Los hombres respetables,
¿Dónde viven?
Susurran entre los robles,
Y suspiran en el heno;
Verano e invierno, noche y día,
Fuera, en las praderas, ahí viven.
Nunca mueren,
Ni gimotean, ni lloran,
Ni nos piden compasión
Con ojos húmedos.
De buena gana abonan las tierras
De todo aquel que se lo pida;
Al océano la riqueza,
A la pradera la salud,
Al Tiempo su duración,
A las rocas la fuerza,
A las estrellas la luz,
A los agotados la noche,
A los atareados el día,
A los ociosos el juego;
Y así su buen ánimo nunca cesa,
Pues todos son sus deudores, y todos sus amigos.

Henry David Thoreau
Musketaquid

 

 

¿Quién ignoraría el más mínimo sonido celestial O la luz más tenue que baña el mundo terrenal, Si supiera que un día descubriremos Que esa estrella del Cisne es nuestro destino, Y hace palidecer a nuestro sol con su resplandor sagrado?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Los necios suelen hablar como si no existiese la gente enferma, pero yo creo que la diferencia entre los hombres en materia de salud no es lo bastante grande como para poner demasiado énfasis en ella. A unos se los considera enfermos y a otros no, pero a menudo sucede que el hombre más enfermo cuida del más sano.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
¿Quién escucha a los peces cuando lloran?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Aún se pescan sábalos en la cuenca del río Concord, en Lowell, donde se dice que llegan un mes antes que el sábalo del Merrimack, merced a la temperatura más alta del agua. Constante hasta el patetismo, con un instinto que no puede desalentarse, con el que no se puede razonar, vuelve a visitar sus antiguos lugares predilectos, como si sus severas Moiras se hubiesen relajado. Sin embargo, sigue topándose con la fábrica y su dique. ¡Pobre sábalo! ¿Dónde está tu resarcimiento? Cuando la Naturaleza te dio tu instinto, ¿te dio también corazón para soportar tu destino? Aún yerras por los mares, con tu armadura escamosa, preguntando humildemente en las desembocaduras de los ríos si el hombre, por casualidad, ha dejado el paso libre para que puedas entrar. Y entretanto merodeas incierto en bancos numerosísimos, limitándote a luchar contra la marea, expuesto al peligro de los depredadores marinos, esperando nuevas instrucciones, hasta que las arenas, hasta que las mismas aguas, te digan si hay o no vía libre. Y así, junto a enteras naciones migratorias, fiándote de tu instinto, que es tu fe, vas a la deriva en esta primavera invertida, y probablemente no sabes dónde no moran los hombres, dónde no hay fábricas en estos días. Sin aguijón y sin descarga eléctrica, desarmado, avanzas como un puro sábalo, armado sólo con la inocencia y una causa justa, por delante sólo tu boca blanda, muda, y unas escamas fáciles de arrancar. Estoy de tu parte de todo corazón, ¿y quién sabe qué podría hacerle una palanca de hierro a ese dique de Billerica? No desesperas, aunque miríadas de tus hermanos hayan acabado como alimento de esos monstruos marinos mientras tú permaneces entre dos aguas, mantienes tu coraje y tu indiferencia, nadando con elegancia, como un sábalo reservado a destinos más elevados. Dispuesto a ser diezmado en beneficio de los hombres tras la temporada de desove, lejos de la filantropía superficial y egoísta del ser humano —quién sabe qué admirable virtud de los peces podría encontrarse por debajo de la marea baja, soportando un destino cruel, ¡sin ser admirada por la única criatura que puede apreciarla! —. ¿Quién escucha a los peces cuando lloran? Algunos sabrán recordar que fuimos sus contemporáneos. Si no me equivoco, en breve podrás remontar los ríos, todos los ríos del mundo. Sí, incluso tu sencillo sueño acuoso se verá más que cumplido. De no ocurrir esto, sino que fueses ignorado de principio a fin, jamás me uniré a su cielo. Sí, lo digo yo, que creo saber más que tú. Así pues, resiste, sé fuerte, y lucha contra todas las mareas que pudieses encontrarte.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Todos estos sonidos, el canto de los gallos, el ladrido de los perros y el zumbido de los insectos a mediodía, son prueba de la buena salud y el brío de la naturaleza. Tal es su belleza inagotable y la precisión de su lenguaje, la obra de arte más perfecta del mundo, retocada por un cincel milenario.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Quien camina de noche y durante el día duerme, No encontrará más espíritu que el del duende.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Los indios nos hablan de un Río hermoso y lejano, que fluye al sur, y que ellos llaman Merrimack. Pierre du Gua Sieur de Monts, Relatos de los jesuitas
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
El sauce de agua (Salix purshiana ), cuando es de gran tamaño y está entero, es el más elegante y etéreo de nuestros árboles. Sus masas de follaje verde claro, apiladas las unas sobre las otras hasta alcanzar los veinte o treinta pies de altura, parecían flotar sobre la superficie fluvial, y los delgados tallos grises y la orilla apenas si se podían distinguir entre ellos. Ningún árbol casa mejor con el agua ni está en tanta armonía con los ríos tranquilos. Es más hermoso incluso que el sauce llorón, o cualquier otro tipo de árbol pendular, cuyas ramas se hunden en el agua en lugar de ser sacadas a flote por ésta. Sus ramas curvadas caen sobre la superficie, como atraídas por ella. No parece propio de Nueva Inglaterra, sino de Oriente, y nos recuerda a los jardines ornamentados de Persia, de Hârûn al-Rachîd, y a los lagos artificiales de Oriente.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
¿Por qué toda nuestra vida y su paisaje no pueden ser tan nítidos y distintos? Las vidas de todos y cada uno de nosotros requieren un telón de fondo adecuado. Deberían, cuando menos, ser tan impresionantes de observar como la vida del ermitaño, como los objetos en el desierto, una vara rota o un montículo desmoronado, recortados contra un horizonte infinito. El espíritu elevado siempre se asegura esta ventaja, y por ende es distinguido al tiempo que se relaciona con los objetos cercanos o triviales, ya sean cosas o personas.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
En el fondo del cielo oriental
Se posa tu mirada oblicua;
Y aunque su hermosa luz
Nunca se eleve hasta mi vista,
Cada estrella que asciende
Por los sinuosos miembros
De aquella colina lejana
Expresa tu dulce voluntad.
 
Conocía, créeme, tus pensamientos,
Y que los céfiros traían con ellos
Tus deseos más amables,
Como te llevaban a ti los míos;
Que alguna nube atenta
Se posó, entre la multitud,
Sobre mi cabeza,
Mientras se escuchaban dulces palabras.
 
Los zorzales, créeme, cantaban,
Al ritmo de las campanas florales;
Las hierbas exhalaban su aroma,
Y las fieras comprendían el mensaje,
Los árboles saludaban encorvados,
Y los lagos bañaban sus orillas,
Cuando tu mente libre
Volaba hacia mi retiro.
 
Era una noche de verano
Y el aire soplaba suave,
Hasta que una nube baja
Cubrió tus cielos orientales.
El fulgor silencioso del rayo
Perturbó mi sueño tranquilo,
Recordándome de tu mirada el destello
Bajo tu pestaña oscura.
 
Yo seguiré luchando siempre,
Como si conmigo estuvieses;
Cualquiera que sea mi camino,
Lo recorreré en tu nombre,
Amplio y de pendiente suave,
Como si junto a mí estuvieses,
Sin raíces donde pudiera tropezar
Tu paso dulce y ligero.
 
