Eres lo que crees. Todo lo que haces, cómo te sientes o lo que quieres, está determinado por tus creencias. A medida que evolucionamos como seres humanos, aprendimos a transmitir información y creencias por medio del lenguaje, y a raíz de esto, muchas de las creencias que tienes en este momento no están basadas en información objetiva ni en experiencias personales, sino en información transmitida por otras personas.
 
Steve Allen
Domina tu mente (Introducción)
 
 
… en términos sencillos, el pensamiento crítico es el proceso de usar el razonamiento para discernir entre lo que es verdad y lo que es falso.
 
Steve Allen
Domina tu mente
 
 
Los pensadores críticos cuestionan todo y usan sus herramientas mentales para averiguar la verdad, dondequiera que se esconda. En otras palabras, el pensamiento crítico se basa en el escepticismo. Sin embargo, me refiero a un escepticismo constructivo basado en el elemento de la duda cortés. En este contexto, el escepticismo no significa que debes ir por la vida desconfiando de todo lo que ves y oyes. Eso no sería útil. El escepticismo en el pensamiento crítico se refiere a mantenerte abierto a la posibilidad de que lo que sabes en un instante dado podría ser sólo una parte de la imagen completa.
 
Steve Allen
Domina tu mente
 
 
Los principales obstáculos para el pensamiento crítico son:
 
- El sesgo de confirmación: Cuando tendemos a considerar sólo lo que ya hemos experimentado y está de acuerdo con nuestras opiniones.
- Encuadre: Cuando la forma en que se nos presenta un problema afecta la forma en que lo vemos.
- Falacias lógicas: Algunas maneras “engañosas” en que utilizamos el razonamiento.
 
Steve Allen
Domina tu mente
 
 
… los seres humanos tenemos una profunda tendencia a preferir la información que confirma nuestras opiniones. Una vez que adoptamos una opinión sobre algo, vemos solo la evidencia que apoya esa visión y pasamos por alto las pruebas que no lo hacen.
 
Steve Allen
Domina tu mente
 
 
Somos mucho más propensos a elegir una opción descrita en términos positivos que una descrita negativamente.
 
Steve Allen
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Siempre nos están intentando convencer de algo y se nos dan razones para creer o hacer ciertas cosas: creer que debemos comprar un producto, apoyar una causa, aceptar un trabajo, juzgar a alguien inocente o culpable, hacer algunas tareas domésticas, etc. Para evaluar adecuadamente las razones que se nos dan para hacer o creer estas cosas, necesitamos pensar críticamente. Sin embargo, el problema está en que la mayoría de las personas no somos muy buenas pensando. Por muy inteligentes o educados que seamos, nuestro razonamiento se desvía fácilmente por obstáculos psicológicos comunes,
 
Steve Allen
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Uno de los desafíos fundamentales que la mayoría de las personas enfrentamos en el desarrollo de nuestro pensamiento es la tendencia a pensar y sentir egocéntricamente. Nuestra vida está profundamente enfocada en nuestros propios deseos, dolores, pensamientos y sentimientos inmediatos. Buscamos gratificación inmediata o gratificación a largo plazo basada en una perspectiva esencialmente egoísta. No nos preocupa si nuestras percepciones son exactas. No nos motiva descubrir nuestras propias debilidades, prejuicios o autoengaños. Más bien, buscamos conseguir lo que queremos, evitar la desaprobación de los demás, y justificarnos en nuestra propia mente. Sin importar cuán irracional o destructivo sea nuestro pensamiento, cuando estamos operando desde una perspectiva egocéntrica nuestro pensamiento nos parece correcto, verdadero, bueno y racional. La mente humana puede pensar irracionalmente de muchas maneras mientras se enmascara dentro de una fachada de razonabilidad.
 
Steve Allen
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Nuestro comportamiento indica que creemos más en lo que coincide con las creencias que nos sirven para avanzar en nuestra riqueza, poder o posición, incluso si entran en conflicto con los principios éticos que insistimos en mantener. Si conscientemente reconocemos estas tendencias y deliberadamente tratamos de superarlas al pensar razonablemente, estaremos dando un paso fundamental en nuestro desarrollo mental. Dentro del área del desarrollo mental, lo contrario al egocentrismo es lo que conocemos como imparcialidad. La imparcialidad implica la conciencia y la necesidad de tratar todos los puntos de vista por igual, sin referencia a tus propios sentimientos o intereses egoístas, o a los sentimientos o intereses egoístas de tus amigos, compañía, comunidad o nación. Ser imparcial significa esforzarse por tratar cada punto de vista relevante a una situación de manera imparcial y sin prejuicios. Eso implica tener conciencia del hecho de que los seres humanos, por naturaleza, tendemos a prejuzgar las opiniones de los demás, colocándolas en “verdaderas” (si están de acuerdo con nosotros) y “falsas” (si discrepan con nosotros). Lograr un verdadero estado mental de imparcialidad es un desafío y nos exige ser intelectualmente humildes, valientes, empáticos, honestos, perseverantes, confiados y autónomos. Sin esta gama de rasgos, no hay verdadera imparcialidad.
 
Steve Allen
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La humildad intelectual puede definirse como la conciencia de los límites de tu conocimiento. Esto implica estar al tanto de los sesgos, prejuicios y las limitaciones de los propios puntos de vista, es decir, ser consciente de tu propia ignorancia. Lo opuesto de la humildad intelectual es la arrogancia intelectual, es decir, la falta de conciencia de los límites de nuestro propio conocimiento, con poca o ninguna visión de las limitaciones de nuestros puntos de vista. Con frecuencia las personas arrogantes caen presa de sus propios prejuicios y afirman saber más de lo que realmente saben.
 
Steve Allen
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Desafortunadamente, el mundo está lleno de personas que creen saber lo que no saben.
 
Steve Allen
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La empatía intelectual es la necesidad de ponerse de manera imaginaria en el lugar de otros con el fin de comprenderlos genuinamente. Tener empatía intelectual significa ser capaz de reconstruir con precisión los puntos de vista y el razonamiento de los demás y razonar desde premisas, suposiciones e ideas diferentes a las propias. Lo opuesto a la empatía intelectual es el egocentrismo intelectual, el cual es el pensamiento centrado en uno mismo. Cuando pensamos desde una perspectiva egocéntrica, somos incapaces de entender los pensamientos, sentimientos y emociones de los demás. Si no aprendemos a considerar las perspectivas de los demás y pensar con precisión como ellos piensan, no seremos capaces de evaluar correctamente sus ideas y sus creencias. En realidad, tratar de pensar desde el punto de vista de los demás es una de las habilidades más difíciles de dominar y al mismo tiempo es una habilidad que tiene implicaciones directas en la calidad de tu vida.
 
