“Me gustaría destacar que en el Fondo de Cultura estuve estudiando con Eugenio Partida, Arturo Suarez, David Izazaga, Fernando de León, con éste ultimo hicimos biografía y escribí sobre la vida del matador de toros, Mauro Liceaga. Uno de mis maestros, Mario Heredia, me estimula a presentar en la FIL mi ultimo libro de cuentos llamado Mujeres de amplias caderas. La relación de un buen relato requiere de mucho oficio y talento, y un suceso de lo más simple hace que un lector se mantenga en suspenso y entusiasmado con su lectura. Yo nací en Ixtlahuacán del Rio, y la familia de don Pancho García me llevaban a la Hacienda de Guadalupe de vacaciones por un mes, donde conocí a Conchita Cintron (célebre rejoneadora) y teníamos la oportunidad de ir a los toros, después me caso con mi ahora fallecido esposo Ing. Alberto Cárdenas Anaya, gran aficionado a la fiesta taurina, y con él tuve seis hijos. Y después me enamoro del torero Mauro Liceaga, por eso la tauromaquia es constante en mis cuentos.”

Zoila Camarena



QUIMERA: Se esta enamorado de una mujer cuando
cuando se enamora uno de ella cada instante.

Quiero sentir sobre mi piel el roce de tus yemas al recorrerme con lentitud.
Ver brillar tus ojos cuando tus manos acarician mi pecho y poco a poco bajan hacia mi vientre.
Mis labios se humedecen
Busco los tuyos. Los encuentro. Los aprisiono. Crezco. Tus senos se inflaman, me compensan.
Tu vientre se agita
Quiero estar en ti
Tu sexo esta próximo, lo mimo; huele a mar y me confundo con el.
Gimes
Tu gozo es el mío, tu calidez, me invade; mías tus piernas que me envuelve.
Ardiente me vierto.
El placer me estremece. Te oprimes en mi. Vibras conmigo. Susurras: Te amo
Los recuerdos afloran
Lloro y mi llanto cae sobre tu lapida
Casablancas la revisten. El aire se impregna con su olor
Cierro los ojos
Voy hacia ti…

Zoila Camarena


Tradiciones

Pachita y Ruperto confeccionaban piñatas. Tenían más de treinta años haciéndolo. Empezaron al casarse y ahora que sus cuatro hijos vivían lejos de ellos y estaban únicamente los dos, la costumbre y la monotonía empezó a fastidiarlos.

El negocio les dejaba buenas utilidades, sobre todo en diciembre, época de tradiciones, con sus posadas, sin embargo, el resto del año Pachita se aburría…

Ruperto era muy simpático, no feo, tenía canas en las sienes; y con dinero, buscó otras diversiones y empezó a serle infiel a su esposa.

El matrimonio dura mientras la mujer aguanta y ésta no aguantó.

Ruperto desapareció, nadie sabía de él, no dejó rastros, todos pensaron que se había ido a vivir con aquella señora divorciada y coqueta que llegó un día para comprar al Ratón Miguelito y Mimí.

Pachita lo lloró, estaba triste, no comía lo suficiente, tanto adelgazó que sus hijos temían perderla, en lo único que se entretenía era en elaborar sus piñatas, hacía personajes diferentes, de moda, como La Sirenita, Sebastián, Barney, Hércules… algunos eran tan perfectos que los conservaba no queriéndolos vender.

Poco a poco fue recuperándose de su pena, bromeaba y decía que hubiera preferido la muerte de Ruperto que no saber nada de él.

Transcurrió un año, él no aparecía. Nadie tocaba el tema de la divorciada.

Su nieta, la consentida de Ruperto, se encapricho con una de sus obras perfectas, llevándose a Barney en un descuido de la abuela, para romperla en su cumpleaños.

Así se enteraron que Pachita era viuda.

Zoila Camarena







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