Hay muchas pruebas de que el hombre vivió bajo tierra, lo que no podemos saber, pero sí imaginar, es el porqué. Solamente existe una causa para que el Homo sapiens se escondiese, oculto de la luz del sol y en condiciones cuando menos precarias; esa razón es el miedo. ¿Miedo a qué o a quién? Las construcciones que vemos bajo tierra son de una tecnología mucho más avanzada que la que correspondería a la época en la que se realizaron.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 3
 
 
Este paso del Australopithecus africanus o afarensis al Homo habilis, con cambios sustanciales en su fisonomía y, sobre todo, el empezar a trabajar con instrumentos, fue el verdadero eslabón perdido, un salto evolutivo inexplicable. ¿Cómo pudo cambiar tanto una especie sin ningún paso intermedio? La antropología se encontró en un callejón sin salida. La evolución es totalmente creíble, pero nunca nos ha podido explicar cómo ocurrió ese paso de empezar a pensar y construir herramientas. Nadie ha sido capaz de darnos una teoría creíble. Simplemente, la ciencia nos explica que «era lo que tocaba», avanzar. Lo de avanzar lo comprendo, pero las causas de ese despertar, no. Cuando apareció el Homo habilis los avances fueron continuos. Pero aún deberían pasar muchos miles de años hasta que llegáramos al que podemos llamar definitivamente el hombre, nuestro antepasado.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 6
 
 
El Homo erectus, el neandertal, llegó hace «sólo» doscientos mil años, para ir evolucionando hasta el actual sapiens sapiens. Aunque lo que no duda ningún científico es que el ADN de todos los seres humanos actuales desciende del Australopithecus africanus, facilitado por los congéneres de Lucy.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 6
 

En estos momentos estamos avanzando más rápido de lo que podemos asimilar, y eso no puede ser bueno.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 8
 
 
Parece que el hombre será capaz de acabar antes con el planeta Tierra que de saber cómo empezó su vida en él.
 
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 8
 
 
La teoría de la Tierra Hueca se remonta a finales del siglo XVII. Edmund Halley, un afamado astrónomo inglés, amigo de Isaac Newton, escribió las primeras teorías. Hipótesis que rectificó y aumentó después de hablar con su amigo Newton, que creía firmemente en esta increíble historia.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 12
 
 
Los frigios fueron los siguientes en aparecer. Los hititas representan a éstos como enormes guerreros, que en realidad es lo que debían de ser, pues en las representaciones cerámicas de los frigios se ve a hombres con enormes piernas cargando con todo su armamento de combate –armamento que se puede ver en el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, en Ankara–. Podemos contemplar los escudos que manejaban estos hombres. Hoy nos asusta el ver que el escudo de mano de un guerrero frigio pesaba cuarenta y dos kilos, más la enorme lanza y un casco que nunca bajaba de los quince kilos de peso. Imaginemos cómo eran estos hombres que dominaron la Anatolia hasta el año 300 a. C. Volvemos a las leyendas que nos hablan de gigantes, como debía ser el superhombre que manejara este armamento, como el escudo que vimos totalmente abollado y con múltiples marcas de combate…, el ser que lo llevaba era capaz de luchar y conquistar con él.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 17
 
 
En los pasadizos de la ciudad (como Kaymakli y Derinkuyu) podemos ver, en los pasillos, enormes ruedas de piedra con un agujero en medio por el que se cree que introducían un madero para poder moverlo y sellar las puertas de su habitáculo ante el inminente invasor. Primera planta de una ciudad de más de cien mil habitantes en Capadocia. No se ha podido excavar más por los derrumbes. Estamos hablando de una ciudad que tendría la misma profundidad que un edificio de treinta pisos actual, todo esto bajo tierra, en teoría construida por una cultura que no tenía los conocimientos mínimos para esta obra. Se necesitarían herramientas especiales, no sólo para cavar y sacar la tierra, deberían hacer cálculos matemáticos extraordinariamente precisos para que aquello no terminara siendo una tumba. Al igual que en Egipto, no se ha encontrado ninguna herramienta especial ni de trabajo ni de medición. Aparte de las palas y los martillos, que eran simplemente una piedra redonda con la forma de la mano para poder golpear. Además, una construcción de esta envergadura no se puede realizar en cinco ni quizá en cincuenta años. Pero lo más misterioso fue cuando se descubrieron estas ciudades y comenzó su excavación por los más afamados arqueólogos del país. No se encontró ni un grano de trigo, una brizna de paja, un trozo de cerámica o los restos humanos de ninguno de los supuestamente miles de habitantes que por allí pasaron. Puedes llevarte todos tus utensilios, pero hay restos de la vida cotidiana que quedan, como testigos de la subsistencia, pero allí no había nada.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 24
 
 
Los hititas conocían la escritura cuneiforme y manejaban el comercio y el arte de la guerra. Así, nos llega la gran pregunta: ¿cómo un pueblo tan avanzado se dedicó a construir ciudades incomprensibles bajo tierra? ¿A quién temían o de quién se escondían?
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 3


Cuando los derviches aparecen en el salón es escalofriante. Serios, con un misticismo a cuestas que se puede palpar. Cubiertos con su capa negra (hirka), que representa la muerte del ego, debajo de la que se oculta el impoluto traje blanco (tennure), símbolo del renacer de otra persona. Comienzan el espectáculo con la muerte del ser, el ego los abandona para que pueda entrar la humildad, y así resucitar como seres nuevos, que han visitado a la Madre Tierra y vuelven siendo otros, los elegidos. Durante la ceremonia, los derviches extienden sus brazos abiertos, con la mano derecha apuntando hacia los cielos, para recibir la bendición de Dios, y la mano izquierda vuelta hacia la tierra, buscando el eje de la vida. En ese momento comienzan a girar de derecha a izquierda, alrededor de su corazón, ya que éste es el modo de recibir el don divino. Acompañados por la música de flautas, tambores y laúdes comienzan los primeros giros. Al principio giran con los ojos cerrados y los brazos cruzados sobre su pecho mientras buscan que la deidad los llame y les permita «subir». En el momento que lo sienten, lentamente bajan los brazos hasta su cintura y los vuelven a elevar con una parsimonia que nos deja helados, pasándolos por todo su cuerpo, subiendo hasta pasar su gorro (sikke), momento en que los extienden y sientes que ya no están aquí, en la vida terrenal, han alcanzado el éxtasis místico, el uayd. La danza continúa con giros increíbles, rotando a lo largo del salón. Las caras de los derviches son el espejo de su alma en esos momentos. Tienen los ojos cerrados y una serenidad infinita en sus movimientos. No ven, pero ni se rozan en el pequeño espacio donde se están moviendo, está claro que ellos ya no manejan sus cuerpos, el espíritu que ya está al otro lado los guía. Incluso pude ver a un hombre oriental al otro lado del salón sentado y en postura de meditación, aprovechando el trance de la música que estaba sonando. Una semá o danza sufí de verdad te deja impresionado, estás a escasa distancia de ellos y sientes cuándo abandonan su cuerpo, el momento en el que «están visitando otras puertas», llamando a otros lugares para poder entrar en el mundo espiritual.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 27
 
