Cantos acerca de cantos 
Para qué habré aprendido a componer canciones, 
¿no me bastaba con la inquietud del viento? 
Ven cabeza mía, tonta y agobiada, 
voy a acunarte como a un niño. 
Tu padre no sabía nada de poesía, 
leía dificultosamente letra a letra. 
Hubieras podido ser como él, un simple zapatero 
huesudo, sano y sencillo. 
Y cuando la mañana se atragantara de colores 
y el viento hamacara tu casita, 
cantarías como él, trabajando, 
sin darte cuenta tú mismo… 
Y andarías ligero, con miembros cansados, 
y siempre llevarías despejada la cabeza, 
¡para qué habrás aprendido a componer canciones, 
cabeza mía, criatura inquieta!
Izi Jarik
Novedades golpean los vidrios… 
Novedades golpean cada mañana los vidrios; 
arrojo afuera mis dos inquietas manos 
y que en algún lugar ya arde otro país 
estoy listo a escuchar confiado. 
El corazón comienza a echar fuego; 
siento que un tirón me arranca de mi casa; 
en cada plaza roja vuelve a hablarnos Lenin, 
y cada plaza roja hierve y llama… 
De nuevo esta ardiendo el horizonte. 
Levanto mi cabeza iluminada, y la llevo. 
El calor empuja; el clima es de fiesta. 
Y así todas las noches y cada día nuevo…
Izi Jarik
Sobre la tierra
Coloquen cuanta más carga sobre mi nuca; 
tal vez apriete un poco mas los dientes 
pero cuánto sea que carguen voy a decir: —¡es poco! 
Y por pesado que sea, voy a gritar: —¡Más! 
Que hacer si me siento ligero 
y cualquier tarea me resulta digna. 
Necesito cantar, me pongo de pie y canto, 
y, mojada de rocío, me responde la vía láctea. 
Creo que toda una vida podrían andar sobre la tierra 
con el primer rocío y la juventud sobre los labios, 
y cuando se me haga gravoso… pero ¿cómo puede hacérseme gravoso 
si energías juveniles manan todavía y manan. 
Izi Jarik
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