Caminaré a un ritmo sosegado,
Escogiendo el sendero más suave,
Sumergiendo con cuidado los remos,
Alejándome de la orilla sinuosa,
Y dirigiendo con dulzura mi bote
Hacia donde flotan los nenúfares,
Y las flores del cardenal
Se erigen en sus cenadores silvestres.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Las aguas tranquilas y superficiales son insondables: allí donde se reflejan los árboles y los cielos, la profundidad es mayor que en el Atlántico, y no hay peligro de que la imaginación se quede encallada.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Las ranas, sentadas, meditaban sobre el domingo, repasaban su semana, con un ojo puesto en el sol dorado y el otro en un junco, observando el maravilloso universo del que formaban parte.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
He aquí la antigua Billerica (¿Villa-rica?), ya en su tercera edad, nombrada en honor a la inglesa Billericay, y cuyo nombre indio era Shawshine. Nunca he oído que fuese joven alguna vez. Mirad, ¿acaso no se ha deteriorado aquí la naturaleza, no se han vaciado las granjas y se han vuelto grises los templos derruidos por los años? Si queréis saber sobre su infancia, preguntad a esas antiguas piedras del prado.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
Llega el hombre blanco, pálido como el amanecer, con su cargamento de ideas, con su inteligencia adormilada, como el fuego reavivado, sabiendo bien lo que sabe, no intuyendo, sino calculando. Llega en comunidades fuertes, rindiendo pleitesía a la autoridad, con una raza experimentada, con un maravilloso sentido común. Es obtuso, pero capaz, lento, pero perseverante, severo, pero justo, de humor parco, pero franco. Es un hombre trabajador, que desprecia el juego y el ocio, y construye casas resistentes, casas con armazón. Compra los mocasines y las cestas del indio, luego compra sus terrenos de caza, y al final se olvida de dónde está enterrado el piel roja y acaba labrando sobre sus huesos. Y aquí, en los registros del pueblo, en estas crónicas viejas, raídas, consumidas y manchadas por el tiempo, quizá se vea el sello del sachem indio, una flecha o un castor, y las pocas y fatales palabras con las que cedía sus terrenos de caza. Llega con una lista de antiguos nombres sajones, normandos y célticos, y los esparce a lo largo y ancho de este río —Framingham, Sudbury, Bedford, Carlisle, Billerica, Chelmsford—; y ésta es Nueva Inglaterra, tierra de los nuevos anglos, y éstos son los nuevos sajones del Oeste, a los que el piel roja no llama angleses o ingleses, sino yengeese, con lo que al final acaban siendo conocidos como yanquis.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Todo el mundo descubre por experiencia propia, así como en la historia, que la era en que los hombres cultivan la manzana y conocen las delicias de la jardinería es esencialmente diferente a la de la vida forestal del cazador, y que ninguna de las dos puede desplazar a la otra sin incurrir en pérdidas. Todos hemos soñado despiertos, y también hemos tenido proféticas visiones nocturnas. Sin embargo, por lo que a la agricultura se refiere, estoy convencido de que mi genio proviene de una era más antigua que la agrícola. Yo, como mínimo, clavaría mi pala en la tierra con la misma libertad descuidada pero precisa con la que el pájaro carpintero clava su pico en un árbol. Y es que hay en mi naturaleza un anhelo singular hacia todo lo salvaje. No tengo más cualidad redentora que un amor sincero hacia algunas cosas, al que siempre vuelvo cuando se me reprueba. ¿Qué tengo yo que ver con los arados? Yo trazo un surco distinto al que vosotros veis: no es el que pisa aquel buey de allí, está aún más lejos; ni aquel por el que camina este buey de aquí, está aún más cerca. Aunque el cereal fracase, mi cosecha no lo hace, ¿y qué son para mí la sequía y la lluvia?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Grecia, ¿quién soy yo para tener que recordarte a ti, A tu Maratón y a tus Termopilas? Si mi destino es cruel, si mi vida es vulgar, ¿En cuál de estos recuerdos dorados me podré apoyar?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Puede que haya un exceso de cultura, hasta el punto de que la civilización se vuelva patética, hasta llegar a un hombre extremadamente cultivado, ¡cuyos huesos todos puedan doblarse, cuyas nobles virtudes no sean más que buenas maneras!
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El mito que se compone de manera natural y verdadera, para satisfacer a la imaginación antes de abordar el entendimiento, hermoso, aunque extraño como una flor silvestre, es un apotegma para el hombre sabio, y admite las más generosas interpretaciones.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Ningún dios muere jamás.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 

Los hombres se veneran los unos a los otros, y no a Dios.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Existen diferentes fes, algunas de ellas casi inverosímiles, ¿pero por qué tendría que alarmarnos cualquiera de ellas? En aquello que cree el hombre, cree Dios. A lo largo de mi vida he escuchado y he visto a muchos blasfemos, pero aún no he escuchado ni presenciado una blasfemia o una irreverencia directa y consciente —aunque de indirectas y habituales ya he tenido bastantes—. ¿Dónde está el hombre culpable de insultar de manera directa y personal a Aquel que lo creó?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Si la que vivimos no es una vida trágica, entonces no sé cómo llamarla.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Quiero creer que algunos están tan cerca y aprecian tanto a Buda, o a Cristo, o a Swedenborg, que no están encerrados en sus iglesias. No hace falta ser cristiano para apreciar la belleza y la importancia de la vida de Cristo. Sé que algunos pensarán mal de mí cuando escuchen a su Cristo nombrado junto a mi Buda, y aun así estoy seguro de que quiero que ellos amen a su Cristo más que a mi Buda, pues el amor es lo más importante, y yo también lo amo.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Pensemos en qué infame y penoso es el mundo, que durante la mitad del tiempo tenemos que encender una lámpara para poder ver y vivir en él. Es la mitad de nuestra vida. ¿Quién abordaría la empresa si se tratase de toda la vida? Y, que alguien me lo explique, ¿qué más cosas nos ofrece el día? Una lámpara que arde con una luz más clara, un aceite más puro, acaso espermaceti, para que podamos continuar con menos trabas con nuestra inutilidad. Sobornados con un poco de luz del sol y unos cuantos colores, bendecimos a nuestro Creador, y contenemos su ira con nuestros himnos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Os hago una oferta,
Dioses, escuchad al bromista,
Pues este plan no perjudica,
Y si os parece bien, yo encontraré la virtud.
Aunque soy vuestra criatura,
Y un hijo de vuestra naturaleza,
Aún conservo dignidad erguida,
Y sangre tibia,
Algo de autonomía,
Y mi propia descendencia.
No puedo esforzarme ciegamente,
Por tanto, portáos con amabilidad,
Y juro, cruz en mano,
Que de ningún Dios seré esclavo.
Si procedéis con claridad,
Mis esfuerzos serán vuestros,
Si decidís revelar para
Este amante grandes planes,
Y concederle una esfera
Algo más grande que la Tierra.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
Si alguna vez veo con mayor claridad en un momento que en otro, es porque el medio a través del que veo es más claro.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El Dios perfecto, en sus revelaciones sobre él mismo, nunca ha llegado hasta el extremo al que lo hacéis vosotros, sus profetas, con vuestras proposiciones. ¿Habéis aprendido el alfabeto celestial y sabéis contar hasta tres? ¿Conocéis el número de miembros de la familia de Dios? ¿Podéis expresar con palabras los misterios? ¿Creéis poder describir lo indescriptible? Decidme, ¿qué raza de geógrafos sois, que podéis hablar de la topografía celestial? ¿De quién sois amigos para hablar de la personalidad de Dios? ¿De verdad crees tú, Miles Howard, que Él te ha convertido en su confidente? Habladme de la altura de las montañas de la luna, o del diámetro del espacio, y puede que os crea; pero referíos a la historia secreta del Todopoderoso y no podré por menos que tildaros de locos. Sin embargo, contamos con una suerte de historia familiar de nuestro Dios —como la que tienen los tahitianos de los suyos—, y la enorme imaginación de un poeta excelso se nos impone como una verdad eterna y adamantina, ¡como la palabra del mismo Dios! Pitágoras dice, y con razón: «Una afirmación verdadera sobre Dios es una afirmación de Dios», pero haríamos bien en dudar de que exista algún ejemplo de ella en la literatura.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Resulta sorprendente que, a pesar del favor universal que aparentemente recibe el Nuevo Testamento, y a pesar incluso del fanatismo con el que se defiende, no se muestre ninguna hospitalidad, ningún aprecio, a la clase de verdad sobre la que trata. No conozco ningún libro que tenga tan pocos lectores; no hay ninguno tan genuinamente desconocido, herético e impopular. Para los cristianos, no menos que para los griegos y los judíos, es un escollo estúpido. En efecto, contiene varios pasajes que ningún hombre debería leer en voz alta más de una vez: «Buscad primero el reino de Dios y Su justicia», «Dejaos de amontonar riquezas en la tierra», «Vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza», «A ver, ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero si malogra su vida? ¿Y qué podrá dar para recobrarla?» (¡Pensad sobre esto, yanquis!), «Os aseguro que si tuvierais fe como un grano de mostaza le diríais a la montaña aquella que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible». (¡Pensemos en repetir estas frases a un público de Nueva Inglaterra!). Tres, cuatro, quince veces, ¡hasta llenar tres cañones de sermones! ¿Quién puede leerlas en voz alta sin hipocresía? ¿Quién, sin hipocresía, puede escucharlas y quedarse dentro del templo? Nunca han sido leídas, nunca han sido escuchadas. Dejad que una sola de estas frases sea leída correctamente, desde cualquier púlpito de la tierra, y en ese templo no quedaría una piedra sobre otra.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
… nunca se ha escrito un libro que pueda ser aceptado sin concesiones.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Los hombres tienen el singular deseo de ser buenos sin un motivo concreto, pues piensan que quizá el mero hecho de serlo acabe beneficiándoles.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La conciencia es el instinto criado en casa,
Las Sensaciones e Ideas propagan el pecado
De esta educación contra natura.
Yo digo, sacadlo fuera,
Devolvedlo a la naturaleza.
Quiero una vida simple,
Que no se complique con cada espinilla,
Un alma que ninguna conciencia enferma domine,
Tan sana que no deje el universo peor de lo que estaba.
Quiero un alma sincera y seria,
Cuyas poderosas alegrías y penas
No se ahoguen en una botella,
Para despertar mañana a su lado;
Que viva una tragedia,
En lugar de setenta;
Una conciencia que valga la pena conservar,
No llorando, sino riendo;
Una conciencia sabia y firme siempre,
Así como providente;
Que con los hechos no cambie,
Ni con los halagos comercie;
Una conciencia que se ocupe de las
Cosas grandes, con la que uno pueda dudar.
No quiero un espíritu de madera entero,
Predestinado a ser bueno,
Sino uno real hasta la médula,
Fiel a sí mismo,
Y falso con nadie;
Nacido para sus asuntos,
Sus alegrías y sus problemas;
Por el que el trabajo que Dios empezó
Quede completo, y no desecho.
Retomado donde él lo dejó,
Ya sea para alabar o para burlar;
Si no es bueno, que sea malo,
A falta de buen dios, buen diablo.
¡Santo cielo! Panda de hipócritas, dejadlo ya,
Vivid vuestra vida, haced vuestro trabajo, luego marchaos.
No tengo ninguna paciencia
Con esos cobardes meticulosos.
Dadme a los sencillos trabajadores
Que aman su labor,
Cuya virtud es una canción
Con la que aclamar al buen Dios.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid


Hay pocas cosas más descorazonadoras y desagradables que estar caminando por las calles de un pueblo desconocido un día de domingo y escuchar al predicador gritando cual contramaestre en medio del vendaval, profanando así, injustamente, la serena atmósfera del día.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Hay más religión en la ciencia de los hombres que ciencia hay en su religión.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Sólo las serpientes conquistan con la constancia de su mirada.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Todo lo que está impreso y atado en un libro contiene al menos un eco de la mejor literatura. De hecho, los mejores libros tienen una utilidad, a modo de palos o piedras, que está más allá o por encima de su diseño, que no se anticipa en el prefacio, ni se concluye en el apéndice. Incluso la poesía de Virgilio me ofrece un servicio muy diferente a mí, hoy, del que ofrecía a sus contemporáneos. Suele tener un mero valor adquirido y fortuito, lo que demuestra que el hombre sigue siendo el mismo en este mundo.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
¿Qué no daríamos por poder leer ahora un gran poema que estuviese en armonía con el paisaje? Creo que, si los hombres leyesen correctamente, jamás leerían algo que no fuesen poemas. No hay historia ni filosofía que puedan ocupar su lugar.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
¿Qué no daríamos por poder leer ahora un gran poema que estuviese en armonía con el paisaje? Creo que, si los hombres leyesen correctamente, jamás leerían algo que no fuesen poemas. No hay historia ni filosofía que puedan ocupar su lugar. El poeta demostrará al instante que hasta la definición más sabia de la poesía es falsa, rechazando sus preceptos. Así las cosas, lo único que podemos publicar es el anuncio que hacemos de ella. No cabe duda de que la sabiduría escrita más elevada está rimada o posee algún tipo de metro musical: es, tanto en forma como en sustancia, poesía. Y una obra que encerrase la sabiduría condensada de la raza humana no podría tener ni una sola línea sin ritmo. Y aun así la poesía, a pesar de ser el resultado último y más refinado, es un fruto natural. Con la misma naturalidad con que el roble alberga una bellota, y la vid un racimo de uvas, el hombre alberga un poema, ya sea hablado o escrito. Se trata del éxito principal y más memorable, pues la historia no es más que un relato en prosa de acontecimientos poéticos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
El poeta canta cómo la sangre fluye por sus venas.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
Hay pocos libros que estén hechos para ser recordados en nuestras horas más elevadas, pero la Ilíada brilla con mayor fuerza en los días más serenos, y aún guarda toda la luz del sol que bañaba antaño Asia Menor.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La poesía es tan universalmente real y tan independiente de la experiencia que no necesita una biografía particular para ilustrarla, sino que tarde o temprano la vinculamos con algún Orfeo o Lino, y después de años con el genio de la humanidad y de los mismos dioses.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Leed primero los mejores libros, o puede que no tengáis la oportunidad de leerlos nunca.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Merece la pena tomarse tiempo para escoger nuestras lecturas, pues los libros constituyen la sociedad que frecuentamos. Leer sólo a aquellos que tienen una autenticidad serena, nunca estadística, ni ficción, ni noticias, ni informes, ni periódicos, sino sólo grandes poemas, y cuando se agoten, leerlos otra vez, acaso escribir más. En lugar de hacer otros sacrificios, podríamos ofrecer cada día nuestros pensamientos perfectos (τελεία ) a los dioses, en himnos o salmos. Pues deberíamos estar al timón al menos una vez al día. Todas las horas no deberían ser temporales. Tendría que haber al menos una hora, si no más, en que el día no avanzase. Los eruditos acostumbran a vender sus derechos inalienables por un amasijo de conocimiento. ¿Pero es necesario conocer lo que el especulador imprime, o lo que estudia el irreflexivo, o lo que lee el ocioso, la literatura de los rusos y los chinos, o incluso la filosofía francesa y gran parte de la crítica alemana? Leed primero los mejores libros, o puede que no tengáis la oportunidad de leerlos nunca.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Ciertamente, no necesitamos estar siempre tranquilos y entretenidos como niños. Aquel que recurre a una novela fácil porque se siente lánguido haría mejor en echar una siesta. El aspecto frontal de los grandes pensamientos sólo puede ser disfrutado por quienes permanecen a un lado cuando éstos llegan. Libros que no nos ofrecen un pequeño disfrute, sino donde cada reflexión es de una audacia inaudita; libros que un hombre ocioso no leería, que no entretendrían al tímido; libros que incluso nos harían peligrosos para las instituciones existentes: a ésos los llamo yo buenos libros.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Existe un abismo entre el conocimiento y la ignorancia, y los puentes de la ciencia nunca podrán salvarlo. Un libro debería contener descubrimientos puros, destellos de terra firma, aunque lo escriban marineros naufragados, y no el arte de la navegación explicado por aquellos que nunca han perdido de vista la tierra. Los libros no deben dar trigo y patatas, sino constituir la cosecha libre y natural de las vidas de sus autores.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Los libros instruidos no nos instruyen demasiado; lo hacen, antes bien, los libros verdaderos, los sinceros, los humanos, los nacidos de biografías francas y honestas. La vida de un buen hombre difícilmente nos mejorará más que la vida de un saqueador, pues las leyes inevitables se muestran con la misma sencillez en la infracción y en el cumplimiento, y nuestras vidas están sostenidas por una cantidad prácticamente igual de algún tipo de virtud. Mientras viva, el árbol en descomposición pedirá la misma cantidad de sol, viento y lluvia que el árbol verde, pues segrega savia y realiza las funciones de la salud. Si así lo decidimos, podemos limitarnos a estudiar la albura, pero el tocón nudoso tiene un capullo tan tierno como el del arbusto.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
No dejemos que el poeta derrame lágrimas sólo por el bien público.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
No debería importarnos que a nuestros oídos llegase
Algo menos de astucia, y algo más de oráculo.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Es cierto: una frase perfectamente sana es harto excepcional.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Quizá las frases más atractivas no sean las más sabias, sino las más certeras y completas, pronunciadas de manera firme y concluyente, como si el hablante tuviese derecho a saber lo que dice, y si no son del todo plenas de sabiduría, al menos han sido bien aprendidas.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid

 

 