  
 
Lo principal de una semá es saber lo que estás viendo… la semá tiene algo que el maestro Rumi fue capaz de dejar en la tierra cuando la abandonó. Supo encauzar a sus discípulos en la búsqueda del «yo» mismo, algo que se parece más al budismo que al islam, pero al fin y al cabo es la búsqueda.
 
Esa búsqueda de respuestas se soluciona, como bien dice el budismo: la respuesta a todos tus problemas está en ti mismo.
Éstos son los distintos tiempos y lo que ocurre en una danza derviche.
El primer ciclo de danzas ve el mundo alcanzando la grandeza de Dios.
En el segundo ciclo, la existencia individual se convierte en unidad divina.
En el tercer ciclo, los derviches abandonan su ego y alcanzan la madurez, llegando a la madurez divina, que en el cuarto ciclo los dirige al «éxtasis».
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 28
 
 
Ésta es una ciudad (Tiahuanaco) que te sobrecoge al penetrar en ella. Lo primero que nos encontramos es la pirámide de Akapana –sí, nuevamente encontramos pirámides en América–. La pirámide estaba levantada en capas superpuestas, tal y como se levantaron las primeras pirámides en el lejano Imperio egipcio, hasta un número de siete y una altura de diecisiete metros, el número mágico para los tiahuanacos. Siete eran sus puntos cardinales y siete las constelaciones que los guiaban. Esto nos demuestra nuevamente que alguna conexión intercultural hubo entre el Egipto del Imperio Antiguo y las primeras culturas sudamericanas. Pruebas tenemos de ello, pero no se quieren admitir, todo lo justificamos con casualidades. Si ambos adoraban al sol, a la luz brillante que venía de arriba, y construían pirámides para su adoración y para su acercamiento a él, algo más que una casualidad unió la vida y los avances de estos pueblos.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 36
 
 
Fueron muchas las culturas y etnias que aprendieron de ellos, pero ninguna logró llegar al nivel al que llegaron los tiahuanacos. Por ejemplo, nadie pudo esculpir y levantar majestuosas estatuas como las que aquí se hallaron. El monolito Bennett o el monolito Ponce –ambos toman su nombre en honor a sus descubridores– son estatuas de más de siete metros de altura y una construcción que simula a un ser humano en forma de cuadrado con las manos pegadas al cuerpo y… ¿sólo con cuatro dedos en cada mano? Son monumentos únicos en América. Tremendas representaciones de hombres extraños y animales que hoy podemos calificar de mitológicos, pero que entonces eran desconocidos o inventados, si queremos darle una explicación razonable. Pero la mitología siempre se basa en hechos reales. Esas estatuas enormes nos hablan de seres extraños y nuevamente gigantes, con cuatro dedos, como muchas de las pinturas rupestres que hemos encontrado por todo el mundo. Culturas relacionadas hace miles de años con seres extraños.
(…)
Una enorme puerta labrada en una sola pieza de andesita parece observarnos desde el centro de la plaza: es la Hayu Marca, la puerta de los dioses, como la siguen llamando los indígenas que viven en los alrededores. Es la entrada o el pórtico que controla el espacio y el tiempo para estos pueblos andinos en pleno siglo XXI.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 38-39
 
 
Existe una teoría aportada por los investigadores Arthur Posnansky y Rolf Muller según la cual –dada la altura de lago Titicaca hoy y la que debía de tener cuando se levantó la ciudad, y los posibles corrimientos de tierra debidos a los cataclismos naturales–, la ciudad de Tiahuanaco no se fundó hace tres mil quinientos años, sino que data de hace unos quince mil años. Todos los parámetros naturales así lo confirman. Si esto fuera así, los habitantes de este misterioso enclave se convertirían automáticamente en los fundadores de la ciudad más antigua del mundo. Enigmas y más enigmas rodean esta metrópoli. Un ejemplo de ello ocurrió en 1873, mientras se excavaban las ruinas de la mítica ciudad de Troya. Se encontraron vasijas de barro, monedas y otros abalorios que eran iguales a muchos de los hallados en la ciudad de los Andes bolivianos. Algo que puede parecer de ciencia ficción, pero cuando se investigó en el Museo del Louvre, en París, diez años más tarde, la sorpresa fue mayúscula. El barro empleado para construir la cerámica del lago Titicaca, y la que hallaron en el tesoro troyano no existía ni en América ni en los alrededores de la ciudad de Troya. También en estos estudios se sorprendieron al ver cómo algunas piezas de orfebrería y joyería que se encontraron en ambos lugares contenían una aleación de platino, cobre y oro, algo que nunca se había utilizado en el mundo conocido. Una orfebrería elaborada con una aleación de metales que nadie había utilizado antes. Todo lo relacionado con estas dos ciudades que –en teoría– nada tenían que ver, o al menos que estaban separadas por miles de kilómetros, apuntaba a que algo o alguien cruzó para poner en contacto sus culturas universales.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 41
 
 
Hubo un tiempo en el que los dioses vivían junto a los hombres, y decidían su vida y su futuro.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 46
 
 
Muchas culturas dicen que los humanos son seres tocados por los dioses, pero que su codicia y ansias de conquista enfadaron a éstos, que les quitaron su apoyo.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 51
 
 
En Pascua ocurrió algo en el pasado que estamos descubriendo en el presente. Actualmente, se están encontrando cuevas submarinas con altares y objetos rituales. La única forma de llegar a esos lugares es con bombona autónoma de buceo, o los rapanuis tenían estos artefactos modernos o eran superhombres. O, si no eran superhombres, al menos eran diferentes.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 62
 
