LOS CUATRO ELEMENTOS
POR LIZ GREENE
CITAS
Cuatro elementos
Solo el misterio es mezcla
surgida del confuso elemento;
agua, tierra, y fuego y aire
envían a su siervo ministro
para conjurar fracciones del todo
en una única alma multicolor.
Joy Gresham
“Como las cuatro estaciones del año y los cuatro puntos cardinales, del mismo modo los cuatro elementos son un sistema cuaternario de orientación que siempre expresa una totalidad.”
C. G. Jung
"La ordenación circular de los elementos en el mundo y en el hombre remite al mandala, que simboliza al mundo y al hombre con su estructura cuaternaria […]. La idea de la cruz remite, más allá del contraste simple, a un contraste doble, es decir, a un cuaternio. En el espíritu del alquimista, este alude en primerísimo término a los elementos vinculados mediante la cruz: aire-tierra y fuego-agua” (un binomio en cada brazo de la cruz)"
Jung
La dinámica de lo inconsciente, Obras completas 14: Mysterium coniunctionis, ob. cit., pp. 376 y ss.
La piedra filosofal es descrita a menudo, de forma bastante sencilla, como la unión de los cuatro elementos, Mercurius Quadruplex.
Patrick Harpur
El fuego secreto de los filósofos, página 271
“Los ojos del fuego, las narices del aire, la boca del agua, las barbas de la tierra.”
William Blake
Según Platón, el fuego debe ser un Tetraedro al ser el más ligero y punzante de los elementos. La tierra ha de consistir en un Cubo al ser el más estable de todos. El agua debe ser un Icosaedro, el sólido regular que tiene más posibilidades de rodar fácilmente, por ser el más móvil y fluido. En el aire Platón observó que “el aire es al agua lo que el agua es a la tierra”, y concluyó que debe ser un Octaedro. Finalmente, propuso que el Dodecaedro representara la forma del universo en su totalidad.
Ricardo González
El Arca, página 115
Ampliar la noción de lo que significa ser humano es honrar los cuatro elementos. Esto significa reconocer la singularidad de la creatividad ilimitada de los signos de fuego, el pragmatismo de los signos de la tierra, la agudeza mental y la inventiva de los signos de aire y la sensibilidad emocional profunda de los signos de agua. Los 4 elementos reflejan el Gran Equilibrio en que el fuego y el aire son Yang mientras que el agua y la tierra son Yin.
Sioux Rose
Para un Sol en Tierra, ser útil es el camino de salida de la oscuridad. Los signos de Tierra, al caer en la depresión, recuperan su confianza sintiendo que están aportando algo útil a la vida. Para los de Agua, en cambio, el camino está en la creación de conexiones emocionales. Para los de Aire, en su caso, es aprender y comprender por qué, y para los de Fuego es echar mano de la imaginación y darle expresión creativa. Ésas son cuatro formas básicas para habérselas con el tipo de depresión vinculado a la casa VIII.
Liz Greene
El carro de Apolo, El significado del Sol astrológico, página 169
"Que la carta natal indique un énfasis en algún elemento en particular, no significa de manera automática que el ego esté identificado con él, en especial si elemento psicológicamente opuesto también está enfatizado con mucha fuerza. Cuando aparece este tipo de dicotomía, por lo general hallamos un fuerte eje tierra-fuego o aire-agua en la carta."
Liz Greene
Barreras y límites, pág. 51
“No puedes sujetar el fuego, si lo intentas te dolerá. No puedes meterlo en un contenedor y guardarlo, porque quemaría el contenedor, o se sofocaría y moriría. El fuego necesita aire para poder arder, pero, si tiene demasiado aire, se apaga rápidamente. La tierra ofrece combustible para que el fuego pueda continuar ardiendo, pero la tierra misma puede sofocar el fuego. El agua mantiene al fuego bajo control, pero un exceso de agua lo ahogaría.
No puedes sujetar el aire. Puedes ponerlo en una caja si quieres, y mantenerlo allí, pero recuerda que cuando el aire no circula, se estanca, y finalmente se hace irrespirable. El aire necesita la gravedad de la tierra para contenerlo, porque de otro modo se extiende demasiado y se convierte en parte del vacío. Ocasionalmente el aire necesita fuego para acelerarlo y hacer que se eleve a mayores alturas, así como agua para precipitar las impurezas, mantenerse fresco, enfriarse, y volver a la tierra. Pero un exceso de gravedad hace que el aire esté demasiado contenido, se vuelve perezoso y pesado, mientras que un exceso de fuego consume el aire, y un exceso de agua crea nubes oscureciendo la vista.
Puedes contener el agua, puedes usarla para enriquecer tu existencia, para que te sustente, pero finalmente el agua fluirá. El agua necesita la tierra para apoyarse, porque es demasiado pesada para deambular libremente como el aire. Sin la tierra, fluiría continuamente. Aún así, el agua cambiaría de curso ocasionalmente, o se convertiría en más de lo que era y rebosaría de las orillas, inundando la tierra. A veces una fuerte corriente de aire la empuja tierra adentro. El agua tiene que estar aireada para dar lo mejor de sí. Sin aire, se volvería pesada, y proporcionaría un tipo de vida muy limitado. Entonces parece que sólo crecen algas. Pero si el aire se vuelve demasiado fuerte, encresparía la superficie del agua, agitándola e incluso obligándola a salirse de su curso. El fuego hace que el agua hierva y la purifica, y eso es algo que el agua necesita ocasionalmente, pero si se mantiene próxima al fuego durante demasiado tiempo, herviría rápidamente, o se saldría del recipiente y apagaría el fuego.
Puedes contener la tierra, pero cuando la contienes, produce muy poco. Si la pones en una cajita, acaba volviéndose estéril. La tierra necesita el aire, porque el terreno debe estar aireado, y necesita el agua para evitar endurecerse demasiado. Sin embargo, un exceso de aire podría secar la tierra, una corriente d aire demasiado fuerte arrancaría la capa superficial de tierra, y u exceso de agua empantanaría la tierra. A veces, el fuego puede ser muy beneficioso para una tierra que ha crecido en exceso. Sirve para limpiar los matojos y fertilizar la tierra en preparación para una nueva cosecha. Pero no debe haber un exceso de fuego, porque entonces cocería la tierra y la haría estéril
Así, el modo en que tratamos de aferrarnos unos a otros en nombre del amor no es beneficioso para nadie, y a veces incluso puede ser peligroso. Si elegimos compartir la vida con otro, y el otro elige compartirla con nosotros, ambos podemos beneficiarnos. Ambos crecemos compartiendo nuestras naturalezas. Los cuatro elementos necesitan interacción mutua para su máximo crecimiento y bienestar, aunque algunos sólo necesitan a los otros en pequeñas dosis o durante breves periodos de tiempo.
Por otra parte, dos fuegos pueden quemar rápidamente el espacio entre ellos y arder unificado. Dos cuerpos de agua pueden despejar lo que yace entre ello y hacerse uno, y casi siempre es beneficioso mezclar las tierras: la arena aligera la arcilla, el suelo aluvial enriquece la mayoría de los demás suelos etcétera. Y las corrientes de aire pueden flotar dichosamente juntas.
Por supuesto, incluso en tu propio elemento corres el riesgo de que el fuego cause una detonación, de mezclar arcilla con arcilla, de que el encuentro de una corriente de aire frío con otra de aire caliente produzca rayos y truenos, o que dos grandes las moviéndose en direcciones opuestas se encuentren en el medio.”
Jeanetta Era
Tomado del libro de Stephen Arroyo Astrología de las relaciones íntimas, pág. 93
"Dondequiera que veáis presencia de agua: río, mar, pozo, arroyo, manantial, cualquiera que fuere dicha presencia, sabed que actúa en el agua y en las cosas acuáticas y lo mismo las Otras formas de los trígonos restantes, presencia de fuego, de tierra y de aire. Sabedlo."
Abubequer ben Wahsiyya
Tomado del libro Picatrix de Maslama Ibn Ahmad Al-Mayriti, página 47
LOS CUATRO ELEMEMTOS
"El dharma del agua es fluir, el del fuego es quemar, el del pez es nadar, el del ave es volar, el del hombre es alcanzar la salvación."
William Stoddart
"Quien quiera educarse a sí mismo, debe poner atención a lo que se expresa en su temperamento."
Rudolf Steiner
EL ELEMENTO AIRE: EL TIPO PENSANTE
Considerado astrológicamente, el aire es un elemento masculino y positivo, y a los signos de aire -Géminis, Libra y Acuario- se los describe generalmente en los textos de astrología como desapegados comunicativos, interesados en el mundo de las ideas y partidarios de la racionalidad. Son, en una palabra, civilizados.
Los tres signos de aire, aunque difieran en sus modos de expresión, comparten la necesidad de relacionar las experiencias vitales con un marco ideológico preconcebido. Por medio de la lógica, el pensamiento diferencia principalmente entre "esto" y "aquello", y se ve con claridad por qué los signos de aire se asocian con un temperamento que reúne y clasifica información, sopesando una cosa con otra y construyendo, a partir de fragmentos y trozos, un marco de referencia filosófico.
El tipo de aire -lo cual no significa necesariamente un individuo nacido en un signo de aire, sino más bien uno cuya carta, en conjunto, muestra un predominio de los factores de aire- se asemejará por lo común, tanto en general como en los detalles, a la descripción que de Jung de las cualidades del tipo pensante. Es un nativo dotado de todo lo positivo de este tipo, es decir, de mente muy desarrollada, sentido de la justicia y capacidad para evaluar de forma impersonal las situaciones, amor a la cultura, apreciación de la estructura y el sistema, valiente adhesión a sus principios, refinamiento. Tiene también todos los fallos del tipo -en términos de la función inferior-, fallos que se expresan eufemísticamente en los rasgos clásicos que se adscriben a los tres signos de aire: a Géminis le horroriza dejarse atrapar y limitar en las relaciones personales, Libra es notorio por su tendencia a la indecisión y su renuncia a comprometerse, y lo que distingue a Acuario es su frío desapego y su disgusto ante los exabruptos emocionales que con tanta frecuencia forman parte de las relaciones personales.
Dicho de otra manera: el tipo de aire tiene un problema con el sentimiento. La preponderancia del aire en la carta implica la probabilidad de que el modo de intercambio sentimental personal sea el mayor problema de la vida del individuo -aunque quizá él o ella no se entere hasta que su mujer o marido lo abandone- porque los sentimientos, a diferencia de todo lo demás que él enfoca con el microscopio que tiene por ojo, no se puede clasificar, estructurar, analizar ni acomodar dentro de ninguna clase de marco. A menos que aprenda algo sobre el mundo del sentimiento, y cultive una mínima capacidad de relacionarse con los demás en un nivel sentimental, la persona de aire sigue estando irremediablemente ciega para los valores del sentimiento, y es capaz, sin intención alguna, de mucha crueldad.
Uno de los aspectos más trágicos de todo esto en un nivel personal es que la personalidad de signo de aire, dado que rara vez está en contacto con sus propios sentimientos más profundos, tampoco suele percibir los de los demás. De ahí que le caiga coma un cubo de agua fría el que alguien próximo a ella -o a él- comience a mostrarse insatisfecho con una relación, o se marche rematando con un portazo una despedida en que le echa en cara su gélida insensibilidad. Si es nuestro amigo de aire quien pone término a la relación, creerá por lo común que si seguimos "siendo amigos" todo quedará arreglado, y rara vez se dará cuenta del dolor que puede causar con tal sugerencia. Y si el rechazado es él, se verá obligado a aprender precisamente lo que más teme saber sobre sí mismo, es decir, que por debajo de su mente calma y fría existe una dependencia del sentimiento que, por más que él habitualmente no la reconozca ni la exprese, es tan poderosa que el alejamiento de su pareja -o de un hijo- puede demoler completamente las cimientos de su vida.
El aire siente una atracción magnética por el agua, que simboliza la función opuesta: el sentimiento. Incluso cuando la otra persona no es realmente el anzuelo adecuado -es decir, si su carta natal no muestra una fuerte acentuación de los planetas en signos de agua-, al ser objeto de la proyección inconsciente con que él misma la inviste, al nativo se le aparecerá de alguna manera como una personificación ideal del agua. El nativo de aire es notorio por ser muy mal juez de su pareja, porque -mientras Eros no lo escoge a él- él la escoge todo de acuerdo con la razón. Después, en cuanto está bajo el dominio del inconsciente, ya no le queda ningún poder de opción.
El hombre o la mujer de aire se encontrará siempre con el reto más estimulante y can la mayor potencialidad de crecimiento en aquellas situaciones en donde el sentimiento de otra persona, o el suyo propio, le bloquea el camino, presentándole un obstáculo que, con su intelecto, es simplemente incapaz de sortear. Sus relaciones más ricas y enriquecedoras serán las que tenga con los tipos sentimentales, que son al mismo tiempo su mayor fascinación y el reflejo de su propio ser interior.
Los signos de aire suelen saber más de lo que comprenden.
Sinesio Madrona Rodenas
El miedo de ser excéntrico aparece en las cartas que tienen poco aire o poco fuego.
La combinación de aire y fuego es sumamente romántica e idealista, y retrocede ante la persistencia del otro.
