Cuando tengáis la oportunidad, salid y admirad el universo.
El momento idóneo para hacerlo es por la noche, obviamente. Pero incluso si el
único objeto celeste que podemos discernir es el sol de mediodía, el universo
está allí, esperando a que le prestemos nuestra atención. Si hay algo que he
aprendido es que el mero hecho de alzar la mirada nos ayuda a cambiar de
perspectiva.
Avi Loeb
Extraterrestre
Este libro aborda una de estas cuestiones trascendentales,
tal vez la que más: ¿estamos solos? A lo largo del tiempo, esta pregunta se ha
formulado de distintas maneras. ¿La vida en la Tierra es la única del universo?
¿Los humanos son los únicos seres pensantes e inteligentes en la inmensidad del
tiempo y el espacio? Una forma mejor y más precisa de formular la pregunta
sería esta: a lo largo y ancho del universo, ¿existen o han existido jamás
civilizaciones inteligentes que, como la nuestra, hayan explorado las estrellas
y hayan dejado un rastro de sus empeños? Creo que, en 2017, cruzó por nuestro
sistema solar un indicio que respalda la hipótesis de que la respuesta a la
última pregunta es sí.
Avi Loeb
Extraterrestre (Introducción)
Con los años, he acabado albergando la certeza de que las
leyes de la física dejan de aplicarse en solo dos sitios: en las singularidades
y en Hollywood.
Avi Loeb
Extraterrestre
Aunque buscar las respuestas a las preguntas de la ciencia
—tanto si conciernen al origen de la vida como al origen de todo— puede parecer
uno de los actos humanos más arrogantes, la búsqueda en sí misma es humilde.
Según todos los parámetros, una vida humana es ínfima; nuestros logros
individuales solo son visibles cuando se suman a la montaña que se ha erigido
durante generaciones enteras. Todos estamos subidos a hombros de nuestros
predecesores; y nuestros hombros deben servir de base para el trabajo de
aquellos que vendrán. Si olvidamos esto nos ponemos en peligro a nosotros
mismos y a ellos.
Avi Loeb
Extraterrestre
He descubierto que, cuando los abordamos con humildad, tanto
la filosofía como el universo nos brindan esperanzas para hacerlo mejor.
Avi Loeb
Extraterrestre
… tengo la impresión de que, a veces, la humanidad necesita
un empujoncito.
Avi Loeb
Extraterrestre
Contemplar el cielo y el universo que hay más allá nos
enseña a ser humildes. El espacio y el tiempo cósmicos tienen escalas
gigantescas. Hay más de mil trillones de estrellas como el Sol en el volumen
observable del universo, y los más afortunados entre nosotros vivimos apenas
una cienmillonésima parte de la vida del Sol. Pero seguir siendo humildes no
nos debería disuadir de intentar entender mejor nuestro universo. Más bien lo
contrario, debería animarnos a ser más ambiciosos, a plantear preguntas
difíciles que pongan en duda nuestras suposiciones y a buscar denodadamente
pruebas, no «me gusta».
Avi Loeb
Extraterrestre
Yo defiendo que la explicación más simple para estas
peculiaridades es que el objeto fue creado por una civilización inteligente que
no reside en la Tierra.
Avi Loeb
Extraterrestre
Llegó a nuestro vecindario como un extraño, pero se fue
siendo algo más. El objeto al que habíamos dado un nombre se había marchado y
nos había dejado una ristra de preguntas sin respuesta que motivó un análisis
meticuloso de los científicos y despertó la imaginación de todo el mundo. La
palabra hawaiana oumuamua (que se pronuncia tal como se escribe) se podría
traducir por «explorador». Cuando anunció la designación oficial del objeto, la
Unión Astronómica Internacional definió oumuamua de forma un tanto diferente,
como «primer mensajero lejano en llegar». Sea como fuere, el nombre implica
claramente que el objeto fue el primero de otros que van a llegar.
Avi Loeb
Extraterrestre
Los medios acabaron tildando a Oumuamua de «raro»,
«misterioso» y «extraño». Pero ¿en comparación con qué? En resumen, la
respuesta es que este explorador era raro, misterioso y extraño si se lo
comparaba con todos los demás cometas y asteroides descubiertos hasta entonces.
En verdad, los científicos no podían ni siquiera afirmar con certeza que este
explorador fuera un cometa o un asteroide. No es que no tuviéramos con qué
compararlo. Cada año se descubren miles de asteroides, rocas áridas que surcan
el espacio, y hay tantos cometas helados en nuestro sistema solar que nuestros
instrumentos son incapaces de contarlos. Los visitantes interestelares son
mucho más raros que los asteroides o los cometas. De hecho, cuando se descubrió
a Oumuamua, nunca habíamos avistado un objeto que proviniese de fuera de
nuestro sistema solar y que lo cruzara. Esta distinción se desvaneció
enseguida, porque poco después de identificarse a Oumuamua se descubrió un
segundo objeto interestelar. Y en el futuro es probable que encontremos muchos
más, sobre todo gracias al próximo proyecto de sondeo LSST del Observatorio
Vera C. Rubin. En cierta medida, ya estábamos esperando a estos visitantes
incluso antes de que pudiéramos verlos. Las estadísticas sugieren que, aunque
la cantidad de objetos interestelares que cruzan el plano orbital de la Tierra
es minúscula con respecto a la cantidad de objetos que se originan dentro del
sistema solar, tampoco es que sean poco corrientes. En resumen, la idea de que
nuestro sistema solar sea anfitrión ocasional de objetos interestelares es
asombrosa, pero no encierra ningún misterio. Y, al principio, los meros hechos
de Oumuamua solo causaron estupor. Poco después de que el Instituto de
Astronomía de la Universidad de Hawái anunciara el descubrimiento de Oumuamua,
el 26 de octubre de 2017, científicos de todo el mundo analizaron los datos
esenciales recopilados y convinieron en la mayor parte de los hechos básicos:
la trayectoria, la velocidad y el tamaño aproximado de Oumuamua (tenía un
diámetro de menos de cuatrocientos metros). Ninguno de estos detalles iniciales
sugería que Oumuamua fuera extraño por ninguna razón más allá de su origen,
fuera de nuestro sistema estelar. Pero al cabo de poco, los científicos que
examinaban la plétora de datos empezaron a destacar las peculiaridades de
Oumuamua, detalles que pronto nos hicieron poner en duda la suposición de que
este objeto fuera un cometa o un asteroide normal y corriente, pese a ser
interestelar. Apenas unas semanas después de su descubrimiento, a mediados de noviembre
de 2017, la Unión Astronómica Internacional —la organización que bautiza los
objetos recién identificados en el espacio— cambió la denominación de Oumuamua
por tercera y última vez. Al principio, la UAI lo había llamado C/2017 U1, con
ce de «cometa». Luego pasó a llamarlo A/2017 U1, con la a de «asteroide». Y al
final, la UAI lo designó 1I/2017, con i de «interestelar». En ese momento, el
hecho de que Oumuamua había venido del espacio interestelar era una de las
pocas cosas en las que coincidía todo el mundo.
Avi Loeb
Extraterrestre
Como físico, me fascina la omnipresencia de las leyes
físicas que regulan nuestra existencia en este pequeño planeta que nos acoge.
Cuando observo el cosmos, me asombra el orden, el hecho de que las leyes
naturales que encontramos en la Tierra parezcan aplicarse hasta los mismos
confines del universo. Y durante un largo periodo de tiempo, desde mucho antes
de la llegada de Oumuamua, he albergado una idea fundamental: la omnipresencia
de estas leyes naturales sugiere que, si hay vida inteligente en algún otro
lugar, casi seguro que estará formada por seres que reconocen estas leyes
omnipresentes y que están impacientes por ir adonde les lleven los indicios,
encantados de teorizar, recopilar datos, probar teorías, pulirlas y volverlas a
probar. Y en último término, igual que ha hecho la humanidad, de explorar.
Avi Loeb
Extraterrestre
… los actos más triviales pueden tener extraordinarias
consecuencias.
Avi Loeb
Extraterrestre
Es habitual creer que la vida es una suma de los lugares que
visitamos. Pero esto es una ilusión. La vida es una suma de sucesos, y estos
sucesos son fruto de decisiones, pero solo algunas de ellas dependen de
nosotros.
Avi Loeb
Extraterrestre
… he aprendido que observar la inmensidad del espacio,
contemplar el inicio y el fin de todo, allana el camino para responder a otra
pregunta: «¿Qué es una vida digna de ser vivida?».
