"¿Dónde está el cielo? ¿Dónde está el infierno? Entre nosotros. Cada uno puede crear un cielo, cada uno puede crear un infierno... Mira dentro. Meditar. Solo pasa. Encuentras tu propia alegría, encuentras tu propia paz interior."

Gurumayi (Swami Chidvilasananda)


En un momento durante el pattābhisheka , la ceremonia durante la cual Baba Muktananda me transmitió el poder de su linaje, me susurró So'ham [Yo soy Él] y aham Brahmāsmi [Yo soy de Brahman] en mi oído. Experimenté el mantra como una fuerza inmensamente poderosa que se disparó a la velocidad del rayo por todo mi torrente sanguíneo y creó un trastorno en todo mi sistema. Instantáneamente trascendí la conciencia corporal y me di cuenta de que todas las distinciones, tales como lo interno y lo externo, eran falsas y artificiales. Todo era igual; lo que había dentro de mí también estaba fuera. Mi mente se quedó completamente en blanco. Sólo existía la conciencia palpitante "Yo soy Eso", acompañada de gran dicha y luz.

Cuando mi mente volvió a funcionar, todo lo que podía pensar era: “¿Qué es Baba? ¿Quién es este ser que parece tan ordinario y, sin embargo, tiene la capacidad de transmitir tal experiencia a voluntad? "

Sabía sin lugar a dudas que el mantra era Dios. Nunca había experimentado una fuerza tan poderosa, pero al mismo tiempo tan reconfortante.

Gurumayi (Swami Chidvilasananda)



"En verdad, el don de la vida siempre debe ser reconocido y nunca darse por sentado. ¿Por qué es la vida tan preciosa? En la filosofía del Siddha Yoga, reconocemos que en esta vida humana tenemos una oportunidad única. Podemos transformar una percepción ordinaria de este universo en una visión extraordinaria. Estar en este planeta y contemplar el universo desde la perspectiva divina es un signo de un corazón iluminado. Utilizar esta visión de la mejor manera posible es el deber más elevado de un ser humano."

Swami Chidvilasananda es el nombre monástico de Malti Devi Shetty


Tu responsabilidad genuina

¡Sadgurunath Maharaj ki Jay!

Con gran respeto, con gran amor, les doy a todos la bienvenida con todo mi corazón. La acción correcta es lo que rinde un fruto beneficioso. Si ahora mismo  piensas: “Quiero un mango”, no te va a caer un mango en el regazo. Tienes que trabajar para conseguirlo. Y lo sabes. Es tu experiencia. Entonces, ¿qué hace que olvides este hecho? Hoy es el 9/11. Debes dedicar un tiempo enfocado para ofrecer tus plegarias con toda sinceridad. Para que las plegarias den fruto, tienes que experimentar la conexión entre tu corazón y la luz de Dios. Esa experiencia alquímica necesita tener lugar. Y cuando sucede, sabes que tus plegarias y bendiciones han sido entregadas. 

En esta era de tecnología la gente se está acostumbrando a las conexiones inmediatas. Hay mucha información fluyendo en el internet. La gente quiere saber más y más y más y más. Y algo más. El hambre de adquirir información es voraz. La gente se mueve de un tema a otro más rápido que el revuelo de un colibrí de un capullo al siguiente. Por eso piensan que si rápidamente suben algo a las redes sociales, o escriben un comentario diciendo que están enviando plegarias y bendiciones... con eso basta. Sin embargo, quisiera recordarte que la vida es trabajo. 

El sendero espiritual es sádhana. Por mucho que todos quieran un fruto inmediato con tan solo pensarlo, en realidad no ocurre de esa manera. Honrar apropiadamente a alguien requiere de una consideración muy reflexiva y de la debida diligencia. Y nada menos, requiere de tiempo. He estado observando que en nombre de que las cosas se hagan rápidamente, de conectarse con el mundo rápidamente, una bruma de pereza está descendiendo sobre la humanidad. Hoy es el aniversario del 9/11. El 10 de septiembre de 2001 —la tarde de la víspera—el crepúsculo en las Catskills fue increíblemente mágico. Yo acababa de escribir el Mensaje para 2002, Mora en el silencio. Todo parecía tan prometedor. A la mañana siguiente el sol salió en toda su majestad; el cielo azul era hermoso y transparente. 

Hasta el día de hoy, este aniversario pega muy de cerca, sin importar donde estemos, puesto que todos somos una sola humanidad. ¿Cuántas comunidades afectadas por esta tragedia imprevista jamás se recuperarán plenamente? Podrán avanzar con sus vidas hasta cierto punto, pero su pena profunda se verá detonada por cualquier pequeño recordatorio. Por eso, al menos en un día como este, debemos ofrecer nuestras plegarias. Debemos hacer un esfuerzo concertado por hacer una pausa y conectarnos con nuestro propio corazón, con nuestros hermanos y hermanas, con el mundo en general. Y para enviar bendiciones genuinamente, haciendo las prácticas espirituales. Simplemente anunciar: “Se mandan bendiciones” o “Las plegarias van en camino”, no formará un conducto para que la shakti de esas bendiciones llegue a su destino. Se requiere de una acción real. 

Decide cuánto tiempo quieres asignar para ofrecer tus plegarias y enviar tus bendiciones, y luego permanece en tu práctica por esa cantidad de tiempo. Cuando sientes que tienes la capacidad de hacer algo bueno, hazlo. No esperes una invitación. Mientras más se convierta en tu práctica mandar plegarias y bendiciones de esta manera, más fácil se volverá, y más rasa vas a experimentar al llevar a cabo esta acción correcta.