Howard Sasportas
La Dinámica del Inconsciente
Un exceso de aire trae como resultado la disipación de energía. Pocas cosas se pueden hacer cuando uno está indeciso o no toma en cuenta la dimensión personal y práctica de la vida, cuando uno "vive solo en su cabeza" (...) Con poco aire en nuestras cartas astrales tenderemos a las grandes generalizaciones. A menudo no consideramos bien las consecuencias de nuestras acciones y nos veremos liados en situaciones y relaciones que tarde lamentaremos. Por otro lado, el aire nos da movilidad, perspectiva y lucidez.
Anna Kruger, pág. 35
La Astrología. Diseños para Vivir
Es absolutamente crucial considerar los elementos que falten en la carta porque representan áreas que son muy susceptibles de proyección. Como no podemos encontrar ese elemento en nosotros mismos, lo buscamos en el mundo, o en algunos casos nos vemos impulsados compulsivamente a desarrollarlo.
Richard Idemon, pág. 135
Astrología de las Relaciones
Algunas personas dan muestras de auténtica genialidad en la esfera asociada con el elemento que les falta. Visto de esta manera, el elemento ausente es como un don de los dioses. Resulta paradójico que algo tan maravilloso pueda provenir de lo que parece una pura nada. Y sin embargo, con frecuencia, en el intento de dar expresión a un elemento ausente hay una gran cantidad de dolor y sufrimiento. Esta expresión se origina en un estrato tan profundo de nosotros que hacerla aflorar requiere mucho esfuerzo y una auténtica lucha.
Richard Idemon, pág. 136
Astrología de las Relaciones
Parece que existe una correlación entre la falta de tierra y los problemas de peso debido a que la gente que no tiene tierra no sabe cuándo está llena. Algunas personas sin planetas en tierra presentan problemas relacionados con la sexualidad. Es como si no supieran lo que las excita, ni tampoco cuándo se sienten realmente satisfechas. De modo que se tiende a hacer demasiado o bien corto en lo que se relaciona con el elemento que falta.
Richard Idemon, pág. 136
Astrología de las Relaciones
EL ELEMENTO AGUA: LA FUNCIÓN SENTIMENTAL
"Recuerde la sabiduría del agua, ella nunca discute con un obstáculo, simplemente lo elude."
Augusto Cury
“Como elemento original, el agua es el surgimiento de toda vida, por ello está asociada a la idea de disolución y ahogamiento.”
Michel Cazenave
“La imaginación profunda, la imaginación material, quiere que al agua participe en la muerte; necesita del agua para que la muerte conserve su sentido de viaje. Es comprensible entonces, que para tales infinitas ensoñaciones, todas las almas, sea cual fuere el tipo de funerales, deben subir a la barca de Caronte.(...) Por lo demás, ¿cómo podría relacionarse una fúnebre poesía con imágenes tan alejadas de nuestra civilización si no estuvieran sostenidas por valores inconscientes? La persistencia de un interés poético y dramático de una imagen racionalmente usada y falsa puede servirnos para demostrar que en un complejo de cultura se unen sueños naturales y tradiciones aprendidas.”
Bachelard
El agua y los sueños
pasar al elemento agua de astrologia
La Bondad superior es como el agua, ya que la forma del agua alimenta a todas las cosas sin esforzarse; ocupa el lugar que todos los hombres desprecian (p. ej. el nivel más bajo). Por ello, el Tao en el mundo es semejante a un río cuyas aguas descienden por el valle hasta el mar.
La más delicada de las cosas del mundo invalida a la más fuerte. ¿Cómo se convierten las calas o los océanos en los reyes de cientos de ríos? Porque saben mantenerse en la profundidad...
Así es como se convierten en los reyes de cientos de ríos. Nada hay en el mundo más débil que el agua, pero no hay nada mejor para vencer a lo fuerte.
Lao Tzu,
Tomado del libro de Alan Watts, "El Camino del Tao", pág. 94
"Así como el agua quieta refleja el cielo, de igual modo el alma en calma refleja la imagen de Dios,."
White Eagle
El verdadero tipo de agua se asemeja muy de cerca a la descripción que hace Jung del tipo sentimental. Para los signos de agua nada es tan importante como las relaciones personales y los valores humanos y sin ellos el mundo se les aparece como algo árido y desprovisto de esperanza y alegría. Para salvaguardar las relaciones sacrificarán cualquier cosa, y es típico del signo de agua el crear, incluso a sus propias expensas, cualquier tipo de crisis que sea necesaria para movilizar en su compañero o compañera una reacción sentimental.
La evaluación de la vida que hacen los signos de agua se da en su mayor parte en un nivel inconsciente; y de estos signos se puede decir en verdad que la mano derecha no sabe lo que está haciendo la izquierda. El agua reacciona, simplemente, y sus reacciones ante cualquier situación personal son, casi infaliblemente, exactas y adecuadas. El agua es impredecible y reaccionará ante cada situación como si fuera totalmente inédita.
El tipo de agua es, por lo común un buen conocedor del aspecto más sombrío de la naturaleza humana, y esta condición es la que hace que estos signos sean conocidos por su comprensión y su espíritu compasivo. Tienen la capacidad inherente de sentir lo que sienten los demás, y de evaluar las cosas de una manera que parece totalmente irracional.
El nativo de agua reúne todas las ventajas del tipo sentimental sensibilidad a la "atmósfera", sutileza, encanto y perspicacia, un fuerte sentido de los valores en las relaciones humanas, y la capacidad de crear unión entre los individuos y de entender instintivamente lo que estos necesitan. Al mismo tiempo, como es natural, el agua tiene también todos los fallos del tipo, y también ellos se expresan en las descripciones clásicas del signo que hemos heredado de la antigua astrología. Cáncer tiende tradicionalmente a ser fiel, posesivo, exclusivista y temeroso del futuro; Escorpio se distingue por su fanatismo emocional y por una especie de atmósfera de cavilación densa y pesada; y Piscis es notorio por su sentimentalismo efusivo, su escapismo romántico, sus vacilaciones, su escasa puntualidad, su vaguedad y su falta de principios.
El agua tiene, en pocas palabras, un problema con la razón, y por lo común no se da la menor cuenta del continuo caudal de opiniones, juicios, ideas fijas y críticas negativas -tanto de sí mismo como de los demás-, irresponsables y de segunda mano, que constantemente fluyen de sus labios y se infiltran secretamente en sus relaciones sentimentales. En su forma más leve, tales características dan como resultado alguien que está constantemente diciendo a los demás cómo deben vivir; llevadas al extremo, son ingredientes espléndidos para la creación de un buen terrorista.
Uno de los mayores problemas con que tropieza el agua es que, debido a su excesiva acentuación del sentimiento, es fácil que pueda alinearse precisamente a aquellos que más le importan, porque simplemente no puede entender que hay un mundo exterior que requiere energía y atención. Aunque sea siempre sensible al dolor ajeno, con frecuencia es una persona incapaz de entender objetivamente que la gente piensa de maneras diferentes y tiene diferentes necesidades y valores, e intenta extender de la misma manera la manta abrumadora de su solicitud por encima de todo lo que perturba su sentimiento de armonía. Y es probable que, al hacerlo, no se dé cuenta de que para algunas personas eso no es armonioso, sino simplemente sofocante.
Es muy frecuente que el tipo de agua sea el rechazado en las relaciones, en buena parte porque, si él se siente cómodo en su pequeño mundo personal, no se preocupa en preguntarse si su pareja no necesitará quizás alimentos intelectualmente más estimulantes para crecer. Son personas que tienen tendencia a vivir por mediación de otros, y este intento es siempre sumamente peligroso, en cuanto su efecto sobre el otro es semejante al que tiene el muérdago sobre el roble: el parásito sofoca a su anfitrión.
El agua siente la atracción magnética del aire, y si estos dos tipos pudieran poner término a sus incesantes escaramuzas, cada uno de ellos podría aprender mucho del otro sobre su propia vida inconsciente.
El tipo Agua es de un pensamiento suave y adherente como el agua. Le gusta oír lo que le dicen los demás, lo medita todo profundamente antes de emitir la opinión. Es más bien pasivo, impresionable y tiene la tendencia a dar muchas vueltas a lo que está pensando.
Su pensamiento depende mucho de su estado de ánimo y, por lo tanto, es subjetivo en muchos casos. También es influenciado por la simpatía y antipatía hacia un asunto. Los recuerdos están muy marcados en sus profundidades y los conocimientos provienen, frecuentemente, de los recuerdos y de las experiencias. En ello, la imaginación viva del tipo Agua lo lleva a alturas insospechadas en el pensamiento y a ideas originales, las cuales son los resultados de impresiones justamente asimiladas.
Bruno Huber, pág 78
La Psicosíntesis Astrológica
Demasiada agua puede hacer que nos ahoguemos. Necesitamos a los demás aunque tendamos a vivir como si no estuvieran, apartándolos finalmente con nuestras demandas y reacciones exageradas. Por otro lado, tener poca agua puede llevar a la negación de los sentimientos -la actitud del que no se inmuta por nada-, a la soledad y el aislamiento. Entonces, cuando afloran nuestros sentimientos reprimidos parecen incontrolables.
Anna Kruger, pág 36
La Astrología Diseños para Vivir
Puesto que el Agua es el gran símbolo de la alimentación emocional y espiritual, la falta de agua, como en un desierto árido, sugiere la privación emocional y la falta de inspiración o entusiasmo espiritual.
Ralph Metzner, pág. 204
Las Grandes Metáforas de la Tradición Sagrada
Los estados de extrema dependencia y la tendencia a la manipulación son característicos de un signo de agua asustado.
Liz Greene, pág. 296
Los Planetas Interiores
El agua representa la unidad primordial, el acceso a la unidad subyacente de todos los seres. Pero antes del desarrollo de la conciencia esta unidad existe al nivel material y confuso del caos primigenio. El fuego (el héroe mitológico) rompe la unidad primordial, desarrolla la Individualidad y, con ella, la conciencia del ser único y singular. El fuego inicia la vida de la conciencia personal, pero rompe la unidad originaria. El sentimiento de singularidad e independencia del fuego es una experiencia que pertenece al sujeto, es algo que nace del propio ser y, por lo tanto subjetivo (perteneciente al sujeto)
La tierra representa la expresión de la energía sobre el objeto. Al principio la energía, era un núcleo sin posibilidades de expresión, era energía potencial. El fuego rompe la inercia inicial y moviliza esa energía, pero ésta todavía sigue ligada al sujeto (su musculatura, su acción), se manifiesta por si misma en su propio ser. La tierra vuelve a vincular la energía con las cosas, con la naturaleza, con el todo, pero en esta vinculación ya no existe la unidad primordial, pues ésta la ha roto el fuego; entonces el individuo empieza a tomar conciencia de las cosas, del mundo, de las personas, de los objetos. Es el primer peso en el desarrollo de la conciencia objetiva, inseparablemente ligada a la conciencia personal.
En este nivel la conciencia está apegada a los objetos, no se ha producido todavía la separación racional (la hará el aire) y las movilizaciones emocionales que proceden del agua quieren mantener al objeto indiferenciado del sujeto (proyecciones, deseos, necesidades...) La conciencia del ser humano evoluciona a través de los objetos (imágenes de dioses, amuletos, ritos, vínculos personales, estructuras sociales rígidas...). Es el primer peso de evolución que tiene en cuenta el mundo exterior, el fuego evoluciona, por decirlo así, por sí mismo, no tiene demasiado en cuenta al mundo exterior.
La tierra ya mantiene, mejor o peor, una conciencia de diferencia entre el sujeto y el objeto. El aire rompe los lazos inconscientes (de agua) que ligan el objeto al sujeto, retira las proyecciones emocionales del objeto, logra desapegarse de los deseos y de la necesidad de mantener al objeto cerca de sí mismo y poder trabajar con sus "nudos" emocionales sin la obligación de recorrer las ataduras, dependencias y demoras que impone el camino material. Esto no es lo mismo que el desprecio de lo material que existe en muchas personas llamadas "espirituales", no se puede saltar el nivel de tierra, tiene que estar resuelto antes de pasar al aire: sexualidad, estabilidad material y emocional, aceptación de las personas que nos rodean. La imaginación dirigida o creativa, los trabajos con las emociones en las dinámicas de grupos, etc. son medios para trabajar los nudos, conflictos o emociones no resueltas, experimentadas o asumidas sin necesidad de vivir un vínculo destructivo.
Cuando el ser humano puede trabajar con eficacia la conciencia personal que da el nivel de aire, puede extenderla más allá y recuperar la unidad primordial, pero ahora con la conciencia ya indestructible de su yoidad (de lo contrario caería en psicosis). El Individuo da un paso más allá y vuelve al elemento agua, recupera entonces el sentimiento primordial de unidad con el Todo y se experimenta inmerso en él. Este paso supone la apertura a la conciencia del yo transpersonal. Este yo implica la trascendencia de la separación sujeto-objeto establecida por el fuego tras la ruptura de la unidad primordial; pero esta unidad se experimenta desde la conciencia personal adquirida. El fuego y el aire desarrollan la conciencia personal; una vez realizada ésta, el agua y la tierra nos vuelven a vincular al todo y desarrollan la conciencia transpersonal.
Se ha establecido un ciclo de cuatro elementos agua - fuego - tierra -aire- para el desarrollo de la conciencia personal, es posible especular con la idea de que la conciencia transpersonal también se desarrolle a través de un ciclo análogo con los cuatro elementos. El agua puede representar el éxtasis "oceánico" y el fuego, el éxtasis "iluminativo"; la tierra, las manipulaciones extraordinarias de la materia (los llamados milagros) y el aire, la transmisión de "energía espiritual" a distancia.