Avi Loeb
Extraterrestre
Mucho antes de analizar los indicios sobre Oumuamua aprendí
que, en todas las facetas de la vida, recabar las pruebas que se te presentan y
analizarlas con fascinación, humildad y determinación lo puede cambiar todo;
eso sí, siempre que nos abramos a las posibilidades que ofrecen los datos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Con el tiempo, he acabado apreciando la ciencia un poco más
que la filosofía. Los filósofos invierten una cantidad ingente de tiempo a
comerse la cabeza; los científicos se dedican a dialogar sin parar con el
mundo. Plantean a la naturaleza una serie de preguntas y escuchan atentamente
las respuestas de los experimentos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Para los científicos, lo que queda de una teoría después de
su contacto con los datos es lo que se considera bonito.
Avi Loeb
Extraterrestre
A veces, casi por accidente, algo excepcionalmente raro y
especial se cruza en tu camino. La vida da un giro cuando ves claramente lo que
tienes delante.
Avi Loeb
Extraterrestre
Los beneficios de que los astrónomos hablen con sociólogos,
antropólogos, politólogos y, por supuesto, filósofos pueden ser tremendos. Con
todo, me he dado cuenta de que, en el mundo académico, las carreras
interdisciplinares tienden a compartir el destino de esas raras caracolas que
el mar arrastra hasta la orilla: si nadie las recoge y las guarda, se van
erosionando poco a poco hasta que las incansables olas del océano las
transforman en granos de arena indistinguibles.
Avi Loeb
Extraterrestre
Sabedor de que he sido bendecido por personas que me han
brindado estas oportunidades, estoy firmemente comprometido con ayudar a los
jóvenes a alcanzar todo su potencial, incluso si eso significa no solo
cuestionar ideas ortodoxas, sino también, en ocasiones, prácticas ortodoxas más
perniciosas. Como parte de esta misión, tanto en mis clases como en mi investigación
me he esforzado mucho por mostrar una actitud hacia el mundo que algunos
tacharían de infantil. Si la gente lo cree, no me voy a ofender. En mi
experiencia, los niños siguen su brújula interna con más honestidad y menos
pretensiones que muchos adultos. Y cuanto más jóvenes son las personas, menos
probable es que cercenen sus pensamientos para imitar los actos de quienes las
rodean. Esta actitud con respecto a la ciencia me ha abierto la puerta a
algunas de las posibilidades más ambiciosas —algunos dirían incluso que
atrevidas— de los campos que estudio. Por ejemplo, la idea de que Oumuamua, el
objeto interestelar avistado en octubre de 2017 dando tumbos por el espacio, no
fue un fenómeno natural.
Avi Loeb
Extraterrestre
La ciencia es como un cuento de detectives.
Avi Loeb
Extraterrestre
La ciencia es como un cuento de detectives. Y para los
astrofísicos, este tópico incorpora un giro. No hay ningún otro campo de
indagación científica que lidie con nuestra diversidad de escalas y conceptos.
Cronológicamente, nuestro ámbito de estudio empieza antes del big bang y se
prolonga hasta el fin de los tiempos, aun reconociendo que las mismas nociones
de tiempo y espacio son relativas. Nuestra investigación desciende hasta los
cuarks y los electrones, las partículas más pequeñas que se conocen; se
extiende hasta el confín del universo; y abarca —directa o indirectamente— todo
lo que hay entremedias. Y una gran parte de nuestra labor detectivesca sigue
incompleta. Aún no comprendemos la naturaleza de los principales componentes
del universo, de forma que por ignorancia los llamamos materia oscura (que
aporta cinco veces más a la masa cósmica que la materia ordinaria de la que
estamos hechos nosotros) y energía oscura (que domina tanto la materia oscura
como la ordinaria y que causa, al menos por ahora, la peculiar aceleración
cósmica). Tampoco entendemos qué detonó la expansión del universo ni qué sucede
dentro de los agujeros negros:
Avi Loeb
Extraterrestre
Muchas veces, lo que pone en marcha el periplo detectivesco
de un astrofísico es el descubrimiento de una anomalía en los datos de los
experimentos u observaciones, un indicio que no concuerda con lo esperado y que
no se puede explicar con lo que sabemos. En tales situaciones, el método
habitual es proponer una serie de explicaciones alternativas e irlas descartando
una por una en función de los nuevos indicios hasta que se halla la
interpretación correcta.
Avi Loeb
Extraterrestre
Al principio, el debate científico sobre Oumuamua fue
relativamente sosegado. Yo lo atribuyo a que, en un primer momento, no éramos
conscientes de las anomalías más curiosas del objeto. Esta historia de
detectives parecía un caso claro: la explicación más probable para Oumuamua
—que era un cometa o asteroide interestelar— también era la más simple y
conocida. Pero a medida que fue avanzando el otoño de 2017, el análisis de los
datos nos dejó pasmados tanto a mí como a una parte considerable de la
comunidad científica internacional. Yo —y, repito, una parte considerable de la
comunidad científica internacional— era incapaz de hacer encajar los resultados
con la hipótesis de que Oumuamua fuera un cometa o un asteroide interestelar. A
todos nos costaba ajustar las pruebas a esa hipótesis, así que empecé a
formular hipótesis alternativas que explicaran las peculiaridades de Oumuamua
que se iban acumulando.
Avi Loeb
Extraterrestre
Sea lo que sea lo que acabemos concluyendo acerca de
Oumuamua, la mayoría de los astrofísicos convendrían en que fue —y sigue
siendo— una anomalía en sí misma.
Avi Loeb
Extraterrestre
… antes del descubrimiento de Oumuamua, en nuestro sistema
solar no se había observado ningún otro objeto interestelar confirmado. Este
hecho por sí solo lo convirtió en algo histórico y atrajo la atención de muchos
astrónomos, lo cual dio pie a que se recabaran más datos, que se interpretaron
y revelaron más anomalías, lo cual atrajo la atención de todavía más
astrónomos, etcétera.
Avi Loeb
Extraterrestre
Una duda apremiante era saber qué aspecto tenía Oumuamua. No
disponemos de ninguna fotografía nítida del objeto por la que guiarnos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Fuera como fuese, Oumuamua era una rareza. Si era alargado,
nunca habíamos visto un objeto espacial de origen natural que tuviera ese
tamaño y fuera tan largo; si era plano, tampoco habíamos visto jamás un objeto
espacial de origen natural con ese tamaño y tal forma.
Avi Loeb
Extraterrestre
Además de ser pequeño y tener una forma singular, Oumuamua
despedía una luminosidad extraña. A pesar de su minúsculo tamaño, al pasar
cerca del Sol y reflejar su luz, el objeto resultó ser relativamente brillante,
como mínimo diez veces más que los asteroides o cometas típicos del sistema
solar. En caso de que, como parece posible, Oumuamua midiera varias veces menos
que los cientos de metros que los científicos le atribuyeron, su reflectancia
se acercaría a valores sin precedentes; unos niveles de brillo similares a los
de un metal reluciente.
Avi Loeb
Extraterrestre
Cuando Oumuamua se aceleró en su camino alrededor del Sol,
su trayectoria se desvió de la que cabría esperar por la mera gravedad de
nuestra estrella. 1 No había ninguna explicación obvia del motivo. Este fue,
para mí, el dato más desconcertante de los que se acumularon durante las cerca
de dos semanas que pudimos observar a Oumuamua. Esta anomalía, sumada a las
otras informaciones que los científicos habían amasado, me llevó a formar
enseguida una hipótesis sobre el objeto que me enfrentó a la mayor parte del
estamento científico.
Avi Loeb
Extraterrestre
«Y, aun así, se desvió».
(…)
Las leyes universales de la física nos permiten predecir de
forma infalible cuál debería ser la trayectoria de un objeto concreto a medida
que viaja rápidamente alrededor del Sol. Pero Oumuamua no se comportó como se
esperaba.
(…)
Oumuamua no mostró ninguna desgasificación y, aun así, se
desvió.
(…)
Pasó inadvertido para el IRAC de Spitzer, para SOHO y para
STEREO; y, aun así, Oumuamua se desvió.
Avi Loeb
Extraterrestre
¿Qué probabilidades hay de que un cometa de origen natural
compuesto íntegramente de hidrógeno congelado se desgasifique en un sitio y
genere una aceleración uniforme? Más o menos las mismas que tienen los procesos
geológicos naturales de producir una nave espacial.
Avi Loeb
Extraterrestre
Cuando leí las informaciones que señalaban que la fuerza
extra sobre Oumuamua disminuyó de forma inversamente proporcional al cuadrado
de la distancia al Sol, me planteé qué podía estar propulsándolo, ya que no era
la desgasificación ni la desintegración. La única explicación que se me ocurrió
fue que la luz solar rebotara en su superficie como el viento sobre una vela
delgada.