Cuando la acción correcta no está en primer plano en la conciencia de la gente, alzan las manos en desesperación e incredulidad, preguntando: “¡¿Qué está pasando en este mundo?!” Siguen refiriéndose al estado del mundo como si no fueran parte de él, como si no tuvieran nada que ver con lo que está sucediendo. 

Esta conducta me hace preguntarme, “¿La gente piensa que el planeta ha sido tomado por alienígenas? ¿Están vencidos por el miedo? ¿A quién le echan la culpa por cualquier cosa indigerible que esté sucediendo? ¿Por qué piensan que ellos no tienen responsabilidad, ni ninguna relación con lo que está pasando?” Permíteme aliviar algunas de las preocupaciones que puedas guardar y aclarar algo de la confusión que puedas tener. Hasta donde llega mi conocimiento, al día de hoy el planeta no ha sido tomado por alienígenas. La humanidad sigue siendo responsable de cuidar este planeta. Somos lo que hay. Estamos aquí. Nosotros ocupamos esta tierra. Tenemos la responsabilidad de proteger lo que está ante nosotros, lo que está detrás de nosotros y lo que nos rodea. Si cada uno de nosotros pudiera cumplir con su responsabilidad, nadie tendría miedo de nadie más. Cuando los padres humanos o animales o vegetales hacen bebés, parecería que es totalmente su responsabilidad asegurarse de que esos bebés estén bien cuidados. Sin embargo, mi observación y experiencia han sido que, nos guste o no, una vez que nacen los bebés, se vuelve responsabilidad de todos asegurar —de la A a la Z y hasta la enésima potencia—que crezcan de tal manera que lleguen a contribuir. Que lleguen a ser educadores, inventores, proveedores, cuidadores, y demás. No podemos dejarlo a la casualidad, ni podemos dar por hecho que todos estos bebés tendrán resultados brillantes. Los animales no van a sobrevivir a menos que protejamos sus territorios. La naturaleza no va a prosperar sin la clase correcta de atención. Los seres vivos, de cualquier edad, no podrán cultivar su bondad y contribuir con este planeta sin la apropiada guía, dirección y una visión para el futuro. 

Por eso, es nuestro deber, el de aquellos de nosotros que seamos capaces, nutrir a los jóvenes para que sean sanos y fuertes y demuestren su bondad a todos. Debe ser nuestra prioridad apoyarlos para que sean líderes por derecho propio: líderes en el sentido más verdadero, que recurran a la bondad innata del propio corazón y que la hagan aflorar.  Esta es la responsabilidad que debemos perseverar en cumplir —ante cualquier circunstancia, cualesquiera altibajos, aliento y desaliento que podamos experimentar a lo largo del camino y en cualquier momento dado. Dicha. 

Los buscadores en el sendero de Siddha Yoga están buscando la dicha. Sin embargo, la experiencia de la dicha no significa huir del sufrimiento. El sufrimiento no significa nunca conocer la dicha. Ríe cuando se necesite la risa. Llora cuando se necesiten tus lágrimas. Expresar amor no significa montar un show o ser falso. 

Cuando surja la risa, déjala surgir. No la sofoques. Cuando surjan las lágrimas, no las sofoques. Cualquier cosa que hagas, sólo no seas falso.  Cuando estás en contacto con tus verdaderos sentimientos, día tras día, tu risa es válida y tus lágrimas son sinceras. No te estás riendo de nadie ni estás llorando por autocompasión. Tu risa es tan pura como la luz del sol y tus lágrimas son las claras como el agua fresca que sale borboteando de un manantial. ¿Por qué digo “luz del sol” y “agua fresca”? 

Porque no tienen mancha. No llevan remordimientos. Son dadoras de vida. El otro día, un miembro del personal de la Fundación SYDA me recordó una anécdota de uno de los muchos Sátsangs en Honor de la Comunidad Mundial que tuvimos en el Áshram Shree Muktananda después de que ocurrió el 9/11. Durante una sesión para compartir, una mujer —que entonces era miembro del personal—dijo que de pronto se ponía a llorar por todas las almas que habían partido y por toda la gente impactada por la tragedia. En ese sátsang le dije que lo que había compartido era conmovedor. Muy a menudo, las personas lloran solo por sí mismas. Parecen tener emoción sólo cuando se trata de lo que están atravesando personalmente. Y ella estaba derramando lágrimas por los demás, por toda la humanidad. Hoy es el 9/11. Aquellos que albergan la intención de tomar acciones para provocar destrucción en este mundo tienen su propia pasión y misión de hacer lo que creen que es correcto. 

¿Hemos de permitir que el miedo nos queme? No, no debemos. ¿Hemos de desperdiciar nuestro tiempo condenando a esa gente? No, no debemos. ¿Hemos de ponernos en contacto con nuestra propia pasión y misión de suscitar la bondad y esparcir la luz en este mundo? ¡Sí, sí debemos! Eso es la acción correcta. En el sendero de Siddha Yoga experimentamos la luz del Corazón, la gracia de Dios, la bendición del Guru. Acepta mi invitación, por favor. Ten la pasión de asegurar que esta dulce shaktiim pregne cada molécula de nuestro entorno. Observa el universo centelleante expandirse y contraerse sin tensión, en todo su juego y exuberancia. Y cumple la misión de dānam ātmajñānam: impartir constantemente el conocimiento del Ser. Con gran respeto, con gran amor, les doy a todos la bienvenida con todo mi corazón.

¡Sadgurunath Maharaj ki Jay!

Gurumayi (Swami Chidvilasananda)








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