Sinesio Madrona Rodenas, pág. 158 a 160
El Desarrollo de la Conciencia
El agua es el elemento vinculante por excelencia, es el que representa nuestra unidad primordial con las personas y las cosas más allá de nuestro ego, nuestra unidad universal, el Uno, el Todo. Piscis representa la imagen marina primordial, el origen de la vida que vincula, a través del proceso intrauterino, nuestra unidad Individual con el desarrollo de toda la evolución de las especies que tiene lugar, de una manera condensada, durante la gestación. El uno que somos, con sus características únicas e individuales, es el resultado del todo del que procedemos. Crecer es la historia de la humanidad; desde nuestras raíces genéticas familiares pesamos a las grupales y locales y de ellas a toda la historia milenaria de la que procedemos en su aspecto social y hereditario. Escorpio representa el punto en el cual a través de la vida, la muerte y la concepción, unas generaciones se van sucediendo a otras, en el que la vida se prolonga a través de nuestra muerte como es más fácil observar en los ciclos vegetales en los cuales las hojas muertas del otoño formarán parte del subsuelo que alimentará el crecimiento de las nuevas semillas.
Esta corriente ininterrumpida de vida simboliza nuestra vinculación fundamental a la naturaleza y a la materia más allá de nuestras diferencias como individuos y especie. Este estado de cosas primordial vinculante es el que se representa en numerosos mitos como bajada a la cueva, al infierno, al abismo; como ser tragado por una ballena o pez gigantesco, etc. En la naturaleza profunda y esencial del elemento agua en sí mismo (no mezclado con otros como se da en la realidad horoscópica) no hay diferenciación consciente, no hay conciencia, no hay individualidad.
Sinesio Madrona Rodenas, pág. 142-143
El Desarrollo de la Conciencia
¿Acaso el hecho de que alguien tenga un gran trígono de agua hace de él una persona sensible y afectuosa, capaz de sentir empatía? Creo que tenemos cierta tendencia a suponer que el agua, al ser sensible, implica de un modo automático compasión y empatía, y no es necesariamente así. Hay un montón de personas muy egoístas y destructivas y que son sumamente sensibles, pero su sensibilidad se orienta hacia ellas mismas. Constituyen sistemas emocionales encerrados en sí mismos. Lo consideran todo desde el punto de vista de cómo las hace sentir a ellas.
Otra dimensión de lo que estoy diciendo es que el agua es la función del sentimiento y el aire la función ética, de modo que este último elemento es el que abarca los códigos de la moralidad, la ideología y la ética. El agua es sumamente sensible, pero la sensibilidad, sin la ética, se convierte en manipulación. Con esto no quiero decir que todas las personas de agua sean manipuladoras, sino que a veces si nos encontramos con un gran énfasis en el elemento agua sin que esté desarrollada la función del pensamiento, la medida por la cual se regirá la persona no será el código ético, sino una gran subjetividad, y con frecuencia, lo que estará bien para ella será lo que la haga sentirse bien. Creo que la sensibilidad del agua, combinada con una integridad básica, es capaz de despertar en la persona una auténtica compasión, pero muy a menudo, especialmente cuando se trata de alguien que ha recibido heridas muy profundas, se pierde esa moralidad esencial, y entonces el agua hace que el nativo se convierta en un estafador, capaz de ser enormemente fascinante y seductor porque percibe lo que necesita la otra persona y se lo saca de la manga. Y es muy interesante el hecho de que el aire sin el agua pueda ser frío, pero tener una actitud ética, mientras que el agua sin el aire es sensible, pero puede ser amoral.
Richard Idemon, pág. 98-99
El Hilo mágico
Toda persona, con un Plutón fuerte o con un énfasis en las casas de agua, es potencial recipiente de enorme poder y conocimiento construido sobre un profundo discernimiento del pasado y del mundo interior.
Liz Greene
Del artículo El oráculo u la maldición familiar
EL ELEMENTO DE TIERRA: EL TIPO SENSORIAL
"Solo la tierra, “grave y doliente”, es verdadera. Solo ella es la divinidad."
Albert Camus
El hombre rebelde
Los textos astrológicos describen habitualmente al tipo terrestre como práctico, eficiente, pleno de sentido común, sensual, "realista", bien organizado y afecto al dinero, la seguridad y el status. La descripción es válida para Tauro, Virgo y Capricornio, los tres signos de tierra.
El tipo de tierra tiene todas las virtudes del tipo sensorial de Jung. Se siente cómodo con su cuerpo, se identifica frecuentemente con él, y por lo común es sano, porque puede expresar en forma directa sus deseos físicos. El terrestre tiene también todos los fallos potenciales de la sensación sobreacentuada cuando se combina con la intuición como función inferior, fallos que también encuentran ajustada expresión en las descripciones astrológicas tradicionales de los signos de tierra. Tauro se destaca por el dogmatismo de su estrechez mental, por su posesividad excesiva frente a aquello que considera de su propiedad, y por su tendencia a dejar de lado las experiencias más vitales y más complejas a partir de una actitud de "si no lo veo, no existe". De Virgo, es proverbial que "los árboles no le dejen ver el bosque" y que se pierda en un laberinto de detalles triviales y que no vienen al caso, sin percibir jamás el sentido de sus incesantes esfuerzos ni darse cuenta de que hay personas a quienes les gusta tener cierta dimensión de caos en su vida. Y Capricornio tiene una reputación bastante desagradable de que para él, el fin justifica los medios, y de que adapta su comportamiento a las expectativas sociales adecuadas lo que le permite disfrutar del status que busca sin tener que sacrificar nada de sí para conseguirlo.
Dicho de otra manera, al tiempo que se destaca en la acumulación de hechos, el tipo de tierra no llega a captar la importancia de las conexiones entre los hechos, las relaciones que los vinculan con un significado común; y así como se maneja con facilidad entre las complejidades del mundo de los objetos, es probable que se le escape la significación interior de su propia vida. Otra manera de describir al tipo de tierra es decir que no sabe ser niño, que no sabe jugar. Es viejo desde que es joven, y a menos que pueda liberarse de la noria de lo que él llama realidad, es muy probable que tema la muerte en cuanto arreglo de cuentas final o suma definitiva de su propia vida, cuyo significado subyacente, sin que él sepa cómo se le ha escapado.
Es este un tipo que no puede aceptar nada que no esté respaldado por el testimonio de sus sentidos. Hay tipos terrestres que parecen perros sujetos a un poste por una larga cadena; dan vueltas y más vueltas en torno de él sin poder jamás ir más allá de la longitud determinada por sus eslabones, forjados por su propia insistencia en que los sentidos son el único medio de aprehensión de la realidad.
El tipo terrestre puede ser estupendo como constructor, proveedor, organizador y servidor concienzudo de las necesidades de los seres amados. En este caso, su peor pecado es su falta de visión, que puede sofocar a quienes están próximos a él y aplastar, con su pertinaz insistencia en lo práctico, tanto de su propia creatividad naciente como la de otros.
Tierra, si tiene un grado razonable de satisfacción sexual y una situación que gratifique sus necesidades de estabilidad material, mantendrá generalmente relaciones que enfurecerían a otros tipos. Como su realidad se basa en lo que tiene por delante, el hecho de que su pareja se encuentre físicamente presente significa, para él, que la relación existe. Al mismo tiempo, como se le escapan los matices más sutiles, es frecuente que se le escape también su compañero.
El tipo terrestre procura ver el futuro, pero éste se le presenta ennegrecido por el tizne de sus propias proyecciones inconscientes, de manera que siempre habrá alguien que "le vaya detrás" con mala intención, jamás habrá nada que "funcione" ni nadie será digno de confianza. Tauro es famoso por su horror a perder lo que posee; a Virgo le aterroriza que la intrusión de un inesperado elemento irracional pueda desordenar mínimamente su mundo cuidadosamente ordenado, y Capricornio es bien conocido por su desconfianza hacia los otros que podrían intentar despojarlo de la posición que ocupa.
La tierra siente una magnética atracción hacia el fuego, y es común ver que quienes tienen en su carta natal predominio de la tierra buscan inspiración y sentido dramático en un compañero o compañera de fuego. Tierra tiende a sentir que tiene que andar siempre limpiando detrás de fuego, y éste tiene la sensación de que lo fastidian y lo critican por cosas que para él son minucias sin importancia. Tierra quiere garantías de seguridad para el futuro y fuego ve la vida como un juego en el cual nada es seguro, y el verdadero gozo de vivir reside en enfrentar los cambios con ánimo creativo. Tierra se siente, generalmente, como el que da en cualquier relación, porque expresa su afecto en formas tangibles; Fuego, por su parte, está en general más centrado en sí mismo, y siente que él es el mejor don que puede hacer. Pero entre estos dos tipos opuestos hay una fascinación interminable, porque el fuego busca la estabilidad y la forma de la tierra, que a su vez está ávida del dramatismo y la espontaneidad de la grandiosa visión del fuego.
El tipo sensorial se mantiene en contacto con las cosas, dentro de la realidad dada. Para él, una cosa es cierta cuando es real. Cuando un sensorial no siente una realidad dada y estable, cuando no se encuentra entre cuatro paredes, se pone enfermo; al contrario del intuitivo que, cuando se siente cogido en una situación concreta, sólo piensa en la forma de salir de ella, de huir lo antes posible con objeto de ser de nuevo libre para acoger nuevas posibilidades.
Carl G. Jung, pág. 126
Los Complejos y el Inconsciente
Muy poca tierra o la negación de este elemento puede llevar a tener una imagen distorsionada del cuerpo, a no sentirse cómodo dentro de él, y prestar muy poca atención a las necesidades físicas... Todos necesitamos a la Tierra para mantener nuestros pies en el suelo y permanecer en contacto con el inmutable ciclo natural del crecimiento.
Anna Kruger, pág. 34
La Astrología. Diseños para Vivir
A las personas que no tienen toma de tierra, es fácil que los altos niveles de energía las agoten, la gente que dilapida su poder, que oye sin cesar el parloteo de sus voces planetarias y rara vez conoce el silencio interior.
Tracy Marks, pág. 200
Aspectos Planetarios
Un problema que surge de quienes tienen un elemento dominante de Tierra es éste: jamás sabemos enteramente si están con nosotros porque en realidad se preocupan por nosotros personalmente o porque tienen alguna razón práctica para estar con nosotros.
Stephen Arroyo, pág. 198
Astrología Moderna
Cuando la tierra está débil en una carta, el mundo de la fantasía, el mundo del arte, el mundo de ser especial, siempre parecerá más atractivo como alternativa que el mundo real.
Liz Greene
Significado astrológico del Sol
La tierra es el elemento descendente y el camino a ella es a través de la profundidad.
James Hillman, pág. 205
Arquetipo y Símbolos Colectivos
La preponderancia de la tierra nos dice muchas cosas sobre el individuo, y una de las más importantes es la manera en que ese individuo se protege del dolor y del daño. La tierra, como sin lugar a duda ya saben, tiende a utilizar característicos mecanismos de defensa anal: retención, control de entorno material y control de las emociones.
Liz Greene, pág. 296
Barreras y límites, pág. 37-38
Cuando los signos de tierra se sienten inseguros, tienen a tratar de hacer cosas para los demás, para volverse indispensables, de modo que puedan ganarse su amor, confianza y su estima.
Liz Greene
Urano en la carta natal, pág. 278
La falta de tierra parece sugerir la predisposición a cierta adaptación desequilibrada a la vida. En estas personas, suelen ser muy fuertes la intuición, la imaginación y el espíritu, en tanto que con frecuencia la función sensorial -es decir, la relación con la realidad material- es débil e indiferenciada.
Liz Greene
Cuando el elemento Tierra es débil en la carta, el mundo de la fantasía, del arte, del sentimiento de ser especial puede parecer siempre más atractivo como alternativa al mundo real. Esto no es el resultado de la presión familiar. Todas las cartas presentan algún que otro desequilibrio; y tu falta de Tierra ha contribuido, sin duda, a la facilidad con que accedes a tu visión interior y dones imaginativos. Es mucho más fácil para ti vivir en un mundo mítico que aceptar las limitaciones de la vida real —no sólo las de los demás, sino las propias—.
Liz Greene
El carro de Apolo, El significado del Sol astrológico, página 261
EL ELEMENTO DE FUEGO: EL TIPO INTUITIVO
“Sólo creo en el fuego. Vida Fuego. Estando yo misma en llamas enciendo a otros. Jamás muerte. Fuego y vida.”
Anaïs Nin
"Transformación de la voluntad. Que sea inspirada con llamas."
Rainer Maria Rilke
"Tomad fuego... en donde el mismo Dios arde con el amor divino. Es el más precioso de los fuegos que Dios ha creado en la tierra, y tiene mil virtudes... Tiene la virtud purificador del purgatorio, y todo es mejorado por ella... El fuego debería poder arreglar y clarificar a Mercurio, y purificarlo de toda grosería e impureza. Los sabios lo llaman el fuego vivo, porque Dios lo ha dotado con su propia fuerza vitalizadora y divina... este fuego une tres cosas, que son el cuerpo, el espíritu y el alma."
