El vendedor de lanzas y escudos.

En el reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.

-Mis escudos son tan sólidos –se jactaba- que nada puede traspasarlos. Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan penetrar.

-¿Qué pasa si una de sus lanzas choca con uno de sus escudos? –preguntó alguien.

El hombre no replicó.

Jan Fei Dsi



Palillos de marfil

Cuando el rey Chou pidió palillos de marfil, Chi Dse se preocupó. Temía que en cuanto el rey tuviera palillos de marfil no se
contentaría con la loza de barro y querría vasos de cuerno de rinoceronte y jade; y en vez de frijoles y verduras, pediría manjares exquisitos, como cola de elefante y cachorros de leopardo. Difícilmente estaría dispuesto a vestir telas burdas y a vivir bajo un techo de paja; y encargaría sedas y mansiones lujosas.

—Y el temor de a dónde conduciría todo esto, me inquieta —se dijo Chi Dse.

Cinco años después, en efecto, el rey Chou tenía un jardín repleto de manjares, torturaba a sus súbditos con hierros candentes y se embriagaba en un lago de vino. Y así perdió su reino.

Jan Fei Dsi

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