"¿Acaso una librería no es el máximo de obsequiosidad en el mínimo de lugar?"
Claude Roy
El amante de las librerías
Algo de realidad
Te acuerdas, Loleh, en Alicia en el país de las maravillas,
Tweedledee cuando explica a la niña
que ella existe sólo porque el rey la sueña.
Si el rey se despierta amenaza Tweedledee ¡bang!
vas a evaporarte como cuando soplamos una vela,
pero es verdad que existo, dijo Alicia llorando
Está también Platón, su historia de la caverna
y Chuang-Tzé que sueña que es una mariposa
y se pregunta a sí mismo cuando despierta si no será
una mariposa que sueña ser Chuang-Tzé
Está además Descartes, y la posibilidad de que todo no sea
más que una jugarreta de un genio malo, y el otro,
el irlandés que querría despertarse por fin
de la pesadilla de la Historia.
Quizás después de todo yo sólo he soñado
que camino junto a ti, si sueño que te amo,
si sueño que soy yo que sueño que tú existes,
¿quién se despertará al final de mi sueño?
Pero el viejo sabio chino sonríe dulcemente
me sosiega, yo podría aceptar la idea
de que nada bueno me hubiese ocurrido nunca de verdad,
pero que Loleh no haya existido encuentro la cosa improbable.
Sí, tú estás aquí y el viejo maestro chino murmura,
si no existe nadie más que yo, no existe nada de mí.
Claude Roy
"Cambiaba por completo de opinión pero nunca de estupidez."
Claude Roy
"Curado de la esperanza del progreso, buscar acomodamientos con el desastre."
Claude Roy
Dos versos de un poema chino
El aroma de cabellos muy negros y muy finos
en el peine, un perfume de ámbar y de tarde de tormenta,
la risa de una sirvienta, el ruido muy dulce de pies desnudos sobre la arena.
Fuera en el jardín un rumor de aguas vivas
y de pájaros que se bañan en el pilón de piedra.
Por qué en febrero gris cuando se derrite la nieve sucia,
la joven que se peinaba en Xian una mañana de verano
en el tiempo del último emperador de los Tang del Sur.
Por qué viene ella de repente a mezclar con la bruma de invierno
el murmullo del peine en sus cabellos sueltos,
un perfume de cabellos negros y finos,
el ruido apenas ruido de los sirvientes pies desnudos
caminando por las losas y por la arena del jardín
y el canto de una oropéndola muerta desde hace doce siglos
mezclada con el rumor de aguas que no se agotan jamás.
Todo porque un poeta chino enamorado de la joven
acaricia en dos versos sus cabellos sueltos
su lejano perfume de ámbar y de tarde de tormenta.
Claude Roy
"El amor aguza la inteligencia al tiempo que da derecho a mostrarse tonto, infantil, risueño y juguetón en pareja."
Claude Roy
El año 1925
El olor del pan que comienza a ser cocido en el horno
subiendo por un respiradero de la rue d'Alésia a la tarde
Los cascos de los caballos en el suelo de madera
y el silbido de las locomotoras de vapor por la noche
que evocan los raíles del tranvía número ocho
subiendo hacia Les Halles por el Boulevard Saint-Michel
Los escucho hace mucho viniendo del fondo del tiempo
entre el olor del carbón y de las cestas de hortalizas
que el arpajonés renqueante dejó a su paso
La forma de una ciudad cambia más rápido
que el corazón de un mortal, ya lo dijo Baudelaire.
Claude Roy
"El humor es una forma de desapego."
Claude Roy
"El blando almohadón de las certezas hormigonadas."
Claude Roy
"El pensamiento gira en torno a la muerte, pero no entra en ella."