Texto alquímico, La gloria del mundo
tomado del libro de Ralph Meztner, Las grandes metáforas de la tradición sagrada, página 126
La manipulación del fuego y de ciertas sustancias permite, pues, no sólo transmutar los elementos, sino también transformar al propio experimentador. Éste, bajo la influencia de fuerzas emitidas por el crisol (es decir, radiaciones emitidas por núcleos que sufren cambios de estructura), entra en otro estado. Se operan mutaciones en él. Su vida se prolonga, su inteligencia y sus percepciones alcanzan un nivel superior. La existencia de tales «mutandos» es uno de los fundamentos de la tradición de la Rosacruz. El alquimista pasa a otro estado del ser. Se encuentra izado a otro estado de conciencia. Sólo él se siente despierto, y tiene la impresión de que todos los demás hombres siguen durmiendo. Escapa a lo humano ordinario, como Mallory en la cima del Everest, y desaparece, después de haber tenido su minuto de verdad. «La piedra filosofal representa, así, el primer peldaño que puede ayudar al hombre a elevarse hacia el Absoluto.» Más allá, comienza el misterio. Más acá, no hay misterio, no hay esoterismo, no hay más sombras que las que proyectan nuestros deseos y, sobre todo, nuestro orgullo. Pero como es más fácil contentarse con ideas y palabras que hacer algo con las manos, con dolor y con fatiga, en el silencio y en la soledad, también es más cómodo buscar un refugio en el pensamiento llamado «puro» que luchar cuerpo a cuerpo contra el peso y las tinieblas de la materia. La alquimia prohíbe a sus discípulos toda evasión de este género. Los deja frente a frente con el gran enigma… Nos asegura solamente que, si luchamos hasta el fin para desprendernos de la ignorancia, la misma verdad luchará por nosotros y vencerá finalmente a todas las cosas. Entonces comenzará tal vez la verdadera metafísica.
Tomado del libro de Louis Pauwels y
Jacques Bergier, El retorno de los brujos, página 139
Los signos de fuego -Aries, Leo y Sagitario- comparten una vitalidad y una espontaneidad que los tipos más pacíficos les envidian con frecuencia y que en ocasiones les molesta. Son niños de corazón, y se inclinan a vivir en un mundo de fantasía donde las personas son en realidad caballeros que montan un corcel blanco, o princesas aprisionadas en castillos, o dragones que hay que enfrentar para darles muerte. El comportamiento del tipo de fuego suele ser exagerado, pero es injusto acusarlo de que lo hace por puro gusto de montar un espectáculo; generalmente, este nativo conoce perfectamente su propensión a exagerar y dramatizar, y su amor por el color, pero todo eso lo hace más para sí mismo que para los otros, y para él es más importante tener una vivencia dramática de la vida que aceptar el mundo manifiestamente opaco, y a veces amenazador, que los tipos más pragmáticos le instan a reconocer como real.
En la astrología tradicional se considera que el tipo de fuego es un tanto insensible y egocéntrico, e indudablemente, así lo parece cuando se trata de los detalles prácticos de la vida. Al fuego le interesa el futuro y su potencial inagotable. Para él, el pasado es como una novela que él no escribió, y el presente una serie de puertas que pueden conducirlo a cualquier parte, y hay que ir abriendo una por una.
Es una persona que tiene el don de percibir las corrientes profundas que condicionan una situación, y de llegar a una conclusión en un nivel completamente inconsciente, de modo que súbitamente tiene una "corazonada" que, aunque con frecuencia choque con la evidencia de los sentidos, es de una precisión infalible. Parece que el tipo de fuego tuviera una confianza excepcional en la "suerte", pero se trata más bien de una convicción innata de que "algo" -el inconsciente- le dará en última instancia una solución que lo sacará de sus dificultades y lo pondrá en camino hacia un futuro de color de rosa. Todos los signos de fuego comparten una confianza infantil e irreprimible en la generosidad sin límites del destino; y es muy probable que aquel a quien le falte este elemento se quede mirando pasmado la forma en que el fuego juega y dilapida el dinero, el tiempo, la emoción, la energía y, en ocasiones, la gente. Para él todo es un gran juego, cuyo objetivo no es ganar, sino el estilo con que se juega.
Junto a esas virtudes poco comunes, el tipo de fuego tiene también algunos vicios bastante notables, que se expresan bien en los atributos tradicionales de los signos de fuego, Aries tiene la reputación de un malhumorado individualismo, al que se une una tendencia quijotesca a arremeter contra molinos de viento cuando el resto del mundo quiere un poco de paz y tranquilidad; a Leo se lo conoce por su egocentrismo, abrumador en ocasiones, y por el tácito presupuesto de que, como él es el hijo de los dioses, nadie más puede serlo también; y Sagitario se distingue por su irresponsabilidad con las promesas, su horror de la rutina y su tendencia a la exageración y a la frivolidad.
El tipo de fuego es sumamente propenso a lo que nos complacemos en llamar problemas sexuales, aunque no sean tanto problemas como la expresión de su propia incapacidad (y la de los demás) para entender sus necesidades. Para fuego, es frecuente que lo sexual signifique algo diferente de un mero acto físico. En realidad, suele suceder que para el tipo fuego los elementos de expectativa y anticipación y las fantasías románticas y eróticas sean mucho más importantes que el acto físico como tal. Esta característica se convierte en un problema cuando se trata de un tipo extremo que ya no es capaz de relacionarse más que mediante la fantasía.
El tipo de fuego está más expuesto que nadie a las pasiones físicas súbitas, que él llama amor y que le llevan a cortar brutalmente relaciones ya existentes, para correr en pos del objeto deseado. Este guión lamentable concluye, con frecuencia, con el triste descubrimiento de que "de noche todos los gatos son pardos", y de que el nuevo objeto amoroso no es más satisfactorio que el anterior.
El corazón de Fuego es fiel, pero es fiel más bien a un ideal que a un individuo y a menos que pueda establecer cierto contacto con la realidad de los sentidos, este tipo estará condenado a perder su confianza infantil en el "vivieron felices por siempre jamás". El resultado será una sucesión de relaciones rotas y el sentimiento de no haber conseguido concretar nada permanente en su vida. Si no quiere que sus experiencias sean "como un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, y que no signifique nada", Fuego debe aprender a entender su lado oscuro, para así poder anclar sus visiones y construir algo de valor en el mundo. Sus sueños son necesarios para el mundo, pero para comunicarlos tiene que ajustarse en alguna medida a los términos del mundo.
El tipo intuitivo, en fondo, no ve las cosas; no percibe más que su atmósfera; mira más allá del objeto, no se preocupa de observarlo, constituyendo para él un dato sin mucha importancia. Lo que está curioso de conocer es el clima de las cosas, su origen y su destino. Por eso se fija en su conjunto, buscando aclaraciones sobre su naturaleza particular y sobre su vida específica, sobre la forma en que este conjunto se desliza en la corriente de los acontecimientos, en la trama del devenir.
Carl G. Jung, pág112
Los Complejos y el Inconsciente
El tipo intuitivo se siente siempre importunado por lo real; faltándole el sentido de lo real, se encuentra la mayoría de las veces en las antípodas de las posibilidades concretas de la vida. Es el hombre que siembra un campo y que, antes de que el grano esté maduro, se va a otro; abandona tras de sí los campos trabajados, corriendo siempre tras nuevas esperanzas, dejando así escapar las cosechas de la Vida.
Carl G. Jung, pág 125
Los Complejos y el Inconsciente
(Sobre la Intuición): Debemos estar reconocidos al cielo por poseer una función que proporciona cierta luz sobre lo que está "más allá de las cosas".
Carl G. Jung, pág 135
Los Complejos y el Inconsciente
Para un intuitivo lo real es precisamente lo que no es, lo que deben a ser.
Si tenernos demasiado marcado los signos de fuego corremos el riesgo de quemarnos, dejando atrás un rastro de destrucción como resultado de nuestros atrevidos y o despreocupados impulsos. El tener muy poco fuego se manifiesta en cambio por la falta de entusiasmo y de confianza en uno mismo, el bloqueo de la energía y una actitud un tanto pesimista. El fuego aporta confianza, energía y una actitud positiva'.
Anna Kruger, pág. 35
La Astrología. Diseños para Vivir
Para los signos de fuego, el autoengrandecimiento es una defensa contra el hecho de sentirse como un ser humano común y corriente.
Howard Sasportas, pág. 296
Los Planetas Interiores
A todos los signos de Fuego les gusta la especulación, pero es importante que aprendan a discernir entre una empresa con posibilidades y un mero espejismo.
Howard Sasportas/Robert G. Walker
Guía astrológica de las Profesiones
El fuego es un elemento emocional y, por lo tanto, predomina en él lo instintivo y no racional. En este sentido las motivaciones actitudes, expresiones, conductas de las personas de fuego son mayormente inconscientes, intuitivas, instintivas, impulsivas, vitales, etc., y con frecuencia no -en dar una razón lógica de su proceder y ni siquiera lo intentan. En otro sentido estas mismas cualidades y características del fuego representan una vida vivida, buscada y experimentada conscientemente. Un poco de autoconocimiento a través de la experiencia, de búsqueda de los propios fines, de prueba de nuestras capacidades y de asimilación de todo lo que mediante esta vida vivida aprendemos.
Sinesio Madrona Rodenas, pág. 143
El Desarrollo de la Conciencia
El fuego realiza en el ámbito vivencial cosas que el agua espera que le den hechas. El aire realiza en el ámbito de la conciencia cosas que la tierra espera de fuera. No obstante la conciencia o vinculación profunda del agua o la tierra es necesaria para llevar a cabo los propósitos del fuego y del aire. Es decir, puede que la persona que se encuentra en el nivel de conciencia de tierra crea que la energía que está movilizando cuando pide un "milagro" provenga de una fuerza externa que llama "Dios", y la persona que se encuentra en el nivel de conciencia de aire sabrá que el que moviliza esa energía es, al fin y al cabo, él mismo (el "tu fe te ha salvado" de Cristo); pero en última instancia es importante darse cuenta de que la energía se está movilizando independientemente de la conciencia y la explicación que el sujeto sea capaz de darle a la misma.
Sinesio Madrona Rodenas, pág. 147
El Desarrollo de la Conciencia
Hay una danza de la vida que las personas de Fuego sienten de sí mismas, y que es la que ellas quieren que todos los demás sientan y compartan. Es como si nos dijeran: "¡Vamos! ¡Vive! ¡Ven conmigo únete a mi fantasía, fúndete con mi entusiasmo, y participa de algo grande! Únete a mi gran sueno. Jamás me tendrás, a menos que te unas con mi salvaje visión y su magia"... Las personas de Fuego no se extienden hacia nosotros; nosotros tenemos que adaptarnos a ellas.
Liz Greene/Stephen Arroyo, pág. 201
Astrología Moderna
Por su naturaleza, el Fuego agrede y, puesto que es luz y calor, no puede esconderse. Las personas en quienes se destaca el elemento Fuego, en su mayoría se tienen mucha confianza y, con frecuencia, más bien se rebelan contra la autoridad. Creen saberlo todo. Su alegría suele ser burbujeante, les encanta la vida social y las experiencias de toda índole las complacen muchísimo. En cambio, pueden sentirse dispuestas a dar rienda suelta a una ira y un rencor concentrados cuando les imponen cualquier tipo de restricción. En estas circunstancias, su Fuego interior puede brotar con fiereza y destructividad.
Joan Hodgson, pág. 90
Astrología, La ciencia oculta
El elemento fuego, igual que los aspectos fuertes de Júpiter, pueden reflejar la sensación irrefrenable de que algo mejor y más interesante nos espera a la vuelta de la esquina.
Liz Greene
Barreras y límites, pág. 294
Una carta donde falte el elemento fuego, puede sugerirnos que a la persona se le dificulta tener confianza en la inspiración del Sol y se puede ver a sí misma como alguien para nada creativo o destinado a servir a aquellos que sí lo son. Esto genera un conflicto interno y que podría ser evitado si detectamos y vemos en la carta ese deseos exigentes de seguridad o esa extrema dependencia del pensamiento ajeno. Un niño con semejante balance en su carta, nacido en el seno de una familia que le diera mucha importancia a la responsabilidad hacia los otros, puede rápidamente adoptar ese rol de guardián y experimentar temor de su propia expresión, entendiendo a la misma como un instrumento de soledad y enajenación de la familia.
Liz Greene
Del artículo, "El dios Sol y el Sol astrológico"
Revista Appollon, octubre 1998
El fuego no tiende a disfrutar de la vida corriente de cualquier manera.
Liz Greene
Significado astrológico del Sol
La creencia no es una característica de los signos de fuego. Sagitario no cree en las cosas. Él sabe. La Tierra cree. El fuego sabe intuitivamente.
Liz Greene
Significado astrológico del Sol
Dado que el Sol es por naturaleza ardiente, una carta en la que hay poco o nada de Fuego es una carta en la que al Sol le costará brillar.
Liz Greene
El carro de Apolo, El significado del Sol astrológico, página 334
La creencia no es un rasgo característico de los signos de Fuego. Los Sagitarios no creen en algo. Saben cosas. La Tierra cree. El Fuego sabe intuitivamente.
Liz Greene
El carro de Apolo, El significado del Sol astrológico, página 100
APROXIMACIÓN TERAPÉUTICA PARA LOS PACIENTES CON DEFICIENCIA DE FUEGO
Cuando hay algún trastorno en la región del estómago e intestinos, incluso la comida más ligera no puede ser digerida ni desechada. Estas sustancias que no se fragmentan, se vuelven ácidas y venenosas.