Steve Allen
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Uno no puede ser un pensador crítico sin independencia intelectual, y a menudo nos percibimos como pensadores independientes, pero lo que realmente estamos haciendo es conformándonos con los pensamientos de los demás.
 
Steve Allen
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La mejor manera de dominar completamente las falacias lógicas es por medio de la práctica.
 
Steve Allen
Domina tu mente
 
 
Las falacias son tan numerosas, que se comprenden mejor cuando se clasifican en categorías con características claramente identificables. Las tres categorías que usaremos en este libro son las siguientes:
- Falacias de relevancia.
- Falacias de premisas inaceptables.
- Falacias formales.
 
Steve Allen
Domina tu mente
  
 
 
Falacias de relevancia
 
Las falacias de relevancia son argumentos que ofrecen varias razones para creer en una conclusión que, al examinarlas bien, no resultan ser verdaderas razones para justificar tal conclusión.
 
Falacia Tu quoque
 
Esta falacia también es conocida como inconsistencia personal. Tu quoque significa “tú también.” Esta falacia se comete cuando se indica que el argumento es falso porque la persona que hace el argumento no está actuando consistentemente con lo que declara. Por ejemplo:
Doctor: “Fumar implica un grave riesgo para la salud, deberías dejar de fumar”.
Paciente: “Creeré eso cuando tú también dejes de fumar”.
Respuestas como esa probablemente te sean familiares, pero el carácter o la forma de actuar de quien expresa el argumento no dice nada sobre la veracidad o falsedad del argumento. No podemos descartar un argumento simplemente por el carácter de la persona que lo expresa.
 
Falacia de la cortina de humo
 
En esta falacia el argumentador intenta desviar a su audiencia al plantear una cuestión irrelevante y luego afirma que la cuestión original ya ha sido resuelta efectivamente por la distracción irrelevante. Por ejemplo:
“En la actualidad se discute mucho sobre la necesidad de eliminar los pesticidas de nuestras frutas y verduras. Sin embargo, muchos de estos alimentos son esenciales para nuestra salud. Las zanahorias son una excelente fuente de vitamina A, el brócoli es rico en hierro, y las naranjas y toronjas tienen mucha vitamina C”.
Los planes para eliminar o reducir los pesticidas probablemente no implican detener la producción de verduras y frutas, por lo que el argumento es una cortina de humo en un intento por cambiar el enfoque de la discusión.
 
Falacia del hombre de paja
 
Esta falacia ocurre cuando alguien distorsiona o caricaturiza los argumentos o puntos de vista de un oponente, y luego ataca la versión debilitada en lugar del argumento real. Por ejemplo:
Margaret: “Tenemos que hacer algo con respecto a los gases de efecto invernadero. El gobierno debería elevar los estándares de eficiencia de combustible de los vehículos para reducir la cantidad de CO2 que produciremos durante los próximos 20 años”.
Roger: “Tu solución sería un desastre. Mataría la economía. ¿Cómo iría la gente a trabajar sin vehículos?”
Roger afirma que Margaret está proponiendo medidas que eliminen los coches, pero Margaret no ha dicho nada equivalente a eso. Esto es un hombre de paja.
Uso intencional: Esta es una falacia muy poderosa y cuando se utiliza hábilmente puede ayudarnos a ganar un debate, pero es poco probable que nos lleve hacia la verdad. Si podemos demostrar que incluso la versión más fuerte de un argumento es defectuosa, podemos debilitar a nuestro adversario.
 
Ad hominem o ataque a la persona
 
Una ad hominem es una falacia en la que se ataca un argumento sobre la base de algunos hechos negativos irrelevantes sobre el autor o la persona que presenta la reclamación. Por lo general esta falacia consiste en dos pasos. En primer lugar, se dice algo negativo (pero irrelevante) sobre el carácter de la persona que hace la reclamación. En segundo lugar, esto se toma como evidencia de la falsedad de la reclamación en cuestión. Por ejemplo:
Andrés: “Considero que ya llegó el momento en que se deberían tomar medidas severas en contra de las empresas que contaminan el medio ambiente y el gobierno debe comenzar a construir más áreas verdes en la ciudad”.
María: “Lo que dices no tiene ninguna validez. ¡Eres un alcohólico!”
Este es un caso de Ad hominem, ya que la respuesta de María no dice nada sobre el argumento de Andrés.
Sin embargo, no todos los ad hominem son falaces. En algunos casos, las características de un individuo pueden incidir en la veracidad de sus afirmaciones. Por ejemplo, si alguien ha demostrado ser un mentiroso patológico, entonces lo que diga puede ser considerado como poco fiable. Pero en cualquier caso, este tipo de ataques son débiles, ya que incluso los mentirosos patológicos podrían decir la verdad en algún momento.
En general, lo mejor es centrar la atención en el contenido y no en la persona que hizo el argumento. Es el contenido lo que determina la veracidad del argumento y no las características de la persona que hace el argumento.
 
Falsa autoridad
 
Se comete esta falacia cuando se recurre a la opinión de las autoridades aparentes, y no a autoridades verdaderas, para resolver la veracidad de una declaración o un argumento. Por ejemplo, cuando tomamos en consideración los consejos financieros de alguien que aparece en televisión, basándonos solo en su fama y no en su verdadero conocimiento financiero.
El apego a la autoridad entra en conflicto con el principio básico del buen pensamiento lógico y crítico que nos invita a asumir la responsabilidad de evaluar los fundamentos de nuestras creencias. Adoptar una creencia simplemente porque alguien más nos dijo que era cierto es una manera de evitar el buen pensamiento lógico y crítico.
Cuando considero si debo confiar en una autoridad, debería considerar las siguientes preguntas: ¿Es la autoridad una auténtica autoridad? ¿Es experto? ¿El consejo que está dando se encuentra en su área de experiencia? ¿Existe un amplio consenso entre las autoridades de la especialidad? Si no, no deberíamos creer en algo únicamente porque una autoridad dice que es verdadero, ya que otras autoridades genuinas pueden decir lo contrario.
Ejemplo:
Leonardo: “Creo que el aborto es moralmente aceptable. Una mujer debería tener derecho sobre su propio cuerpo.”
Karla: “No estoy de acuerdo contigo. El Dr. Johan Skarn dice que el aborto siempre es moralmente incorrecto, independientemente de la situación. Tiene que tener razón, después de todo, es un respetado experto en su campo.”
Leonardo: “Nunca he oído hablar del Dr. Skarn. ¿Quién es?”
Karla: “Es el tipo que ganó el Premio Nobel de Física por su trabajo sobre la fusión fría.”
Leonardo: “Ya veo. ¿Y tiene alguna experiencia en moral o ética?”
Karla: “No lo sé. Pero es un experto mundialmente famoso, así que le creo.”
 
