“Detrás de cada narración sentimental existe la posibilidad de otra, mejor hecha, más fiel al grano fino y a las contradicciones de la experiencia humana.”

Leslie Jamison


"El feminismo ha vuelto a la conversación cultural, y la idea de que una mujer puede ponerlo todo encima de la mesa va cobrando fuerza."

Leslie Jamison



"Hay muchas mujeres merodeando alrededor de un feminismo comercial, que no son rebeldes, y luego hay material excepcional."

Leslie Jamison



"La dificultad es nuestro motor narrativo más confiable."

Leslie Jamison


"La opinión misma, al decirla en voz alta, pareció darle un segundo resuello, y sugirió que abriéramos los regalos a pesar de todo. Las gruesas cortinas hacían que la luz del sol se sintiera legamosa, como filtrada a través de vendas de gasa. La abuela Lucy vivía en el tercer piso de un edificio de apartamentos con paredes de estuco color de almendras descoloridas. La mayoría de sus vecinos eran ejecutivos bancarios que viajaban al centro de la ciudad a diario.
A mi abuela le encantaba Connecticut. Allí fue donde se enamoró de mi abuelo y donde se casaron. Él provenía de una estirpe de la vieja Nueva Inglaterra, pero fue él quien insistió en que se trasladaran al oeste, para alejarse de su familia. Después partió para vagar por el mundo y nunca regresó. Dejó a mi abuela con una niña pequeña que tuvo que criar por sí sola. La familia de él le prometió todo el dinero que necesitara para el resto de su vida.
La abuela Lucy se había enamorado de toda esa familia -su raigambre, sus tradiciones- y quiso dar a mi madre un sentido de su procedencia, de modo que pasaban los veranos en Cape Cod, en una propiedad familiar que mi madre recordaba con desdén. «No era nada más que un pequeño soborno», me dijo. «Nos daban esa casa en la playa por dos miserables meses. El dinero era como un hijo bastardo en aquel medio: todos sabían que existía pero nunca se oía mencionarlo». Mi madre no tenía ningún recuerdo de su padre, pero la rabia que le tenía era lo bastante grande como para cubrir años de heridas abiertas. Y se extendía a su gente con una ferocidad que compensaba el sentimiento de perdón de la abuela.
Lucy siempre entendió, sin necesidad de que se lo dijeran, que no era bienvenida en los lugares predilectos de la familia todo el año. Por eso quizás era mejor que se quedara en el oeste. Pero cuando terminó de criar a su hija en Los Ángeles, regresó a esa sagrada desolación, al frío del este y el dinero de Greenwich. Se podía comprar todo lo que quisiera, pero en aquella época no quería mucho y sus austeras habitaciones parecían luctuosas en su pulcritud. «Nunca lo culpó por abandonarla», decía mi madre. «Nunca pude entenderlo».
Lucy era como una niña bien educada con sus regalos navideños, ordenada y atenta. Le había llevado un paquete de varias espumas de baño y un par de agarraderas de cocina que decían en letras incrustadas: SOSTENGO EL MEJOR GUISO DE NUEVA YORK. Siempre había sabido que la abuela Lucy era muy buena haciendo guisos llenos de sopa cremosa y de maíz en lata, de galletas partidas en trozos. Sus guisos sabían a sal marina y eran suaves como la seda. La abuela nos cocinaba la cena siempre que venía al oeste para cuidarnos, cuando el trabajo de mi madre se volvía especialmente intenso, pero a mi madre normalmente no le gustaba para nada lo que la abuela hacía. «Estos guisos están procesados a tope», dijo. «Voy a tardar años en evacuarlos». De hecho, una vez lo dijo en plena cena. La abuela frunció el entrecejo y comenzó a retirar los platos de la mesa.
Mi madre siempre había criticado la manera de cocinar de su madre -lo mucho que se esforzaba, y cómo aun así, no lograba hacerlo bien del todo-. La abuela tomaba alegremente recetas de la familia que la había repudiado. «Como si no tuviera ni una pizca de orgullo», decía mi madre. «Y siempre tenían un sabor horrible». Había un pastel de arándanos al que se le caían las hojuelas de la corteza como si fueran piel muerta. «Finalmente se rindió y tiró esas recetas», dijo mi madre con orgullo en la voz. «He comido muchos pasteles en mi vida, pero nunca uno como ése», remató.
O sea, que esas agarraderas para EL MEJOR GUISO DE NUEVA YORK, eran una especie de guiño, con años de retraso, y también un signo de victoria. Ya no estábamos en el lado del país de mi madre, y la abuela Lucy podía cocinar sus estofados en paz. Miró de reojo sus agarraderas cuadradas con rombos acolchados."