En el horóscopo, el Fuego, se muestra por la posición de los planetas, especialmente por los más luminosos, en los signos de Fuego y por la fuerza del Sol y Marte. En casos especiales, Júpiter se presenta como abrasador, pero solamente cuando no está afligido por la Luna, Venus o Neptuno, ni tampoco está dominado por Saturno y Plutón, siendo preferiblemente apoyado por algún otro, como el Sol o Marte. En bastantes horóscopos, los signos de Fuego carecen de emplazamiento adecuado; algunas veces Plutón en Leo (o Neptuno para generaciones anteriores) es el único planeta en signo de Fuego. Una carencia notable de Fuego puede ser mitigada por el Sol y la Luna cuando se unen a Marte, pero a menudo, esto tampoco incrementa el Fuego. En estos casos, debe tenerse en cuenta que la persona carece realmente de una personalidad fuerte y hay que tratarla en el ámbito fisiológico.
A veces, el caso no está demasiado claro. Por ejemplo, tengo tres clientes nacidos en agosto de 1944 con tres o más planetas en Leo, y otros cuatro nacidos en agosto de 1952 con cuatro o más planetas en Leo. A excepción de una persona, los demás tienen una constitución típica de Aire. La razón de ello se discutirá más ampliamente en otro artículo, por ahora basta decir que Plutón es rigurosamente anti-Fuego y tiende a anular mucha fuerza de Leo. Tenemos otra "cosecha de nacimientos" de personas nacidas en 1948 con la conjunción de Marte, Saturno y Plutón en Leo (algunas veces, los tres planetas retrógrados) y Júpiter en Sagitario. No obstante, ninguno de mis clientes con este stellium en Leo son fogosos, ni siquiera aquellos que nacieron con el Sol en Aries.
Para ser completamente claros, debe decirse que ninguna de las personas mencionadas tiene la Luna en signo de Fuego. Debemos tener en cuenta dos puntos: la Luna es un indicador que sobrepasa el tipo constitucional, y el Fuego es el elemento más fácil de anular. Este hecho es tan importante, que deben decirse unas palabras sobre la vulnerabilidad del Fuego. En el contexto de un tipo elemental, lo más relevante es que el Fuego está dispuesto a luchar, a defenderse o a retirarse. Tiene muy poca capacidad para comprometerse y casi no se puede confiar en su habilidad para resolver diferencias de una forma amistosa. A un nivel muy profundo, el Fuego cree que las diferencias son peligrosas y hay que separarlas. Por ello, el Fuego sólo se siente libre para manifestar sus vías de expresión cuando hay un acuerdo, preferiblemente sobre proyectos de intercambio mutuo. Así, cuando trata con "otro" Fuego, se crea un peligro en potencia, son como dos ejércitos enfrentándose o dos doctrinas religiosas dirigiendo cruzadas una contra la otra. En tales situaciones, está claro que los tipos de fuego necesitan una vía libre para actuar fogosamente. No obstante, cuando el flujo de Fuego se enfrenta a otra energía, se siente amenazado y a menudo derrotado antes de tomar una posición firme.
Esto es cierto en las relaciones personales así como en situaciones que requieren energía. El viento puede apagar el Fuego, el agua extinguirlo, y la tierra sofocarlo. Así, es muy posible tener una considerable distribución de planetas en los signos de Fuego y sin embargo no ser realmente energético. El significado de esto es que, además de la facilidad pera diagnosticar los horóscopos con deficiencia de Fuego, hace falta reconocer cuándo éste es aniquilado por otros planetas Y, por consiguiente, el individuo carece de este potencial.
Estos casos son quizá más fáciles de tratar que aquellos en que la energía del Fuego es demasiado ajena y el cliente se siente incómodo para colaborar. A pesar de esto, el Fuego depresivo manifestará algunos de los síntomas del Fuego disminuido.
El Fuego reprimido puede ser ligeramente diferente al Fuego aniquilado aunque se pueden considerar que ambos están bloqueados en cierto grado.
La supresión de los instintos del Fuego se debe normalmente a la superioridad de otros planetas o energías, como por ejemplo, un excedente de uno de los elementos o por la inmensa fuerza de Plutón. La represión del Fuego se muestra en el horóscopo por la posición de Marte en la Casa XII, Marte en conjunción o cuadratura a Saturno, o Marte en un signo de Agua. Algunas veces, el Sol puede ser más restrictivo que Marte, en cuyo caso presentan características similares en un horóscopo. Por ejemplo, el Sol en la casa XII, etc.
Para que la represión sea realmente importante, deberán sumarse otros factores reforzando tendencias similares, por ejemplo, poco Fuego inherente, un énfasis excesivo de otro elemento, especialmente el Agua, o quizá, alguna ligera conexión lunar con el Fuego. Por ejemplo, una astróloga me escribió que no podía ser débil en Fuego porque tenía su Plutón en Leo y dos planetas en Sagitario. Su condición médica indicaba claramente que era débil en Fuego y el horóscopo revelaba que su Luna en Cáncer no aspectaba al Sol o Marte. Por lo tanto, ella no tiene instintos de Fuego aunque sin duda utiliza positivamente este elemento para fines intelectuales, canalizándolo a través de Marte.
Otra persona no tenía planetas en los signos de Fuego, y su Marte y su Sol se hallaban en signos de Agua. En este caso, ella percibía Fuego en los demás, aunque sentía que no estaba cómoda, y nunca se reconoció con instintos de apasionamiento ni tampoco presentó tales señales, ni siquiera una represión.
No es difícil determinar cuándo una persona tiene o no Fuego, pero debería recordarse que el Fuego se vence fácilmente y que su deficiencia da generalmente un exceso en uno de los otros elementos, normalmente Agua o Aire, a menudo ambos, y algunas veces también de Tierra. Incluso si el Fuego conservara su posición y fuera estimulado pera actuar, la persona tomaría muy poco Fuego y no mostraría señales de exceso. Sin embargo se puede concebir a alguien con una represión, y que pudiera volverse apasionado; si esto se agravara, podría ser tratado como un exceso, según las reglas que se dan para estos casos. Claro está que hay terapias que armonizan el Fuego sin llegar a los extremos de insuficiencia o de agravación.
Para concluir la sección del diagnóstico, necesitaremos algunas salidas adicionales. Primero de todo, como ya se ha dicho, el Fuego es vulnerable. No solamente es fácil de extinguir sino que se agota cuando se le exige demasiado. La polución ambiental (aire, agua y tierra) exige mucho del elemento Fuego, que debe purificar y desintoxicar el cuerpo de lluvia ácida, humo, elementos químicos en la comida y el agua; los virus y bacterias que están continuamente presentes, pero mucho más cuando las personas viven juntos en lugares estrechos sin demasiado aire fresco ni luz vivificadora del Sol. Es imposible conocer los efectos que produce la alta tecnología sobre el estrés, pero probablemente ello afecta más al elemento Aire que al elemento Fuego. Como hemos visto, un exceso de Aire, causado por las líneas de alta tensión, radiación, bombardeos, etc., ayuda a extinguir el Fuego. Los sanadores orientales han observado que muchos occidentales tienen una deficiencia drástica de Fuego. Ello se debe al medio ambiente, y a los factores del estilo de vida, así como a los condicionamientos culturales.
Desde el punto de vista sociológico hay una tendencia importante. Las características temperamentales asociadas con el Fuego, probablemente no estuvieron en boga hasta las Cruzadas. Si los símbolos del Fuego no son estimulados, éste puede refugiarse en lo profundo de la psique. Por ejemplo, viviendo materialmente una aventura arriesgada. Es más seguro quedarse en línea que ser intrépido. No obstante el área principal para la manifestación del Fuego es a través de los deportes, que son cada vez más competitivos y que se están comercializando, al igual que los negocios. En otras palabras, el tipo de Fuego expresado por un atleta griego o por un caballero que se entrena para la esgrima o para un torneo es casi inexistente, y con la desaparición de tales actividades deportivas, así como sus formas de caballerosidad y nobleza expresadas por los aristócratas en tiempos anteriores, tampoco ha prevalecido. Estas cualidades han sido reemplazadas quizá por una falta de humanitarismo. Aunque son más bien aéreas que fogosas. Por lo tanto, hay menos campo para ser intrépido que cuando los valores de fogosidad se tenían en más estima.
Otra de las características interesantes del Fuego, es que llena un vacío. Los tipos fogosos solucionan problemas; utilizan sus energías para solucionar crisis y limpiar lo ya extinto. En resumen, es conveniente buscar en el horóscopo, probables indicaciones de Fuego débil. Claro que si la carta muestra poco Fuego o confirma la carencia del mismo, y además hay factores adicionales que afectan al flujo de este elemento, el astrólogo debe buscar referencias en la historia personal del cliente y en la época en que vive.
SÍNTOMAS CLÍNICOS POR DEFICIENCIA DE FUEGO
La vasta mayoría de la gente tiene deficiencia de Fuego. El elemento Fuego imparte la habilidad para mantener una visión de lo que la vida es en su conjunto. Cuando el Fuego, elemento por excelencia de lo individual, es bajo, la gente carece de un sentido claro de identidad y no tiene un sentido real de la dirección, aunque a menudo muestren estabilidad y perseverancia, con lo que pueden fingir superficialmente determinación y visión. Por ejemplo, un individuo puede tener proyectos concretos pero muy poca claridad sobre su destino o de la forma cómo puede enlazarlas con lo que está haciendo, exceptuando, por ejemplo, que el trabajo es necesario para el soporte familiar. Tales personas normalmente desconfían del Fuego, así como de poder hallar una respuesta en el universo o a través de otro individuo. "Otros "sofocan" sus Fuegos; en tales casos, el Fuego es reprimido y puede ser activado, paro se precisa habilidad para llevar delante este resurgir cuando la persona es capaz de hacer juicios de tipo social, con la virtud de no mostrar emociones negativas, tales como la ira, el resentimiento o incluso una indignación justa. No parece positivo el permitir que alguien sepa que tiene una reserva de ira y hostilidad escondida en alguna parte secreta pues prueba ser perjudicial para el individuo con respecto a su Fuego vital. Resulta algo difícil trabajar con estas personas, paro hay terapias válidas destinadas a reducir la tensión del Fuego reprimido. Para tales procesos una ayuda psicológica es bastante más rara que una llamada telefónica.
En el ámbito físico, todo el sistema digestivo está afectado por el Fuego débil. Es completamente imposible tener una buena digestión o una buena evacuación si el Fuego es débil. Ninguna visión será perfecta. Normalmente, el Fuego bajo se manifiesta por miopía y posteriormente como cataratas o glaucoma.
El hígado, que está asociado indirectamente con la visión y la desintoxicación de las células rojas, los hematíes, el azúcar de la sangre, etc., actúa especialmente por debajo de sus posibilidades cuando el Fuego es bajo. Por lo tanto, habrá una tendencia a mayor toxicidad, a infecciones y congestiones. Semejantes problemas, van creciendo de una forma gradual, y contribuyen a unas condiciones crónicas, que no sólo son extremadamente insanas, sino que van disminuyendo la capacidad para vivir plena y felizmente. Otro punto importante es que sin Fuego no hay alegría. Aunque a uno no le agrade el temperamento bullicioso o revoltoso, el Fuego resulta más entusiasta y divertido y, sin el mismo, la vida puede parecer muy saludable y sana pero no será realmente feliz. El Fuego está íntimamente asociado con el espíritu y la viveza, que dan sentido a la esperanza y contenido a la alegría de vivir.
El plexo solar es el asiento más importante del Fuego en el cuerpo. Todos los órganos en la región abdominal son así afectados por la fogosidad o su carencia. Por lo tanto, además del hígado, la vesícula biliar, el páncreas, el estómago, y en menor medida el bazo, son afectados por un Fuego débil.
Parece completamente cierto que el Fuego está relacionado con la producción de insulina así como con la pancreática, el ácido clorhídrico, la bilis, y la temperatura corporal. Cuando el Fuego es bajo, la digestión es lenta. La comida puede permanecer en el estómago y en el tracto intestinal demasiado tiempo, empezando a fermentar, produciendo gases nocivos, y quizás causando ulceraciones debidas al alcohol, que se forman por una digestión inadecuada de los azucares, La lista de síntomas asociados a este respecto con el Fuego débil es tremenda: hinchazones, flatulencias, dolores de cabeza, vértigos, mareos, miopías o visión borrosa, ataques de dolor (debido al gas en los tejidos), espasmos en los músculos y en las partes bajas del intestino, convulsiones, agarrotamientos e incluso parálisis. Estos son síntomas de exceso de Aire; pero también es posible que el efecto predominante de una debilidad funcional del elemento Fuego provoque un aumento de la actividad en los elementos de Agua y/o de Tierra. Es claramente posible que los otros tres elementos se eleven cuando el Fuego es débil.
Las personas con Fuego débil padecerán muchas facetas físicas propias de una disfunción hepática: piel manchada, ausencia de color (anemia). También mostrarán poca defensa a las infecciones, resfriados, enfriamientos y toxicidad; sus músculos serán débiles y flácidos, su fuerza física mínima y carecerán de agudeza. El Fuego es muy brillante y está alerta, siempre a punto para reaccionar a responder, pero cuando es débil, la integración de las impresiones está por debajo de lo normal, incluso aunque los gestos y todo lo demás parezcan apropiados.
