¿Acaso será que Dios…?
¿Acaso será que Dios
crece sobre mi cuerpo?
Tus pequeños dientes afilados
crucificaron a Dios.
Dios es la leyenda
de la blanca conciencia.
De madrugada resplandece como nieve
desde todos los tejados.
Pero ahora es de noche.
Estrellas ágiles, silenciosas;
andar de liebres.
Tus pecas son tupidas
y provocan como el olor del mar.
Dios ya no es joven;
el olor del mar lo adormece.
Iehuda Leib Teler
El ultimo canto
Al atardecer:
me veo con tanta nitidez
como en el corazón de un amigo.
Aun ha de restar calor
para las cercanas cuatro paredes
y de la chimenea ha de brotar humo todavía.
pero la primera estrella
ha de ser para mí
un picaporte al cielo.
He de golpear a la puerta del primer dios que encuentre
y permaneceré delante de el con ojos claros
como se permanece al alba ante la ventana,
con una pieza de pan propio en el bolsillo
Iehuda Leib Teler
La muchacha ruega:
Con angustiada alegría
los ríos embisten las rocas;
los árboles salen de caza;
las raíces despiden un afiebrado calor.
Es la noche del paño rojo:
Dios, protege mis pechos.
Iehuda Leib Teler
Viento
Los cabellos te azotan la cara
como granizo, como humo
y lluvia.
El sol refulge
con cuchillos ante tus ojos;
riachos desean tus pies.
Eres joven. Los espejos te atrapan
como a una mujer.
Y arenas calientes acechan
tu sombra
Iehuda Leib Teler
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