La falacia de la división
 
La falacia de la división se comete cuando una persona infiere que lo que ocurre en su conjunto también debe ocurrir en sus componentes. Por ejemplo:
“Una cuerda es fuerte y puede soportar fácilmente el peso de una persona adulta. Una cuerda es solo una colección de hebras individuales. Por lo tanto, una hebra de cuerda es fuerte y puede fácilmente soportar el peso de una persona adulta.”
Este argumento es falaz porque asume que cada parte que compone una cuerda (cada hebra) debe compartir un atributo poseído por la cuerda como un todo (la resistencia). Ten en cuenta que esta falacia es la versión inversa de la falacia de la falacia de la composición, que veremos a continuación.
 
Falacia de la composición
 
Cometemos la falacia de la composición cuando imputamos erróneamente los atributos de una parte de un todo a todo el mismo. Por ejemplo:
“Una cuerda no es más que una colección de hebras débiles. Por lo tanto, una cuerda no puede soportar el peso de una persona adulta.”
Este argumento es falaz porque asume que una colección de hebras (la cuerda) debe compartir el atributo que posee cada hebra individual (debilidad). Si esto fuera cierto, las cuerdas no tendrían ningún uso.
Veamos otro ejemplo algo más complejo de identificar:
“La fiscalía no ha ofrecido más que pruebas circunstanciales. Como hemos visto, ninguna de estas pruebas demuestra de manera decisivo que mi cliente cometió el robo. Por lo tanto, la fiscalía no ha logrado generar nada más que una duda razonable.”
Este argumento aparentemente complejo es falaz porque imputa un atributo de cada pieza individual de prueba (insuficiencia para probar la culpabilidad más allá de una duda razonable) a la totalidad de la evidencia. Sin embargo, la suma de las pruebas (consideradas en conjunto) puede muy bien demostrar la culpabilidad más allá de una duda razonable.
 
Apelar a la creencia común (Argumento ad populum)
 
Se comete esta falacia cuando se justifica una proposición sobre la base de la supuesta opinión que tiene la gente en general. Por ejemplo:
“Una encuesta demostró que el 25% de las personas mayores de 18 años creen en la astrología, es decir, creen en que la posición de las estrellas y los planetas afectan su vida. Esto representa a más de 75 millones de personas. Por lo tanto, ¡debe haber algo de verdad en la astrología!”
Evidentemente la popularidad de la creencia en la astrología no está relacionada con la veracidad de sus declaraciones.
 
Apelación a la tradición
 
Esta es una falacia que se produce cuando se supone que algo es mejor o correcto, simplemente porque es más viejo, tradicional, o porque “siempre se ha hecho así.”
Esta especie de razonamiento es atractivo porque a menudo las personas prefieren seguir con lo tradicional que probar cosas nuevas. Sin embargo, tampoco se debe asumir que las cosas nuevas deben ser mejores que las cosas antiguas. La antigüedad, por lo general, no tiene nada que ver con la calidad o veracidad de algo.
Obviamente, la antigüedad tiene influencia en algunos contextos, por ejemplo, si una persona concluye que el vino envejecido es mejor que el vino nuevo, no sería una apelación a la tradición, ya que en tal caso la antigüedad efectivamente tiene directa relación con la calidad. Por lo tanto, la clave está en comprender que el error se comete sólo cuando la antigüedad no tiene relación directa con la cualidad en cuestión.
Ejemplo:
“Por supuesto que creo en Dios. La gente ha creído en Dios desde hace miles de años, por lo que Dios tiene que existir.”
 
Apelar a la ignorancia
 
El argumentador afirma que una demanda debe ser verdadera porque nadie ha demostrado que sea falso, o que una demanda debe ser falsa porque nadie ha demostrado que sea verdadera.
Por ejemplo:
“Debe haber vida inteligente en otros planetas, porque nadie ha demostrado que no la hay” o bien “No hay vida inteligente en otros planetas porque nadie ha demostrado que la hay”.
Ambos argumentos asumen que la falta de pruebas a favor (o en contra) de su afirmación son una buena razón para creer que la demanda es verdadera (o falsa).
 
Apelar a la emoción
 
Esta falacia se produce cuando en lugar de una argumentación lógica, se utiliza lenguaje expresivo diseñado para apelar a una emoción como la indignación o la piedad. Este tipo de razonamiento es muy común en la política y en los medios publicitarios.
La mayoría de los discursos políticos están pensados para generar sentimientos en las personas y para que esos sentimientos los lleven a votar o actuar de cierta manera. En el caso de la publicidad, los anuncios están dirigidos a evocar emociones que influirán en el deseo de la gente para comprar ciertos productos. En la mayoría de los casos (en discursos y anuncios publicitarios) se observa una evidente ausencia de pruebas reales.
Esta falacia es en realidad un método extremadamente eficaz de persuasión, ya que las emociones de la gente son a menudo más poderosas que la razón. Sin embargo, para ser justos, hay que señalar que el uso de tácticas para evocar emociones es una habilidad importante. Sin una apelación a las emociones a menudo es difícil conseguir que la gente tome medidas o rinda al máximo.
Ejemplo:
“Las líneas eléctricas de alto voltaje causan cáncer. Conocí a un pequeño niño que vivió a solo 30 kilómetros de una línea de alto voltaje, y me dijo con su voz débil ‘Por favor haz todo lo que puedas para que ningún otro niño tenga que vivir tan cerca de una torre de alta tensión’. Es por eso que les pido que voten por anular este proyecto de ley sobre las líneas eléctricas y que sean reemplazadas por monos en cintas de correr.”
En este argumento queda claro que no se está presentando ningún tipo de evidencia. Todo lo que hace es evocar la imagen de un pequeño niño débil y relacionarlo con el cáncer, pero esto no tiene nada que ver con la conclusión.
 
 
Falacias de premisas inaceptables
 
Las falacias de premisas inaceptables intentan introducir premisas que, si bien pueden ser relevantes, no apoyan la conclusión del argumento. Por ejemplo, cuando alguien hace una pregunta y asumen como premisa lo mismo que están tratando de probar como conclusión. Por ejemplo:
Arthur: “Dios existe”.
Bárbara: “¿Cómo lo sabes?”
Arthur: “Porque lo dice en la Biblia”.
Bárbara: “¿Cómo sabes lo que dice la Biblia es verdad?”
Arthur: “Porque la Biblia fue divinamente inspirada y todo lo que dice es verdad. La Biblia sólo podría ser divinamente inspirada si Dios existiera”.
En el ejemplo anterior se asume como verdadero lo mismo que se está intentando probar.
 