 
Hubo un tiempo en que los rapanuis vivieron en cuevas, como se está demostrando al descubrir los lugares y abrigos de roca donde habitaron. ¿De quién se escondían durante esos períodos de tiempo? Estas gentes desde hace cientos de años, mucho antes de llegar a esta isla, vivían en poblados con cabañas, como cuentan sus tablillas rongo rongo. ¿Por qué empezaron a vivir en cuevas? En las cuevas encontramos pinturas de grandes pájaros, enormes murales realizados mucho después de la época en que el hombre vivió en las cavernas. Aquí tuvieron una involución: cómo un pueblo con conocimientos estelares y de navegación fantásticos, que les permitían surcar los océanos, pasó posteriormente a esconderse bajo tierra es incomprensible. Cavernas de donde sólo salían para adorar a sus dioses y buscar comida en el mar. Un misterio más de un pueblo del que poco conocemos, una comunidad de poco más de un millar de personas que tenían hasta su propia lengua escrita, el rongo rongo, cuando otras grandes civilizaciones superavanzadas no consiguieron tener escritura propia, como ocurrió con los incas, que desconocían la escritura, la rueda y el arco, y, aun así, incomprensiblemente, construyeron el imperio más grande de América.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 64
 
 
Quizá no tengamos muy claro cuáles son los principios del hombre, hace cuánto tiempo pisó la tierra. A lo mejor la historia del hombre no empezó con una sola raza humana sobre la Tierra, lo que nos llevaría a la gran pregunta: ¿existió en estas tierras una de las muchas «humanidades» que poblaron el planeta al principio de los tiempos?
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 72
 
 
Quizá los habitantes de la mágica ciudad de Kuelap no querían defenderse de quien venía de abajo y la ciudad se construyó para la defensa de lo que venía de arriba, y ellos serían los primeros en verlo.
(…)
Caminar por aquel mundo perdido junto al profesor mientras te cuenta leyendas o increíbles historias de aquel mágico lugar fue increíble. Estábamos en Kuelap, en la ciudad de las nubes, el lugar donde los hombres se unieron con los dioses que bajaban de las alturas.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 74-75
 
 
Quizá la mejor explicación sobre la creación del lago es la que dan los indígenas aimaras. «El lago sagrado de los Andes es la celeste lágrima que derramó el genio del mar cuando las cordilleras subieron del abismo».
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 85
 
 
El lago Titicaca es reconocido como uno de los centros energéticos mundiales, cargado de misterios tanto en su superficie como en las profundidades. Un lago que por la mañana está como una balsa de aceite, con unas aguas tranquilas y transparentes, pero cuando va cayendo la tarde se agita como un mar con resaca, incluso con oleaje en sus costas. Un lago que no tiene corrientes submarinas y con un solo lugar por donde vacía sus aguas: la ciudad de Desaguadero. Esos movimientos siguen siendo inexplicables, al menos racionalmente. Los pescadores cuentan fenómenos de luz increíbles, con rayos que salen durante la noche del fondo del lago, o incluso voces que se pueden escuchar si te sientas al borde del agua en medio de la oscuridad. De hecho, muy pocos pescadores se atreven a faenar en las aguas cuando desaparece la luz natural.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 90
 
 
Parece que los dioses de Egipto, Mesopotamia, Centroamérica o incluso la India venían todos del mismo lugar, del cielo.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 95
 


Actualmente, la cordillera del Himalaya en su frontera entre la India y China sigue siendo uno de los lugares donde más avistamientos de ovnis ocurren. Incluso el gobierno indio ha llegado a admitir que en la zona hay algo más que un movimiento de naves extrañas, y hay quien se ha atrevido a decir que en aquellas remotas montañas podría existir una base extraterrestre.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 96
 
 
Los anunnaki son representados con alas en su espalda, otras veces con cabeza humana y cuerpo de animal, pero siempre con esas alas que los elevaban a los cielos. ¿Tanta imaginación tenían los primitivos habitantes de una Mesopotamia habitada por pastores nómadas sin ninguna cultura? ¿O quizá es que viesen algo que quisieron representar en piedra? No hay que ser muy listo para escoger esta segunda opción. Aunque parezca mentira, hoy en día tenemos mucha información sobre esta civilización y las que la sucedieron, ya que aparte de conocimientos básicos sobre la vida, los anunnaki también nos dejaron la escritura cuneiforme.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 97
 
 
Los anunnaki, literalmente «los hijos de An», según las leyendas escritas y transmitidas de generación y generación, crearon una raza humana, el Homo saurus, que evolucionó hasta el Homo sapiens, del que descendemos todos actualmente. Esta leyenda que puede parecer de ciencia ficción termina con una gran catástrofe natural de la que se habla en las tablas, la gran inundación o Diluvio Universal. En aquel momento, los anunnaki abandonaron la tierra para volver más tarde y formar a unos cuantos elegidos o guerreros, que serían quienes gobernarían ese mundo creado por ellos en adelante.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 97
 
 
 
Los egipcios llegaron a un conocimiento supremo en el Imperio antiguo tanto en arquitectura, en medicina como en astronomía, que no volvería a repetirse. He aquí el mayor de los misterios, estos pueblos llegaron a unos conocimientos tremendos, pero los mantuvieron sólo durante algunos siglos. A partir de ese momento involucionaron, tanto en lo concerniente al arte como a la ciencia, ¿qué ocurrió? ¿Aquellos dioses que les daban su apoyo o les tomaron como pueblo elegido los abandonaron y se llevaron todo su «material», como tantas veces se ha narrado a lo largo de la historia? A lo mejor ésta es la explicación de que no se hayan encontrado herramientas específicas en ninguna de estas grandes civilizaciones, sólo los útiles manuales que utilizaban tanto ellos como los pueblos limítrofes para sus construcciones, las herramientas de corte, precisión, elevación e incluso de medición jamás aparecieron. La duda está servida.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 99
 


Pero ¿cómo eran estos semidioses o las personas tocadas por la divinidad, con la que hablaban y de la que recibían órdenes directamente? Un ejemplo es Noé, que cuando llegó a tierra tras el Diluvio, siendo agricultor, lo primero que hizo fue plantar una viña, que en aquellos tiempos de milagros y hechos inexplicables no tardó en producir vino. Noé tardó menos aún en bebérselo y en caer borracho y desnudo en su tienda. Esto lo cuenta el Antiguo Testamento, no es ningún invento, por lo que se califica a Noé como el primer borracho de la historia. Hasta aquí todo puede parecer normal, pero cuando su hijo Can entró en el habitáculo y lo vio, corrió a buscar a sus hermanos Sem y Jafet para que lo ayudaran. Éstos, que conocían la prohibición de ver desnudo a su padre, no lo miraron y lo envolvieron con una manta. Cuando Noé despertó, maldijo a Can y a toda su estirpe: «Bendito sea Yahvé, Dios de Sem, y que Can y su tribu de Canaán sean esclavos suyos y que Dios permita a Jafet extenderse, que habite los campamentos de Sem y que Canaán sea esclavo suyo». ¿Qué vio Can en el cuerpo desnudo de Noé que éste quería ocultar? ¿Quizá alguna cosa que demostraba que era un semidiós y no un ser humano corriente como todos creían hasta entonces? ¿Por eso estaba prohibido que nadie lo viese desnudo?
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 100