Avi Loeb
Extraterrestre
La existencia de vida inteligente en la Tierra es una razón
más que suficiente para abordar la búsqueda de vida en otros rincones del
universo desde un prisma científico más que ficticio.
Avi Loeb
Extraterrestre
Parte de la reticencia a buscar vida extraterrestre inteligente
se remonta al mero conservadurismo, que muchos científicos adoptan para
minimizar la cantidad de errores que cometen durante su carrera. Este es el
camino más fácil y da sus frutos; los científicos que procuran dar esta imagen
reciben más reconocimientos, más premios y más financiación. Por desgracia,
esto también dispara su efecto eco, dado que la financiación desemboca en
grupos de investigación cada vez mayores que repiten como un mantra las mismas
ideas. Y puede acabar generándose un efecto dominó; las cámaras de eco
amplifican la mentalidad conservadora y succionan toda la curiosidad de los
jóvenes investigadores, muchos de los cuales tienen la sensación de tener que
pasar por el aro para conseguir un trabajo. Si no se tira de las riendas, esta tendencia
podría convertir el consenso científico en una especie de profecía
autocumplida.
Avi Loeb
Extraterrestre
Si ponemos bridas a las interpretaciones o vendamos a
nuestros telescopios, corremos el riesgo de perdernos descubrimientos. Acordaos
de los eclesiásticos que se negaron a mirar por el telescopio de Galileo. Los
prejuicios o la estrechez de miras de la comunidad científica —como queráis
describirlo— son especialmente omnipresentes y poderosos cuando se trata de
buscar vida alienígena, en especial, vida inteligente. Muchos investigadores se
niegan incluso a considerar la posibilidad de que un objeto o un fenómeno
extraño puedan probar la existencia de una civilización avanzada.
Avi Loeb
Extraterrestre
Detengámonos un momento para resumir los indicios sobre
Oumuamua que florecieron durante las semanas inmediatamente posteriores a su
descubrimiento. Era un objeto pequeño, brillante y de forma extraña que se
desvió de la órbita marcada por la gravedad del Sol sin que pudiéramos ver
ninguna cabellera cometaria (debida a la desgasificación del hielo del cometa,
que se convierte en vapor a partir de la fricción y el calor del Sol), y eso
que se realizó una búsqueda minuciosa con el Telescopio Espacial Spitzer y
otros detectores. Estos son hechos corroborados y nos permiten afirmar sin
ambages que las tres primeras anomalías identificadas de Oumuamua —su peculiar
órbita sin coma, su forma alargada y su luminosidad— lo diferencian
estadísticamente de todos los demás objetos catalogados por la humanidad por un
amplio margen. Para ilustrar esta singularidad en términos estadísticos, siendo
conservadores podemos sostener que, basándonos en su aceleración extra y la
ausencia de cabellera cometaria, Oumuamua es un objeto que solo aparece una de
cada pocos cientos de veces. Por su forma, también es un objeto que, siendo
modestos, aparece una de cada pocos cientos de veces. Y a juzgar por su
reflectancia, podemos decir (también siendo conservadores) que es un objeto que
solo aparece una de cada diez veces. Cuando multiplicamos esas tres cualidades
anómalas, podemos apreciar lo atípico que es Oumuamua. Es un objeto entre un
millón. Esos tres rasgos —órbita, forma y reflectancia— no son los únicos que
hacen de Oumuamua un objeto raro, como ya sabemos. Sin embargo, juntas, estas
tres características ponen claramente en duda la expectativa comprensible, si
bien ingenua, de que nuestro primer visitante interestelar se pareciera a los
asteroides rocosos y a los cometas congelados que, como sabemos, han pasado por
nuestro sistema solar. Y pese a la acumulación de estas anomalías, la mayoría
de los científicos se aferraron a la explicación más cómoda: Oumuamua tenía que
ser un objeto de origen natural, un asteroide o un cometa. La mayoría, sí, pero
no todos. Incluso nuestra comunidad, como veis, tiene sus anomalías.
Avi Loeb
Extraterrestre
… «¿podría Oumuamua haber sido un motor artificial?».
Avi Loeb
Extraterrestre
Oumuamua tuvo que haber sido diseñado, construido y lanzado
por un ser extraterrestre inteligente.
Avi Loeb
Extraterrestre
«Si la presión de la radiación es la fuerza aceleradora»,
decíamos, «Oumuamua constituye una nueva clase de material delgado
interestelar, generado naturalmente, [...] o bien de origen artificial».
«Respecto al origen artificial», añadíamos, «una posibilidad es que Oumuamua
sea una vela solar que flote en el espacio interestelar como residuo de
equipamiento tecnológico avanzado».
Avi Loeb
Extraterrestre
—¿Cree que hay civilizaciones alienígenas? —Una de cada
cuatro estrellas tiene un planeta con el mismo tamaño y temperatura de
superficie que la Tierra —dije a la cámara—. Sería arrogante pensar que estamos
solos.
Avi Loeb
Extraterrestre
… ¿qué pasa cuando entramos en el laberinto por el extremo
del misterio, en lugar de elegir el extremo de los análogos conocidos? ¿Qué
dudas se plantean y qué nuevas puertas se abren para buscar respuestas cuando
barajamos posibilidades que contradicen nuestras suposiciones esenciales, pero
concuerdan con los datos que tenemos?
Avi Loeb
Extraterrestre
Además, las dudas que suscita la hipótesis de la vela solar
son fascinantes. Si suponemos que Oumuamua es un cometa excepcionalmente raro
compuesto de hidrógeno puro congelado, la mayoría de nuestras dudas llegan a un
callejón sin salida. Lo mismo puede decirse si lo concebimos como una nube
esponjosa de polvo con suficiente integridad interna para mantenerse
cohesionada, pero lo bastante ligera como para salir propulsada por la luz
solar. En ambos casos, nos podemos maravillar, pero eso es todo. Las rarezas
estadísticas tienen que estar en los estantes de una vitrina de curiosidades;
no deben dar pie a nuevas ramas de investigación científica. Pero si
reconocemos que Oumuamua puede ser tecnología extraterrestre y afrontamos esta
hipótesis con curiosidad científica, se abre ante nosotros un abanico de nuevas
áreas de exploración para hallar indicios y descubrimientos.
Avi Loeb
Extraterrestre
la idea de que Oumuamua fuera una roca de origen natural
implicaría que el número de objetos interestelares desperdigados fuera mucho
mayor del que creemos y del que nuestro sistema solar predice. Por tanto, o
bien muchísimas de las demás estrellas son muy diferentes de la que nos da la
vida, o bien hay gato encerrado.
Avi Loeb
Extraterrestre
Quizás hace mucho, mucho tiempo, Oumuamua no fue chatarra,
sino equipamiento tecnológico extraterrestre fabricado para cumplir un fin
concreto. Tal vez pretendía ser una especie de boya.
Avi Loeb
Extraterrestre
Normalmente nos imaginamos a Oumuamua aproximándose a toda
velocidad hacia nosotros, pero sería más ilustrativo ver las cosas desde su
punto de vista. Desde su propia perspectiva, el objeto estaba en reposo y
nuestro sistema solar chocó contra él. O, dicho de una forma que funciona tanto
metafórica como (quizás) literalmente, tal vez Oumuamua era como una boya
estática en el firmamento y nuestro sistema solar fue el barco que la arrolló a
gran velocidad.
Avi Loeb
Extraterrestre
La ciencia humana todavía tiene que madurar, tanto en lo
tocante a la búsqueda de inteligencia extraterrestre como a otros horizontes de
nuestra limitada imaginación.
Avi Loeb
Extraterrestre
Todos mis estudios reflejan un principio básico
innegociable: el contacto con los datos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Lo que nos impide considerar justamente si Oumuamua fue
fabricado por extraterrestres no son las pruebas, el método en que se recabaron
o el razonamiento que sustenta la hipótesis. Lo que nos bloquea el camino casi
inmediatamente es una reticencia a ver más allá de las pruebas y del razonamiento,
a analizar cuáles serían las consecuencias. A veces, el problema estriba en el
mensaje, a veces en el mensajero, pero cuando ambos se topan con un oyente que
no quiere escuchar, surge un problema más grave que las pruebas y el
razonamiento.