Falso dilema o falsa dicotomía
 
Ocurre cuando un argumento presenta dos opciones y se plantea de tal forma que da la impresión de que sólo una de esas opciones puede ser cierta, nunca ambas, y que no hay otras opciones posibles. Por ejemplo:
“Este edificio se encuentra en mal estado. O lo demolemos y construimos un nuevo edificio, o seguimos arriesgando la seguridad de los estudiantes. Obviamente no deberíamos arriesgar la seguridad de nadie, así que debemos demoler el edificio.”
El argumento no menciona la posibilidad de que podamos reparar el edificio o encontrar alguna manera de proteger a los estudiantes de los riesgos en cuestión, por ejemplo, si sólo unas pocas habitaciones están en mal estado tal vez no debemos celebrar clases en esas habitaciones.
Consejo:
Examina tus propios argumentos. Si estás diciendo que tenemos que elegir entre sólo dos opciones, ¿Es realmente así? ¿O hay otras alternativas que no se han mencionado? Si hay otras alternativas, no las ignores, sino que explica
por qué deben ser descartadas.
 
La falla de la pendiente resbaladiza
 
En esta falacia el argumentador afirma que una especie de reacción en cadena por lo general termina en alguna consecuencia grave, pero en realidad no hay suficiente evidencia para esa suposición. En otras palabras, el argumentador afirma que si damos un solo paso en la “pendiente resbaladiza”, terminaremos deslizando por todo el camino hasta el fondo sin poder detenernos a medio camino.
Ejemplo:
“La experimentación animal reduce nuestro respeto a la vida. Si no respetamos la vida, seremos cada vez más tolerantes hacia actos violentos como la guerra y el asesinato. Pronto nuestra sociedad se convertirá en un campo de batalla en el que todos temerán constantemente por sus vidas. Será el final de la civilización como la conocemos. Para evitar esta terrible consecuencia, debemos terminar con los experimentos en animales ahora mismo.”
Incluso si creemos que la experimentación con animales reduce el respeto por la vida y nos hace más tolerantes a la violencia, aún es posible que nos detengamos en algún momento antes de llegar hasta el final de la civilización. En este argumento no se han dado suficientes razones para aceptar la conclusión del argumentador de que debemos terminar con la experimentación animal ahora mismo.
Consejo:
Comprueba las cadenas de consecuencias en tus argumentos, en las que dices “si A, entonces B, y si B, entonces C”, y así sucesivamente. Asegúrate de que estas cadenas son razonables.
 
Analogía débil
 
Esta falacia también se conoce como argumento falaz analógico, y se produce cuando un argumento basado en analogías no es lo suficientemente fuerte como para apoyar adecuadamente su conclusión. La falacia se produce no por la forma, sino porque el argumento específico no cumple con las condiciones de un argumento analógico fuerte.
Estrictamente hablando, un argumento analógico debe tener tres premisas y una conclusión. Las dos primeras premisas (intentan) establecer la analogía al mostrar que las cosas en cuestión son similares en algunos aspectos. La tercera premisa establece un aspecto adicional sobre una de las cosas y la conclusión afirma que debido a que las dos cosas son iguales en algunos aspectos, también son similares en este aspecto adicional.
A pesar de que la gente presenta sus argumentos analógicos de una manera bastante informal, en general tienen la siguiente forma lógica:
1) Premisa 1: X tiene propiedades P, Q y R.
2) Premisa 2: Y tiene propiedades P, Q y R.
3) Premisa 3: X también tiene la propiedad Z.
4) Conclusión: Y también debe tener la propiedad Z.
X e Y son variables que representan lo que está en comparación (por ejemplo, chimpancés y seres humanos). P, Q, R, y Z también son variables, pero que representan propiedades o cualidades (tales como tener un corazón). El uso de tres propiedades (P, Q, y R) es sólo por el bien de la explicación, pero las cosas que se comparan podrían tener muchas más propiedades en común.
El siguiente es un ejemplo de un argumento analógico no falaz presentado en forma estricta:
Premisa 1: Las ratas son mamíferos y poseen un sistema nervioso que incluye un cerebro desarrollado.
Premisa 2: Los seres humanos son mamíferos y poseen un sistema nervioso que incluye un cerebro desarrollado.
Premisa 3: Cuando fueron expuestas al agente nervioso 274, el 90% de las ratas murieron.
Conclusión: El 90% de los seres humanos morirán si se exponen al agente nervioso 274.
La fuerza de un argumento analógico depende de tres factores. Si un argumento analógico no cumple con estos estándares, entonces es débil. Si es lo suficientemente débil, entonces se podría considerar falaz. No hay un punto exacto en el que un argumento analógico se convierte en falaz, sin embargo, las normas proporcionan una base para hacer esta evaluación.
En primer lugar, mientras más propiedades haya en común, mejor es el argumento. Sin embargo, aunque dos cosas sean muy parecidas en muchos aspectos, todavía existe la posibilidad de que no sean iguales en lo que respecta a propiedad en cuestión. A esto se debe el por qué los argumentos analógicos son inductivos.
En segundo lugar, mientras más relevantes sean las propiedades comunes a la propiedad en cuestión, más fuerte será el argumento. Una propiedad específica, por ejemplo P, es relevante a la propiedad Z si la presencia o ausencia de P afecta a la probabilidad de que Z esté presente. Usando el ejemplo anterior de ratas y seres humanos, las propiedades compartidas son relevantes (mamíferos con sistema nervioso que incluye un cerebro desarrollado). Después de todo, los agentes nerviosos funcionan sobre el sistema nervioso, por lo que la presencia de un sistema nervioso hace que sea más probable que el agente produzca el mismo efecto en ratas y humanos.
En tercer lugar, debe determinarse si X e Y tienen diferencias relevantes. Mientras más relevantes sean esas diferencias, más débil será el argumento. En el ejemplo anterior, los seres humanos y ratas tienen bastantes diferencias, pero la mayoría de estas diferencias probablemente no son relevantes a los efectos de los agentes nerviosos. De todos modos, valdría la pena considerar que la diferencia de tamaño podría ser relevante, ya que con la misma dosis que recibieron las ratas, los seres humanos podrían ser menos propensos a morir.
Ejemplo:
“Las armas son como martillos. Ambas son herramientas con piezas de metal que se podrían utilizar para matar a alguien. Sin embargo, sería ridículo restringir la compra de martillos, por lo que las restricciones a la compra de armas son igualmente ridículas.”
Aunque las armas y los martillos comparten ciertas características, estas características (tener partes metálicas, ser herramientas, y ser potencialmente útiles para la violencia) no son relevantes para decidir si restringir las armas. Por el contrario, restringimos las armas porque su función principal es matar a distancia. Esta es una característica que los martillos no comparten. Así que se trata de una analogía débil, y el argumento es falaz.
Si lo piensas bien, podrías hacer una analogía de algún tipo entre casi cualquier cosa en el mundo, así que el mero hecho de que puedas trazar una analogía entre dos cosas no prueba mucho por sí mismo.
Ejemplo:
“El flujo de electricidad través de los cables es como el flujo de agua a través de las tuberías. El agua fluye más rápido cuesta abajo, así que la electricidad también lo hace, y esa debe ser la razón de por qué las líneas eléctricas están en altura.”
Uso intencional:
La falacia analógica es devastadoramente efectiva en un debate cuando se usa en contra de la persona que produjo la analogía. Todos usamos analogías de todo tipo, y lo único que tienes que hacer es esperar a que tu oponente use una, y continuar usándola de una forma más favorable para tu propia línea de argumentos. Con un poco de habilidad, tu oponente se verá forzado a admitir que su propia analogía no fue muy buena y su argumento se debilitará. Por ejemplo:
Presidente: “Al navegar en nuestro nuevo comité, les puedo expresar mi esperanza de que tengamos un viaje tranquilo y armonioso todos juntos.”
Empleado: “Tiene razón señor presidente. Pero recuerde que los remeros por lo general eran encadenados y azotados. Y si el barco se hundía, los remeros se hundían con él. Esto tiene que cambiar.”
En las organizaciones y empresas es muy común que se usen analogías a las familias para evocar un sentimiento de confianza y tranquilidad, pero esta misma analogía te permitiría argumentar casi cualquier cosa, incluyendo regalar dinero a los miembros de la familia o castigar a los hijos traviesos.
 
