Esto quizás no parezca tan exacto
Aunque sé que nadie me aguarda, apuro el paso para llegar a casa. Volver a la calle, ir al encuentro de nadie. ¡Buenos días!; ni Juan ni José. El agua se derrama a mediodía. Un hombre, a mi lado, retiene a una mujer con zalamerías; basta la lluvia.
¡El trabajo debe estar listo mañana! ¡Luz roja, detén el paso! ¡Suena, de nuevo, el teléfono!
La vida que presencio, la tarde que bosteza en cualquier parque. Dios elige bien a sus hijos: un hombre, robado cuando niño, lee el periódico del día mientras yo fumo un cigarrillo. La inmensa historia personal y el reloj de la plaza que dice que es hora de ir a casa.
Carlos Patiño Millán
La sangre del Cáliz
La luna en el arroyuelo
Recuerda que nada es lo que parece
Un instante
Un solo beso porque "el amor es un asco"
Tu boca corre y se pierde en las calles y yo la sigo
No me quedo en esa esquina como lo había prometido
Prometeo
Prometí tantas cosas
Dije tanto para llegar a esto
Nada calma mi regreso a casa
Estrellas cantan desde el fin del mundo
Las piedras del cielo
Son sueños que cruzan a prisa
Aún así no duermo
El tiempo de las palabras interiores
Está surcado por el más profundo dolor
Yo te dije que no lloraras
Y lo hice
Yo te dije que el amor era bien
Y era un asco
Carlos Patiño Millán
Rara vez son mudos los ríos
Aquello se podía oír desde aquí. No pude dormir esa noche. Media hora o una, tal vez más. Distinguí voces de hombres, una mujer. Todas sus partes visibles. El perro se dio cuenta de que había cuerpos flotando.
El río espeso, no callado.
Carlos Patiño Millán
Sabanas de Córdoba
Ocultar el sexo de la mujer; ocultar el pene, flácido en éste, allá erecto. Cubrir senos; la tierra encima, vestido permanente. No son cuerpos, cosas, nada.
Enterrados, los muertos vivos estremecen la sabana aun horas después de la desbandada de los asesinos.
Carlos Patiño Millán
Un muerto, río Magdalena
Muerto. Aun respiro. Me abrazo a mí mismo pues soy lo único que me queda. Un río sí, pero las incesantes olas del mar golpean mi mano izquierda que flota y se entierra y flota.
Carlos Patiño Millán
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