Avi Loeb
Extraterrestre
Pese a carecer de pruebas experimentales, la corriente
dominante de la física teórica considera irrefutables y evidentes las nociones
matemáticas de la supersimetría, las dimensiones espaciales extra, la teoría de
cuerdas, la radiación de Hawking y el multiverso. Citando textualmente a un
prominente físico en una conferencia a la que asistí: «Estas nociones deben ser
ciertas aunque no haya test experimentales para respaldarlas, puesto que miles
de físicos creen en ellas y es difícil imaginar que una comunidad tan grande de
científicos con aptitudes matemáticas se pueda equivocar». Pero dejad atrás el
pensamiento de grupo y analizad con más detalle estas ideas. Por ejemplo, la
supersimetría. Esta teoría, que propugna que todas las partículas tienen su
pareja, no es tan natural como teóricos de alto coturno predijeron que sería.
Los últimos datos del Gran Colisionador de Hadrones del CERN no hallaron
ninguno de los indicios esperados en las escalas energéticas sondeadas para
respaldar la supersimetría. Otras especulaciones sobre la naturaleza de la
materia oscura, la energía oscura, las dimensiones extra y la teoría de cuerdas
aún se tienen que probar. Imaginad que los datos que sugieren que Oumuamua es
tecnología extraterrestre sean más sólidos que los datos que validan la teoría
de la supersimetría. ¿Qué se inferiría de ello? Para construir el Gran
Colisionador de Hadrones, un acelerador de partículas creado con vistas a
obtener pruebas que confirmaran la supersimetría, se gastaron algo menos de
cinco mil millones de dólares; y su funcionamiento cuesta otros mil millones al
año. Si el consenso científico acaba desechando la teoría, lo hará después de
un gasto descomunal y de generaciones de trabajo. Hasta que hayamos invertido
recursos similares en la búsqueda de vida extraterrestre inteligente, las
declaraciones rotundas sobre lo que es o deja de ser Oumuamua se deberían
juzgar de forma acorde. Hay una retahíla de teorías más allá de la
supersimetría —es inevitable pensar en el multiverso— a las que se presta una
exhaustiva y deferente atención tanto dentro como fuera del mundo académico,
pese a carecer de pruebas sólidas. Es algo que debería hacernos reflexionar, y
no por la falta de pruebas. Nos debería preocupar por lo que revela de la
cultura científica en sí misma. Lo que nos impide considerar justamente si
Oumuamua fue fabricado por extraterrestres no son las pruebas, el método en que
se recabaron o el razonamiento que sustenta la hipótesis. Lo que nos bloquea el
camino casi inmediatamente es una reticencia a ver más allá de las pruebas y
del razonamiento, a analizar cuáles serían las consecuencias. A veces, el
problema estriba en el mensaje, a veces en el mensajero, pero cuando ambos se
topan con un oyente que no quiere escuchar, surge un problema más grave que las
pruebas y el razonamiento.
Avi Loeb
Extraterrestre
En la actualidad, un joven astrofísico teórico tiene más
posibilidades de acabar consiguiendo un puesto fijo si estudia la existencia de
multiversos que si busca pruebas de vida extraterrestre inteligente. Es una
lástima, sobre todo porque los futuros científicos suelen tener más imaginación
durante las fases iniciales de su carrera. Durante este periodo fértil,
encuentran una profesión que refrena implícita y explícitamente sus intereses,
alimentando su miedo a salirse del cauce que marca el credo científico. La
generación anterior de físicos teóricos tenía la humildad suficiente para
reconocer un error cuando los datos experimentales refutaban sus teorías. Pero
la nueva cultura, que se regodea en su propia salsa teórica e influye en
comités de premios y agencias de financiación, está formada por predicadores de
paradigmas populares, pero no corroborados. Cuando los científicos redoblan su
apuesta por la supersimetría, aunque el Gran Colisionador de Hadrones no ha
encontrado indicios que la respalden, o cuando insisten en que el multiverso
tiene que existir a pesar de que no hay datos que apuntalen la teoría, están
malgastando una cantidad preciosa de tiempo, dinero y talento. Y no solo
tenemos fondos limitados que invertir, sino tiempo limitado. La ironía es que,
en su día, muchos científicos adultos ya aprendieron esto intuitivamente.
Cuando los niños abren su primera cuenta de ahorros, suelen caer en la trampa
de imaginar las posibles fortunas que podrían acumular. Fantasean con comprar
esto y aquello y piensan en todo lo que ansiarían poseer; se les hace la boca
agua. Pero después de ir al cajero y ver el dinero que realmente tienen en la
cuenta, sus castillos en el aire se desmoronan. No solo carecen de fondos
suficientes para hacer todo lo que soñaban con hacer, sino que acaban
percatándose de la lentitud con que se acumulan esos fondos. Normalmente, tras
esta decepción los niños habrán aprendido a mirar sus cuentas con cierta
frecuencia y a equilibrar lo que anhelan adquirir con la cruda realidad de los
datos confirmables. Una cultura científica que no ha aprendido esta lección
—que no necesita verificación externa en los datos observables y confirmables y
que propugna ideas consideradas naturalmente correctas debido a su belleza
matemática— se me antoja una cultura que se arriesga a perder pie. Recabando
datos y comparándolos con nuestras tesis teóricas, podemos saber cuál es la
realidad y saber que no estamos alucinando. Es más, vuelve a confirmar algo
fundamental para la disciplina. La física no es una actividad recreativa
dedicada a hacernos sentir bien con nosotros mismos. La física es un diálogo
con la naturaleza, no un monólogo. En teoría, los científicos tenemos que dar
el todo por el todo y hacer predicciones que se puedan testar, y eso significa
arriesgarse a cometer errores. En la edad de las redes sociales, las ciencias
en general —y la astrofísica en particular— necesitan recuperar su humildad
tradicional. No debería ser difícil. Recopilar datos experimentales y descartar
ideas teóricas se tendrían que convertir en prioridades básicas. Guiarse por
los datos reconforta y ofrece recompensas más tangibles y aplicables. Antes que
echar por la borda una carrera entera siguiendo callejones matemáticos que las
futuras generaciones de físicos tildarán de irrelevantes, los jóvenes
científicos deberían poner los ojos en áreas de investigación en las que el
valor de las ideas pueda ponerse a prueba y dar frutos en vida. No hay ningún
ámbito de investigación con mejor ratio de riesgo-beneficio que la búsqueda de
vida extraterrestre. Es más, con solo once días de datos acumulados tras el
paso de Oumuamua, ya disponemos de más indicios sugerentes y observables que
para todas las burbujas mentales que actualmente están de moda y monopolizan
con mano de hierro el campo de la astrofísica.
Avi Loeb
Extraterrestre
Los experimentos mentales coherentes con las leyes de la
física son la esencia misma de los descubrimientos, la vía para resolver las
muchas anomalías que hallamos en la Tierra y fuera de ella. En la mentalidad
menos rígida de los niños podemos encontrar perfectamente las ideas que impelen
la ciencia y la humanidad. Y uno de los peores errores que podemos cometer es
imponer suposiciones conservadoras a las ideas y los instintos de los demás, o
alabar la cautela intelectual por los motivos equivocados.
Avi Loeb
Extraterrestre
La ciencia es ante todo una experiencia de aprendizaje, una
vivencia que funciona mejor si somos humildes ante nuestros errores. Así como
los niños descifran el mundo a medida que chocan con él, dándose contra los
bordes puntiagudos de los muebles, la primera vez que nos encontramos con una
anomalía no suele ser una experiencia feliz. Las anomalías ponen patas arriba
lo que creemos saber, contradicen las teorías y creencias que damos por
sentadas y se resisten a nuestros intentos por encajarlas con nuestras
suposiciones. Aquí es precisamente donde la ciencia debe anteponer la evidencia
a la imaginación y seguir la primera hasta las últimas consecuencias.
Avi Loeb
Extraterrestre
La ciencia exige en sí misma humildad, exige entender que la
imaginación humana es incapaz de abarcar toda la riqueza y la diversidad de la
naturaleza. Pero la respuesta adecuada a la humildad es la fascinación y, con
ella, un deseo de abrirnos a un abanico más amplio de posibilidades.
Avi Loeb
Extraterrestre
Los galardones deberían ser la guinda del mundillo
académico, pero muchas veces se convierten en una obsesión. Los concursos de
popularidad no se entroncan en la labor de la investigación científica honesta;
la verdad científica no se mide por el número de «me gusta» en Twitter, sino
por la evidencia.
Avi Loeb
Extraterrestre
Una de las lecciones más difíciles de impartir a los jóvenes
científicos es que la búsqueda de la verdad puede desafiar la búsqueda del
consenso. Lo cierto es que nunca hay que confundir verdad con consenso. Por
desgracia, es una lección que el alumno aprende más fácilmente trabajando sobre
el terreno. A partir de ese momento, año tras año, las presiones combinadas de
los compañeros de profesión y las perspectivas laborales favorecen la tendencia
a no jugársela.