Apelar a la falacia
 
Se comete esta falacia cuando se infiere que un argumento es falso simplemente porque contiene una falacia. Por ejemplo:
Karen: “Lo siento, pero si crees que los hombres solían montar en dinosaurios, entonces obviamente no estás bien educado.”
Carlos: “En primer lugar, yo tengo un PhD en ciencias de la creación, así que soy una persona muy bien educada. En segundo lugar, tu ataque ad hominem demuestra que estás equivocada, y por lo tanto, los hombres solían montar en dinosaurios.”
Karen: “Obtener un PhD durante un fin de semana en un ‘curso’ dictado en un estacionamiento no es precisamente sinónimo o garantía de buena educación, y por otro lado, mi falacia de ninguna manera es evidencia de que los hombres montaron en dinosaurios. Y finalmente, independiente de lo que puedas creer, los picapiedras (Flintstone’s) no eran un documental.”
Es evidente que la falacia ad hominem de Karen no tiene ninguna relación con la veracidad del argumento que los hombres montaban en dinosaurios.
 
 
Falacias formales
 
La tercera categoría de falacias son las falacias formales. Algunos argumentos son falaces no por su contenido, sino por su forma o estructura lógica. Cualquier argumento con estas formas o estructuras será inválido, sin importar el contenido que pongamos en ellos.
A continuación, veremos las dos falacias formales más comunes.
 
Afirmando el consecuente
 
Esta falacia es cometida por las personas que creen que cuando se trata de lógica, el orden de los factores no altera el producto. En términos coloquiales, esta falacia es cometida por quienes “confunden los caballos con la carreta”, o por quienes ignoran que “hay varias formas de matar un gato”. Esto quedará más claro a continuación.
En una construcción del tipo “si, entonces”, la parte del “si” es el antecedente, y la parte del “entonces” es el consecuente. Lo correcto es afirmar el antecedente para probar el consecuente, pero no viceversa. Por ejemplo:
“Si lanzo un huevo, el huevo se rompe. El huevo está roto, así que lo debí lanzar.”
El autor de esta declaración cometió una falacia al afirmar el consecuente (“el huevo está roto”) para probar el antecedente (“lancé el huevo”). Afirmar el consecuente es falacioso porque un evento puede ser producido por diferentes causas. En el ejemplo, hay muchas otras razones por las que un huevo puede estar roto (otra persona lo lanzó, se le cayó a alguien, la gallina lo rompió, etc.).
Los juzgados están llenos de ejemplos de esta falacia debido a las evidencias circunstanciales. Cuando no hay testimonios de testigos, se apela las acciones conocidas que podrían haber causado el delito, por ejemplo: “Si mi cliente hubiera planificado el asesinato, habría incrementado la póliza de seguros de su esposa. Sin embargo, no incrementó la póliza de seguros.”
Ejemplo:
Homero Simpson, preocupado por el problema inexistente de la presencia de osos en su ciudad, establece una patrulla de osos. Con el paso de los días observa con satisfacción: “No hay ningún oso a la vista. La patrulla contra osos funciona de maravillas.”
El problema con el razonamiento de Homero es que la creación de la patrulla de osos no explica la verdadera razón de por qué no hay osos en la ciudad.
La defensa en contra de este tipo de falacias consiste simplemente en señalar la falacia usando algún ejemplo que demuestre la invalidez de este argumento.
En el caso de la patrulla de osos, Lisa Simpson usa el siguiente ejemplo paralelo para mostrar que el razonamiento de Homero está mal: “Esta roca es repelente de tigres y funciona muy bien. Mira alrededor, no hay ningún tigre.” Por supuesto, Homero no reconoce que esto también es una falacia, y termina comprando la roca a Lisa.
Uso intencional:
En un debate, esta es una falacia muy útil cuando quieres imputar motivos a alguien, especialmente cuando esos motivos no se muestran, pero las acciones se asocian a esos motivos. Por ejemplo: “Ella es una trepadora y rompe hogares. Ese tipo de mujeres siempre usa vestidos cortos para atraer hombres, igual que ella.”
 
Negando el antecedente
 
Al igual que con la falacia “afirmando el consecuente”, la falacia “negando el antecedente” la cometen aquellas personas a las que no les importa si su cerebro funciona hacia atrás o hacia adelante. Esta falacia no admite la posibilidad de que distintos eventos puedan producir resultados similares.
Esta es una falacia lógica formal con la forma estándar “si, entonces”, y en la cual el antecedente (lo que viene después del “si”) es no verdadero, entonces se concluye que el consecuente (lo que viene después del “entonces”) es no verdadero. Por ejemplo:
“Si como demasiado, seré gordo. Ya que no como demasiado, no seré gordo.”
Esto es una falacia, ya que no estamos considerando que pueden existir otros eventos que pueden causar el mismo resultado, incluso aunque no ocurra el evento al que se hace referencia. En el ejemplo, una persona puede engordar debido a otros problemas de salud.
Ejemplo:
“Si ladra, entonces es un perro.”
“Este no ladra.”
“Entonces no es un perro.”
Este tipo de falacias pueden ser muy engañosas. Incluso aunque la conclusión fuera válida, el argumento sigue siendo inválido, ya que si no ladra no podemos concluir con certidumbre que no sea un perro (podría ser un perro que está durmiendo, o un perro que no puede ladrar).
Observa que esta es una falacia formal y el argumento es inválido porque la veracidad de las premisas no garantiza la veracidad de la conclusión.
Veamos otro ejemplo:
“Si tengo televisión por cable, entonces he visto Breaking Bad.”
“No tengo televisión por cable.”
“Por lo tanto, nunca he visto Breaking Bad.”
Esta falacia es más obvia que el primer ejemplo. Negar el antecedente (decir que no tengo cable) no significa que debemos negar el consecuente (que no he visto Breaking Bad).
 
