe un amor apasionado que pueda durar toda la vida? El otro día corregí a una paciente que hablaba de su noviazgo y me decía que estaba «perdidamente» enamorada de él. Entonces yo le decía: qué lástima que no puedas decir «encontradamente» enamorada. Amor apasionado es el nombre que le reservo a aquellos vínculos donde, amándonos tanto como para poder construir una pareja sin dejar de ser nosotros mismos, de vez en cuando podemos encontrarnos enamorándonos de esa misma persona con la cual vivimos desde hace años. Encontradamente enamorados. Cuando esto pasa es siempre hermoso, aun cuando nuestros enamoramientos no coincidan en el tiempo.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Propongo que la próxima respuesta que des cuando alguien te
diga te quiero sea: Lo sé
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Creo que hay que ser muy tonto o muy tonta para pensar que
aquella persona a la cual uno ha elegido presumiblemente para toda la vida es
la única en el mundo que nos erotiza, la única que nos genera fantasías, la
única linda entre todas y demás. Me parece que hay en el mundo otras personas
que uno puede encontrar atractivas. Ahora bien. Cada uno decidirá después qué
hace con esas fantasías.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Lo que más me gusta de mi relación de pareja es que mi
esposa y yo sabemos que cualquiera de los dos podría hacer una elección
diferente. Lo que nos gusta de nuestra relación es saber que nos elegimos
mutuamente porque así se nos da la gana. Ésta es la verdadera historia de la
fidelidad.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
Contrato Conyugal
Más allá del amor
por Jorge Bucay
1. Definición. El
matrimonio es un compromiso afectivo, espiritual y social pensado para
proyectar, compartir y disfrutar, en un marco seguro y trascendente.
2. Duración. El
contrato se firma para toda la vida, pero el pacto debe ser renovado cada cinco
años, debiendo renegociarse los términos. Si no hubiera acuerdo de un nuevo
contrato, este convenio expira.
3. Propiedad. Las
partes acuerdan definitivamente no considerar al otro como parte de sus
propiedades. Se entiende que mi esposa, mi marido o mi pareja son términos
coloquiales que no implican dominio.
4. Vida en común.
La mayor parte del tiempo habitarán juntos. Las tareas serán compartidas. Los
dos se abstendrán de regañar al cónyuge, aunque cada uno puede recordar al otro
sus responsabilidades con tacto y delicadeza. Cada uno lavará su propia ropa
interior.
5. Dinero. Marido
y mujer compartirán a partes iguales la responsabilidad de los gastos, cada uno
conservará su cuenta bancaria y abrirán una compartida para el proyecto en
común. Si en la división de tareas uno de los dos generara más dinero que el
otro, el ingreso será de todos modos compartido, disponiendo cada uno del
dinero que necesite. Ambos evitarán decir al otro cómo y en qué debe gastar el
dinero.
6. Disputas. Los
desacuerdos no serán considerados nefastos. Dado que se trata de dos individuos
diferentes, se da por sentado que habrá desacuerdos. En esos casos la pareja
encontrará el tiempo para buscar un acuerdo. Si no lo encontrara acordarán el
desacuerdo. Si hace falta una decisión urgente, se dará prioridad a la decisión
del más capacitado o idóneo en el tema.
7. Peleas. Dado
que los miembros son seres humanos y no máquinas, las disputas pueden generar
discusiones y peleas. Las partes se comprometen a discutir sin faltarse el
respeto ni psíquica ni físicamente.
8. Comunicación.
Las partes se comprometen a estar siempre abiertas al diálogo. Él tratará de
hablar con ella, aunque esté enfadado y ella tratará de no castigarlo a él
restringiendo el contacto físico.
9. Sexo. Queda
claramente establecido que la sexualidad de la pareja estará regulada
únicamente por el deseo. Ninguno de los dos se sentirá obligado nunca a
satisfacer los deseos del otro salvo que esto satisfaga sus propios deseos. A
todos los demás efectos se establece que ninguna conducta sexual está
prohibida, es sucia o pecaminosa si ambos acuerdan explorarla.
10. Fidelidad. La
pareja puede pactar libremente esta regla optando entre cualquiera de las
siguientes posibilidades.
a) La relación sexual es excluyente.
b) Podría haber otras relaciones, pero sin compromiso
afectivo.
c) Cada uno decide libremente sobre sus relaciones
extramaritales.
En b) y c) habría que acordar si estas otras experiencias
deben contarse o deben ocultarse. Cualquiera sea la opción, derechos y
obligaciones serán idénticas para los dos.