Todos los escritores distinguidos de aquel periodo poseen más naturalidad y vigor que los modernos —y es que nos está permitido difamar a nuestro propio tiempo—, y cuando leemos una cita de uno de ellos en el texto de un autor moderno, nos parece haber llegado de repente a un campo más verde, a una profundidad más oscura, a un terreno más sólido. Es como si una rama joven cruzase la página y su visión nos refrescase, como cuando vemos la hierba húmeda en pleno invierno o recién entrada la primavera. Encontramos siempre la garantía de la vida y la experiencia en aquello que leemos. Lo poco que se dice basta para implicar lo mucho que se ha hecho. Esas frases son verdes como los árboles de hoja perenne, pues están arraigadas en los hechos y en la experiencia. En cambio, nuestras frases falsas y floridas sólo tienen los colores de las flores sin savia ni raíces. Todos los hombres se sienten atraídos por la belleza de la oralidad, e incluso escriben con un estilo que trata de imitarla. Prefieren que no se les entienda a que sus palabras se queden cortas en exuberancia.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
¿Dónde habríamos de buscar el inglés estándar, si no en las palabras de un hombre estándar?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Puedes pasarte una vida afilando tu deseo,
Quien se mantiene firme no necesita apresurarse.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
En la mayoría de los casos, los autores se limitan a consultar a todos los que han escrito antes que ellos sobre un tema, y su libro no es más que la suma de los consejos de muchos. En cambio, un buen libro nunca antes habrá sido anticipado, sino que el propio tema será, en cierto sentido, nuevo, y su autor, consultando a la naturaleza, no consultará sólo a aquellos que le han precedido, sino también a aquellos que pudieran seguirle. Siempre hay espacio y razones suficientes para un libro verdadero sobre cualquier tema, al igual que hay espacio para más luz en el día más brillante, pues cada rayo que se sume no interferirá con el primero.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Los navegantes disfrutan de un crepúsculo más largo y brillante que quienes están en tierra, pues aquí el agua, amén de la atmósfera, absorbe y refleja la luz, y una parte del día parece quedarse hundida bajo las olas.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
En efecto, tal y como dice el poeta (El «poeta» es Shakespeare, que en Julius Caesar, acto IV, escena III, v. 218, escribe: «Existe una marea en los asuntos de los hombres».) existe una marea en los asuntos de los hombres, y a medida que las cosas fluyen y circulan, el reflujo siempre equilibra el flujo. Todos los ríos son meros afluentes del océano, el único que no mana, y sus costas permanecen sin cambios, pero en periodos más grandes de lo que el hombre puede medir. Adondequiera que vayamos, sólo descubriremos infinitos cambios en los elementos particulares, y no en los generales. Cuando entro en un museo y contemplo a las momias envueltas en sus vendajes de lino, veo que las vidas de los hombres empezaron a necesitar una reforma desde el momento mismo en que comenzamos a caminar sobre la tierra. Salgo a las calles y conozco a hombres que declaran que la hora de la redención de la raza está cerca. Sin embargo, de la misma manera que los hombres vivían en Tebas, viven ahora en Dunstable. «El tiempo se bebe la esencia de toda acción grande y noble que ha de ser realizada y cuya ejecución se retrasa». Eso dice Visnú Sharma. Y nosotros vemos cómo los conspiradores vuelven una y otra vez al sentido común y al trabajo. Así lo demuestra la historia.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
Hay artículos secretos en nuestros tratados con los dioses, de una importancia superior al resto, que el historiador nunca podrá conocer. Hay muchos aprendices habilidosos, pero pocos maestros artesanos. En todos los ámbitos —en la educación, en la moral, en el arte de vivir— observamos una misma práctica sabia, encarnada por muchos filósofos antiguos. ¿Quién no ve que las herejías llevan un tiempo prevaleciendo, que ciertas reformas ya se han producido? Toda esta sabiduría mundana podría concebirse como la otrora mal vista herejía de algunos hombres sabios. Ciertas ventajas que no hemos tenido lo suficientemente en cuenta se han hecho un hueco en la tierra. Así pues, también quienes construyeron por primera vez estos establos y despejaron estas tierras tenían valor. Las épocas abruptas y los abismos se ven atenuados por la historia de la misma manera que las irregularidades de la llanura quedan ocultas con la distancia. Sin embargo, a menos que hagamos algo más que limitarnos a aprender el oficio de nuestro tiempo, no seremos más que aprendices, y no maestros del arte de vivir.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Hay que estar tranquilo antes de poder pronunciar oráculos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La mayoría de hombres no tiene inclinación, ni rápidos, ni cascadas, sino pantanos, y caimanes, y miasma.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
A fin de cuentas, ¿en qué consiste el carácter práctico de la vida? Las cosas que hay que hacer de manera inmediata son harto triviales, y podría posponerlas todas para oír cantar a este grillo. El hecho más glorioso de mi experiencia no es algo que he realizado o que deseo poder hacer, sino un pensamiento, una visión o un sueño efímero que he tenido. Cambiaría toda la riqueza del mundo, y todas las gestas de los héroes, por una sola visión verdadera. Pero ¿cómo puedo yo, fabricante de lápices en la tierra, comunicarme con los dioses sin convertirme en un loco?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Observemos la diferencia entre lo oriental y lo occidental. Lo primero no tiene nada que hacer en este mundo; lo segundo bulle de actividad. Uno mira al sol hasta que sus ojos quedan cegados, el otro lo persigue con diligencia en su trayecto hacia el Oeste. También en Occidente existe algo parecido a la casta, pero es débil en comparación: se trata del conservadurismo. Dice: «No renuncies a tu vocación, no ultrajes ninguna institución, no uses la violencia, no rompas ningún vínculo: el Estado es tu padre». Su virtud u hombría es completamente filial. En todos los países hay una lucha entre lo oriental y lo occidental, unos que se quedarían contemplando el sol para siempre y otros que se apresuran hacia el ocaso. Los primeros les dicen a los segundos: «Cuando hayáis alcanzado el ocaso, no estaréis más cerca del sol». A lo que éstos responden: «Pero así habremos prolongado el día». «Cuando cae la noche para todos los seres, es el momento en que el asceta y maestro de sí mismo se despierta. Cuando los demás seres se despiertan, cae la noche para el sabio silencioso».
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
… al mundo occidental aún no le ha llegado toda la luz que está destinado a recibir desde Oriente.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
  
 
Aunque todos los hados se muestren ingratos,
Nunca dejes atrás tu tierra natal.
El barco, sosegado, termina por detenerse;
El corcel ha de descansar bajo la colina;
Mas pronto nuestro destino de nuevo se encamina
Y acaba por atraparnos.
La nave, aunque de mástiles firmes,
Alberga bajo su cobre un gusano;
Rodea el cabo, cruza el Ecuador,
Hasta que su ruta encuentra campos de hielo;
No importa cuán tranquila sea la brisa,
Si son o no profundos los mares,
Si transporta cuerda de Manila,
O si lleva vino de Madeira,
O cueros de España, o tés de China,
Entrará en puertos o en cuarentena;
Lejos de la violenta costa de Nueva Inglaterra,
El gusano nativo perforará su casco,
Y la hundirá en los mares de la India,
Junto a la cuerda, el vino, el cuero y el té de China.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
… de suerte que somos hombres libres del universo, y no estamos condenados a pertenecer a ninguna casta.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Cualquier pensamiento sincero es irresistible.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
En el cerebro de todos los hombres se encuentra el sánscrito.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
¿Vivimos en alguna época que no sea el presente? ¿Cómo es de amplia esa línea?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Un monumento debería al menos «apuntar a las estrellas, para indicar hacia dónde se ha marchado el espíritu, y no dónde está postrado, como el cuerpo que ha abandonado.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
 
Ha habido naciones que no podían hacer otra cosa más que construir tumbas, y ésos son los únicos vestigios que han dejado. Éstas son las naciones paganas. ¿Pero por qué estas lápidas, tan erguidas y enfáticas, como si fuesen puntos de exclamación? ¿Qué fue eso tan extraordinario que vivió y que había bajo ellas? ¿Por qué debería el monumento ser mucho más duradero que la fama que se le ha encomendado perpetuar? ¿Una piedra para un hueso? «Aquí yace», «Aquí yace», ¿por qué no escriben alguna vez «Aquí se erige»? ¿Acaso sólo se pretende hacer un monumento para el cuerpo? «Habiendo llegado al final de su vida natural», ¿no sería más cierto decir: «Habiendo llegado al final de su vida innatural»? El rasgo menos común de un epitafio es la veracidad. Si se escribe la más mínima letra, debería ser tan severamente cierta como la decisión de los tres jueces del inframundo, y no el testimonio parcial de los amigos. Éstos y sus contemporáneos deberían limitarse a ofrecer nombre y fechas, y dejar a la posteridad la tarea de escribir el epitafio.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La naturaleza es cercana y preciada para todos los hombres. Incluso las aldeas más antiguas están en deuda con la frontera del bosque salvaje que las rodea, y no tanto con los jardines de los hombres. Existe algo inefablemente bello y estimulante en la imagen del bosque que bordea y, de cuando en cuando, se adentra en los nuevos asentamientos que, como las montañitas de arena de las madrigueras de los zorros, han brotado en el corazón de lo salvaje. La propia verticalidad de los pinos y los arces reafirma la antigua rectitud y el vigor de la naturaleza. Nuestras vidas necesitan el alivio de este fondo de escena, donde crece el pino y el arrendajo aún grita.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Aquellos sencillos sonidos nos vinculaban a las estrellas. Ay, había en ellos una lógica tan convincente que ni siquiera la combinación de todos los intelectos humanos podría hacerme dudar un ápice de sus conclusiones. Detengo mi habitual flujo de pensamiento, como si de repente el arado se hubiese adentrado en el surco hasta atravesar la corteza terrestre. ¿Cómo puedo continuar, si acabo de atravesar este tragaluz sin fondo en la ciénaga de mi vida? De repente el viejo Tiempo me guiñó el ojo —ah, qué bien me conoces, granuja—, y supe que Él estaba bien. Este viejo universo tiene una salud tan férrea que no me cabe la menor duda de que jamás morirá. Curaos a vosotros mismos, doctores, por Dios, ¡yo estoy vivo! Entonces el ocioso Tiempo echó a correr sin rumbo Y me dejó a solas con la Eternidad; Ahora escucho allende el alcance del sonido, Veo allende los límites de la vista. Veo, huelo, saboreo, escucho, siento ese Algo eterno al que todos estamos vinculados, a la vez nuestro creador, nuestra casa, nuestro destino, nuestro propio Yo. La única verdad histórica, el acontecimiento más extraordinario que puede convertirse en el sujeto nítido e inesperado de nuestro pensamiento, la gloria real del universo, el único hecho que un ser humano no puede evitar reconocer, ni olvidar, ni dejar de lado. Él desvela mis secretos A todos, dejándome a solas en la multitud. He visto cómo se asentaron los cimientos del mundo y no tengo la menor duda de que permanecerán en pie un buen rato. Ésta es mi hora natal, Ahora estoy en la flor de la vida. No pondré en duda el amor inmenso Que me cortejó de joven, que me corteja de viejo, Y que me ha traído hasta esta noche. ¿Qué son los oídos? ¿Qué es el Tiempo? ¿Por qué esta serie concreta de sonidos llamada acorde musical, un ejército invisible y mágico que nunca barrió el rocío de ninguna pradera, puede descender a través de los siglos desde Homero hasta mí, y por qué éste pudo conocer el mismo encanto aéreo y misterioso que ahora estremece mis oídos? ¡Qué delicada comunicación entre épocas de los pensamientos más bellos y nobles, de las ambiciones de los hombres antiguos, incluso de aquellas que nunca fueron pronunciadas en un discurso; la música! Es la flor del lenguaje, el pensamiento colorido y curvado, fluido y flexible, cuya fuente de cristal está tintada por los rayos del sol y cuyas ondas vibrantes reflejan la hierba y las nubes. Un acorde musical me recuerda a un pasaje de los Vedas, y lo asocio con la idea de lo infinitamente lejano, la belleza y la serenidad, pues para los sentidos aquello que está más lejos de nosotros es lo que le habla a lo más profundo de nosotros mismos. Nos enseña una y otra vez a confiar en el instinto más remoto y delicado, que es el divino, y convierte en un sueño nuestra única experiencia real. Sentimos una alegre melancolía al escucharlo, quizá porque nosotros, que escuchamos, no somos uno con lo que está siendo escuchado.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Tenemos que aprender aquellas cosas para las que merece la pena tomarse el tiempo de aprenderlas
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
 