Probablemente, la función hepática es la que tiene más conexión con el Fuego débil, pero el azúcar, de la sangre y la nutrición son inseparables de las funciones hepáticas. Aunque raramente se asocien con problemas tales como, congestión, mucosidad, cistitis, tumores o cálculos, menorreas, endurecimiento arterial, etc., estas condiciones son el resultado de un metabolismo deficiente prolongado y, de hecho, son las manifestaciones propias de un Fuego débil crónico.
Algo oscuro -pero interesante- de la función hepática es la disposición del exceso de hormonas sexuales opuestas. Cada persona produce una cantidad de hormonas contrasexuales, pero cuando hay demasiadas de las mismas, el hígado debe regular su equilibrio. Así, si una persona desarrolla unas características pronunciadas del sexo opuesto, es posible que su hígado no funcione como debe, y una terapia adecuada para el hígado resolverá las molestias que producen tales desequilibrios.
Otro efecto a largo plazo de una pobre digestión es que los alimentos no acaban de convertirse en productos útiles y de deshecho. Los ácidos grasos sin metabolizar que quedan después de la digestión congestionan los órganos vitales y a través de la corriente sanguínea se depositan en las paredes de los vasos sanguíneos. Eventualmente, estos resultados producen un estrechamiento del paso en las arterias D que precisan de un aumento en la presión sanguínea para que la sangre pueda fluir libremente por las zonas restringidas y nutrir los tejidos del cuerpo. Como se sabe, la hipertensión es un problema muy común que causa la muerte prematura.
Al riesgo de una presión alta, de tumores y bloqueos, hay que añadir que las personas con el Fuego débil suelen sentirse malhumoradas. El Fuego es el elemento de la transformación y cuando es débil, el alimento no se transforma de una manera eficiente en los nutrientes esenciales. Una digestión pobre causa tantas enfermedades que uno no sabe cómo enumerarlas. Aunque se tomen los alimentos adecuados, la absorción puede ser tan pobre que incluso las vitaminas esenciales y los minerales pasan a través de todo el intestino sin haber sido absorbidas. Así, la tiroides será deficiente en yodo, la sangre no tendrá el equilibrio electrolítico apropiado, etcétera. Cuando persisten tales condiciones, el cuerpo químico se desmorona, el sistema endocrino deja de funcionar normalmente, y el cuerpo empieza a fagocitarse a sí mismo para obtener el calcio y otros nutrientes que necesita. En estos casos, habrá un deterioro de los huesos y de las uñas.
El Fuego significa inmunidad deficiente y toxicidad alta, ya que es necesario para la desintoxicación del hígado y la circulación de la sangre. Ello significa que las personas con Fuego débil tendrán poca resistencia y padecerán muchas infecciones. El peligro de una digestión perezosa no puede ser desestimado. Cuando una sustancia malsana se halla retenida en el cuerpo por demasiado tiempo, no sólo en los órganos de eliminación, (incluyendo el colón, y también la piel, las fosas nasales y el sistema linfático) se hallan obstruidas sino que la corriente sanguínea se poluciona. Los tejidos no pueden renovarse libremente al carecer de substancias nutrientes sanas; por ello, cuando preexisten muchos condicionantes tóxicos sin que sean detectados durante años, son una fuente segura de enfermedad Vale la pena señalar que, mientras las condiciones de exceso de Fuego suelen manifestarse como problemas agudos, el Fuego débil es insidioso y da resultados más profundos, con problemas crónicos. Además, los desequilibrios señalados no se corrigen quirúrgicamente, como extirpando tumores, cálculos o quistes, sino a través de los verdaderos esfuerzos que facilita el propio metabolismo.
La fatiga es otra consecuencia del Fuego débil: cuando los niveles de azúcar de la sangre son demasiado altos o bajos, hay una interferencia de la energía que fluye. Las personas hipoglucémicas (exceso de Aire) no tienen suficiente vigor mientras que los diabéticos (exceso de Agua) se cansan fácilmente y tienen escasos poderes de recuperación, incluso cuando su aparente poder de resistencia parece superior a la que tienen los hipoglucémicos.
Los saltos en el nivel de colesterol y la química del azúcar de la sangre afecta a la claridad mental y al sentido del futuro. El Fuego se asocia con la visión no sólo referida a la vista sino con la capacidad para proyectar y seguir adelante. Las personas con un Fuego débil carecen del sentido para saber hacia dónde se dirigen y cómo conseguir sus objetivos. Si tuvieran un proyecto, seguramente serán capaces de escoger el camino adecuado para alcanzar sus metas, pero cuando el Fuego es débil, el proyecto puede permanecer evasivo y la persona siente que se abastece de las solicitudes y necesidades de otros, por ejemplo, una parte de su identidad está sumergida en el ser de otra persona, siendo ésta una manifestación de poca salud. En esencia, una carencia de Fuego implica una falta de seguridad y de confianza y, probablemente, de un humor muy oscilante. Tales personas a menudo se sienten indefensas y estos sentimientos se acrecientan en la medida que el Fuego disminuye.
RESUMEN
Para usar un lenguaje psicológico, los síntomas que presenta una persona con Fuego débil serán: languidez, desánimo, apatía, depresión, poca estima de sí mismo, y un nivel bajo de comprensión de las situaciones vitales y de sus consecuencias. Por extensión, bastantes de estos síntomas pueden ser reducidos en intensidad por estimulación del nivel físico. Si tales personas tomaran alimentos con especias y renunciaran a los dulces y otras comidas que forman mucosidades, si tomaran algo que les facilitara la asimilación de suplementos como el hierro (cuando Marte es débil, implica que hay necesidad de hierro para transportar el oxígeno en la sangre; también interesa saber que los álcalis, sustancias amargas que producen aire, inhiben la absorción del hierro), se sentirían mucho mejor.
Dra. Ingrid Naiman, artículo publicado en la revista Mercurio-3, nº 1, pág. 18 a 24
Las descripciones que aquí se han dado de los cuatro tipos tienen una intención caricaturesca, y han sido deliberadamente exageradas; será raro que alguien se encuentre con ellas en la vida real, porque ningún individuo está totalmente compuesto por un solo elemento o por una única función psicológica. Es menester recordar que todos poseemos las cuatro; pero que habrá inevitablemente un equilibrio en menos y una de las funciones estará mucho más desarrollada y cultivada, a tanto que otra se mantendrá relativamente debilitada. También será bueno recordar que, hacia los treinta años, la mayoría de nosotros habremos cultivado en una medida razonable por lo menos dos de estas funciones de la conciencia, una de ellas la "superior" y la otra la "auxiliar"; la segunda respalda y enriquece a la primera, de manera de ampliar nuestra visión; si el pensamiento, por ejemplo, es el modo principal de relacionarse con la vida, su respaldo será ya sea la sensación o la intuición, pero nunca el sentimiento. Es frecuente que la carta natal dé una clara inferencia de esta pauta de desarrollo a través del predominio relativo de un segundo elemento. Así, podemos hablar de cartas aire-fuego, que nos dan un pensador intuitivo; de cartas aire-tierra, que describen a un pensador empírico; de temas fuego-agua, que expresan el sentimiento intuitivo, y de otros tierra-agua, que retratan un sentimiento sensorial.
En ocasiones, una carta natal mostrará un predominio de dos elementos que implican un equilibrio parejo de dos funciones opuestas, como pueden ser aire-agua o fuego-tierra. Esto apunta casi siempre a una gran tensión dentro del individuo, pues lo más probable es que uno de los extremos de este par de opuestos tienda a expresarse como función dominante, y el otro como función inferior.
Siempre nos sentimos atraídos inconscientemente hacia aquello de lo cual carecemos, y estos cuatro temperamentos se ven inexorablemente atraídos hacia sus opuestos, porque este tipo de relaciones ofrecen una oportunidad de alcanzar una mayor integración interior. En esta clase de relaciones hay casi siempre un alto grado de proyección, y los problemas comienzan cuando cada uno de los individuos procura remodelar a su pareja. Lo que en realidad intenta es remodelarse a sí mismo, lo cual es bastante posible, siempre y cuando pueda entender el significado de sus continuas criticas. Fuego puede aprender a convivir con su pareja de tierra, y a aprender de ella, sólo si está dispuesto a vivenciar plenamente sus sentidos y reconocer su importancia; Tierra sólo puede aceptar a su compañero de fuego y aprender de él cuando se ha enfrentado con su propia y profunda necesidad de liberarse de ataduras y ha reconocido que la visión es tan importante como la forma en que ésta se aloja. Agua puede aprender a relacionarse con el nativo de aire cuando entiende que no todo en la vida se puede evaluar mediante sus propias respuestas sentimentales; y Aire es capaz de empezar a entender a los de signo de agua cuando reconoce sus propias necesidades intimas y admite que las relaciones humanas son, en cuanto campo de la experiencia humana, tan válidas como el mundo de las ideas.
Estas funciones están dotadas cada una de energía específica; les es inherente una tensión energética que preside su actividad; existe, evidentemente, un gran margen de variaciones individuales. El caso ideal seria aquel en que las cuatro funciones estuvieran dotadas de los mismos recursos energéticos; se ejercerían entonces las cuatro en igual proporción. Grados de actividad muy diferentes en ellas pueden ser el origen de perturbaciones. Así, no debemos ni podemos contentarnos con constatar simplemente que una cosa existe (tipo sensorial); nos es preciso también enterarnos de lo que es (tipo pensante), sentir el valor que tiene para nosotros (tipo sentimental), olfatear, inducir de dónde procede y hacia qué tiende (tipo intuitivo) Si una de estas funciones no es empleada, se desarrolla y se pierde en el inconsciente; provoca entonces una activación poco natural en éste, pues la evolución humana ha llegado a un estadio en el que estas funciones pueden y deben ejercerse en la conciencia. En la mayoría de las personas, una de las funciones es ejercida, desarrollada y diferenciada con predilección, en detrimento de las otras, que vegetan en una inconsciencia más o menos vasta, lo que provoca en estos sujetos una unilateralidad singular. Subrayemos, por otra parte, que no es posible hacer simultáneamente a todas las funciones conscientes en alto grado ni diferenciarlas todas a la vez. En general, solemos dar la preferencia a una de las funciones; probablemente porque nuestras aptitudes, nuestra diferenciación cerebral o la energía de que disponemos no bastan para promover igualmente a las cuatro funciones a la vez. De ello resultan diferenciaciones singulares y específicas de la psique humana.
Carl G. Jung, pág. 103-104
Los Complejos y el Inconsciente
Imagínate que vas caminando por la orilla del mar, ¿qué experimentas? sientes la arena (Tierra), sientes el mar (Agua), sientes el aire (Aire), sientes el Sol (Fuego); vives la síntesis de los cuatro: Quintaesencia. Y más aún: eres uno con la tierra física que te sustenta (Tierra), el mar que cubre la mayor parte de la superficie (Agua), la atmósfera en la que vivimos (Aire) y la gran masa ígnea que compone el mayor volumen de nuestro planeta en su interior y que es un vástago del Sol (Fuego). Resultado: Consciencia Planetaria, Quintesencia.
Vivimos entre maravillas y la mayoría de las veces no nos damos cuenta. Y todo absolutamente gratis y regalado.
Javier Aldebarán
Los tiempos de los símbolos, página 64
EL MISTERIO DE LOS
TEMPERAMENTOS
(Colérico
sanguíneo flemático colérico)
Cuando miramos la vida humana, debemos poner atención
especial en el enigma individual de cada hombre, puesto que toda la vida
social, nuestro comportamiento de hombre a hombre, dependerá de cómo nos
relacionamos con el enigma particular que es el hombre. Esto no se soluciona
racionalmente, sino más bien con los sentimientos que experimentamos frente a
las personas que nos rodean. ¡Cuán difícil es entender los distintos aspectos
que nos ofrece la naturaleza de cada ser humano y cuánto depende en la vida de
la clara comprensión de las personas con las que entramos en contacto! Sólo
poco a poco nos podemos acercar a la solución de los enigmas humanos totalmente
individuales que presente cada persona por sí misma, porque hay un gran espacio
entre lo que conocemos como naturaleza general humana, y lo que vive en cada
uno individualmente.
Si bien es cierto que cada persona despliega su propio
temperamento, podemos distinguir, no obstante, determinados grupos de ellos.
Hablamos esencialmente de cuatro temperamentos humanos: el sanguíneo, el
colérico, el flemático y el melancólico. Dividiremos los seres humanos según
estos cuatro grupos, aunque con ello no se acierte a definir exactamente en el
caso particular del ser individual del hombre. Los temperamentos se mezclan de
maneras muy variadas en cada ser humano, pero podemos observar que uno predomina
siempre, lo que justifica la división en cuatro grupos.
Podemos comprender mucho acerca del hombre si conocemos sus
antepasados.
Todo lo que proviene de los antepasados y llega a sus
descendientes nos explica en cierto modo el ser individual del hombre, pero
efectivamente, sólo en cierto modo, Io heredado de sus padres nos ofrece sólo
una faz de la entidad humana.
Aquello que percibimos en el hombre cuando penetramos en la
profundidad de su alma, sólo podemos explicarlo conociendo una gran y abarcante
ley, que no es sino la consecuencia de muchas otras leyes naturales. Esta es la
ley de las vidas repetidas terrestres y, a su vez, el caso específico de una
ley universal general.