Avi Loeb
Extraterrestre
La astrofísica no es para nada el único ámbito académico
propenso a estas presiones, pero el hecho de que se fomente explícita e
implícitamente el conservadurismo científico es algo que deprime y preocupa,
considerando la cantidad de anomalías que aún esconde el universo. Yo no veo
tan claro por qué las hipótesis extraordinarias exigen pruebas extraordinarias
(las pruebas son pruebas, ¿no?); ahora bien, sí creo que el conservadurismo
extraordinario nos mantiene en una ignorancia extraordinaria. Dicho de otra
manera, el campo no necesita más detectives calculadores.
Avi Loeb
Extraterrestre
Los científicos en potencia son como las cerillas, y el
contexto en el que trabajan es la caja: si, en el momento en que las necesitas
para prender un fuego, se rascan contra un lado desgastado de la caja, todos
salimos perdiendo. He aquí algo que aprendimos hace tiempo: si queremos que
haya nuevos descubrimientos, hay que fabricar cajas nuevas.
Avi Loeb
Extraterrestre
Nuestra civilización no solo es el producto de nuestros
avances científicos, sino también de esos momentos en que los avances se
demoraron o se detuvieron por diversas razones. Hoy estamos donde estamos
debido a los hombres y las mujeres que miraron por el telescopio, pero también
debido a los hombres y las mujeres que se negaron a hacerlo.
Avi Loeb
Extraterrestre
Pickering erró por su arrogancia; no por la arrogancia
personal, sino profesional. Pensó que lo que su generación de científicos
observaba, entendía y juzgaba de interés era el cénit del descubrimiento; no
vio que el ascenso de la ciencia consiste en llegar a una falsa cúspide detrás
de otra.
Avi Loeb
Extraterrestre
En ocasiones, he descrito la búsqueda de vida extraterrestre
como la inversión capitalista definitiva en la investigación científica (¡mando
un saludo desde aquí a Yuri Milner!). Cualquier método de búsqueda entraña sus
riesgos, como las inversiones. En la búsqueda de inteligencia extraterrestre,
tenemos pocas claves respecto a las propiedades de la aguja que buscamos en el
pajar del universo, pero si encontramos una sola aguja, la recompensa será
tremenda. El rédito de una inversión como esta dejaría en nada otros intereses
científicos más cerrados de miras. El simple hecho de saber que no estamos
solos transformaría a la propia humanidad, por no hablar del conocimiento que
extraeríamos de ese descubrimiento.
Avi Loeb
Extraterrestre
El universo se asemeja a una excavación arqueológica
centrada en nosotros. Cuanto más profundo miramos, más antiguas son las capas
que desvelamos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Hoy, los humanos viven de media casi setenta y tres años.
Para haber visto encenderse las primeras luces del universo hace 13.000
millones de años, tendríamos que haber vivido casi ciento ochenta millones de
vidas; una idea de lo más absurda, si pensamos que la Tierra solo tiene unos
4.500 millones de años y únicamente ha albergado vida durante 3.800 de ellos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Sería muy atrevido por nuestra parte asumir que somos la
única inteligencia en este inmenso cosmos. Aunque en muchos otros planetas
pueda existir vida tal como conocemos —así como vida diferente de la que
conocemos—, lo más probable es que encontremos restos de tecnologías
extraterrestres antes de establecer contacto con ninguna civilización viva. Hay
que tener esto en cuenta cuando sopesemos hipótesis para las misteriosas
propiedades de objetos interestelares como Oumuamua.
Avi Loeb
Extraterrestre
Mi investigación sobre el amanecer cósmico contribuyó a
crear un nuevo campo de estudio, lo que ha acabado denominándose «cosmología de
los veintiún centímetros». Se trata de una rama de la radioastronomía que
cartografía el universo en tres dimensiones usando la radiación de los átomos
de hidrógeno que aparecieron con una longitud de onda de veintiún centímetros,
una longitud posteriormente dilatada por la expansión cósmica. Tal vez
recordéis que este es el mismo espectro radioeléctrico de ondas con el que los
humanos llenan de sonido sus televisores, radios, móviles y ordenadores. Esta
idea nos inspiró a Matías Zaldarriaga y a mí a plantearnos si otras
civilizaciones avanzadas también emitirían ese ruido. Pero mi interés inicial
en las emisiones de veintiún centímetros se debió a que permite observar un
tiempo muy anterior a cualquier posible civilización. En esa fase de mi carrera
no iba a la caza de alienígenas; iba detrás del hidrógeno.
Avi Loeb
Extraterrestre
Si Oumuamua es tecnología alienígena, es casi una certeza
que sus diseñadores también echaron un vistazo al tenue pasado de nuestro
universo común y, como nosotros, extrajeron un significado del hidrógeno
ionizado y neutro. Mostrarse lo bastante curioso para explorar el espacio
alrededor de nuestro sistema solar o entre las lejanas estrellas es, por
definición, mostrarse curioso sobre el universo: sobre cuáles son sus
propiedades, qué explica su pasado y qué predice su futuro. Nuestra propia
curiosidad y conducta no es solo la mejor guía para comprender la curiosidad y
la conducta de la vida extraterrestre. También es cierto que los conocimientos
científicos nos aportarán el idioma común que necesitaremos para entender a
cualquier especie extraterrestre inteligente, tal vez incluso para comunicarnos
con ella. La ciencia también nos facilita un medio para interpretar lo que
descubrimos, por muy fugaz y parcial que sea. Porque, si podemos fabricarlo, es
muy probable que otros seres inteligentes, si los hay, hayan hecho lo mismo.
Avi Loeb
Extraterrestre
Lo que hacen los humanos nos ayuda a predecir lo que
seguramente hagan otras civilizaciones. Seguimos siendo nuestra mejor fuente de
datos para imaginar el comportamiento de otras civilizaciones y las
consecuencias del mismo.
Avi Loeb
Extraterrestre
Es bastante probable que, si no nos andamos con ojo, los
próximos siglos de nuestra civilización sean los últimos. Si este fuera el
caso, las emisiones que hemos estado enviando al universo desde nuestras radios
y televisiones —esa pompa de sonido que se expande hacia el exterior y que la
humanidad no empezó a generar hasta hace apenas un siglo— y las cinco naves
interestelares que ya hemos lanzado serían el equivalente a los huesos de
dinosaurio aquí en la Tierra: vestigios de algo formidable y extraordinario en
su día, pero que ahora solo sirve como material para los arqueólogos de otras
civilizaciones.
Avi Loeb
Extraterrestre
En astronomía, vemos a la materia adoptar formas nuevas a lo
largo del tiempo. La materia que nos compone se generó en el núcleo de una
estrella masiva cercana que estalló. Se aglutinó para formar la Tierra y esta
nutre las plantas que alimentan nuestros cuerpos. ¿Qué somos, pues, sino formas
efímeras que adoptan pequeñas motas de material durante un breve instante de la
historia cósmica en la superficie de un planeta de los muchos que existen?
Somos insignificantes no solo porque el cosmos es inmenso, sino porque nosotros
mismos somos muy pequeños. Cada uno de nosotros no es más que una estructura
pasajera que viene y va, y que se queda grabada en la mente de otras
estructuras pasajeras. Y ya está.
Avi Loeb
Extraterrestre
Con negligencia, diligencia y gran inteligencia, los humanos
han demostrado estar muy cómodos acabando con la vida de otros humanos.
Avi Loeb
Extraterrestre
De todas las lecciones que podemos extraer de Oumuamua, la
más crucial podría ser esta: no podemos permitir que los filtros minúsculos de
la guerra y la degradación ambiental se agranden hasta convertirse en un filtro
mayor. Tenemos que ejercer más cuidado, diligencia e inteligencia para
preservar nuestra civilización. Solo así podemos salvarnos.
Avi Loeb
Extraterrestre
De esto sí estoy convencido: la civilización humana en la
Tierra tal como existe hoy y la promesa de la posible civilización humana
interestelar del mañana están conectadas por unos finos hilos que no aguantarán
si somos cautelosos y conservadores. Recuperando las palabras de Rebbe Nachman
de Breslov, «el mundo entero no es más que un puente muy estrecho; la clave
está en no tener ningún miedo».
Avi Loeb
Extraterrestre
Si concluimos que las civilizaciones nacen y desaparecen en
un abrir y cerrar de ojos, tal vez por turnos, a lo largo de la extensísima
historia del universo, sería un aviso sombrío para nuestra propia civilización.
