La Tepa

La noche estaba pesada, Señor. Por los linderos se oían los ruidos. Del altar se cayó el tesanto, el que cuida la casa desde los tiempos de antes. Por mi rancho pasó, Señor, un animal que andaba como llorando. Y en la higuera vieja estaba parada La Tepa, echando sus gritos, y nadie quiso pasar por ahí. Estaba la mujer antigua chillando porque había matado a sus hijos. Que así está desde los tiempos otros esa mujer llorando, y es como encanto que sale cuando está la noche pesada y el río se quiere volitar. El que quiere pasar ha de dar un rodeo y mirar para otro lado, para no tener un daño.

Francisco Salmerón
Testimonios del Tecuán

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