En el pasado, escuché estos
 
RUMORES DE UN ARPA EÓLICA
 
Hay un valle que nadie ha visto,
Donde el hombre nunca ha puesto pie,
Mientras que aquí vive con esfuerzo y se enfrenta a
Una vida inquieta y pecaminosa.
Allí nace toda la virtud,
Luego desciende sobre la tierra,
Y hasta allí vuelven todos los actos
Que arden en su generoso seno.
Allí el amor es cálido, y la juventud es joven,
Y la poesía aún está por cantar,
Pues la Virtud sigue aventurándose en él,
Y respira libremente su aire natal.
Y si prestas oído,
Aún puedes escuchar su sonido vespertino,
Y las pisadas de hombres de gran alma
Que comparten sus reflexiones con el cielo.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Escuché una noticia más bella que la que cualquier periódico podrá imprimir jamás. Hablaba de cosas que merecía la pena escuchar, que a la corriente eléctrica le merecía la pena transportar. No hablaba del precio del algodón y de la harina, sino que se refería al precio del mundo mismo y de las cosas que no lo tienen, de una verdad y una belleza absolutas.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
 
¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
No has logrado mantener tu secreto,
Esperaré a ese día lejano,
A esas tierras de las que hablas.
 
¿No le quedan horas libres al tiempo para
Estas acciones que tú practicas?
¿No es la eternidad un arrendamiento
Para acciones mejores que los versos?
 
Es hermoso oír hablar de héroes muertos,
Saberlos aún vivos,
Pero todavía es mejor seguir sus pasos
Y que ellos vivan en nosotros.
 
Nuestra vida debería nutrir las fuentes de la fama
Con una corriente perenne,
Como nutren al océano los manantiales murmurantes
Que encuentran en él su tumba.
 
Cielos, gotead suavemente sobre mi pecho,
Y sed mi coraza azul;
Tierra, recibe mi lanza en reposo,
Mi fiel caballo de guerra.
 
Vosotras, estrellas, sois en el cielo
Mis puntas de lanza y de flecha;
Veo huir al enemigo en desbandada,
Mis brillantes lanzas siguen en su sitio.
 
Dadme un ángel por enemigo,
Fijad ahora el lugar y la fecha,
E iré directo a su encuentro
Al otro lado del carillón estrellado.
 
Y con el estruendo metálico de nuestros broqueles
Sonarán los planetas celestiales,
Mientras brillan las estrellas del Norte
Colgando junto a nuestro duelo.
 
Y si pierde a su campeón verdadero
Decidle al Cielo que no desespere,
Pues yo seré su campeón nuevo,
Y me encargaré de reparar su fama.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Hasta las nieblas más extensas tienen sus propios límites.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
En este mundo es muy infrecuente encontrarse con obstáculos que resulten difíciles de superar hasta para el hombre más humilde. Es cierto que podríamos llegar a un precipicio, pero no tenemos por qué saltar ni darnos de cabezazos contra la última roca. También puede un hombre caerse por las escaleras de su sótano o romperse la crisma contra la chimenea, si no está muy cuerdo. Puedo decir por experiencia que los viajeros también suelen exagerar las dificultades del camino. Como en la mayoría de los males, la dificultad es imaginaria: ¿qué prisa hay? Si una persona perdida llegase a la conclusión de que, a fin de cuentas, no está perdida, de que no se ha alejado de sí misma, sino que se encuentra justo en el lugar en el que está, y que por ahora vivirá ahí; si cree que los lugares que lo han conocido son los que están perdidos, ¡cuánta inquietud y cuánto peligro se desvanecerían de un plumazo! No estoy solo si estoy conmigo mismo. ¿Quién sabe hacia qué lugar del espacio se dirige girando este globo terráqueo? Y aun así no nos rendimos ni nos damos por perdidos: a quién le importa el lugar.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
Era como si la humanidad estuviese aún muy verde, y fuese a acabar avergonzándose de ella misma en unos cuantos años, una vez dejado atrás ese periodo de inmadurez.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Pero «¿qué es una tierra extranjera para una persona instruida? ¿Quién es extranjero para quienes acostumbran a hablar amablemente?»
 
Henry David Thoreau
Cita de la Jitopadesa, de Visnú Sharma
Musketaquid
 
 
Las pequeñas acciones del hombre son grandiosas,
Contempladas desde toda la tierra,
Cuando yacen en el tiempo,
Que es su tierra natal.
Los barcos, bajo el peso del mediodía,
Se deslizan bañados por la luz
Hacia cierta bahía retirada,
Su residencia favorita,
Desde donde, bajo el sol tropical,
Vuelven a zarpar,
Cargados de resina de Tragicant y Senegal,
Pues para eso se hizo el océano,
Para eso se nos dio el sol,
Se nos prestó la luna,
Y están retenidos los vientos en cavernas lejanas.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
Nuestros cadáveres discretos yacen a más profundidad
De la que alcanza la curiosidad de nuestra vida.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Mi vida es como un paseo por la playa,
En el mismo límite del borde del océano,
A veces mis pasos lentos penetran en sus olas,
Y otras soy yo quien les dejo inundarme.
 
Mi única ocupación, meticulosa tarea,
Colocar mi botín fuera del alcance de la marea:
Cada concha excepcional, cada guijarro moldeado,
Que pone en mis manos el océano amable.
 
Son pocos mis compañeros en la orilla,
Que desprecian esta arena y navegan por el mar,
Aunque a veces pienso que, para mí,
Es más fácil conocer su océano desde aquí.
 
El mar abierto no tiene algas carmesíes,
Sus grandes olas no dejan perlas a la vista,
Desde la costa le tomo el pulso con mi mano,
Mientras converso con una gran tripulación naufragada.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Un hombre puede considerarse afortunado cuando la que es su comida es también su medicina.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 