Claude Roy
El tiempo que hace
Es infinitamente posible por no decir seguro
(nuestra única certidumbre es la de nunca estar seguros)
que esta mañana de invierno del doce de abril de mil nove-
cientos setenta y ocho según el calendario del papa Gregorio XIII
(regulado para recuperar los diez días de retraso que el tiempo de Occidente
había perdido con respecto al tiempo solar tras el emperador Juliano el apóstata)
es infinitamente posible que la claridad invernal de esta mañana
el sol claro y frío de una primavera de hielo
la hierba escarchada por la helada blanca y los tordos
que picotean en el campo las últimas manzanas olvidadas
y la gata sinuosa de pelo gris atigrado que camina
sobre la tapia con dulzura y las voces de los niños
que juegan en el camino y junto a la taza de café
el periódico de ayer por la tarde que habla a dos columnas
de un próximo aumento del precio del petróleo
y la estela en el cielo vivo de un avión invisible
que sube en vertical una hebra de largo hilo blanco
y el enorme despertador de hierro que repiquetea en la cocina
y todos los etcéteras de una mañana común
—es infinitamente posible que todo esto y tú y yo
ya haya ocurrido ocurra tenga lugar de nuevo
ha ocurrido ocurrirá una mañana casi idéntica
de un invierno casi igual casi tan frío con un grado de diferencia
en un abril parecidísimo a este de hoy
con la misma helada y el mismo tipo de cristales de escarcha
el mismo verdor de la hierba con la mínima diferencia
de algunas briznas de más o de menos
con los mismos tordos picoteando las mismas manzanas
podridas la misma gata gris y poco importa
si la tigrura no es exactamente superponible
al gato de hace algunos millones de años o al gato
de un futuro anterior análogo al presente
ya que podemos asumir como prácticamente despreciable
que haya habido entre los tic-tac de los despertadores al despertarse
(casi los mismos en la repetición del tiempo)
como entre los latidos de los corazones del tuyo del mío
una diferencia de ritmo tan infinitesimal
que ningún oído ni siquiera el de Dios si existiera
sería capaz de notarla
y que no tiene en cuenta el cálculo sideral
que redondea las cifras que niega las diferencias y abole
la ilusión de que cada uno es el único el solo el primer
último
Pero si todo esto y todo el etcétera del catálogo de las cosas existentes
si todo esto que está aquí en la misma pura claridad
ha tenido lugar tiene lugar tendrá lugar cada elemento
de esta mañana de invierno sol hierba escarcha pájaros
gato niños periódico café avión despertador Loleh
y yo cada uno está por tanto habitado por el sentimiento
de que no existe más que una única mañana aquí día fugitivo
un único sol nunca se ha puesto y nunca más
se pondrá Pero la gata y el tordo y el trazo
blanco el cielo vivo rasgado por el avión
y el despertador y tu corazón y el mío se
sientes irremediables los únicos los sin-igual
perecederos evasivos borrables tan únicos
en el mundo
que tal vez ya los ha visto y que les volverá a ver
puede ser
Incluso si nosotros ya hemos tenido lugar y somos incluso si otros
nos tendrán lugar
incluso si inmutables e innombrables son los cielos
los inviernos los gatos los latidos
inmutable e innombrable el amor yo te nombro entonces aquello que no ocurre más que una vez que ocurrirá siempre
Claude Roy
El año 1925
El olor del pan que comienza a ser cocido en el horno
subiendo por un respiradero de la rue d'Alésia a la tarde
Los cascos de los caballos en el suelo de madera
y el silbido de las locomotoras de vapor por la noche
que evocan los raíles del tranvía número ocho
subiendo hacia Les Halles por el Boulevard Saint-Michel
Los escucho hace mucho viniendo del fondo del tiempo
entre el olor del carbón y de las cestas de hortalizas
que el arpajonés renqueante dejó a su paso
La forma de una ciudad cambia más rápido
que el corazón de un mortal, ya lo dijo Baudelaire.