11. Niños. La
pareja tendrá hijos sólo en caso de que ambos deseen tenerlos (y en el momento
en que ambos coincidan en el deseo). Mientras tanto, los dos acuerdan que un
aborto sería una decisión hiriente y por lo tanto será responsabilidad de ambos
evitar un embarazo no deseado.
12. Familias.
Cada uno tendrá con su familia de origen las relaciones que crea conveniente y aceptará
la actitud que el otro tenga con ellos. Esto incluirá el derecho de cada uno de
no dejarse presionar por sus suegros.
13. Amigos. Cada
uno conservará sus amigos y amigas. No es imprescindible acordar ni hacer
amistad con los amigos del otro, ni tampoco incluir los propios en la pareja.
14. Control. Cada
uno renuncia expresamente a ejercer control sobre el tiempo, el aspecto, el
cuerpo, los gustos y la forma de actuar del otro. Cada uno se hará responsable
de sus acciones y de las acciones decididas en conjunto, pero no de las
decisiones individuales del otro.
15. Divorcio.
Cualquiera de los dos puede querer divorciarse cuando sienta que lo que han
proyectado juntos ha perdido vigencia. El otro no se opondrá. Si existieran
hijos menores, la pareja acuerda agotar los recursos para salvar el vínculo y
proteger a los niños. Respecto de los bienes se acuerda que todo lo adquirido
durante la vida en común será repartido y todo lo personal será conservado por
cada uno.
16. De forma.
Estos artículos podrán ser revisados a solicitud de cualquiera de los dos y
modificados con el acuerdo de ambas partes. Violar alguna de estas cláusulas se
considera suficiente causa para la ruptura del contrato y el infractor
soportará como única pena el pleno derecho de su cónyuge de abandonar el
vínculo.
17. Firma del
contrato. El presente contrato no tiene ninguna validez jurídica, civil ni
comercial. Es de uso exclusivamente privado y no puede ser esgrimido como
argumento en un litigio. Para dejar esto claramente establecido debe ser
firmado con la mano izquierda, sin ceremonia y sin testigos.
Fecha // firmas
¿Y hará falta tomarse tanto trabajo?
Contesto: Creo que sí.
Pero ¿no alcanza con el amor y con el deseo?
Contesto: Creo que no (aunque, sin lugar a dudas, es un
maravilloso lugar desde donde empezar a compartir un camino).
Quizás deba aclarar una vez más que éste no es «EL PACTO
CONYUGAL del matrimonio normal», sino sólo una idea. Habrá otras parecidas y
diferentes. Habrá algunas más rígidas y otras más elásticas, adaptables a cada
matrimonio y a cada momento del matrimonio. Habrá finalmente quienes piensen
que no hay nada que pactar y menos por escrito, quienes consideren ridículo
establecer normas de conducta acordadas, quienes se fastidien frente a la sola
idea de un contrato conyugal… y quizás tengan razón. Hablo sólo de aquellas
cosas que han servido para mi vida y de las señales que fui encontrando en MI
camino. Las comparto… por si acaso.
Creo que la resistencia de algunos de nosotros a los pactos
se debe a que los vivimos como si fueran las paredes de aquella prisión a la
que me refería al principio.
Intento demostrar que no sólo no es tal, sino que más bien
es todo lo contrario.
Un pacto de respeto a la individualidad, un contrato de
mutuo acuerdo explicitado y consensuado, un modelo renovable de convivencia, un
conjunto de pautas que por definición son cuestionables y modificables
permanentemente, lejos de esclavizar liberan. Más que transformarse en celda,
un pacto se constituye en una llave de entrada y de salida de cada encuentro.
Faltaría contestarse, con toda sinceridad, si somos capaces
de establecer una pareja pactando clara y definitivamente que no tenés por qué
desear lo que a mí me gusta.
Y que nos debemos mutuo respeto por encima de todas las
cosas.
Y que esto implica no sólo aceptar sino HONRAR nuestras
diferencias.
Y que la prisión no es tal porque una pareja es una elección
de un lugar donde estar.
Y que la puerta estará siempre abierta (por lo menos para
salir).
No solemos elegir voluntariamente esa libertad para nosotros,
seguramente porque no queremos concedérsela a los demás; sin embargo, de todas maneras,
la tenemos porque la libertad es un derecho irrenunciable y una condición
inevitable.
Aunque escojamos armarnos nuestras propias cárceles de
ideas, levantando paredes y forjando rejas de acero detrás de las cuales nos
sentiremos encerrados, claro, pero con la seguridad que solamente se puede
obtener de lo previsible, de lo estático, de lo eterno. Aunque allí dentro me
muera de asfixia, de angustia o de aburrimiento.