 
LA ATLÁNTIDA
 
Los ríos ocultos del amor, que fluyen
Más brillantes y profundos que el Flegetonte,
Nos aíslan para siempre, como el mar,
En un misterio atlántico.
Nadie alcanzó jamás nuestras costas legendarias,
Ningún marinero descubrió nunca nuestras playas;
Ahora apenas se ve nuestro espejismo,
Ni las olas verdes que flotan cercanas,
Pero los mapas más antiguos contienen
El perfil trazado de nuestro continente;
En tiempos antiguos, los días de verano
Mostraban a las islas occidentales,
A Tenerife y a las Azores,
Nuestras costas blancas y borrosas.
Pero no os hundáis aún, islas desoladas,
Pronto vuestra costa sonreirá con el comercio,
Y enviaréis mercancías preciosas
Hasta África o Malabar.
Sed hermosas y fértiles para la eternidad,
Por vuestras costas vírgenes
Príncipes y monarcas lucharán,
Para ver quién envía primero a vuestras tierras,
Y quién empeña las joyas de la corona,
Para reclamar como propio vuestro suelo lejano.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Desearía poder ser digno Amigo de cualquier hombre.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
Los necios sólo distinguen razas o naciones, clases a lo sumo, pero el hombre sabio distingue individuos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El Amigo verdadero y esperanzado le hablará a su Amigo en unos términos como los que siguen: «Nunca te pedí permiso para amarte, pues tengo el derecho. No te amo como algo privado y personal, que eres tú, sino como algo universal y digno del amor, que yo he encontrado. ¡Ah, si supieras cómo pienso en ti! Tu bondad es pura e infinita. Puedo confiar en ti para siempre. Jamás pensé que la humanidad fuese tan rica. Dame una oportunidad para vivir». «Eres la realidad en el seno de la ficción; eres una verdad más extraña y admirable que la ficción. Acepta ser tan sólo lo que eres. Soy el único que jamás se interpondrá en tu camino». «He aquí lo que me gustaría: tener la misma intimidad contigo que la que tienen nuestras almas; respetarte como respeto a mi ideal. Que jamás nos profanemos con palabras o actos, ni siquiera con un pensamiento. Que, entre nosotros, de ser necesario, no haya ninguna relación». «Te he descubierto; ¿cómo puedes estar oculto para mí?». El Amigo sólo pide a cambio que su Amigo acepte y encarne religiosamente, y no deshonre, la glorificación que ha hecho de él. Cada uno cumple las expectativas del otro. Se muestran comprensivos con sus sueños.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El silencio es la noche celestial en la conversación de los Amigos, donde se encuentra su sinceridad y donde se arraiga con más fuerza.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La Amistad nunca se establece como una relación comprensible. ¿Me pides que sea menos Amigo tuyo para poder entenderla? Sin embargo, ¿qué derecho tengo yo a pensar que otro albergará un sentimiento tan excepcional hacia mí? Es un milagro que requiere pruebas constantes. Es un ejercicio que pide la imaginación más pura y la fe más insólita. Se pronuncia mediante un comportamiento silencioso pero elocuente: «Estaré tan vinculado a ti como puedas imaginar, más incluso de lo que puedas creer. Gastaré la verdad, y toda mi fortuna, en ti». Y el Amigo responde en silencio a través de su naturaleza y su vida, y trata a su Amigo con la misma y divina cortesía. Nos conoce, literalmente, a las duras y a las maduras. Nunca nos pide una señal de amor, pero sabe distinguirla por los rasgos naturales que posee. No tenemos que andarnos con ceremonias cuando nos visita: no esperes que te invite, mas observa que me alegro de verte cuando vienes. Pedirte que vinieras sería pagar tu visita demasiado caro. Allá donde vive mi Amigo están todas las riquezas y todos los encantos de la existencia, y ningún pequeño obstáculo me mantendrá alejado de él. Deja que nunca te diga lo que no tengo que decir. Dejemos que nuestra relación nos supere por completo, y elevémonos hasta ella.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Un nombre pronunciado es el reconocimiento del individuo al que pertenece. Quien puede pronunciar mi nombre correctamente, ése puede llamarme, y tiene derecho a mi amor y mis servicios. Aun así, la reticencia es la libertad y el abandono de los amantes. La reticencia hacia lo que hay de hostil o indiferente en sus naturalezas es lo que deja lugar a lo similar y armonioso.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La violencia del amor es igual de temible que la del odio
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
Se necesita el mismo valor para abrir los corazones de los hombres que las puertas de los castillos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
«Los metales se unen por la fundición, los pájaros y las bestias por motivos de conveniencia, los necios por el miedo y la estupidez, y los hombres justos se unen con una mirada»
 
Henry David Thoreau
Cita de la Jitopadesa, de Visnú Sharma
Musketaquid
 
 
La Amistad no tiene nada que ver con los números: el Amigo no cuenta a sus Amigos con los dedos, pues no son numerables.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Quizá no haya nada lo bastante caritativo, lo bastante desinteresado, sabio, noble y heroico para una Amistad real y duradera.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Hay cosas sobre las que un hombre nunca habla, que son mucho más sublimes si se callan.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
En las conversaciones humanas la tragedia no empieza cuando se produce un malentendido sobre las palabras, sino cuando no se entiende el silencio.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
¿De qué vale que alguien te ame, si no te comprende? Ese amor es una maldición.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
A vosotros, que entendéis las cosas al revés, os advierto: la próxima vez que llore os lo haré saber.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
A veces nos abstenemos de confesar nuestros sentimientos, no por orgullo, sino por miedo a no poder seguir amando a aquel que nos exigió esa prueba de nuestro afecto.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Algunas personas, por cuyos prejuicios y preferencias peculiares no siento ninguna simpatía, me inspiran confianza, y yo espero que también ellos confíen en mí como en un pagano religioso —un dios griego—. Yo también tengo principios, tan bien asentados como los suyos. Si esta persona pudiese comprender que, sin pretenderlo, me siento vinculado a ella, tanto cuanto nuestros destinos y nuestros Buenos Genios lo permiten, y que valoro nuestra relación, estaría más tranquilo y muy agradecido. Siento que a sus ojos parezco descuidado, indiferente, sin principios, que no espero más ni me contento con menos. Si ella pudiese saber que tengo unas exigencias infinitas conmigo mismo, y también con los demás, podría ver que esta relación nuestra, sincera, aunque incompleta, es infinitamente mejor que otra con menos reservas, pero con unos cimientos falsos, sin el principio del crecimiento en su interior. Como compañero necesito a alguien que me exija lo mismo que mi propio daimon. Alguien así siempre sabrá ser tolerante. Aceptar algo inferior es un suicidio y corrompe las buenas relaciones. Valoro y confío en aquellos que aman y alaban mis aspiraciones más que mis actos. Si no te detienes a mirarme, sino que miras en la misma dirección que yo, y más allá, mi educación no podrá prescindir de tu compañía.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Mi amor ha de ser tan libre
Como el ala del águila,
Que sobrevuela la tierra, el mar
Y todas las cosas.
 
No he de bajar mi mirada
Y ponerla en tu salón,
No he de dejar mi cielo
Y mi luna nocturna.
 
No seas la red del cazador
Que detiene mi vuelo,
Astutamente dispuesta
Para llamar la atención.
 
Sé el viento favorable
Que me sostiene,
Y que sigue hinchando mi vela
Cuando ya te has marchado.
 
No puedo abandonar mi cielo
A tu antojo,
El amor verdadero vuela tan alto
Como el firmamento.
 
El águila no toleraría
Ver a su pareja así vencida,
El que aprendió a mirar
Justo por debajo del sol.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
¿Cómo podemos confiar en los Buenos? Sólo los Sabios son justos. Utilizamos a los Buenos, A los Sabios no los escogemos. No hay nadie por encima de ellos, Que conocen y aman a los Buenos, Aunque no sean reconocidos Por el común de los mortales. No nos cautivan con sus ojos, Mas nos traspasan con su consejo; No sienten ninguna afinidad Por el bienestar o el malestar privados, Sino que gozan y suspiran con el universo, Cuyo conocimiento engendra su simpatía.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Confucio dice: «Establecer vínculos de Amistad con alguien es entablar Amistad con su virtud. No debería haber ninguna otra razón para la Amistad». Sin embargo, los hombres también quieren que entablemos Amistad con su vicio. Tengo un Amigo que desea que vea bien aquello que sé que está mal. Pero si la Amistad quiere privarme de mis ojos, si quiere oscurecer mi día, yo no quiero nada de ella. Sus efectos deberían ser expansivos y liberalizadores en un grado inconcebible. La verdadera Amistad puede ofrecer el verdadero conocimiento, y no está basada en la oscuridad y la ignorancia. La falta de discernimiento no puede ser uno de sus componentes: si puedo ver las virtudes de mi Amigo con mayor claridad que las de otro, también sus defectos serán más evidentes. No tenemos tanto derecho a odiar a nadie como a nuestro Amigo. Los defectos no son menos importantes por estar siempre compensados por las correspondientes virtudes, y para un defecto no hay excusa que valga, aunque en muchos sentidos pueda parecer más grande de lo que en realidad es. Jamás he conocido a nadie que sepa soportar las críticas, que no pueda ser adulado, que no sobornaría a su juez o que se alegre de que siempre amemos a la verdad más que a él mismo.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La ignorancia y la ineptitud con amor son mejores que la sabiduría y la habilidad sin él. Puede haber cortesía, puede haber sensatez, y talante, y talento, y conversaciones brillantes, e incluso puede haber buena voluntad. Y sin embargo, las facultades más humanas y divinas suspiran por que se haga uso de ellas. Nuestra vida sin amor es como el coque y las cenizas. Los hombres pueden ser puros como el alabastro y el mármol de Paros, elegantes como una villa toscana, sublimes como el Niágara, pero si en sus banquetes no se mezcla el vino con la leche, más nos valdría ser hospedados por godos y vándalos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Mi Amigo no pertenece a otra raza o familia de hombres, sino que es carne de mi carne, hueso de mi hueso. Él es mi verdadero hermano. Veo a su naturaleza avanzar a tientas, como la mía. No vivimos alejados el uno del otro. ¿Acaso no nos han vinculado los Hados de muchas maneras? En el Visnú-Purana leemos: «A los virtuosos les basta dar siete pasos juntos para entablar amistad, pero tú y yo hemos vivido juntos». ¡¿No significa nada que durante tanto tiempo hayamos compartido la misma hogaza de pan, bebido de la misma fuente, respirado el mismo aire en verano y en invierno, sentido el mismo calor y el mismo frío?! ¡¿No significa nada que las mismas frutas nos hayan refrescado a ambos, que las fibras de nuestros pensamientos nunca hayan sido distintas?!
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
Tan cierto como que el ocaso de mi último noviembre me transportará al mundo etéreo y me hará recordar la rubicunda mañana de la juventud; tan cierto como que el último acorde musical que llegue a mis oídos decadentes me hará olvidar la edad; en suma, tan cierto como que las influencias de la naturaleza sobreviven durante el transcurso de nuestra vida natural, es que mi Amigo será para siempre mi Amigo, que reflejará para mí un rayo divino, y que el tiempo fomentará y adornará y consagrará nuestra Amistad como hace con las ruinas de los templos. Así como amo a la naturaleza, como amo a los pájaros que trinan, a los rastrojos centellantes, a los ríos, a la mañana y a la noche, al verano y al invierno, así te amo a ti, Amigo mío.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Lo único que puede chocarle a un hombre valiente es el tedio.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
No conozco nada en el mundo Que pueda escapar del amor, Pues desciende bajo cualquier profundidad, Y se eleva sobre cualquier altura.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Amigos, romanos, compatriotas y amantes.
 