Pero también sería una oportunidad. Como científicos y como especie, podríamos
adaptar nuestra labor detectivesca y buscar los vestigios de civilizaciones
extintas. Un mero descubrimiento indirecto de esos indicios nos podría enseñar
una importante lección: a saber, que tenemos que empezar a organizarnos para
evitar un destino similar. Como he mencionado, este podría ser el profundo
mensaje de Oumuamua en una botella, un mensaje que nos empeñamos en no leer.
Para interpretarlo totalmente, pienso que tendremos que dejar de ver la
astronomía solo como el estudio de las cosas del espacio y empezar a tratarla
como una disciplina investigadora e interdisciplinar. Necesitamos urgentemente
una nueva rama de la astronomía, que yo he llamado «arqueología espacial».
Igual que los arqueólogos que cavan para averiguar cosas sobre la sociedad
maya, por ejemplo, los astrónomos tienen que empezar a buscar civilizaciones
tecnológicas excavando en el espacio. Es fascinante elucubrar lo que podrían
encontrar estos astroarqueólogos, pero esa no es ni siquiera la razón de mayor
peso para tomarse en serio esta investigación. Lo cierto es que nos podría dar
perfectamente ideas que nos induzcan a seguir nuevas sendas científicas y
culturales, y que quizás conviertan a nuestra civilización en una de esas pocas
que consiguen traspasar el gran filtro.
Avi Loeb
Extraterrestre
… hay que admitir que descubrir vida primitiva o microbiana
no sería lo mismo que descubrir vida extraterrestre inteligente. Ambos
descubrimientos alterarían intrínsecamente la imagen que la humanidad tiene de
sí misma, pero los indicios de la civilización tecnológica inteligente harían
más mella. Saber que existen o nos han precedido otras civilizaciones
inteligentes, tal vez más avanzadas, nos obligaría a adoptar una actitud más
humilde con el universo y nuestros logros. Al final, concluimos que la
probabilidad de detectar vida inteligente era aproximadamente cien veces menor
que la probabilidad de detectar vida primitiva. Con todo, concluimos que
teníamos que llevar a término ambas búsquedas al mismo tiempo, aunque
dedicáramos bastantes más recursos a buscar vida primitiva porque esperábamos
que fuera más común. Además, la existencia de vida inteligente también
dispararía por las nubes las perspectivas de encontrar vida microbiana. Así
pues, ¿qué deberíamos buscar? En una palabra: vida. Simplemente tendríamos que
esperar encontrar antes de un tipo que del otro. Entonces, ¿dónde deberíamos
buscar? Responder a esta pregunta es más delicado y complicado, pero, al final,
tal vez sea más familiar y cómodo. El motivo es que nos obliga a empezar por la
abiogénesis terrestre: el origen de la vida en nuestro planeta.
Avi Loeb
Extraterrestre
Al buscar vida extraterrestre, no hay pregunta más crucial
que esta: ¿la vida es ampliamente determinista y bastante probable, o es fruto
de sucesos aleatorios e improbables? En otras palabras, ¿las mismas condiciones
básicas desembocan siempre en la aparición de vida, o el surgimiento de vida en
la Tierra fue una anomalía que es muy improbable que vuelva a darse?
Avi Loeb
Extraterrestre
Venimos literalmente de las estrellas; la materia de la que
estamos hechos se generó en el corazón de una estrella que estalló, que formó
planetas como la Tierra y que luego se convirtió en el material de toda la vida
terrestre, incluyéndonos a ti y a mí. Y sin la calidez y la luz del Sol, no
habría plantas, no habría oxígeno en abundancia ni la vida tal como la
conocemos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Identificar planetas a la distancia «Ricitos de Oro» de una
estrella, esa zona en la que el agua no se congela ni se evapora, es el punto
de partida del astroarqueólogo para buscar civilizaciones alienígenas.
Avi Loeb
Extraterrestre
Llevada a su máximo potencial, la astroarqueología nos daría
inevitablemente una lección de humildad, pero este sería su aspecto más
valioso. Si somos capaces de aceptar que muy probablemente seamos menos
avanzados que las civilizaciones que nos han precedido, es plausible que
encontremos formas de acelerar nuestra agónica evolución; una transformación
psicológica que podría permitir a la humanidad dar un salto de miles, millones
o incluso miles de millones de años. Hay pruebas aplastantes de que
probablemente la humanidad no haya puesto el listón de la inteligencia
especialmente alto, y que seguramente otras civilizaciones lo hayan superado.
Tenéis ejemplos en el periódico, en la pantalla y en vuestra inagotable fuente
de noticias. El verdadero indicador de la inteligencia es la promoción del
propio bienestar, pero muchas veces actuamos en detrimento propio. Según he
aprendido, considerando las noticias más apremiantes del mundo, salta a la
vista que no podemos ser la especie más inteligente que existe. La humanidad ha
pensado muy pocas veces en el bienestar colectivo, tanto durante los últimos
siglos como en la actualidad. Entre los malos hábitos en que incurrimos,
optamos repetidamente por los beneficios a corto plazo antes que por los
beneficios a largo plazo. Lo hacemos en asuntos tan complejos como la energía
con huella de carbono cero, en asuntos tan difíciles como las vacunas, y en
otros tan obvios como el uso de bolsas reutilizables para la compra. Y durante
más de un siglo hemos estado pregonando nuestra existencia por toda la Vía
Láctea mediante ondas de radio, sin pararnos a reflexionar sobre si puede haber
civilizaciones por ahí que sean más inteligentes y violentas que nosotros.
Obviamente, para coordinar los esfuerzos para enviar al universo un mensaje más
sutil y uniforme de la civilización humana, tenemos que ser capaces de unirnos.
La historia humana ofrece pocos motivos para abrigar esperanzas de ello en un
futuro, al menos a corto plazo.
Avi Loeb
Extraterrestre
Un hecho sí está claro. Si atribuimos cero probabilidades a
encontrar pruebas de objetos artificiales, como hicieron algunos científicos en
el caso de Oumuamua, si la civilización humana organiza sus proyectos e
inversiones instruyendo a sus expertos con la idea de que «No son nunca los
alienígenas», podemos tener por seguro que nunca encontraremos indicios de
civilizaciones extraterrestres. Para seguir adelante, debemos pensar con
creatividad y evitar los prejuicios sobre lo que esperamos encontrar basándonos
en la experiencia pasada.
Avi Loeb
Extraterrestre
A menudo, mis alumnos se sorprenden con esta observación
trivial pero sugerente: «Solo la mitad de vosotros es mejor que la media de
esta clase». Para las civilizaciones igual. Que hayamos descubierto muchos
planetas similares a la Tierra y que hasta hoy no hayamos encontrado pruebas
concluyentes de la existencia de otras civilizaciones no debería hacernos
presuponer que nuestra civilización y la vida terrestre son las únicas con un
futuro brillante asegurado. Los historiadores pueden polemizar sobre si nuestro
pasado sugiere un rumbo teleológico hacia el progreso, pero el universo ofrece
una respuesta clara: la historia del universo indica una tendencia hacia la
extinción... de estrellas, de planetas, de sistemas solares y, tal vez, del
universo como lo conocemos. La búsqueda —por no hablar del descubrimiento— de
tecnología extraterrestre nos podría sacar de nuestro limitado marco, de
nuestra costumbre de pensar en el futuro de la siguiente o de las siguientes
dos generaciones, en vez de tener presente principalmente el futuro de nuestra
civilización.
Avi Loeb
Extraterrestre
Dada la omnipresencia de planetas habitables, es el colmo de
la arrogancia concluir que estamos solos. En mi opinión, es la hibris de la
juventud.
Avi Loeb
Extraterrestre
El mayor beneficio de un encuentro con seres superiores
sería la oportunidad de hacerles esa pregunta clave que nos ha preocupado
durante siglos: ¿cuál es el sentido de la vida?
Avi Loeb
Extraterrestre
Si nos tomamos en serio la hipótesis de que Oumuamua es de
origen extraterrestre, también debemos tomarnos en serio los desafíos que
probablemente suscitará nuestro siguiente encuentro con tecnología o vida
extraterrestre. En cuanto encontremos pruebas concluyentes de que hay vida
extraterrestre en el universo, es previsible que surja un debate internacional
sobre la conveniencia y la mejor forma de reaccionar. ¿Cómo nos preparamos para
este debate? ¿Cómo anticipamos y planificamos la comunicación que los
buscadores de vida extraterrestre inteligente llevan décadas esperando, o, ya
puestos, cualquier otro indicio de vida inteligente extraterrestre?