Steve Allen
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Las falacias de relevancia son argumentos que ofrecen varias razones para creer en una conclusión que, al examinarlas bien, no resultan ser verdaderas razones para justificar tal conclusión.
 
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Adoptar una creencia simplemente porque alguien más nos dijo que era cierto es una manera de evitar el buen pensamiento lógico y crítico.
 
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Falacias de premisas inaceptables
 
Las falacias de premisas inaceptables intentan introducir premisas que, si bien pueden ser relevantes, no apoyan la conclusión del argumento. Por ejemplo, cuando alguien hace una pregunta y asumen como premisa lo mismo que están tratando de probar como conclusión.
 
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Falacias formales
 
La tercera categoría de falacias son las falacias formales. Algunos argumentos son falaces no por su contenido, sino por su forma o estructura lógica. Cualquier argumento con estas formas o estructuras será inválido, sin importar el contenido que pongamos en ellos.
 
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… un argumento es una forma de expresar y presentar un punto de vista mediante una colección de declaraciones, una de las cuales es la conclusión, la que es apoyada por las otras declaraciones llamadas premisas.
 
Steve Allen
Domina tu mente
 
 
Los argumentos deductivos exitosos proporcionan un apoyo definitivo y decisivo para sus conclusiones, mientras que los argumentos no deductivos exitosos, en el mejor de los casos dan un apoyo probable, pero no decisivo a sus conclusiones.
 
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Argumentos deductivos
 
Un argumento deductivo es un argumento por el cual se ofrecen las premisas para proporcionar un apoyo lógicamente decisivo para su conclusión. Si un argumento deductivo logra dar un apoyo decisivo a su conclusión, sería absurdo o imposible que las premisas fueran verdaderas y la conclusión falsa.
Hay frases que la gente suele usar inconscientemente en sus argumentos para indicar que son deductivos. Por ejemplo:
 
- Esto implica necesariamente que...
- Sigue lógicamente que...
- Absolutamente, necesariamente, o ciertamente...
 
Los científicos y matemáticos por lo general utilizan este estilo de razonamiento proporcionando argumentos deductivos para sus puntos de vista. Sin embargo, en la vida cotidiana no siempre se pueden crear buenos argumentos deductivos y ahí es donde entran en juego argumentos no deductivos.
 
Argumentos no deductivos
 
Un argumento no deductivo es un argumento por el cual se ofrecen las premisas para proporcionar un apoyo probable, pero no decisivo a sus conclusiones. En un buen argumento no deductivo, si las premisas son todas verdaderas, podrías esperar razonablemente que la conclusión también fuera verdadera, aunque aceptarías que pueda ser falsa.
Puedes pensar en los argumentos no deductivos en términos de apuestas. Si las premisas de un buen argumento no deductivo son verdaderas, entonces estarías feliz de apostar a que la conclusión también será verdadera. El argumento te habría proporcionado la confianza de que tu apuesta es sensata, pero puesto que sigue siendo una apuesta, aceptarías que la conclusión puede resultar falsa y puedes perder. Por ejemplo: “Hoy está nublado, por lo que hay una alta probabilidad de que llueva”. Este es un argumento no deductivo.
Ahora, toda esta discusión plantea una pregunta más: ¿Cómo decidiremos si los argumentos son deductivos o no deductivos?
No es tan simple responder a esta pregunta, ya que la respuesta varía con el contexto. Por ejemplo, los matemáticos sólo aceptan argumentos deductivos, pero en una corte de justicia no podemos esperar solo argumentos deductivos (sería demasiado exigente y casi nunca seríamos capaces de poner a los criminales en la cárcel) y tenemos que encontrar el equilibrio adecuado, ya que tampoco queremos que sea demasiado fácil poner a la gente en la cárcel.
Adicionalmente, la mayoría de las personas no son conscientes de la distinción entre argumentos deductivos y no deductivos, y pueden tratar de probar las cosas deductivamente cuando un argumento no deductivo sería mucho más adecuado. Por lo tanto, ante la duda se recomienda que trates el argumento como no deductivo.
 
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El concepto de “validez” se aplica a los argumentos deductivos y de “fuerza” se aplica a los argumentos no deductivos.
 
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Un argumento válido es un argumento deductivo que logra un apoyo lógico decisivo para su conclusión. Un argumento inválido es un argumento deductivo que falla en proporcionar un apoyo lógico decisivo para su conclusión.
 
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… debes tener claro que determinar que un argumento es válido no es equivalente a decir que las premisas son verdaderas. Recuerda: La validez consiste en tener éxito en proporcionar un apoyo lógico decisivo a la conclusión.
 
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Para los argumentos no deductivos, no hablamos de argumentos válidos e inválidos, sino que hablamos de argumentos fuertes y débiles. Un argumento fuerte es un argumento no deductivo que logra proporcionar un apoyo lógico probable, pero no decisivo para su conclusión. Un argumento débil es un argumento no deductivo que no logra proporcionar un apoyo probable para su conclusión. Por lo tanto, si es poco probable que la conclusión sea verdadera cuando las premisas son verdaderas, entonces decimos que el argumento es débil.
 
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“Un argumento es válido si y sólo si no hay contraejemplos para el argumento”.
 
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Basta con un sólo contraejemplo probable y razonable para demostrar que un argumento no deductivo es débil. Los contraejemplos también nos pueden ayudar a determinar si un argumento es deductivo o no deductivo. Si al encontrar un contraejemplo para un argumento sospechamos que el argumento no es bueno, entonces el argumento debe ser deductivo, porque en los argumentos deductivos las premisas están destinadas a dar un apoyo decisivo a la conclusión. Por otro lado, si hallar un contraejemplo no nos inclina a renunciar al argumento, entonces se trata de un argumento no deductivo porque los argumentos no deductivos tienen conclusiones que en el mejor de los casos, sólo están fuertemente (y no decisivamente) apoyadas por sus premisas, y dejan abierta la posibilidad de que la conclusión pueda ser falsa en algún caso poco probable. Si los únicos contraejemplos que puedes encontrar son historias exageradas, entonces puede ser una indicación de que el argumento es fuerte. Por ejemplo: “Ricardo robó la caja fuerte. Las huellas dactilares de Ricardo fueron encontradas en la caja fuerte. Una enorme cantidad de dinero, que estaba en la caja fuerte, se descubrió escondido en la casa de Ricardo. Ricardo fue visto por varios testigos cerca de la escena del robo momentos antes de que ocurriera. Por lo tanto, Ricardo robó el dinero de la caja fuerte.” Ahora, podemos encontrar contraejemplos para el argumento: “Ricardo no robó la caja fuerte. Lo hizo Carlos, pero se disfrazó perfectamente de Ricardo y tenía una copia de las huellas dactilares de Ricardo que puso en la caja fuerte y escondió parte del dinero en la casa de Ricardo”. “Los alienígenas robaron el dinero abriéndola con rayos laser y dejaron las huellas dactilares de Ricardo en la caja fuerte”. “La caja fuerte nunca fue robada. Todo fue inventado por el banco para evitar que Ricardo se cambie de banco, ya que no soportan perder un cliente”. Por lo tanto, es fácil encontrar contraejemplos, pero es mucho más difícil encontrar contraejemplos razonables y probables. Esto es una indicación de que el argumento fuerte.
 