Los últimos seguimientos que hay del Arca se remontan al año 900 a. C., cuando los cronistas afirmaban que todavía se encontraba en el templo de Salomón en Jerusalén. Entonces desapareció y no se volvió a hablar de ella ni de sus poderes, ¿cómo pudo desaparecer el objeto más custodiado y poderoso de la historia? Es más, con la importancia que hasta entonces había tenido, ¿por qué no se la vuelve a nombrar?
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 104
 
 
También cuentan las últimas investigaciones que Salomón, prendado de la belleza de la reina de Saba, le regaló el objeto más valioso que tenía, el Arca de la Alianza, y que ésta la escondió en Etiopía, en la isla Elefantina (en el río Nilo). Hasta que ochocientos años después Etiopía fue conquistada por los cristianos y llevaron el Arca a la iglesia de Santa María de Sion en Axum, donde en teoría está escondida aún hoy.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 105
 
 
Desde los primeros nativos caribes con los que se contactó en los inicios de la conquista de América hasta las grandes culturas que poblaron Mesoamérica existió el canibalismo.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 112
 
 
Teotihuacán es otro de los grandes misterios del pasado, una ciudad abandonada sin restos de la anterior civilización. Pero su ejemplo se repite y podemos ver este tipo de urbes a lo largo de todo el mundo, no sabemos quién ni cómo vivió allí.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 112
 

México es la cuna mundial de los misterios sin resolver.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 113
 
 
En mitad de la nada y cerca de la futura Tenochtitlán nos encontramos con la que fue una majestuosa ciudad, capital del Imperio tolteca, cultura de la que aprendieron todos los que vinieron detrás: olmecas, mexicas, aztecas, etc. En lo único que coinciden los investigadores es en que ésta fue una de las primeras culturas, la cultura madre, origen de las cosas impresionantes que ocurrirían en esta parte del mundo. Nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió en esta ciudadela, pero la verdad es que una extraordinaria aureola de misterio cubre toda esta zona.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 113
 
 
Ya sabemos que cierto tipo de historia se escribe según la libre interpretación de los historiadores, cuando no tenemos mucha información de cómo eran aquellas gentes y su vida diaria. De Teotihuacán no sabemos nada, ni quién la habitó…, pues se la adjudicamos a los toltecas. Así se escribe muchas veces la historia.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 114
 
 
Las imágenes están para que cada cual opine. Y más después de ver las cosas extrañas que alberga el Museo de Arqueología de México DF. Allí tienen rarísimas cerámicas representando a hombres con barba y casco, o más raro todavía, seres de extrañas formas animales mezcladas con humanas a las cuales no se puede dar una explicación lógica. Aquellos cráneos, apretados con tablas y con vendas desde que eran niños para conseguir que tuviesen una forma alargada, en teoría para que se pareciesen a sus dioses… ¿Cómo eran sus dioses? Esos cráneos sin separación central, como sí tienen los cráneos humanos, ¿significa que vivían con seres diferentes? Desde luego, no voy a sentar cátedra de lo que realmente quisieron representar los toltecas con esa figura y el extraño objeto en la mano, eso lo dejaremos a la libre interpretación de cada uno. Las imágenes están para darnos una idea de lo que ocurrió en esa América precolombina.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 115
 
 
Éste es el mayor misterio de África, un continente donde todo el mundo vende y nadie compra.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 118
 
 
África tiene más de cinco mil lenguas diferentes y ninguna se escribe, la tradición y los conocimientos pasan de boca en boca, así que cuando muere un anciano, se muere una biblioteca.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 123
 
 
Bani es la ciudad sagrada de Mahoma, que mandó construir siete mezquitas en mitad del desierto para tener entretenidos a los demonios del islam, diciéndoles que no podrían volver a la tierra hasta que terminaran las mezquitas.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 124
 
 
Amanece sobre la ciudad de Bani y no podemos resistir visitar nuevamente las mágicas construcciones. Es increíble lo que el hombre, o quien sea, puede construir con la única ayuda del barro, la paja y el sol. Alguien debió de darles unas nociones básicas de arquitectura y soporte de cargas para que no se viniese todo abajo cuando estuviese casi finalizado, pero eso entra dentro de las muchas cosas inexplicables que rodean nuestro mundo mágico.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 125
 
 
Los economistas mundiales menos halagüeños vislumbran un futuro para África que es el de un continente de mendigos; otros hablan de pobres sentados sobre un trono de oro, debido a la riqueza de su subsuelo. Estamos como siempre, primero debemos educar a sus presidentes y electores, evitando que siempre sean los mismos los que se lleven los beneficios, y no es que quede poco para repartir y realizar obras sociales, simplemente no queda nada, ésa es la África real de hoy en día, en lo que la civilización está convirtiendo al continente negro, donde, a pesar de los problemas creados por sus militares y gobernantes, los pueblos –por míseros que sean– rebosan alegría. En África siempre hay cientos de niños por las calles, niños que siempre sonríen y te saludan alegres; al menos viven en un mundo con valores, en un paraíso rodeado de serpientes demoníacas y religiones animistas que nos harían temblar.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 127
 
 
La Antártida es un continente nuevo, descubierto en teoría en 1818. ¿Cómo podemos explicar entonces que en 1513 el famoso mapa del cartógrafo otomano Piri Reis describa tan fielmente sus costas, cuando hasta entonces se desconocía prácticamente la existencia de este continente? Piri Reis dijo que sus mapas desde luego no son originales, que él los copió de diversas cartografías de marineros españoles capturados, e incluso habla de un oficial que viajó con Colón en su primer viaje y llevaba una copia de mapas desconocidos para el resto de la humanidad. Todo era posible en aquellos tiempos. Pero lo que el almirante otomano no explica con claridad es de dónde sacó tanto detalle de un mundo que aún estaba por descubrir. Reis estudió en la biblioteca de Constantinopla, la cual contenía buena parte de la antigua de Alejandría en sus paredes. Ya vamos corriendo hacia atrás en la noche de los tiempos. Piri Reis copió planos que pueden remontarse incluso a la época de los primeros siglos del Imperio Antiguo egipcio, hace unos cuatro mil años. Pero este mapa de fama mundial hoy guardado como un tesoro en el palacio de Topkapi en Estambul no fue encontrado hasta 1929, cuando en una limpieza de los almacenes del palacio apareció esta joya grabada sobre una piel de cabra.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 130
 