La ciencia espiritual nos dice: Es cierto que el hombre se
halla en la corriente que llamamos hereditaria, la corriente de las
características heredadas. Pero en el hombre a todo ello se añade algo distinto
que es el núcleo espiritual íntimo del ser humano. Con esta espiritualidad íntima
que el hombre trae del mundo espiritual se une lo que los padres y antepasados
le pueden dar. Con lo que fluye en la corriente generacional se une algo que no
proviene de los padres, ni de los antepasados, algo que procede de otras
regiones y que pasa de existencia en existencia. Pero si observamos el
desarrollo de una persona desde la infancia, vemos que del núcleo de su
naturaleza se desarrolla algo que es fruto de vidas anteriores y que no puede
haber heredado de ningún modo de sus antepasados.
Aquello que percibimos en el hombre cuando penetramos en la
profundidad de su alma, sólo podemos explicarlo conociendo una gran y abarcante
ley, que no es sino la consecuencia de muchas otras leyes naturales. Esta es la
ley de las vidas repetidas terrestres y, a su vez, el caso específico de una
ley universal general.
Llegará el tiempo en que se pensará que es absurdo creer que
el hombre vive una sola vez, y que no exista algo permanente que se une a las
características heredadas.
Una vez pasado el umbral de la muerte, el hombre vive, en
otras formas de existencia, en el mundo espiritual.
Luego, cuando llega la hora de vivir una nueva vida en el
mundo físico, busca a sus padres. Tenemos que volver al espíritu del hombre y a
sus encarnaciones anteriores si queremos explicar su parte anímico-espiritual.
Tenemos que retroceder hacia sus encarnaciones pasadas, y a lo que alcanzó para
sí en ellas. Lo que trajo de allí, y cómo ha vivido en aquel entonces, son las
causas de cuanto el hombre posee hoy como talentos, disposiciones y facultades
para esto o aquello. Cada ser humano trae determinadas cualidades intrínsecas
de su vida anterior. Hasta cierto límite, trae a la vida determinadas
cualidades, ciertos designios. La forma en que se realizó un hecho suscita un
efecto reactivo, y se siente rodeado de nueva vida. De encarnaciones anteriores
trae el núcleo de su ser, y lo envuelve con lo que le da la herencia.
El hombre se viste con las envolturas que le dan sus
antepasados.
Si dirigimos la atención a la corriente que va por la línea
directa hereditaria, vemos que el hombre es acogido en una corriente de la
existencia que le confiere ciertas cualidades: lo contemplamos ante nosotros
con cualidades que le confiere la familia, el pueblo y la raza. Los distintos
hijos de un matrimonio tienen todas esas propiedades. Pensando en el verdadero
ser de un hombre, tenemos que decir que el núcleo anímico espiritual del mismo
nace en un pueblo, con una raza y en una familia; que se reviste de cuánto le
dan los antepasados, pero que a su vez trae sus cualidades puramente
individuales. Cabe preguntar ¿cómo se establece una armonía entre el núcleo del
ser humano que, quizá siglos atrás adquirió una u otra cualidad, y que ahora
debe envolverse en una capa externa que muestra las cualidades de la familia,
pueblo, raza, etc.? Lo que trae consigo el ser íntimo del hombre ¿no es algo
evidentemente individual?, ¿no lo contradice lo heredado? Ahí surge el gran
interrogante: lo que proviene de mundos tan diferentes y tiene que buscarse
padre y madre, ¿cómo puede unirse con lo físico-corpóreo, cómo puede revestirse
con las características corporales a través de las cuales el hombre pertenece a
la línea hereditaria?
Observamos en el hombre que se presenta ante nosotros en el
mundo, la confluencia de las dos corrientes mencionadas, por un lado la que
viene de su familia, y por el otro la que ha desarrollado desde su más íntimo
ser: sus disposiciones, sus propiedades, sus facultades interiores y su destino
en el mundo exterior. Entre ambas debe conseguirse un equilibrio. Estas dos
corrientes confluyen y todos los hombres se componen de ellas; de manera que el
hombre debe adaptarse a la corriente surgida de su ser interior, como también a
la que viene por la línea hereditaria. Vemos que la fisonomía muestra en alto
grado los rasgos de los antepasados, casi podríamos constituir al hombre de los
componentes de aquéllos. Por lo pronto, el núcleo del ser humano no tiene nada
que ver con lo que recibe de la herencia. Debe amoldarse solamente a lo que es
más apropiado para él. De ahí podemos comprender que debe existir un eslabón
que vincule un ser que quizás ha vivido muchos siglos en un mundo plenamente
diferente, cuyo núcleo debe tener una analogía con el mundo inferior, que debe
haber un lazo, un algo intermedio, un eslabón entre el real hombre individual y
el mundo común donde encuentra su familia, pueblo y raza. Entre ambas, entre lo
que traemos de nuestras vidas anteriores y lo que nos imponen la familia, el
pueblo y la raza, hay un medio de intercesión, un medio que tiene las
cualidades comunes y que es, al mismo tiempo, capaz de ser individualizado.
Este medio que se interpone entre la línea hereditaria y lo que representa nuestra
individualidad se expresa en la palabra temperamento. En lo que se nos aparece
del ser humano como el temperamento tenemos algo en cierta forma como una
fisonomía de su más íntima individualidad. Así comprendemos cómo las cualidades
del temperamento de una persona matizan las características heredadas en la
cadena de las generaciones, tal temperamento está en el medio de lo que traemos
individualmente y lo que proviene de la línea hereditaria. Ahí donde ambas
corrientes se unen, se tiñen la una a la otra recíprocamente. De la misma
manera corno el azul y el amarillo se hallan reunidos en el verde, así se
combinan las dos corrientes en el hombre, y producen el temperamento. El
eslabón que media, por un lado, entre todas las cualidades interiores que el hombre
trae de sus encarnaciones anteriores y por el otro con la línea hereditaria, se
conoce como temperamento. Este se interpone entre las cualidades heredadas y lo
que el hombre ha adquirido en el núcleo íntimo de su ser. Es como si al
descender, el núcleo individual se hubiese envuelto con un matiz espiritual de
cuanto lo espera abajo, en la vida terrenal. En la medida en que el núcleo del
ser humano pueda adaptarse a esa envoltura coloreada, se tiñe del color que
trae el mismo, y del que le brinda la herencia. De aquí irradian lo anímico y
las características naturales heredadas. Entre los dos está el temperamento, es
decir, entre lo que une al hombre con la línea ancestral y lo que trae de sus
encarnaciones anteriores. El temperamento equilibra lo eterno con lo
perecedero.
Conocemos el hombre, tal como lo encontramos en la vida,
integrado por las dos corrientes, como una entidad formada por cuatro partes
constitutivas, a las que solemos llamar los cuatro miembros humanos. Podemos
decir entonces que el ser completo del hombre consiste en: cuerpo físico,
cuerpo etéreo o de las fuerzas formativas, cuerpo astral y yo.
El hombre tiene: el cuerpo físico en común con todo el mundo
visible circundante, el cuerpo etérico en común con los vegetales y animales, y
el cuerpo astral en común con los animales. El cuarto miembro, el yo, le
pertenece a él solamente. Con él se destaca de todas las criaturas visibles.
Denominamos este cuarto miembro portador del yo, comprendiendo bajo este nombre
todo lo que en la naturaleza capacita al hombre a llamarse así mismo
"yo" y adquirir independencia.
Podemos decir que el
hombre total consiste en: cuerpo físico, cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo.
En la naturaleza humana, los distintos miembros actúan
también uno con y sobre el otro. Dado que las dos corrientes confluyen en el
hombre cuando entra en el mundo físico, se producen asimismo distintas mezclas
entre los cuatro miembros esenciales del hombre. Uno, por decirlo así,
predomina e impone su matiz.
Cuando, a causa del destino, el hombre fortaleció su yo de
tal manera que éste domina en la naturaleza humana cuádruple ejerciendo el
poder sobre los otros miembros, se forma el temperamento colérico. Cuando el
hombre cede ante todo a la influencia del cuerpo astral, le atribuimos el
temperamento sanguíneo. Cuando el cuerpo etéreo o vital predomina imponiendo su
naturaleza en el hombre, se forma el temperamento flemático. Y si en la
naturaleza humana predomina el cuerpo físico con sus leyes en él, de modo que
el núcleo esencial no es capaz de vencer ciertas durezas en él, se trata de un
temperamento melancólico. De acuerdo con la manera en que se mezclan lo eterno
con lo perecedero, actúan los miembros entre sí.
El sistema glandular
representa la expresión física del cuerpo etéreo, lo que vale decir que éste se
expresa físicamente en el sistema glandular, y debido a ello el sistema
glandular prevalece en el cuerpo físico del flemático. En la parte activa del
sistema nervioso se expresa el cuerpo astral; de manera que para el sanguíneo
rige preferentemente el sistema nervioso. La sangre en su circulación, la
fuerza pulsante de la sangre, es expresión del verdadero yo. El yo se expresa
en la circulación de la sangre, en el efecto predominante de la sangre; se
manifiesta sobre todo en la fuerza ígnea, vehemente, de la sangre. Si podemos
desarrollar una compresión sutil de la conexión del yo con los demás miembros
del hombre, suponiendo que en el hombre el yo ejerce un dominio, un poder
especial sobre la vida de los sentimientos y las representaciones, es decir
sobre el sistema nervioso, y suponiendo que todo en el hombre surja del yo, que
todo lo que siente lo hace con vehemencia porque su yo es tan fuerte, estamos
ante el temperamento colérico. Todo lo que caracteriza así al yo obrará como
cualidad preponderante y debido a ello, el sistema sanguíneo prevalece en el
colérico. El temperamento colérico actúa en la pulsación vigorosa de la sangre.
El elemento de fuerza en el hombre proviene de su influencia sobre la sangre.
En una persona en la que espiritualmente actúa el yo, y físicamente la sangre,
vemos que la fuerza intrínseca mantiene la organización con rigidez y firmeza.
En su comportamiento con el mundo exterior querrá hacer valer la fuerza del yo.
Esta es la consecuencia del yo. Por lo tanto, el colérico se conduce como un
hombre que quiere imponer su yo en todas las circunstancias. A la circulación
de la sangre se debe lo agresivo del colérico, y todo lo que se relaciona con
una voluntad fuerte.
Respecto al
melancólico, vemos que el cuerpo físico, el miembro más compacto de la
entidad humana, gobierna por encima de los otros. El hombre tiene que dominar
su cuerpo físico, así como tiene que dominar una máquina si la quiere usar.
Pero si esta parte más densa se vuelve gobernante, el hombre siente que no la
puede dominar, que no la sabe manejar. El cuerpo físico es el instrumento que
el hombre tiene que manejar mediante los miembros superiores, más ahora es el
cuerpo físico quien domina y pone resistencia a los otros cuerpos. El hombre no
es capaz de usar su instrumento en pleno, de manera que los otros miembros
encuentran obstáculos y se produce una desarmonía entre ellos y el cuerpo
físico. Lo que sigue es el aspecto del sistema físico endurecido por exceso de
actuación. El hombre no puede mantener la elasticidad como debería, su interior
no tiene poder sobre el sistema físico, se le oponen obstáculos interiores, que
se producen porque el hombre tiene que dirigir sus energías a estos obstáculos
interiores. Lo que no se puede vencer produce sufrimiento y dolor, y éstos
hacen que el hombre no pueda ver el mundo sin inhibición. Esta dependencia es
una fuente de aflicción interior, y el hombre la experimenta como dolor y
desgano, y se siente siempre con el ánimo decaído. La vida le causa disgusto y
pesar. Ciertos pensamientos y representaciones se graban indeleblemente, y él
se convierte en una persona introspectiva, en un melancólico. Siempre hay un
motivo de pesadumbre. Esa tesitura proviene de la resistencia que el cuerpo físico
opone al sentimiento confortable del cuerpo etéreo, a la elasticidad del cuerpo
astral y a la firmeza de las decisiones del yo.
El conocimiento sobre la naturaleza de los temperamentos no
sólo nos hará comprender muchas cosas en la vida, sino que también nos enseñará
a aplicarlas, lo que no supimos hacer antes. ¡Dirijamos la mirada a lo que
observamos así en la vida! Aquella mezcla mencionada de los temperamentos puede
percibirse claramente en la forma externa que se expresa en la apariencia humana.
Tomemos por ejemplo al colérico que tiene un centro fuerte y
firme en su yo. Cuando predomina el yo, el hombre quiere arremeter contra
cualquier obstáculo exterior, quiere imponerse. Ese yo es el señor. La
conformación humana refleja el estado de la conciencia. El cuerpo físico se
forma según su cuerpo etéreo, y éste según el astral. Este último conformaría
al hombre de las más diversas maneras, si el yo no pusiera límite al
crecimiento con las fuerzas de la sangre, manteniendo el equilibrio entre
plenitud y variedad de crecimiento, de manera que el predominio del yo puede
frenar el crecimiento. Detiene realmente el crecimiento de los otros miembros,
no permite que el cuerpo etéreo y el astral se desarrollen según su propia
naturaleza. El temperamento colérico se puede percibir perfectamente por la
figura, por todo el aspecto exterior, que revela la verdadera naturaleza
energética del hombre del yo cerrado en sí mismo. Es como si en los coléricos
el crecimiento hubiera sido detenido.