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La validez y la fuerza de los argumentos no nos dicen por sí solas si los argumentos son buenos.
 
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Argumentos solidos
 
Un argumento es sólido cuando:
- Es deductivo (intenta establecer un apoyo decisivo para su conclusión).
- Es válido (si las premisas son verdaderas se garantiza que la conclusión también es verdadera).
- Y las premisas siempre serán verdaderas.
 
 
Argumentos convincentes
 
Ahora bien, ¿Qué pasa con los argumentos no deductivos? Para los argumentos no deductivos introducimos la noción de un argumento convincente.
Un argumento es convincente cuando:
-. Es no deductivo (las premisas pretenden establecer un soporte probable, pero no decisivo para la conclusión).
-. Es fuerte (las premisas, si son verdaderas, tendrán éxito en proveer un apoyo probable para la conclusión).
- Y las premisas son siempre verdaderas.
Por lo tanto, en un argumento convincente la conclusión realmente recibe apoyo probable. Por ejemplo:
“Tom Cruise nació en el continente de América del Norte y no nació en México. Es muy probable que Tom Cruise naciera en Estados Unidos”.
 
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Proceso de 4 pasos para evaluar cualquier argumento
 
Paso 1:
Siempre el primer paso consistirá en identificar la conclusión, las premisas, y poner el argumento en su forma estándar.
 
Paso 2:
 
Una vez que ya tienes el argumento en su forma estándar, debes recordar que un argumento deductivo es aquel que ofrece un apoyo decisivo a su conclusión. Un argumento no deductivo es aquel que ofrece un apoyo probable a su conclusión, pero no decisivo.
Consejo: Si tienes dudas sobre el tipo de argumento, la regla general es tratar los argumentos como si fueran no deductivos, a menos que la intención sea claramente deductiva.
Supongamos que estás enfrentando un argumento deductivo:
 
Paso 3 (caso de un argumento deductivo):
 
Tu primera tarea será evaluar si el argumento tiene sentido lógicamente. Es decir, quieres saber si el argumento es válido o inválido. Si el argumento es inválido, entonces se trata de un mal argumento, es decir, se trata de un argumento que no brinda un apoyo decisivo a su conclusión. Fin del juego. El argumento es malo y ya está.
La mejor manera de demostrar que un argumento es inválido es proporcionando un contraejemplo, es decir, una situación en la cual las premisas son verdaderas y la conclusión es falsa.
Si el argumento es válido, debes continuar con el siguiente paso.
 
Paso 4 (caso de un argumento deductivo):
 
Si el argumento es válido, entonces hay dos casos:
- Si el argumento tiene premisas falsas, entonces se trata de un mal argumento. Fin del juego, el argumento es malo. Por ejemplo: “Si hay un elefante púrpura en el pasillo, entonces yo soy un pavo gigante. Hay un elefante púrpura en el pasillo, por lo tanto, soy un pavo gigante”. Este es un argumento lógicamente válido, pero sus premisas son falsas.
- Si todas las premisas del argumento son verdaderas, entonces el argumento es sólido y, por lo tanto, es un buen argumento. Por ejemplo: “Karla es hija de Diego, y Diego es el padre de Paola. Por lo tanto, Karla es la hermana de Paola”.
Como hemos discutido anteriormente, algunas de las premisas pueden estar respaldadas por sub-argumentos. Si ese es el caso, necesitarás suspender la evaluación del argumento principal y evaluar cada sub-argumento individualmente. Supongamos que tienes un sub-argumento para una premisa y se concluye que este sub-argumento es malo. Entonces esa premisa ha perdido su apoyo y el argumento se derrumba. Fin del juego. El argumento es malo.
Pero si todas las premisas son verdaderas o están respaldadas por buenos sub-argumentos, entonces tienes un argumento sólido y puedes concluir que es bueno.
Veamos ahora cómo es el proceso si determinaste que estas enfrentando un argumento no deductivo:
 
Paso 3 (caso de un argumento no deductivo):
 
En este caso el argumento puede ser fuerte o débil. Cuando el argumento es débil, entonces el argumento es malo y podemos decir que las premisas en conjunto no proporcionan apoyo lógico a la conclusión. Por ejemplo: “Tengo una sensación muy fuerte de que mi boleto de lotería es el boleto ganador, así que estoy bastante seguro de que esta noche ganaré mucho dinero”.
Los argumentos no deductivos pueden ser difíciles de analizar. Lo que hace que un argumento sea fuerte depende del contexto de evaluación. Si estás en un tribunal de justicia, quieres que los argumentos sean muy fuertes, pero si estás en una fiesta con amigos, es posible que desees ser más flexible en tus normas.
Para demostrar que un argumento es débil necesitas dar un contraejemplo, pero no cualquier contraejemplo funcionará. Necesitas encontrar un escenario creíble y probable en el que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa. Si no puedes hacer eso, entonces el argumento es fuerte y debes pasar a inspeccionar la veracidad de las premisas.
 
Paso 4 (caso de un argumento no deductivo):
 
Si el argumento es fuerte, entonces hay dos casos:
- Si el argumento tiene premisas falsas, entonces el argumento no es convincente. Fin del juego. El argumento es malo. Por ejemplo: “Si fumas marihuana, incluso sólo una vez en tu vida, es muy probable que comiences a usar heroína”.
- Si todas las premisas del argumento son verdaderas o están respaldadas por buenos sub-argumentos, entonces el argumento es convincente y, por lo tanto, es un buen argumento. Por ejemplo: “Cerca del 97% del 97% de las secretarias sufrirán de tendinitis en algún momento de su vida. Mi hermana es secretaria. Por lo tanto, probablemente mi hermana sufrirá de tendinitis en algún momento de su vida.”
Como podrás haber notado, cualquier argumento que tenga premisas falsas es un mal argumento.
 