 
El mapa de Piri Reis es el más famoso, pero no el único. Oronce Finé, en 1531, publicó un mapa todavía más preciso que el de Reis. También admitió que lo había copiado de antiguos planos de las bibliotecas más antiguas de la humanidad, incluso gracias a la información que facilitaron en el siglo XII los hombres que llegaron de Oriente con la tercera cruzada. El mapa de Finé, debido a su fidelidad y detalle, no se pudo corroborar hasta 1958, cuando se realizó una exhaustiva cartografía del continente helado.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 131
 
 
Muchos enigmas y preguntas sin respuesta se nos plantean en cuanto empezamos a investigar un poco este misterioso continente. Existe otra teoría científica que habla del movimiento de la corteza terrestre y que plantea que este continente hoy helado podía corresponder con el nombrado hace miles de años como Mu o Atlántida. Incluso se habla de que gracias a la cartografía aeroespacial se pudieron realizar entonces estos mapas, o que existen enormes ciudades bajo la capa de hielo, que pertenecerían a civilizaciones que habitaron aquí antes de la llegada de los hielos. Hay teorías para todos los gustos, pero la realidad, la única que no podemos discutir, es que nos encontramos ante el continente más misterioso del planeta, y del que menos sabemos exteriormente, así que imaginemos lo que nos oculta su interior. Aunque quizá la respuesta es la que se encontró en un manuscrito donde Piri Reis explicaba sus fuentes de información, que incluían las bibliotecas antes citadas y donde terminaba nombrando como últimos colaboradores para realizar su trabajo a «los antiguos reyes de los mares».
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 132
 
 
Después de navegar y conocer este asombroso continente sólo puedo decir que cualquiera de esas teorías o leyendas puede ser real. No conocemos nada de lo que hay debajo de nosotros y menos en la superficie que no ha podido ser explorada en su totalidad: aún hay lugares que son totalmente inaccesibles. Así que muchas de las teorías, leyendas o misterios sobre los que he leído o que he investigado sobre la Antártida pueden ser verdad, pues el ser humano tiene la misma base tanto para negarlas como para afirmarlas.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 144
 
 
El 70 por ciento de la reserva de agua dulce del planeta se encuentra en la Antártida, en esos glaciares con casi veinte mil años de antigüedad, las grandes fortunas del mundo hoy ya están invirtiendo en agua, la moneda del futuro.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 145
 
 
Casi tres meses después de finalizar la guerra en Europa aparecieron en las costas argentinas dos submarinos con una tripulación muy escasa. Eran el U-530 y el U-977. Los tripulantes se entregaron al gobierno argentino. Inmediatamente, el gobierno americano reclamó a esas tripulaciones para interrogarlas. La mayoría de los submarinos U no habían aparecido tras la rendición de Alemania, la explicación fácil es que se habían hundido con sus tripulaciones dentro. Pero estaban apareciendo diferentes submarinos varados en Sudamérica mucho tiempo después de que pudieran aprovisionarse de combustible en las bases de la Alemania nazi. Los americanos interrogaron exhaustivamente a todos aquellos hombres. Tenían la sospecha de que los alemanes tenían una base secreta en algún lugar que podía mantener su flota submarina en funcionamiento. Todo el interés era saber de dónde venían. Los servicios secretos americanos habían oído hablar de Nueva Suabia o Nederlandia, rumores a los que no hicieron caso hasta que muchas casualidades empezaron a ocurrir y tuvieron que dar la razón a pilotos que habían considerado locos, como el almirante Byrd.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 148
 
 
Algunos de los detalles se conocieron más tarde, pues todo lo que allí ocurrió fue el más alto secreto militar. A las ocho semanas –no los ocho meses iniciales– se canceló la Operación Highjump. El submarino regresó con grandes averías en su estructura, los helicópteros se habían perdido y nunca hubo una relación exacta de cuántos buques se habían perdido ni, al menos, de cuántos soldados perdieron la vida en aquella operación. La prohibición de contar qué había sucedido iba desde Byrd hasta el último soldado. Sin embargo, los marineros contaron que aquello fue un desastre. Al intentar entrar en una zona de la Antártida fueron atacados por armas que desconocían, que derribaron sus aeronaves con suma facilidad y agradecían a Byrd haber ordenado una retirada; si no, allí habría quedado toda la flota de Task Force 68, hundidos en los hielos para siempre. Entrando ya en teorías conspiranoicas, la misión de Task Force 68 era localizar y destruir una enorme base de los nazis que seguía en funcionamiento bajo los eternos hielos antárticos, en plena entrada de la Tierra Hueca, como se filtró más tarde.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 150
 
 
Byrd declaró ante una comisión de investigación de la Armada textualmente: «Estados Unidos debe de temer la próxima guerra que provendrá de los círculos polares, con tecnología y armamento que no podemos ni imaginar».
 
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 151
 
Existen muchos misterios en el mundo, pero quizá del que más se habla, en la mayoría de los casos desde el desconocimiento, es de la cueva de los Tayos, en la República del Ecuador. Por primera vez en muchos años, un equipo de investigación dirigido por mí se iba a internar en este peligroso inframundo desconocido en busca de respuestas. Respuestas que aparecieron, y también que sembraron nuestras mentes de más incógnitas de las que tenía al principio del viaje, incógnitas que en muchas ocasiones nos pondrán el vello de punta.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 153
 
 
Los indígenas hopi son famosos en el mundo del misterio por sus profecías y leyendas sobre la creación y el futuro del mundo.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 166
 