Dejemos que este odio puro aún sostenga
Nuestro amor, para que podamos ser
La conciencia de nuestro prójimo.
Y dejemos que nuestra simpatía
 
Salga justo de ahí.
Nos trataremos como dioses,
Y toda la fe que tenemos
En la virtud y en la verdad la pondremos
 
En ambos, y dejaremos la sospecha
Para los dioses inferiores.
Dos estrellas solitarias,
De lejanos sistemas ignotos,
 
Giran entre nosotros,
Pero con nuestra luz consciente nos
Dirigimos resueltos al mismo polo.
¿Qué necesidad confunde a la estrella?
 
El amor bien puede esperar,
Para él nunca es demasiado tarde,
Pues presencia de un deber el final,
Y del otro marca el comienzo.
 
No tendrá más uso
Que el color de las flores,
Sólo el invitado independiente
Pasea bajo sus enramadas,
 
Y hereda sus bienes.
Ningún discurso, por dulce que sea, lo posee,
Pero él distribuye un silencio más dulce
Entre sus compañeros,
 
Que de noche consuela,
Que de día felicita.
¿Qué le dice la lengua a la lengua?
¿Qué escucha el oído del oído?
 
Por los designios del destino,
Año tras año,
Se comunica.
El abismo del sentimiento se abre desnudo:
 
Ningún puente trivial de palabras,
Ni pasarela de gran arcada,
Puede franquear el foso que rodea
Al hombre sincero.
 
Ni cerraduras ni barrotes
Mantendrán fuera al enemigo,
Ajeno a la mina secreta
Allí donde la duda lo ha conducido.
 
Ningún centinela en la puerta
Dejará pasar al amigo,
Pero, como el sol elevado,
Él tomará el castillo,
 
Y brillará en sus murallas.
No conozco nada en el mundo
Que pueda escapar del amor,
Pues desciende bajo cualquier profundidad,
 
Y se eleva sobre cualquier altura.
Espera como espera el cielo,
A que las nubes se disipen,
Mas brilla siempre sereno
 
Con una luz eterna,
Tanto si se han marchado,
Como si siguen flotando.
Implacable es el Amor,
 
Podemos comprar al enemigo, o disuadirlo
De sus intenciones hostiles,
Pero él continúa sin descanso
Sobre la bondad inclinado.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Casi siempre pensamos que existen pocos grados en la escala de lo sublime, y que el grado más alto está sólo un poquito por encima del que ahora experimentamos. Pero nos engañamos: cuando llegan las visiones más sublimes, las primeras palidecen y se disipan. Nos sentimos agradecidos cada vez que una prueba interior nos recuerda la vigencia de las leyes universales, y es que sólo débilmente recordamos nuestra fe. De hecho, la fe no es una certeza memorizada, sino el uso y disfrute del conocimiento: aquello que sentimos cuando no tenemos que creer, sino que entramos en contacto real con la Verdad y estamos vinculados a ella de la manera más directa e íntima. De cuando en cuando las olas de una vida más serena pasan sobre nosotros, como los rayos de sol sobre los campos cubiertos de nubes. En los momentos más felices, cuando fluye más savia por el tallo marchito de nuestra vida, Siria e India se expanden desde nuestro presente como lo hacen en la historia. Todos los acontecimientos que configuran los anales de las naciones no son sino las sombras de nuestras experiencias privadas. Repentina y silenciosamente las épocas que llamamos «historia» se despiertan y brillan tenues en nosotros, y ahí hay espacio suficiente para que Alejandro y Aníbal marchen y conquisten. La historia que leemos, en resumen, sólo es un recuerdo más débil de unos acontecimientos que han ocurrido en nuestra propia experiencia. La tradición es un recuerdo débil y con lagunas.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Este mundo no es más que un lienzo para nuestra imaginación. Veo a hombres esforzándose, con infinito sufrimiento, por obtener de sus cuerpos lo que yo, con al menos el mismo sufrimiento, querría obtener de mi imaginación: toda su capacidad. Pues sin duda existe una vida de la mente por encima de las necesidades del cuerpo, e independiente de él. A menudo el cuerpo está alerta, pero la imaginación está aletargada; el cuerpo es grasiento, pero la imaginación es magra. Pero ¿de qué valen las demás riquezas si eso falta?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El milagro es que caminamos por nuestros senderos particulares, antes de caer muertos y cumplir nuestro destino, simple y llanamente porque tenemos que caminar por algún sendero; que todos los hombres pueden ganarse la vida, pero pocos pueden hacer algo más.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Vivimos nuestra vida más real cuando en sueños estamos despiertos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El Hombre de Genio puede ser al mismo tiempo, y de hecho suele serlo, un Artista, pero no hay que confundirlos. El Hombre de Genio, por lo que a la humanidad se refiere, es un creador, un hombre inspirado o demoníaco, que produce un trabajo perfecto en consonancia con leyes aún inexploradas. El Artista es aquel que detecta y aplica las leyes tras observar las obras del Genio, ya sean del hombre o de la naturaleza. El Artesano es aquel que se limita a aplicar las reglas que otros han detectado. Nunca ha existido un hombre de puro Genio, como tampoco ha habido ninguno que careciese completamente de él.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La poesía es el misticismo de la humanidad.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
 
En su viaje desde el Brennero a Verona, Goethe escribe:
 
El Adigio fluye ahora con más suavidad, y forma en muchos lugares amplios bancos de arena. En tierra, junto al agua, en las laderas de las colinas, todo está plantado tan cerca que se diría que las plantas van a asfixiarse entre ellas: vides, maíz, moreras, manzanos, perales, membrillos y nogales. El saúco menor se lanza vigorosamente sobre las paredes. La hiedra trepa con sus fuertes tallos por las rocas y se extiende sobre ellas; la lagartija se desliza entre los recovecos, y todo lo que ocurre aquí y allá me recuerda a los cuadros más maravillosos de la historia del arte. Las mujeres con sus cabellos recogidos, los pechos desnudos y las chaquetas ligeras de los hombres; los excelentes bueyes que llevan a casa desde el mercado, los pequeños asnos con sus cargas: todo constituye un Heinrich Roos vivo y animado. Y ahora que cae la tarde, flotando en el aire tranquilo descansan algunas nubes sobre las montañas —en los cielos hay más cosas detenidas que en movimiento— y justo cuando se pone el sol el canto de los grillos empieza a crecer más y más. Entonces, por una vez, se siente uno como en casa en el mundo, y no escondido o en el exilio. Me siento satisfecho como si hubiese nacido y crecido aquí, y estuviese ahora volviendo desde una expedición a Groenlandia o a la caza de ballenas. Incluso el polvo de mi Patria, que se arremolina en torno al carro y que no veía desde hacía tanto tiempo, es bienvenido. El tintineo, como campanadas de los grillos, es a la vez adorable, penetrante y propicio. Es maravilloso escuchar el silbido de los chiquillos traviesos imitando a estos ejércitos de cantantes, da la impresión de que se realzan los unos a los otros. La propia tarde es perfectamente tranquila, como el día.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Así «navegábamos con la mente y el placer», como dice Chaucer, y todas las cosas parecían fluir con nosotros. La misma orilla y las colinas lejanas se disolvían con el aire puro; el material más duro parecía obedecer la misma ley que el más fluido, y en el fondo, a la larga, es efectivamente así. Los árboles no eran sino ríos de savia y de fibra de madera, que fluían desde la atmósfera y desembocaban en la tierra a través de sus troncos, de igual manera que sus raíces fluían hacia la superficie. Y en los cielos había ríos de estrellas, y vías lácteas, que ya empezaban a resplandecer y a ondear sobre nuestras cabezas. Había ríos de piedras sobre la superficie de la tierra, y ríos de minerales en sus entrañas, y nuestros pensamientos fluían y circulaban, y aquella porción de tiempo no era sino la hora corriente. Deambulemos, pues, por donde nos plazca, el universo está construido a nuestro alrededor y nosotros seguimos siendo su centro. Si miramos al cielo veremos que es cóncavo, y si pudiésemos observar un abismo igual de profundo veríamos que también sería cóncavo. El cielo se curva hacia la tierra en el horizonte, porque nosotros estamos en el suelo llano. Yo establezco sus límites. Aquellas estrellas tan bajas parecen reacias a marcharse, y en su camino tortuoso se acuerdan de mí y vuelven sobre sus pasos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
 
