“Cuando abrió Félix le dije que quería la carta. Sobre todo, la carta. La carta era más peligrosa que el brillante, porque la carta no se podía hacer otra igual. Discutimos y, de repente, me tiró un ‘viaje’ con la mano derecha. Peleamos. Poco rato… Intenté hacerle una ‘llave’ de muñeca en el brazo izquierdo. En ese momento cometió el error de darme un golpe en el hombro izquierdo mío. Entonces, disparé. Creo que fue una vez, pero también pudieron ser dos.”

José María Jarabo


“Después de desayunar en una cafetería me fui a un cine de sesión continua. Por la tarde estuve en la pensión. Tomé mucha ginebra. Como había bebido mucho fui por las calle sentándome en varias aceras. Recuerdo que llevaba un traje que me estaba pequeño.”

José María Jarabo


“Durante unos cuantos meses observaba en estos señores un comportamiento que no era precisamente de ‘angelitos’. En aquellos momentos me cegué y llegué hasta matar por la carta. Ahora me doy perfectamente cuenta. Hubiera sido preferible un disgusto con esa familia a las cuatro muertes.”

José María Jarabo



"Lo lamento sólo por las mujeres."

José María Jarabo Pérez-Morris, más conocido como Jarabo



“Me encontré con una señorita guapa y se me olvidó. Todos no reaccionamos igual. Yo, cuando veo a una chica que merece la pena, me olvido de todo.”

José María Jarabo


“No sé si soy un psicópata o no. Ni me importa. Lo único que sé es que soy el autor de cuatro muertes: dos quizás un poco más justificadas, aunque, en realidad, ninguna puede serlo.”

José María Jarabo



“Tan deprisa como ha ido esto y cuánto tarda la muerte. Me hablan dicho que me iban a ejecutar a las seis de la mañana y no entran a por mí.”

José María Jarabo


“¿Tú crees en Dios o no crees en Dios?” “Hombre, cómo no he de creer”, contestó Jarabo. “Bueno, ¿crees que es eterna, que es infinita la misericordia de Dios?” “Claro que es infinita, por Dios”. “Entonces, vamos a oír misa, te arrepientes, confiesas y haces propósitos de hacer otra vida”. “Claro, si sé que Dios me perdonará, me arrepentiría. Pero es que lo mío ha sido tan grande. Es que yo he matado a cuatro personas”. “Has matado a cuatro. Oye, que San Pablo se cargó a mucha más gente. Cuatro personas para San Pablo no eran nada. Entre la lucha del Sanedrín y los filisteos, ya sabes lo que pasó”. “Pero ya tan a última hora, tan a última hora”. “Mira, lo único que sabemos los que somos profundamente católicos, es que el único santo que sabemos que existe es San Dimas y tenemos prueba de ello porque son palabras de Cristo: ‘En verdad te digo que esta noche estarás conmigo en el Paraíso’. Esto le dijo a San Dimas, el buen ladrón, ¡tan a última hora!”

José María Jarabo







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