 
En el mundo místico de los indígenas hopi todo está más claro. Para ellos estamos viviendo en el cuarto mundo. El primer mundo se acabó cuando dejamos de coexistir en armonía con la naturaleza y los dioses nos castigaron con el fuego (las grandes erupciones volcánicas del Medio Oeste americano hace doscientos cincuenta mil años). El segundo mundo se acabó por los mismos motivos, pero esta vez los dioses nos castigaron con el hielo (las últimas glaciaciones hace cien mil años). El tercero finalizó con el Diluvio Universal, que ocurrió hace unos once mil años. Predijeron que en el cuarto mundo habría dos guerras mundiales que acabarían con un gran caldero que caería del cielo inundando de cenizas las ciudades y matando a todos sus habitantes. No hay que ser un erudito para saber que describen con detalle la explosión de una bomba atómica. Pero lo peor de las profecías hopi está aún por venir. Según sus narraciones, el cuarto mundo terminará con una guerra contra seres de otros planetas. Los hopi son un pueblo enigmático que sigue manteniendo sus costumbres y creencias en pleno siglo
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 167


Otro de los misterios hopi es su parecido con la cultura sumeria, la más antigua del mundo conocido, que nació en el otro lado del planeta. Los hopi tienen a Tawa, el dios sol, como deidad suprema; los sumerios tenían a Taea, una figura con los mismos poderes y procedencia. Las dos culturas fueron ayudadas por naves con forma de escudo que venían de las estrellas azules; además, los dos pueblos llegaron a sus tierras siguiendo una estela de luz del cielo que les indicaba la ruta que debían seguir. Demasiadas «causalidades» para poder afirmar que estas culturas no mantuvieron algún contacto en el principio de los tiempos –aun cuando no sepamos cómo se produjo éste– y nos hablan de hechos que podemos encontrar en muchas otras religiones o culturas (¿la estrella de Belén que seguían los Reyes Magos tenía que ver con esto también?). Para aumentar aún más el misterio que rodea al pueblo hopi, tenemos la novena señal, que es aquella que nos indicaría que estamos a punto de llegar al final del cuarto mundo. Esta señal dice que el planeta comenzará su cambio a partir de que el águila se pose sobre la Luna.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 132
 
 
Armstrong habló muy poco de su viaje a la cueva, lo único que dijo en una rueda de prensa fue que su experiencia en el interior de los Tayos había superado con creces a lo que sintió en la Luna. Él nunca quiso hablar del porqué de este viaje y qué lo motivó a jugarse la vida en este perdido lugar del planeta. Ante la insistencia de los periodistas en una rueda de prensa dijo: «He sido el primero en estar allí arriba y quería ser también el primero en estar aquí abajo». Armstrong era un conocido masón del nivel 32 y las leyendas cuentan que fue en busca del libro de oro de la masonería que se escondía en la famosa Biblioteca de la cueva de los Tayos. El fin de Armstrong era muy diferente. ¿Qué vio en la Luna para decidir viajar a uno de los lugares más desconocidos y recónditos del planeta? Este secreto se lo llevó a la tumba, ya que el astronauta nunca hizo mención a su viaje a la jungla ecuatoriana. Solamente en el vigésimo quinto aniversario de la llegada a la Luna hizo un comentario en los actos de celebración: «Creo que ya ha pasado bastante tiempo para que la gente sepa lo que ocurrió realmente en la Luna». Simplemente, se comentó que estaba mayor y no sabía lo que decía, encargándose la NASA –con la ayuda de sus aliados del FBI– de hacer desparecer todas las grabaciones posibles de esta rueda de prensa.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 175
 
 
Tayo es el nombre del pájaro que habita en la profundidad de las cuevas, en total oscuridad, y tiene los ojos azules. Unos pájaros que son prácticamente ciegos, adaptados a la falta de luz solar en esas cavidades. Estas aves sólo habitan en cuevas que se dispersan por toda Sudamérica, pero nunca son cuevas normales, las cuevas donde hay tayos son lugares mágicos en Perú, Chile o Argentina, lo que nos hace pensar si no existirá una unión subterránea entre todas estas cavernas por la que se desplazan las aves. Tal y como contaban los incas, que una serie de túneles conectaba todo su imperio desde Ecuador hasta Argentina, y no los habían construido ellos.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 178
 
 
Todos te dicen lo mismo: «Qué suerte tienes con el trabajo que haces y qué envidia me das». Claro que sería negativo en una reunión en la que queremos sacar un patrocinio o unas garantías de emisión por unas cantidades o condiciones mínimamente decentes, decirles que mucha envidia, pero que, si tuvieran que dejar su sillón, el BMW de la puerta y su chalet adosado por realizar una ilusión, jamás lo harían. Porque yo les vendo lo bonito o espectacular de la aventura, pero de lo que no hablamos es de las enfermedades que llevo a cuestas, la malaria, el dengue, las tifoideas o las decenas de veces que me han disparado.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 180
 
 
Nos movemos en una sociedad no con crisis económicas continuas, sino con crisis de valores; hoy no le puedes decir a nadie que el honor o la amistad son las cosas más importantes de tu vida, no es que te tome por loco…, te toma por idiota.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 183
 
 
Al filo del mediodía baja el doctor Melvin Hoyos. Un hombre que hace poco ha pasado la cincuentena, de aspecto distinguido pero que parece un encantador de serpientes cuando habla, siempre nos lleva a su terreno. Melvin nos da un paseo por las principales salas del museo, contándonos lo que fue la evolución en aquella pequeña y entonces perdida parte del planeta. Nos muestra restos arqueológicos con más de doce mil años de antigüedad, está claro que el hombre se instaló en estas latitudes hace mucho más tiempo del que creemos. Conocían la cerámica y ofrecían sacrificios a sus dioses, los mismos dioses que pedían sacrificios en el resto de las grandes culturas conocidas. Todavía no se habían fundado las primeras ciudades en Mesopotamia y aquí ya existía una civilización avanzada. La teoría de una evolución diferente toma más fuerza, pero ¿de dónde parte esta evolución?, en esta parte del mundo no existen los grandes simios. He aquí la gran incógnita. La teoría de la evolución propia toma cada vez más fuerza en Sudamérica, pero aquí no tenemos un eslabón perdido, tenemos innumerables eslabones que no nos cuadran en absoluto.
El doctor no se inmutó y me dio una de las explicaciones:
–La cueva de los Tayos no es una cueva, es una construcción artificial hecha por el hombre antes de la última glaciación, quizá hace 75.000 años o más, estamos ante algo que no se puede dudar. En el interior de la cueva podemos ver un dintel de unos veinticinco metros totalmente construido y labrado por algún ser inteligente, ya no te digo un hombre, pero alguien vivió allí, a más de cien metros de profundidad. El motivo de vivir allí pudo ser que alguien los avisó de que se acercaba una catástrofe geológica o estaba ocurriendo algo en la superficie que no permitía vivir allí arriba, eran bastante más inteligentes que nosotros, de eso no me cabe duda.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 186-188
 