Avi Loeb
Extraterrestre
¿Cuál sería la apuesta más ambiciosa que podría plantearse
la humanidad en lo tocante a Oumuamua? Hacer lo suficiente para garantizar la
supervivencia de la vida terrestre.
Avi Loeb
Extraterrestre
Recordad que Oumuamua se desvió ligeramente del rumbo que
cabría esperar si solo lo hubiese afectado la gravedad del Sol. Hubo algo más
que lo empujó y, según mi hipótesis, ese algo fue la fuerza de la luz del Sol
sobre una vela solar extraterrestre. Pero incluso asumiendo que el objeto fuera
diseñado precisamente con este fin, solo se desvió un poco. El motivo es que la
fuerza del Sol apenas es capaz de acelerar una vela solar hasta una milésima
parte de la velocidad de la luz, por más que empiece su viaje muy cerca del
astro: a diez veces el radio solar. De hecho, esa es la distancia más cercana a
la que hemos conseguido mandar una nave, la Sonda Solar Parker, la nave
robótica lanzada en 2018 para estudiar la corona del Sol.
Avi Loeb
Extraterrestre
De niño, solía buscar la esfera de semillas de los dientes
de león, me la acercaba a la cara y soplaba con todas mis fuerzas. Cumpliendo
los designios de la naturaleza, las semillas se esparcían por todas partes y,
dos semanas más tarde, se veían nuevas plántulas brotando del suelo. ¿Las
civilizaciones podrían hacer algo parecido para protegerse de la extinción? ¿Es
posible que las civilizaciones extraterrestres ya lo hayan intentado? ¿Esta
podría ser también una manera de preservar la vida en el universo? Recordad que
Oumuamua se desvió ligeramente del rumbo que cabría esperar si solo lo hubiese
afectado la gravedad del Sol. Hubo algo más que lo empujó y, según mi
hipótesis, ese algo fue la fuerza de la luz del Sol sobre una vela solar
extraterrestre. Pero incluso asumiendo que el objeto fuera diseñado
precisamente con este fin, solo se desvió un poco. El motivo es que la fuerza
del Sol apenas es capaz de acelerar una vela solar hasta una milésima parte de
la velocidad de la luz, por más que empiece su viaje muy cerca del astro: a
diez veces el radio solar. De hecho, esa es la distancia más cercana a la que
hemos conseguido mandar una nave, la Sonda Solar Parker, la nave robótica
lanzada en 2018 para estudiar la corona del Sol. Necesitaríamos una fuerza
mucho mayor para propulsar un número suficiente de nuestras semillas de vida
terrestre por el universo. Más que la radiación de nuestro Sol, sería algo como
una supernova. La explosión de una estrella despediría una luminosidad
equivalente a mil millones de soles que brillaran durante un mes. Propulsada
por una explosión así, una vela solar que pesara menos de medio gramo por metro
cuadrado podría alcanzar casi la velocidad de la luz, aunque estuviera a una
distancia cien veces superior a la que separa la Tierra del Sol. Nuestra nave-semilla
podría llegar a parajes del universo con los que ahora solo podemos soñar, de
modo que se ensancharía enormemente el número de planetas en los que las
semillas de la vida podrían encontrar un hogar. Para haceros una idea de cómo
podría funcionar esto en la práctica, imaginaos una civilización que habitara
cerca de Eta Carinae, una estrella masiva con una luminosidad cinco millones de
veces superior a la del Sol. Para asegurar la continuidad de la vida, podría
estacionar muchas velas solares alrededor de la estrella y esperar
pacientemente la explosión que las lanzara casi a la velocidad de la luz a un
coste mínimo. Una civilización como la que postulamos habría llegado a un nivel
de paciencia, o de derroche, que la humanidad no ha logrado... todavía. Las
estrellas masivas viven millones de años y el momento exacto en que explotan es
difícil de predecir. Eta Carinae, por ejemplo, tiene unos pocos millones de
años de vida. Predecir su muerte con milenios de precisión equivale a
pronosticar la muerte de una persona con un año de diferencia tras aproximarse
a la esperanza de vida media. La nebulosa del Cangrejo es el resto de una
supernova que se observó desde la Tierra en el año 1054. Se encuentra a una
distancia de unos 6.000 años luz y cerca del centro contiene una estrella de
neutrones, el púlsar del Cangrejo, que rota treinta veces por segundo y
centellea como un faro. Se podrían aprovechar explosiones como esta para
propulsar velas solares hasta los confines más alejados del universo. ESO Esta
civilización también tendría que haber planificado de antemano con una destreza
que la humanidad nunca ha demostrado poseer. Es cierto que, utilizando baratos
cohetes químicos, las velas solares se podrían transportar hasta su destino
alrededor de la vieja estrella mucho antes de la explosión, aunque el viaje
podría tardar millones de años con ese primitivo medio de propulsión. Pero son
la previsión y la paciencia las que se erigen como mayores obstáculos. La
tecnología, por más formidable que sea, es viable. Basándonos en nuestros
modelos para la Iniciativa Starshot, sabemos que las velas tienen que ser
altamente reflectantes para no absorber demasiado calor y quemarse. También
podemos prever cómo habría que fabricar esas naves para evitar el peligro de
que la brillante luz estelar las impulsara antes de la explosión. Y, dado que
podrían seguir caminos repletos de restos estelares, habría que diseñarlas de
forma que se plegaran en forma de aguja, a fin de minimizar los daños y la
fricción, y aumentar muchísimo el número de naves. Sería la mayor de las
apuestas seguras que podría hacer una civilización. Contándose quizás por
billones, estas pequeñas velas solares, fabricadas para preservar los
componentes básicos de la vida, podrían reposar como semillas durmientes a una
distancia enorme de una estrella masiva vieja, esperando lo inevitable. Aunque
la civilización que las colocara allí no lograra superar su gran filtro, con la
supernova, la estrella dispersaría por el universo la posibilidad de continuar
la vida, tal como hacen las semillas de un diente de león. Por supuesto, no
hace falta tener tanta paciencia. Para la humanidad, ya es tecnológicamente
factible usar potentes láseres que serían mucho más efectivos que el Sol a la
hora de propulsar las velas solares hacia el espacio interestelar. Huelga decir
que esta es la propuesta básica de la Iniciativa Breakthrough Starshot: un rayo
láser que generara diez gigavatios de potencia por metro cuadrado sería diez
millones de veces más brillante que la luz del Sol que llega a la Tierra.
Además, podría impulsar la vela solar a varias décimas de la velocidad de la
luz. Sin duda, haría falta una inversión enorme. Pero en cuanto sepamos que no
estamos solos, que casi seguro que no somos la civilización más avanzada que ha
existido jamás en el cosmos, caeremos en la cuenta de que hemos gastado más en
desarrollar medios para destruir toda la vida del planeta que el coste que
habría tenido el intentar preservarla. Ante la apuesta de Oumuamua, podríamos
llegar a la conclusión de que la pervivencia de la humanidad compensa el gasto.
Avi Loeb
Extraterrestre
Si apostamos a que ya hemos detectado indicios de una
inteligencia extraterrestre, las preguntas que nos formularemos y los proyectos
que iniciaremos cambiarán. Tened en cuenta que cada malabarismo científico que
hemos hecho para llegar a la alta probabilidad de una panspermia natural se
simplifica si valoramos la panspermia dirigida. ¿Cómo procuramos que la vida
salga eyectada de un planeta? Eyectándola nosotros mismos. ¿Cómo procuramos que
la vida esté lo bastante protegida de las inclemencias del espacio mientras
viaja entre planetas o galaxias? Fabricando un cohete con ese fin. ¿Cómo nos
aseguramos de nutrir y preservar la vida para que sobreviva a los larguísimos
viajes intergalácticos? Fabricando el cohete para que también cumpla ese fin.
Avi Loeb
Extraterrestre
Si nuestra civilización es lo bastante valiente y duradera,
seguro que acabaremos migrando al espacio y a nuevas regiones del universo que,
en aspectos esenciales, se parezcan a la nuestra. Al hacerlo, seguiremos
indudablemente los pasos de quienes nos precedieron; igual que las
civilizaciones antiguas de la Tierra migraban a las orillas de los ríos, es
probable que las civilizaciones tecnológicas avanzadas migren por el universo
hacia entornos ricos en recursos, desde planetas habitables a cúmulos de
galaxias. Pero ninguna civilización, y mucho menos la nuestra, dará el salto de
migrar a las estrellas si no es lo bastante inteligente para preservar su
planeta de origen mientras urde planes y se prepara. Y esta es una gesta que la
humanidad tendrá más difícil mientras muchos de nosotros nos sigamos aferrando
al carácter singular de la vida terrestre, como esa hormiga que se aferra al
grano de arena.