 
 
Cada vez que nos despertábamos en medio de la noche, con el eco de nuestros sueños resonando aún en la mente medio despierta, tenía que pasar un rato, y soplar el viento con más fuerza de la habitual, haciendo ondear las cortinas de la tienda, para que recordásemos que estábamos durmiendo en el margen del Merrimack, y no en nuestra alcoba. Al tener la cabeza a ras de hierba, escuchábamos los remolinos y los sorbidos del río, que fluía hacia el mar besando las orillas a su paso, con su poderosa corriente haciendo ora más ruido que de costumbre, ora volviendo a su goteo tenue y límpido, como si nuestro balde de agua tuviese una gotera, y el agua cayese sobre la hierba a nuestro lado. El viento, que hacía crujir los robles y los avellanos, parecía una persona desvelada y desconsiderada que, a media noche, se mueve de aquí para allá, poniendo las cosas en orden, a veces removiendo incluso cajones enteros de hojas con un soplido. Parecían estar organizándose a toda prisa preparativos en la Naturaleza al completo, como si llegase un visitante distinguido: un millar de sirvientas se encargaría de barrer todos sus pasillos durante la noche, y un millar de ollas tendría que hervir para el festín del día siguiente. Tal era el bullicio entre susurros que parecía haber diez mil hadas volando para coser en silencio la alfombra nueva que revestiría la tierra y las flamantes cortinas que adornarían los árboles. Luego el viento se calmó y se extinguió, y nosotros, como él, volvimos a sumirnos en el sueño.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid

 

 

Ciertas naturalezas, a pesar de ser harto toscas y estar poco desarrolladas, tienen un mayor nivel de perfección que otras más refinadas y mejor equilibradas. Incluso el payaso tiene gusto, y sus dictados, a los que hace caso omiso, son más elevados y puros que aquellos a los que obedece en ocasiones el artista.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Hay dos clases de hombres a los que se les llama poetas. Uno cultiva la vida, el otro el arte; uno busca comida para alimentarse, el otro para saborearla; uno sacia su hambre, el otro agrada al paladar. Hay dos tipos de escritura, ambas grandiosas y poco frecuentes: la una es la del genio, el hombre inspirado; la otra la del intelecto y el gusto, en los intersticios de la inspiración. La primera está por encima de todo análisis, siempre es correcta, y dicta las leyes de la propia crítica. Vibra y late, llena de vida, eternamente. Es sagrada y ha de leerse con reverencia, como se estudian los trabajos de la naturaleza. Hay pocos ejemplos de un estilo sostenido de este tipo. Todos los hombres hablan, es cierto, pero al hablante no le preocupa que quede constancia de lo dicho. Este estilo elimina toda relación personal con su autor; no ponemos sus palabras en nuestros labios, sino su sentido en nuestros corazones. Es el río de la inspiración, que borbotea, ora aquí, ora allá, ora en este hombre, ora en aquél. No importa a través de qué cristales de hielo se vea, que sea una fuente o la corriente marina que fluye bajo tierra. Lo encontramos en Shakespeare, en Alfeo, en Burns, en Aretusa, siempre idéntico. La otra escritura es serena y sabia, muestra reverencia al genio y está ávida de inspiración. Es siempre consciente, en el mayor y en el menor grado, y consiste en el dominio más perfecto de las facultades. Vive en un sosiego como el del desierto, y en ella los objetos son tan nítidos como los oasis y las palmeras en el horizonte de arena. El tren del pensamiento se mueve a un ritmo suave y controlado, como una caravana. Aquí la pluma no es más que un instrumento en las manos del poeta —no rebosa vida, como haría un brazo más largo—, y deja una tenue capa de barniz o brillo sobre todo su trabajo, del que las obras de Goethe ofrecen un ejemplo extraordinario.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
La obra del genio está tallada con tosquedad desde el principio, porque se anticipa al paso del tiempo, y tiene una suerte de pulido incrustado, que sigue presente cuando los fragmentos se desmoronan, una cualidad propia de su sustancia. Su belleza es al mismo tiempo su fuerza, que brilla en todo su esplendor.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El gran poema ha de contar con el sello de la grandeza, así como con su esencia. El lector pasa sin problemas sobre la poesía contemporánea más superficial, y se impregna con toda la vida y la promesa del presente, como el peregrino que va al templo y escucha los cantos más débiles de los devotos. En cambio, el gran poema tendrá que hablarle a la posteridad, atravesando sus desiertos y franqueando las ruinas de sus murallas más lejanas, merced a la grandeza y la belleza de sus proporciones.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Yo soy el sol otoñal,
Y mi carrera la corren vendavales de otoño;
¿Cuándo dará sus flores el avellano
O madurará la uva bajo mi emparrado?
¿Cuándo convertirán las lunas de la cosecha y
Del cazador mi medianoche en mediodía?
Soy todo amarillo y marchito,
Y mi núcleo es tierno.
Las nueces caen en mis bosques,
El invierno acecha en mi espíritu,
Y el crujido de la hoja seca
Es la música perenne de mi tristeza.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid

 

 

Los hombres aún no viven, en ningún lugar del planeta, ni en Oriente ni en Occidente, una vida natural, a cuyo alrededor crezca la vid, a la bondadosa sombra del olmo. El hombre la profanaría con su mano, de suerte que la belleza del mundo permanece velada para él. No sólo necesita ser espiritualizado, sino naturalizado, sobre el suelo de la tierra. ¡¿Quién puede concebir qué hermoso techo podrían extender los cielos sobre él, qué estaciones se pondrían a su servicio y qué trabajo dignificaría su vida?! Sólo los convalecientes levantan el velo de la naturaleza. La inmortalidad de su vida haría inmortal su morada. Los vientos serían su aliento, las estaciones sus estados de ánimo, y podría impartir serenidad hasta a la propia Naturaleza. Sin embargo, el hombre que conocemos es efímero como el paisaje que le rodea, y no aspira a una existencia duradera.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid

 

 

Pero éstas no son las reflexiones ni el destino de los comunes mortales. ¿Qué es ese cielo que esperan, si no supera sus expectativas? ¿Están preparados para uno mejor del que pueden imaginar ahora? ¿Dónde está el cielo de quien muere sobre un escenario, en un teatro? Nuestro cielo está aquí o no está en ningún sitio.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
«Al igual que la bailarina, tras haberse mostrado al espectador, deja de bailar, también la Naturaleza deja de manifestarse, una vez se ha mostrado al alma […]. En mi opinión, no hay nada más discreto que la Naturaleza: una vez que es consciente de que ha sido vista, no vuelve a exponerse a la mirada del alma.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Mientras mirábamos hacia arriba, en silencio, hacia aquellas luces lejanas, recordamos que quien explicó por primera vez que las estrellas eran mundos fue un hombre de una imaginación excepcional, que hizo un gran regalo a la humanidad. En la crónica de Bernáldez está registrado que durante el primer viaje de Colón los nativos «señalaron a los cielos, haciendo señas de que creían que allí estaban todo el poder y la santidad». Tenemos motivos para estar agradecidos por los fenómenos celestiales, pues responden principalmente al ideal de los hombres. Las estrellas son lejanas y discretas, pero brillantes y duraderas como nuestras experiencias más hermosas y memorables. «Deja que la profundidad inmortal de tu alma te guíe, pero mantén siempre los ojos clavados en el cielo».
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
Así como la compañía más sincera se aproxima cada vez más a la soledad, también el discurso más excelso acaba por sumirse en el Silencio. Todos los hombres pueden escuchar el Silencio, en todas las épocas, en todos los lugares. Él es cuando escuchamos hacia el interior, mientras el sonido es cuando escuchamos hacia el exterior. La creación no ha suplantado al Silencio, sino que constituye su estructura visible. Todos los sonidos son sus siervos y sus proveedores, y no sólo proclaman que su señor es, sino que es un señor excepcional, al que hay que buscar con gran tesón. Están tan vinculados al Silencio que no son más que burbujas en su superficie, que estallan de inmediato, como prueba de la potente y prolífica corriente submarina. Son una tímida declaración del Silencio, aptos únicamente para nuestros nervios auditivos cuando chocan entre ellos y lo sustituyen. En la medida en que hacen esto, y realzan e intensifican el Silencio, son la armonía y la más pura melodía. El Silencio es el refugio universal, la secuela de todos los discursos insulsos y las acciones necias, un bálsamo para todas nuestras desazones, al que damos la bienvenida por igual tras la saciedad y la decepción. Es ese fondo donde la brocha del pintor no puede llegar, ya sea un maestro o un mediocre, y que, por incómoda que sea la figura en primer plano, sigue siendo nuestro santuario inviolable, que ninguna mezquindad puede mancillar, donde nadie puede molestarnos.
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 
El orador abandona su individualidad, y es más elocuente cuanto más calle. Escucha mientras habla, y es un oyente entre su audiencia. ¿Quién no ha oído Su estruendo infinito?
 
Henry David Thoreau
Musketaquid
 
 

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