 
Lo más difícil en estas expediciones es la compañía. Hace muchos años, cuando trabajé de guía en África Central, mi misión principal fue que veinte personas que viajaban en un mismo camión no se pelearan entre ellas. Lo mismo me ocurrió en los primeros tiempos de la televisión, en las grandes expediciones. Tenías que estar todo el día pendiente de que en circunstancias difíciles no se pelearan los miembros del equipo, incluso llegaba yo a levantarme por la noche a echar gasolina al generador que cargaba las baterías que necesitaríamos para grabar al día siguiente. Había que hacerlo cada dos horas, pero era una fuente de conflictos en el equipo, nadie quería levantarse, así que decidí hacerlo yo. A la hora de seleccionar el equipo humano, todos quieren venir a los confines del mundo, ninguno exige nada y todos están dispuestos a todo. No tardé en darme cuenta de que absolutamente todos mentían. Todos querían hacer el viaje para «fardar» en el bar y contarlo a los amigos y familiares. Pero en el momento en que llegaban a las primeras selvas y comenzaban las necesidades y los problemas con los parásitos e insectos que te comían vivo, todos se querían ir. No eran capaces de pasar un día sin comer y todo lo que eran parabienes al salir se volvían problemas infranqueables ahora. Nuevamente mi labor era mantener la paz, aparte de dirigir el documental. No podías hacerles entender que en este trabajo se come por la mañana y no podemos desaprovechar las horas de sol para detenernos a comer, ya lo haremos por la noche, con el riesgo de que por la noche muchas veces no haya comida. Pero éste es el precio que debes pagar si quieres llegar a lugares que nunca antes ha pisado el hombre blanco. Cuando ves las fotos de estos paradisíacos enclaves te apetece vivir allí siempre, pero de lo que no te das cuenta es de que en las fotos no aparecen los insectos que te comerán vivo, textualmente.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 200
 
 
Los recursos naturales –que son el desencadenante de todas las guerras– aquí no son muy valiosos. Sin embargo, Perú no se conformó con quitarle a Ecuador casi toda su Amazonía, y siguió embarcándose en terribles guerras en mitad de la selva. Todos lo saben y nadie quiere admitirlo. En esta parte del Amazonas y en estas cuevas se puede encontrar el verdadero tesoro que buscan: el poder del conocimiento.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 209
 
Las noches en la jungla son sorprendentes y puedes pasar en segundos de morir deshidratado a morir de hipotermia.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página 210
 
 
Me asomo para mirar el agujero con mil precauciones y con una cuerda atada con un nudo a mi cintura, como van ellos. La primera visión es dantesca, un pozo de poco más de dos metros en su boca y casi ochenta metros de caída vertical que parece que conduce a la puerta del infierno. Se me revuelve el alma al mirar, pero no hay otra opción, hemos llegado hasta aquí y tenemos que bajar, sopesando todos los peligros, sobre todo los que son consecuencia de nuestros medios técnicos, que son de risa.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .221
 
 
Desde luego, la cueva (Los Tayos) tiene más vida que muchos lugares de la superficie.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .227
 
 
Entramos en grandes galerías. La claustrofobia allí no existe, de momento. Los espacios son inmensos, incluso con las linternas que llevamos –lo último en tecnología de la empresa estadounidense Cree– cuando apuntamos muchas veces se pierde el haz de luz en el vacío, no llegamos a ninguna pared o techo de la cavidad. Entramos en una sala a la que las expediciones anteriores llamaron la Catedral por su inmensidad. Dicen que cabría una catedral dentro de este enorme espacio. Pero yo veo más lógico que aquí se encontraran muchos de los restos y piezas que desaparecieron. Éste parece un lugar de rezo inmenso y los que lo llamaron la Catedral lo sabían perfectamente. Allí el ruido es atronador, la sala es tan grande que el sonido rebota por todos los lados, es como un enorme sensurround en el que te sientes rodeado por todas partes, como si el sonido te bloqueara y te impidiese avanzar.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .227
 
 
Llevamos aproximadamente dos horas dentro y ya tenemos problemas con las baterías. Nos habían dicho que aquí dentro duran menos, pero tanto ya es preocupante. Llevamos una mochila entera con baterías para los equipos, es lo único que hemos bajado: las cámaras, baterías y agua, lo principal para conseguir sacar imágenes y desvelar enigmas en este lugar. No debemos olvidar que nuestra expedición es la primera que entra en esta cueva para divulgar y no para ocultar. Lo que sí es real es que en el interior de la cueva los conceptos de espacio y tiempo son diferentes, pasan de otra manera y sólo cuando miramos el reloj nos damos cuenta de las horas transcurridas.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .227
 
 
Las paredes son inmensas y se pierden ante nuestra vista, vemos los enormes bloques que nos sorprendieron al principio más grandes todavía y parecen colocados unos encima de otros con una precisión extrema y unas juntas especiales para que no se muevan, tal cual hemos visto en las construcciones incas.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .228
 
 
Enseguida tenemos que dejar de pensar en los insectos que nos rodean. Hemos llegado al famoso dintel que Juan Moricz inmortalizó en su primera expedición a la cueva. En estas fotos se veía a los expedicionarios cruzando bajo un enorme dintel de piedra de más de veinticinco metros de largo construido con bloques con un encaje perfecto. Puede que en otros bloques que hemos visto pudiéramos tener alguna duda sobre quién los colocó, uno sobre otro, si fue algún ser inteligente o no; con el dintel no nos cabe la menor duda, es imposible que sea el resultado de una erosión del agua. El dintel es el paso interior de la montaña, que lleva miles de años sujetándola y creemos que si se rompiera podría venirse abajo la enorme mole de roca que tenemos sobre nuestras cabezas. El suelo es de barro y cantos rodados que se han ido depositando debajo durante milenios, por lo que la altura que tendría en su día, hace miles de años, sería mucho mayor. Pasas la mano por la parte superior del dintel y es totalmente plana, sin una rugosidad, como una viga de piedra que fue colocada allí para realizar un trabajo. Si miras encima de esta viga, llamémosla maestra, hay diferentes bloques de tamaños desiguales, enormes, colocados con tal precisión que casi no se notan sus juntas. La erosión del agua puede hacer muchas cosas extrañas, pero por primera vez puedo decir con el cien por cien de seguridad que esto no lo ha hecho la erosión, esto es la entrada a un mundo bajo tierra. El misterio está servido. Pero ¿qué seres podrían vivir aquí abajo? No sabemos quiénes serían, pero no dudo que tenían una inteligencia y tecnología superiores para realizar estas construcciones a una profundidad donde cuesta respirar. En parte, por la falta de oxígeno, ya que al igual que cuando subes una montaña, cuando bajas a las entrañas de la Tierra también baja su concentración, y en parte por el guano de los murciélagos y de los pájaros, que con el transcurso del tiempo han creado una capa de casi un palmo de detritus. Nos aconsejaron traer máscaras para filtrar el aire o bombonas de oxígeno, pero no hubo tiempo para hacernos con ellas, había que aprovechar el tiempo y no dar opción a los shuar de cambiar de opinión.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .229
 