Queremos pensar que se ama una sola vez en la vida y para
siempre, aunque sepamos que no es verdad. Preferimos retorcernos de miedo
controlando lo que el otro hace cuando no estamos juntos y seguir aferrados a
la idea de que no podríamos vivir el uno sin el otro, aunque sabemos que sin el
amado la vida igual continúa aunque no continúe igual.
Y lo pensamos, en gran medida, porque hemos sido enseñados a
creer en estas mentiras. Falsedades para sostener la idea de la prisión
deseable, pero también para condicionar una forzada fidelidad o una machista
exclusividad (hasta hace treinta o cuarenta años los hombres pretendían ser
únicos en la historia de las mujeres de bien, y las mujeres se conformaban con
ser la última de los hombres de bien).
En este aspecto nuestra medrosa educación ni siquiera ha
sido equitativa. Las víctimas sindicadas de esta distorsión son las mujeres. Se
hayan dado cuenta o no, gran parte de las mujeres de aquellos tiempos han sido
condicionadas por esta idea de que la mujer tenía que conformarse con un solo
amor y con un solo varón, para toda la vida.
Jorge Bucay
El camino del encuentro
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El camino del encuentro
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Y podría seguir enunciando teorías que intentan explicar el encuentro de dos que deciden armar una pareja. Pero hay un aspecto enigmático relacionado con la selección de pareja que ninguna teoría termina de explicar. Durante el curso de tu vida, vos has conocido a miles de personas, haciendo un cálculo conservador, supongamos que varios cientos de ellas resultaron lo suficientemente atractivas físicamente o tenían el suficiente éxito como para llamar tu atención. Cuando reducimos este campo aplicando la teoría de intercambio social podríamos llegar a cincuenta o cien personas de este grupo selecto, quienes tendrían un «valor de puntos» combinado igual al tuyo o superior. Lógicamente, vos tendrías que haberte enamorado de varios cientos de personas. Y, sin embargo, la mayoría de los individuos solamente se han sentido profundamente atraídos por algunas pocas personas. Conclusión: algo falta en las teorías. Y creo que lo que falta es justamente lo inexplicable, el verdadero misterio, la magia. Porque es ciertamente inexplicable que alguien «pierda la cabeza» por otra persona, que alguien no pueda pensar en otra cosa que el amado, que alguien llore durante semanas esperando un llamado de aniversario que no llegó… Estas emociones violentas e irracionales que pueden suceder únicamente cuando ese alguien está enamorado. Es que estar enamorado no es amar. Porque amar es un sentimiento y estar enamorado es una pasión. Las pasiones, por definición, son emociones desenfrenadas, fuertes, absorbentes, intensas y fugaces como el destello de un flash, que son capaces de producir transitoriamente una exaltación en el estado de ánimo y una alteración de la conciencia del mundo del que la siente.
El camino del encuentro
El camino del encuentro
Para enamorarme es imprescindible que yo tenga la predisposición «enamoradiza». Quiero decir, que yo esté dispuesto a perder el control racional de mis actos enamorándome. Si bien este concepto está en contra de nuestra idea de que enamorarme me pasa más allá de mi deseo, parece ser que esto es cierto después, cuando ya estoy enamorado. Es decir, antes, si yo no estoy dispuesto a dejarme arrastrar por la pasión, si no estoy decidido a vivir descentrado, si me niego a perder el control, el enamoramiento no sucede.
El camino del encuentro
La frase evoca un sentido casi supremo del amor, el más profundo y el más intenso. Posible o no, éste será el objetivo más deseable: llegar a amar tanto que me alegre sólo por el hecho de que el otro exista. ¿Y no existe un amor apasionado que pueda durar toda la vida? El otro día corregí a una paciente que hablaba de su noviazgo y me decía que estaba «perdidamente» enamorada de él. Entonces yo le decía: qué lástima que no puedas decir «encontradamente» enamorada. Amor apasionado es el nombre que le reservo a aquellos vínculos donde, amándonos tanto como para poder construir una pareja sin dejar de ser nosotros mismos, de vez en cuando podemos encontrarnos enamorándonos de esa misma persona con la cual vivimos desde hace años. Encontradamente enamorados. Cuando esto pasa es siempre hermoso, aun cuando nuestros enamoramientos no coincidan en el tiempo.
El camino del encuentro
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El camino del encuentro
Más allá del amor
El camino del encuentro
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