Claude Roy
Elegía de Hawk Creek
En este final de mediodía en el que ya las sombras se alargan
subimos hacia el noreste en tramos pequeños
y sabemos que probablemente no volveremos a vernos
aquí Nos hemos detenido en un mirador
equipado bajo los pinos con una mesa de troncos y bancos por
el Sierra Club Hemos comido bocadillos
y bebido cerveza de lata compartiéndolo todo con
un descarado arrendajo y una ardilla gris
con mirada penetrante de intelectual persa Después
hemos vuelto al jeep y hemos descendido hacia el valle
y a las seis de la tarde hemos llegado
al bosque de sequoias
Árboles Pieles-Roja altísimos Redwoods
tan esbeltos altivos pacificamente paralelos Los
rayos de sol que caen casi horizontales no saben por
dónde abrirse paso entre vuestros troncos alineados
Hermosura plural y pálida que hace respirar
profundamente y en silencio
Hemos caminado por muchos bosques diferentes
pero como este bosque de mástiles de flechas para gigantes
jamás
El sentimiento físico de verticalidad
la catedral de Coutances el building de Mies van der Rohe
en la Quinta Avenida la mezquita de Kairuán
y las primera imágenes al ralentí de los primeros cohetes
que despegaron hacia la Luna desde Cabo Cañaberal
o el saltador chino en el circo de Pekín
surgiendo del trampolín como un hombre-dardo
El buen olor El silencio rojo Los árboles enhiestos
Y sabemos que probablemente no regresaremos nunca
aquí Lo que tiene de hermoso y desgarrador la cresta
del viaje es que el viaje se parece al amor
electivo al amor de una persona única Como dice
Octavio Paz A esa persona a la que amamos
«para siempre» la amamos solamente una vez
El bosque de Redwoods permanecerá en mí «para
siempre» su olor único y su empuje vertical
y glorioso Pero no ha sido más que «una sola una vez»
Es demasiado hermoso para durar dicen las gentes de sentido común
Hemos dormido en un motel junto al bosque
desayunado crêpes de trigo rociadas con sirope de arce
y caminado largo tiempo a través de otra luz la de
la mañana en el bosque anterior a Cortés y Colón
Al mediodía junto a la orilla del río hemos alcanzado
Hawk Creek Hay un gran aserradero en el que las
sierras circulares y los tronzadores hacen gritar y sangrar
los troncos de las sequoias Y en la Federal Highway nº 5
hay que tener mucho cuidado al adelantar a los enormes camiones
que llevan a la ciudad los grandes troncos momificados
árboles-faraones camino de la eternidad
de la muerte
Una sola vez subiendo hacia el noreste
y para siempre los hermosos árboles salvajes
sus desnudos troncos de indios pielroja de fábula
recios y erectos como si la tierra aclamase al
cielo azul con una aprobación terca de árboles en pie
Claude Roy
"¿En qué círculo del infierno están los indiferentes?"
Claude Roy
En una de las orillas del lago de Hangzhou
había, en otro tiempo, ante un bosque de bambúes,
una estela de granito donde estaba grabado
un poema de Li Po.
Hablaba el poeta de haber pasado allí
una noche de verano bajo el claro de luna,
haber bebido con amigos y cantado.
Los Guardias Rojos partieron la estela
(la ebriedad y el claro de luna
no estaban bien considerados por el pensamiento
del presidente).
Ayer, al salir el sol en esta esquina del lago,
una flor de loto aún bien cerrada
ha desplegado lentamente sus pétalos.
Después, acariciada por el primer rayo de sol
ha cantado en silencio de loto
el sutra de la Breve Travesía y de la Flor Efímera.
Claude Pierre Marie Félicien Roy
"¿Es realmente un progreso no atreverse a emplear ya más la palabra progreso, y preferir el término cambio? En todo caso es una precaución."
Claude Roy
"Escribir para demostrar es aburrido, escribir para mostrar es irrisorio: no habría que escribir sino para decir."
Claude Roy
"Esos ancianos a los que he visto desear la muerte, y que han esperado largo tiempo a ver satisfecho su deseo… esto es también la verdad de la vida."
Claude Roy
"Esta manía que tiene la vida de no acabar sus frases..."