 
Pasamos otras enormes salas con estalagmitas, esta cueva debe de tener miles de años, no hemos podido traer el detector de metales, pues los shuar no lo permiten y nos habrían denunciado al gobierno. Lo que está claro es que en los años que la humanidad comenzaba a aflorar en el mundo aquí había vida inteligente, escondida o vigilante, que habitaba en un mundo diferente.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .231
 
 
Otro de los sitios espectaculares de esta cueva (Los Tayos) es la famosa habitación, una especie de cuarto ritual con las paredes totalmente lisas, con un alisado que no podría conseguirse si no fuese contando con sofisticada maquinaria que funcionara como una enorme pulidora de granito. No habría otra forma de conseguir una superficie tan lisa: pasas la mano por la pared y eres incapaz de encontrar rugosidad alguna. Es una habitación, así que el agua no ha corrido por aquí alisando paredes, como diría un geólogo.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .232
 
 
Llegamos a enormes pasadizos que de repente no llevan a ningún lado, se puede ver claramente que en la parte más estrecha de los pasillos se han realizado voladuras para cerrarlos de forma que no se pueda continuar. Recuerdo que Jesse me dijo que antes de que la gente de la expedición de Armstrong abandonara la cueva se escucharon grandes explosiones en la zona. Está claro que las explosiones venían de aquí. Intentaron tapar caminos o lugares que no querían que nadie más viese; el porqué es la gran incógnita…, porque allí había algo, de eso estoy seguro.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .233
 
 
Parece que las cosas que no conoce la comunidad científica no existen para el resto de la humanidad.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .235
 
 
Dicen que si se mide por georradar este lugar tiene diecisiete kilómetros de largo
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .235
 

En el Yukón y en Siberia Central es donde más mosquitos he visto, ¡ríete de la selva!
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .236
 
 
Cuando pierda la ilusión, lo mejor será que deje este trabajo.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .236
 
 
Siempre he dicho que la parte más salvaje de la Amazonía son las zonas peruana y ecuatoriana, que son fronterizas. Brasil, por mucho que se quiera dar ahora el aire de salvador de la naturaleza y de la ecología, no lo es. Los brasileños han sido los mayores deforestadores (cada día han talado, durante muchos años, un territorio que sería igual al de Bélgica). Hoy se echan las manos a la cabeza y quieren salvar el mundo, pero bastante tienen con salvarse a sí mismos. Desde el principio del boom económico brasileño, yo dije que era mentira y que Brasil caería e iba a arrastrar a toda Sudamérica. Los brasileños han comprado casi todas las propiedades inmobiliarias que se han construido en el continente sudamericano y veremos qué pasa ahora, cuando su economía corrupta termine por explotar y no puedan pagar esas hipotecas.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .250
 
 
Al amanecer fuimos donde todo el mundo en Macas, a los restaurantes de camioneros a desayunar. En esos establecimientos puedes comerte dos huevos con queso y arroz, un enorme zumo de papaya y un pan con mantequilla por apenas un euro. Justo lo que necesitábamos antes de ir a descansar, en una cama que nos parecería mentira. Éstas son las cosas que más valoras a la vuelta de una expedición, le das valor a los objetos cotidianos que usas a diario, por ejemplo, una toalla, un plato limpio o incluso abrir un grifo y poder beber el agua sin enfermar. Yo siempre he valorado esto, quizá porque me ha faltado demasiadas veces.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .252
 
 
Contaban que el Banco Central del Ecuador había comprado miles de objetos a Crespi, y decidimos investigarlo. Encontramos documentos según los cuales el Banco Nacional del Ecuador adquirió en 1976 objetos de la colección de Crespi. Directamente, fuimos a la central del banco, donde tienen un museo magnífico dedicado a las culturas cañari e inca del Ecuador. Pero cuando entrevistamos a altos cargos del banco, todos nos decían lo mismo: que esa compra no existió y que ellos no tenían ningún objeto, aunque si lo hubiera, según ellos, sería de ningún valor, al ser todos falsos. Sin embargo, según los documentos oficiales que hemos visto compraron estos objetos por más de diez millones de sucres. Nadie volvió a ver esos objetos. Como siempre, todo lo que se sacaba de esa cueva había que ocultarlo: las piezas de Moricz, las de Armstrong y las de Crespi… Todas han desaparecido, dejando constancia gráfica de su existencia, por supuesto. Todos nos han negado las evidencias, incluso el bueno de Conza intenta dar una explicación lógica. Lo que no sabremos nunca es el porqué, a no ser que estos objetos hicieran temblar los cimientos de la humanidad según la conocemos.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .267
 
 
Una cosa he aprendido: si quieres opinar sobre cualquier tema, y más si es sobre algo sagrado o enigmático, el camino es muy sencillo y sólo tiene tres pasos. El primero es respeto; el segundo, estudio; y el tercero, la propia experiencia (es decir, probarlo). Entonces podrás opinar.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .269
 
 
La cueva de los Tayos es un misterio. Ahora, en primera persona y no por habladurías ni comentarios de internet, puedo asegurar que las construcciones que hay en su interior las realizaron seres inteligentes, muy inteligentes. En esas cavidades, aunque parezca mentira, florece la vida animal y vegetal en cada recoveco de la enorme caverna. No me cabe duda de que allí habitó otra civilización, quizá hace cien mil o doscientos mil años, rompiendo todas las teorías científicas, históricas y religiosas que conocemos hasta ahora. Es una de las expediciones más duras que se pueden realizar en el planeta, pero ha merecido la pena y sin duda volvería a repetir. Algo tiene esa cueva que no podemos comprender, a lo que es imposible dar una explicación lógica y científica.
 
Juan José Revenga
Civilizaciones bajo tierra, página .269
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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