Leslie Jamison
El armario de la ginebra


"La relación irónica con el dolor se sostiene en un miedo a ser vista como una mujer escritora obsesionada consigo misma."

Leslie Jamison


"Las experiencias personales pueden tener un sitio en los ensayos, y eso al final resulta más sencillo que empeñarse en mantenerlo todo separado en compartimentos estancos."

Leslie Jamison


"Me encuentro en un embrollo. Estoy cansada del dolor de las mujeres y también estoy cansada de la gente que está cansada de ello. Sé que la mujer que sufre es un cliché, pero también conozco a muchas mujeres que todavía sufren. No me gusta la proposición de que las heridas femeninas son viejas; eso me hiere."

Leslie Jamison


"Otros estudiantes parecieron comprender que la empatía se sitúa siempre precariamente entre el regalo y la intromisión. Incluso no se atrevían a presionar el estereoscopio sobre mi piel sin preguntarme antes si estaba bien. Ellos necesitaban mi permiso. No querían presumir. Su tartamudez honraba involuntariamente mi necesidad de privacidad. ¿Puedo yo?... ¿Podría yo?... ¿Le importaría que le auscultase el corazón? No, les decía. No me importaría. No tiene importancia. Es mi trabajo. Su humildad es un tipo de compasión en su justo derecho. La humildad significa que ellos plantean preguntas y las cuestiones significan que ellos obtienen respuestas y las respuestas denotan que ellos consiguen puntos en sus listas de baremos y verificaciones: Wellbutrin tiene un punto por descubrir a mi madre, un punto por admitir que yo admita que he permanecido los últimos dos años cortándome, un punto por descubrir que mi padre murió en un elevador de granos cuando yo apenas tenía dos años -por darse cuenta de que una concatenación de pérdidas se extiende de forma radial y rizomática por todo el territorio que conforma mi vida.
En este sentido la empatía no es sólo medida por el ítem 31 de la lista de baremos y verificaciones -consignada la voz empatía para mi situación/problema- sino que por cada ítem que mide cómo ha sido imaginada mi experiencia. La empatía no es sólo recordar decir que debe ser realmente duro -es figurarse cómo sobrevienen las dificultades que opacan la luz interior y cómo éstas pueden ser vistas. La empatía no es sólo escuchar, es preguntar cuestiones cuyas respuestas necesitan ser escuchadas. La empatía requiere ser tan inquisitivo como podamos imaginar. La empatía requiere aceptar la propia ignorancia. La empatía significa adentrarse en un horizonte que se extiende más allá de lo que puedes ver. La gonorrea de una anciana está conectada a su sentido de culpa, a su matrimonio, a sus hijos, a los días de su adolescencia. Todo está conectado a los ahogos domésticos de su madre, a su relación con los familiares de su matrimonio roto. Quizás todo son huellas que conducen a la primera etapa de su vida, y hasta qué punto la avergonzaba y la emocionaba.
La empatía significa darse cuenta de que ningún trauma se desarrolla en unos límites concretos. El trauma produce hemorragias. Se manifiesta a través de heridas y de ciertos límites. La tristeza se torna convulsiva. La empatía demanda tocar otro tipo de fibras en respuesta, otras porosidades. Mi guion de Stephanie tiene unas doce páginas. Pienso principalmente en lo que no dice.
Empatía viene de la palabra griega empatheia – em "dentro" y pathos "sentimiento" y alude por tanto a una penetración, a un tipo de viaje. Sugiere que te adentras en el dolor de otro ser humano de la misma forma que entrarías en el territorio de otro país, con su inmigración y sus costumbres y tradiciones, cruzando la frontera mediante preguntas tales como ¿Dónde creciste?, ¿Cuáles son las Leyes? o ¿Qué animales pastaban allí?
He pensado en Stephanie Phillips en términos de posesión y privacidad. Evitar la tristeza de una confrontación directa es una manera de mantener aquélla. Su rechazo al contacto visual, su falta de voluntad para pormenorizar su propia vida, la manera en que se vuelve inconsciente mientras se lamenta y no lo recuerda posteriormente -todos estos mecanismos podrían ser un modo de preservar su sensación de pérdida protegida y prístina, inviolada por la simpatía de otros seres humanos."

Leslie Jamison
The Empathy Exams



"Se puede ser abiertamente intelectual y dejar sitio al plano emocional."

Leslie Jamison


"Siento que tengo un poco de personalidad de Tipo A."

Leslie Jamison


"Todo paraíso es posible gracias a la ceguera."

Leslie Jamison


“Tras el mito del genio autodestructivo hay mucho dolor.”

Leslie Jamison




















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