Dos veces el mismo río (estudio de un pintor)

Redes de luz fuera de esta celda
Cruzando el Tíber
arden en el interior del cráneo de la ciudad-

escaneando los alrededores
él analizó las superficies oscuras
de las estructuras de acero de los edificios,

donde el trabajo inconcluso
de la historia
espera, ambivalente, los desenlaces.

Sirenas en las calles lloran por
las paredes de la Ciudad Eterna
y la pintura brilla como un nervio desgarrado:

estos amantes descansan unidos,
siguiendo los hilos de luz
sus cuerpos fundidos

al fin,
en la espalda del río,
cada hebra de aliento

tejida por dedos camino arriba
que se mueven sin cesar
donde las piernas de ella se juntan.

Escurriéndose de sus brazos,
entre las orillas decadentes
ella toma un atado de pinceles,

divide la noche con flores
con estorninos
que su mano libera,

y el cielo se abre
acercándose en el aire
sobre el oscuro Hudson.

William Wadsworth


Una noche fría el físico explica

que todo se equilibra, excepto las pequeñas pérdidas
de calor registradas durante el intercambio de toda 
información. Anfitrión angélico, aguarda
en la puerta y sacude las partículas de nieve
de los hombros de los invitados, cada uno agregado
específicamente a la función para ser sustraído
de las posibilidades más frías de la noche.
 
Einstein afirma en su teoría,
entibiando sus alas frente a una hoguera virtual,
su fe inflamada por la triste conclusión de que x
se debe igualar a más de lo que nunca sabremos
creyó que dos naturalezas complementarias —situadas
en puntos extremos del universo—
pueden intercambiar complementos en un instante sin tiempo.
 
Pero nadie lo ha demostrado; nuestros instrumentos
carecen de tiempo y mundo suficientes para comprobar
lo angélico de una lógica. Y sin embargo, Einsein lo 
previó: miro tu mirada a través de la habitación,
y en esa mirada conjugamos cada instante
en el tiempo presente. A través del espacio exterior
intercambiamos las pérdidas involuntarias de calor.
 
Al observarnos ambos desde las alas,
otros comen y beben para colmar el silencio
que desciende de las nebulosas solitarias
hasta desvanecerse en centelleos
de conversación y constelaciones de alimento.
Pero entre tú y yo, el silencio demuestra
que amamos por leyes que no podemos romper ni probar.

William Wadsworth










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