Claude Roy
"Estos inteligentes muy estúpidos, que lo comprenden todo, salvo que no comprenden nada de lo esencial."
Claude Roy
"Habría que tratar de no conceder demasiada realidad a la realidad. El mundo necesita imperiosamente que dudemos un poco de su existencia."
Claude Roy
"La China tiene una forma de seducir y de intrigar a los occidentales distinta de cualquier otra cultura. Su encanto no es únicamente el del exotismo: Tahití es tan exótico como China. No es sólo el de los días perdidos en la noche de los tiempos; el fellah egipcio hace cada mañana los mismos gestos que su tatarabuelo de tiempos de Ramsés II..."
Claude Roy
"La monotonía maravillosamente variable del amor."
Claude Roy
"Las palabras de la música y la música de las palabras."
Claude Roy
Las preocupaciones del cielo
El cielo aprende de memoria los colores de la mañana
El techo gris el árbol verde el trigo rubio el gato negro
No tiene memoria cuenta con los dedos de las manos
El techo rubio el árbol gris el trigo negro el gato verde
El cielo azul se ocupa de decir a la noche negra
cómo el día acababa de lavarse la cara
Pero pierde en el camino sus preocupaciones la memoria
vuelve a la casa ha enmarañado todo
El techo verde el árbol negro el gato rubio el cielo gris
El cielo pliega sus paños azules intentando reencontrar
lo que él cubría el día con mirada sorprendida
el mundo muy preciso que creía haber soñado
El techo negro el árbol rubio el gato gris el trigo verde
El cielo no ha terminado de imaginar el día
busca en la noche pensando con los ojos abiertos
los colores que el negro evapora siempre.
Claude Roy
Los cuatro elementos
El aire es refrescante
El fuego está devorando
La tierra esta girando
El agua es diferente
El aire siempre es viento
El fuego siempre se mueve
La tierra sigue viva
El agua es diferente
Y cuanto más, estos hombres divertidos
Especies de los vivos
Quien nunca cree en su verdadero elemento.
Claude Roy
"Los escritores no tienen más que una excusa, escribir los libros que desearían leer."
Claude Roy
"Me gusta que los libros compartan mi vida, me acompañen, callejeen, trabajen y duerman en mi compañía, se rocen con las venturas del día y los caprichos del tiempo, acepten citas conmigo a horas “imposibles”, ronroneen con la gata al pie de mi cama, o se arrastren con ella en la hierba, doblen un poco la punta de sus páginas en la hamaca de verano, se pierdan y se encuentren de nuevo."
Claude Roy
El amante de las librerías
"No cabe juzgar una acción en sí misma sin añadir esta variable, la intención. Un hombre es lo que hace, más la intención. O menos."
Claude Roy
"No quisiera que el muerto en espera que soy arruinara en exceso el placer del viviente que me obstino en ser aún."
Claude Roy
"Pertenecemos a la naturaleza por el cuerpo y al espíritu por la perplejidad."
Claude Roy
"Sé muy bien que la lectura, la literatura, los 'libros', es (y debe ser) la verdadera 'pasión inútil', que en cuanto se quiere encontrar una utilidad utilitaria a la literatura se la ve languidecer, encogerse y perecer, que una librería, aunque venda también libros 'de consulta', libros de cocina, manuales de bricolaje y tratados de navegación, es ese lugar gratuito y perfecto que no puede servir para nada, del mismo modo que no amamos de entrada a los que amamos porque nos sirvan para algo, (…) sino porque les amamos por puro placer, sin ninguna justificación práctica, por el solo encanto de amarles."
Claude Roy
"Soy pacifista hasta el punto de exhortarme constantemente a firmar la paz conmigo mismo."
Claude Roy
"Transformar un dolor en axioma exacto, en música justa, en cicatriz alisada."
Claude Roy
"Una joven algo bruja, que amé en otro tiempo, como, para mi vergüenza, amé a veces la guerra."
Claude Roy
"Una verdad muy modesta, que duda de tener razón."
Claude Roy
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