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La lógica deductiva es un campo de estudios matemáticos que analiza los detalles arenosos de los argumentos y se centran en su forma. Las personas especializadas en lógica son profesionales en evaluar la validez de los argumentos. Has aprendido cómo demostrar que los argumentos no son válidos (proporcionando un contraejemplo), pero ¿Cómo demuestras con absoluta certeza que los argumentos son válidos? ¿Cómo puedes asegurarte de que no hay contraejemplos? Bueno, ese es el tipo de preguntas que los lógicos intentan contestar. En la lógica no deductiva son los estadísticos y los expertos en probabilidades quienes lideran el campo. Los argumentos no deductivos sólo pretenden dar soporte probable para su conclusión y las probabilidades son el tipo de matemáticas que se utilizan. Sin embargo, no es necesario que te conviertas en un experto en estos campos para aplicar las habilidades que ya has aprendido. Tendrás muchas posibilidades de aplicar tus nuevas habilidades cuando las encuentres en la vida cotidiana y si lo haces a consciencia, pertenecerás al pequeño y exclusivo grupo de pensadores críticos.
 
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El método científico consiste en una serie de pasos: Identificar un problema o plantear una pregunta. Diseñar una hipótesis para explicar el evento o la observación o el fenómeno. Determinar una prueba para la hipótesis. Realizar la prueba. Aceptar o rechazar la hipótesis. Esto parece correcto, pero hay que tener cuidado con el último paso de aceptar o rechazar la hipótesis. ¿Por qué? Bueno, porque la lógica nos dice que las pruebas pueden llevarnos a rechazar las hipótesis, pero no pueden concluir “decisivamente” que son verdaderas.
 
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Es importante que nos tomemos unos minutos para profundizar en un término clave en el pensamiento crítico y que con frecuencia se utiliza erróneamente. En el lenguaje cotidiano el término “teoría” se utiliza con desdén. Cuando alguien dice que una explicación es “sólo una teoría” probablemente quiera decir que algo no se ha probado, es provisional o que tal vez no tiene evidencia. Por el contrario, en la ciencia la palabra “teoría” es un término técnico usado para describir un relato integral de algún aspecto de la naturaleza, apoyado por una gran cantidad de evidencia convergente, basada en observaciones y pruebas repetidas, integrando y generalizando hipótesis y haciendo predicciones consistentemente precisas.
 
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Las teorías permiten a los científicos moverse más allá de las observaciones e hip particulares, y hacer predicciones más amplias sobre eventos naturales o fenómenos que aún no se han observado.
(…)
Tampoco cometas el error de pensar que las teorías no pueden ser cambiadas. Por el contrario. Los científicos, como pensadores críticos al igual que tú, deben permanecer abiertos a la posibilidad de que sus hipótesis puedan ser refutadas por un experimento o una observación, por lo que deben estar abiertos a la posibilidad de que las teorías resulten equivocadas, ya sea en los detalles o de manera más general.
 
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Ciencia y pseudociencia
 
El razonamiento científico está diseñado para generar creencias confiables sobre el funcionamiento del mundo, sin embargo, no todos los razonamientos que aparentan ser científicos lo son. Algunos razonamientos se hacen pasar por científicos, con la esperanza de ganar la credibilidad del razonamiento científico, pero sin aceptar los rigores y la implicación del método científico. Cuando el razonamiento no científico se disfraza de ciencia para hacer que sus afirmaciones parezcan más robustas, lo llamamos pseudociencia.
Una característica típica en que la pseudociencia difiere de la ciencia genuina es que el método científico requiere que se busquen formas de refutar las hipótesis. Por el contrario, la pseudociencia tiende a iniciar desde una afirmación con la cual el proponente está comprometido y busca evidencia para apoyar esa afirmación. La pseudociencia busca confirmaciones y la ciencia busca refutaciones.
Sabemos que la ciencia está comprometida con la idea de encontrar evidencia para establecer con certeza que una afirmación es falsa y que nunca podemos establecer con certeza que una afirmación es verdadera. El científico acepta que sus mejores hipótesis y teorías son siempre provisionales. Por el contrario, el pseudocientífico está convencido de que sus afirmaciones son verdaderas. Una consecuencia importante de esto es que los científicos, y los pensadores críticos en general, están comprometidos con la aceptación de la incertidumbre como una cuestión metodológica, pero a menudo tienen muy buenos motivos para confiar en sus creencias. Por el contrario, los pseudocientíficos tienden a iniciar desde un compromiso preexistente con sus puntos de vista y no quieren que se demuestre que son falsos
Observa que ninguna de estas diferencias tiene que ver con el contenido de ninguna afirmación científica o pseudocientífica en particular. La diferencia entre ciencia y pseudociencia tiene que ver con las actitudes y métodos con que se enfrenta una investigación.
No tienes que ser un científico para aplicar los métodos de pensamiento que usa la ciencia.
 
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La mente humana, sea cual sea tu voluntad, está sujeta a un poderoso e inconsciente egocentrismo. Un obstáculo importante para desarrollar las virtudes intelectuales del pensamiento crítico es la presencia del egocentrismo. Esto es lo que Freud llamó “mecanismos de defensa” . Cada uno de estos mecanismos de defensa representa una manera de falsificar, distorsionar, confundir, torcer o negar la realidad. Como vimos anteriormente, rara vez sometemos nuestra experiencia al análisis crítico y rara vez nos preguntamos cómo nuestros intereses, metas y deseos alteraron esos datos y estructuraron nuestra interpretación. Del mismo modo, rara vez consideramos la posibilidad de que nuestra interpretación y nuestra experiencia del mundo pueda ser selectiva, sesgada o engañosa. Al analizar nuestras experiencias debemos hacernos al menos tres preguntas: 1. ¿Cuáles son los hechos crudos y cuál es la descripción más neutral de la situación? 2. ¿Qué intereses, actitudes, deseos o preocupaciones traigo a la situación? 3. ¿Cómo estoy conceptualizando o interpretando la situación a la luz de mi punto de vista y de qué otra manera podría interpretarse? Si piensas en tu vida como un producto predeterminado de fuerzas sobre las cuales no tienes control, entonces estas renunciando a cualquier posibilidad de tomar el control sobre tu vida. Los pensadores críticos reconocen la importancia de mantener una actitud activa en la vida. Lo que busca una persona pasiva es la confirmación de sus creencias actuales, de sus juicios actuales, de sus patrones de comportamiento actuales y no le importa si la información que usa para definir sus creencias es falsa o engañosa. Por el contrario, los pensadores críticos son aprendices de por vida y se hacen cargo de su experiencia, de su aprendizaje y de su comportamiento, piensan en sus decisiones y consideran sus opciones analizando cuidadosamente la información que reciben.
 
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Un pensador crítico asume la responsabilidad por el funcionamiento de su mente y busca continuamente mejorar sus capacidades.
 
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