Avi Loeb
Extraterrestre
Oumuamua es equipamiento tecnológico extraterrestre. Esa es
una hipótesis, no una afirmación contrastada. Igual que todas las hipótesis
científicas, hay que refutarla con datos. Como sucede a menudo en la ciencia,
los datos de los que disponemos no son concluyentes, pero son considerables.
¿Habría alguna posibilidad de obtener datos adicionales a los que ya hemos
recabado sobre Oumuamua o sobre objetos similares? La última vez que vimos a
Oumuamua, se alejaba de nosotros a una velocidad increíble; muchísimo más
rápido que nuestro cohete más veloz. Sin embargo, sí podríamos desarrollar
tecnologías para viajar por el espacio más rápidas que los cohetes, como las
velas solares. O podríamos acercarnos al siguiente objeto que se parezca a Oumuamua
con cohetes convencionales a medida que se aproxime a nosotros.
Avi Loeb
Extraterrestre
A menos —o hasta— que obtengamos pruebas adicionales sobre
objetos parecidos a Oumuamua, hemos de trabajar con lo que tenemos. Y lo que
poseemos se puede resumir en un tema recurrente: Y, aun así, se desvió.
Oumuamua, un diminuto objeto interestelar descubierto por los humanos el 19 de
octubre de 2017 —altamente luminoso, con una extraña rotación y con forma muy
probablemente de disco—, se desvió sin desgasificación visible del rumbo que
debería haber seguido si solo lo hubiera impulsado la gravedad solar. Todas sus
propiedades, entre las que destaca su ubicación inicial en el sistema de reposo
local, lo convertían en una anomalía estadística en grado significativo. Si se
trata de un grupo de objetos en órbitas aleatorias, se tendría que haber
expelido mucho más material sólido del que hay disponible en los sistemas
planetarios alrededor de otras estrellas. Pero si Oumuamua fuera extremadamente
delgado o su órbita no fuera aleatoria, el problema sería menos complicado. La
comunidad científica ha llegado en masa a la misma conclusión: Oumuamua era un
objeto natural, un cometa peculiar (o incluso exótico) ..., pero, a pesar de
todas sus peculiaridades, no era más que una roca interestelar. Y, aun así, se
desvió. Es cierto que podríamos postular fenómenos naturales que explicaran
todos los atributos exóticos de Oumuamua. Hay una posibilidad estadística, más
o menos de una entre un billón, de que Oumuamua fuera una roca única. Pero,
entonces, el hecho de que los sistemas planetarios en torno a estrellas
cercanas expulsaran material suficiente para producir una cantidad considerable
de objetos como Oumuamua se vuelve una posibilidad aún más remota, porque se
necesita mucho más material con la forma de objetos interestelares normales,
como 2I/Borisov. Por el contrario, los datos avalan otra hipótesis: que
Oumuamua era tecnología extraterrestre, tal vez extinta o desechada. En este
sentido, hay algo que ha sido subestimado por casi todos los que han escrito
sobre el tema. Es el hecho de que, en unos algunos años, la humanidad podría
construir una nave espacial que reuniera todos y cada uno de los atributos de
Oumuamua. En otras palabras, la forma más simple y directa de explicar un
objeto con todas las cualidades observadas de Oumuamua es decir que fue
fabricado expresamente. La razón por la que la mayor parte de la comunidad
científica se revuelve incómoda ante esta tesis es que no lo fabricamos
nosotros mismos. Sopesar la posibilidad de que lo hizo otra civilización
significa barajar la idea de que uno de los descubrimientos más trascendentales
—que no somos la única especie inteligente del universo— acaba de cruzar por
nuestro sistema solar. Nos obliga a pensar de otra manera.
Avi Loeb
Extraterrestre
Para aceptar mi hipótesis sobre Oumuamua hace falta, ante
todo, humildad, porque nos fuerza a aceptar que, aunque podamos ser
extraordinarios, con casi toda probabilidad no seamos únicos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Antes he mencionado a Guillermo de Ockham y su famosa
navaja, es decir, la regla de que la solución más simple es probablemente la
correcta. Tanto si nos enfrentamos a Oumuamua como a cualquier otro fenómeno,
más nos valdría adoptarla. Según mi experiencia, se trata de una navaja con la
que es difícil afeitar una barbilla arrogante.
Avi Loeb
Extraterrestre
La virtud de la simplicidad debería ser obvia, sobre todo
para los astrónomos.
Avi Loeb
Extraterrestre
Se cree que Galileo dijo esto después de observar por su
telescopio: «En asuntos de ciencia, la autoridad de mil opiniones no vale tanto
como el razonamiento humilde de un solo individuo».
Avi Loeb
Extraterrestre
Un objetivo explícito de la Iniciativa Agujero Negro es
despertar el interés no solo en todas las disciplinas académicas, sino también
entre el público en general. Queremos —y en verdad necesitamos— captar la
imaginación del público. Necesitamos que se lean nuestras historias de
detectives, que nuestros proyectos combinen la teoría con un cotejo riguroso
con datos suficientemente entendidos. De esta forma, toda la humanidad podrá
celebrar los éxitos científicos. Solo así podremos cultivar todas las mentes
brillantes y ambiciosas que necesitamos para abordar los desafíos actuales y
futuros.
Avi Loeb
Extraterrestre
La ciencia no es una labor que las élites acometen en
aisladas torres de marfil, sino un quehacer que beneficia y apasiona a todos
los humanos, independientemente de su origen académico. Para mí, esto es
especialmente cierto cuando se observa desde el punto de vista de los
astrofísicos. Las dudas que nos plantea el universo son asombrosas y
estimulantes. También nos hacen poner los pies en el suelo. Nuestra labor
consiste en observar hechos que sucedieron mucho antes de nuestra llegada, así
como elementos que existirán mucho después de que hayamos desaparecido. Al lado
de nuestros objetos de estudio, tenemos muy poco tiempo para observar, un
intervalo efímero y precioso para estudiar el universo e intentar sonsacar las
respuestas a sus misterios y paradojas.
Avi Loeb
Extraterrestre
Descubrimos que las mismas ecuaciones que describían la
singularidad de un agujero negro se podían emplear para averiguar cómo había
empezado el universo su expansión acelerada.
Avi Loeb
Extraterrestre
En muchas ocasiones, la actitud de mis colegas contribuye a
afianzar la premisa populista que ve la ciencia como una ocupación de las
élites y alimenta una sensación de enajenación entre científicos y gente de a
pie. Pero la ciencia no es una labor que se lleva a cabo en torres de marfil y
que, a través de medios inaccesibles, dispensa verdades irrefutables por boca
exclusivamente de los sabios. En verdad, el método científico se acerca más a
la estrategia lógica de la resolución de problemas que adopta un fontanero para
arreglar la pérdida de una cañería.
Avi Loeb
Extraterrestre
La experiencia de tener que renunciar a algunas de nuestras
falsas creencias nos hace ser humildes. No deberíamos tomarnos nuestros errores
como insultos, sino como oportunidades para aprender algo nuevo. A fin de
cuentas, nuestro modesto islote de conocimiento está rodeado por un inmenso
océano de ignorancia y solo las pruebas —no las convicciones infundadas— pueden
incrementar la masa de tierra de esta isla. Los astrónomos son los primeros a
los que habría que inculcar la modestia. Nos vemos obligados a afrontar nuestra
insignificancia en el plan cósmico del universo y a ver cómo de limitado es
nuestro entendimiento ante la gran extensión de los fenómenos físicos.
Deberíamos adoptar una actitud humilde, permitirnos cometer errores en público
y asumir riesgos transparentes mientras tratamos de aprender cosas sobre el
universo. Como si fuéramos niños.
Avi Loeb
Extraterrestre
El resultado del proceso científico no depende de sus
profesionales; es la naturaleza la que determina la realidad. Los científicos
solo intentan averiguar cuál es la realidad recabando todas las pruebas
posibles y discutiendo sobre varias interpretaciones cuando las pruebas son
limitadas. Esto me recuerda a lo que dijo Miguel Ángel cuando le preguntaron
cómo se las ingeniaba para hacer esculturas tan bonitas con un bloque de
mármol: «La escultura ya está completa dentro del bloque de mármol antes de que
empiece a trabajar. Ya está ahí; yo solo tengo que tallar el material que
sobra». De igual forma, el progreso científico consiste en recabar pruebas con
las que podemos labrar las incontables hipótesis posibles que sobran.
Avi Loeb
Extraterrestre
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