El niño colérico,
por ejemplo, apoya el pie y da el paso como si quisiera imprimir su huella
firmemente en el suelo.
¡Observemos al
sanguíneo! Notemos la mirada especial que se ve ya en el niño sanguíneo.
Cuando dirige el ojo a un objeto, lo desvía en seguida. Es una mirada alegre.
Alborozo y felicidad brillan en esa mirada que expresa lo que surge de lo
profundo de la naturaleza humana; el cuerpo astral movedizo que predomina en el
sanguíneo. El cuerpo astral trabaja con su móvil vida en los miembros. También
le dará una configuración muy variable. Toda la fisonomía la figura estable,
como los gestos son expresión del cuerpo astral móvil, fluido y volátil. El
cuerpo astral del sanguíneo tiene tendencia a formar y plasmar. Lo interno se
da a conocer hacia afuera, de ahí que el sanguíneo sea delgado y elástico. En
la figura esbelta y en el esqueleto, en las formas de los huesos, se nota toda
la movilidad interior del cuerpo astral del hombre. Se expresa, por ejemplo, en
los músculos finos. También se puede ver en la forma de manifestarse
exteriormente. Incluso alguien no clarividente puede darse cuenta desde atrás,
si camina ante él un colérico o un sanguíneo. Para esto no hace falta ciencia
espiritual. Si se ve caminar a un colérico, es como si con cada paso no sólo
quisiera pisar fuerte, sino dejar una huella profunda en el suelo. El paso del
sanguíneo, en cambio, es liviano y saltarín. En la manera de caminar brincante
y saltante del niño sanguíneo se expresa la gran movilidad del cuerpo astral.
El temperamento sanguíneo se descubre sobre todo en la edad infantil. Es toda
una escultura viviente de la naturaleza sanguínea, la que se revela en los
rasgos más íntimos. Rasgos bien esculpidos en el colérico; móviles, expresivos
y variables en el sanguíneo. Se observa también en el niño sanguíneo cierta
facilidad interior para cambiar de fisonomía. Hasta en el color de los ojos se
puede reconocer a una persona sanguínea. La interioridad de la naturaleza del
yo, esa naturaleza interior cerrada del colérico se manifiesta en el ojo negro
de éste. Miremos al sanguíneo, en el cual la naturaleza del yo no está tan
fuertemente arraigada, y el cuerpo astral se expone en toda su movilidad: en él
descuella el color azul del ojo. Estos ojos azules se relacionan íntimamente
con la luz interior del hombre, esa luz invisible del cuerpo astral. Podríamos
mencionar así muchas características de la conformación externa que muestran
los temperamentos.
Los enigmas anímicos de los temperamentos pueden
comprenderse mediante la naturaleza cuádruple del hombre. Del profundo
conocimiento de la naturaleza humana que poseían los antiguos nos ha sido
legado el conocimiento de los cuatro temperamentos. Comprendiendo la naturaleza
humana de esta manera, y sabiendo que la apariencia externa no es más que una
expresión del espíritu, llegamos a comprender al hombre en su conjunto hasta en
las apariencias. Lo llegamos a comprender en toda su evolución y podemos saber
lo que tenemos que hacer respecto de nosotros mismos o respecto al niño en
cuanto al temperamento. El educador debe poner una atención especial en el
temperamento que está por desarrollarse. Para una sabiduría, una ciencia de la
vida y de la pedagogía, es imprescindible el conocimiento viviente de la
naturaleza de los temperamentos. Ambos se enriquecerían enormemente con ello.
También el
temperamento flemático se reconoce por la configuración externa. En él
predomina, como se dijo, la actividad del cuerpo etéreo, que se manifiesta
físicamente en el sistema glandular y anímicamente en el sentimiento de
bienestar y en el equilibrio interior. Cuando en el interior del hombre hay
algo que no sólo es normal, sino que las fuerzas formativas interiores de la
confortabilidad son demasiado activas, sucede que los productos de esta actividad
se integran en el organismo físico, y el hombre engorda, se hincha. Las fuerzas
formativas interiores actúan sobre todo en la elaboración de las partes grasas,
en lo que es gordura en el hombre. En todo esto se expresa el sentimiento
mencionado de confortabilidad. Se comprende fácilmente que es el intercambio
deficiente entre lo interior y lo exterior, la causa de la manera desganada de
caminar arrastrando los pies del flemático. Su paso no se ajusta al suelo, no
se pone en contacto con las cosas. Se nota en toda su persona que no tiene
dominio sobre las formas de su interior. El temperamento flemático se expresa
en una fisonomía indiferente, estática y en la mirada apagada, incolora.
Mientras la mirada del colérico es fogosa, fulgurante, la del flemático refleja
la comodidad dirigida sólo hacia adentro, al cuerpo etéreo.
El melancólico es
el que no puede dominar bien el cuerpo físico, éste le opone resistencia, y él
no sabe usarlo como instrumento. Observando al melancólico, veremos que la mayoría
de las veces tiene la cabeza agachada, sin energía para enderezar la nuca. La
cabeza inclinada nos dice que fuerzas interiores que la yerguen no pueden
desarrollarse en ninguna parte con libertad. No levanta los ojos, y tiene la
mirada opaca. Nada del brillo negro del colérico. En la mirada peculiar se ve
que el instrumento físico lo traba. El paso es medido y firme, pero no es el
paso enérgico del colérico, sino que muestra una firmeza de algún modo pesada,
arrastrada. No podemos entrar aquí en todos los detalles, pero la vida se hace
mucho más comprensible cuando trabajamos así, viendo cómo el espíritu penetra
obrando en las formas, viendo cómo en la conformación externa del hombre se
refleja la expresión de su interior. Vemos cómo la ciencia espiritual puede
contribuir de una manera muy importante en la solución de aquellos enigmas,
pero sólo si se incluye la realidad total a la que también pertenece lo
espiritual. No estancándose en la realidad sensoria únicamente, puede surgir
del conocimiento una gran praxis de la vida, y sólo de la ciencia espiritual
puede fluir ese conocimiento, de manera que sea para bien, tanto de la
humanidad, como del individuo.
Quien quiera educarse a sí mismo, debe poner atención a lo
que se expresa en su temperamento.
En los niños es realmente importante saber dirigir el
temperamento que se está por desarrollar. Pero también más adelante será de
mucho valor para la autoeducación del hombre. Quien quiera educarse a sí mismo,
debe poner atención a lo que se expresa en su temperamento.
Hemos estudiado los tipos fundamentales, pero se entiende
que en la vida nunca se presentan en esta forma esquemática. Cada persona tiene
un tipo básico de temperamento, mezclado con otros.
¡Qué sería el mundo sin los temperamentos!
El conocimiento y la apreciación de los temperamentos ¿no
será de sumo valor para la autoeducación y la educación en general? No
deberíamos dejarnos inducir a creer por ello que, el temperamento, por ser una
cualidad unilateral, no tenga su verdadero valor. En pedagogía no se trata de
equilibrar, de nivelar los temperamentos, sino de conducirlos por el recto
camino. Tenemos que saber que el temperamento tiende a la unilateralidad. El melancólico, en un caso extremo
llega a la locura, el flemático a la debilidad mental, el sanguíneo al delirio,
el colérico a todos esos ataques de ira enfermiza que pueden terminar en furia
violenta. Los temperamentos muestran una hermosa variedad porque los polos
opuestos se atraen, pero la admiración exagerada por la singularidad unilateral
de uno produce daños grandes entre el nacimiento y la muerte. En cada
temperamento está el peligro mayor y menor de degeneración. En la juventud del colérico acecha el
peligro de que su yo sea moldeado por su naturaleza iracunda; que no sabe
gobernar. Este es el peligro menor. El gran peligro es la locura que a través
del yo trata de alcanzar su propio objetivo. En el sanguíneo, el peligro menor es la volubilidad, el mayor, que
las sensaciones cambiantes degeneren en demencia. Para el flemático, el peligro menor es la indiferencia hacia el
mundo externo, el peligro mayor, la idiotez. El temperamento melancólico tiene el peligro menor de la depresión, la
incapacidad de controlar lo que surge en el alma, el peligro mayor es la
locura.
El conocimiento de la naturaleza del temperamento nos
enseñará cómo debemos comportarnos en este caso. Entre otros aspectos
correspondientes a la educación del niño, también se debe tener en cuenta lo
particular del temperamento. Pero para guiarnos no hay que olvidar el principio
fundamental, es decir, se debe contar siempre con lo que hay, y nunca con lo
que no hay.
¿Qué harías en el caso de un niño sanguíneo, por ejemplo?
Supongamos que se trate de un niño sanguíneo, que en seguida cae en la volubilidad y falta de
interés para las cosas importantes, pero también se interesa rápidamente por
otras. El niño sanguíneo es el que comprende las cosas con facilidad, pero las
olvida al instante. Es difícil mantener su interés en algo, justamente porque
es un interés que pasa rápidamente de un objeto a otro. Esto puede desembocar
en una temible unilateralidad, pero si ahondamos profundamente en la naturaleza
humana, se advierte el peligro. Alguien que piense de manera materialista,
vendrá inmediatamente con la receta, y dirá: Si quieres educar a un niño
sanguíneo, tienes que ponerlo en contacto mutuo con otros chicos. Pero una
persona que piensa en sentido real dirá: Quien intente obrar sobre las fuerzas
que el niño no tiene, no logrará nada. Es inútil que se esfuerce por suscitar
los otros miembros de la naturaleza humana, pues apenas si actúan sobre él. Si
un niño tiene temperamento sanguíneo, no podremos ayudar a su desarrollo
queriendo despertar su interés por la fuerza. No podremos inculcarle nada que
no esté en su temperamento sanguíneo. No debemos preguntarnos: ¿Qué le falta a
este niño? ¿Qué hay que inculcarle por la fuerza? Al contrario, debemos
preguntarnos: ¿Qué es lo que posee en general el niño sanguíneo? Y con esto
debernos contar. Entonces nos diremos: aunque deseemos inculcar al niño una
cualidad opuesta a su temperamento, no cambiaremos con ello las cualidades en
sí. Pues, con respecto a estas cosas fundamentales de la naturaleza intrínseca
del hombre, debemos estar seguros de que sólo se pueden moldear, de tal modo
que no nos basamos en lo que el niño no tiene, sino en lo que tiene. Trabajamos
sobre la naturaleza sanguínea, sobre la movilidad del cuerpo astral, y no
tratamos de imponerle forzosamente lo que pertenece a otro miembro de la
naturaleza humana. En un sanguíneo que se vuelve unilateral, tenemos que
dirigirnos a él, apelando a su propio temperamento. Para encontrar la forma de
conducta justa en el trato con el niño sanguíneo, tenemos que observarlo
cuidadosamente, y quién tenga verdadera experiencia de estas cosas notará que,
por más sanguíneo que sea un niño, habrá algo que le interese. Todo niño
sanguíneo tiene interés verdadero por algo. Es fácil despertar en él un interés
cualquiera, pero lo pierde al poco rato. Sin embargo, habrá un interés permanente
aún para el niño sanguíneo. Esto nos lo enseña la praxis, sólo hay que saber
encontrarlo. Y una vez que se haya encontrado, esto que le interesa
especialmente, debemos tenerlo presente. Para que su temperamento tienda hacia
algo que no le resulte indiferente tenemos que guiarlo con insistencia especial
hacia el objeto que tiene la virtud de atraerlo. Se le mostrará bajo una luz
especial lo que para él es un pasa tiempo predilecto. Tiene que aprender a
aplicar su sanguinidad. Podremos trabajar partiendo ante todo de las fuerzas
que el niño tiene, y que siempre se manifiestan. Ni el castigo, ni el
"sermón" suscitarán en él un interés duradero. Objetos y
acontecimientos le despertarán interés fugaz. Pero una persona especialmente
adecuada para él (y lo enseñará la experiencia) le inspirará un interés
duradero, por más voluble que el niño sea, si somos esa persona adecuada, o si
la sabemos encontrar, el interés nacerá por sí. Hay que buscar esa persona.
Únicamente por amor hacia ella nacerá el interés en el niño sanguíneo. Pero una
vez encendido este interés, este amor, hacia una persona, el amor puede
producir milagros. Así se podrá curar el temperamento unilateral. El niño
sanguíneo necesita mucho más amor que cualquier otro temperamento. Hay que
hacer todo lo posible para despertar el amor en el niño. La palabra mágica es
amor. Por este camino del afecto a una determinada persona tenemos que conducir
la educación del niño sanguíneo. Los padres y los educadores tienen que
entender que al niño no se le puede inculcar por la fuerza un interés
permanente por las cosas. Para lograr su propósito deben obtener su afecto. Él
tiene que desarrollar un afecto personal hacia una persona, hay que hacerse
merecedor de su cariño, esta es la misión frente al niño sanguíneo. Depende del
educador que el niño aprenda a amarlo. Como añadidura, se puede organizar la
educación apoyándola en la naturaleza sanguínea del niño mismo. Vimos que esta
naturaleza sanguínea se expresa en la incapacidad de desarrollar un interés que
dure. Por consiguiente, tenemos que buscar algo en su entorno, tenemos que
acercarle cosas por las que hemos notado que el niño muestra un interés más
profundo. Tratemos entonces de ocuparlo, en determinados espacios de tiempo,
con objetos en los que un interés pasajero es justificado y en los que puede
explayar su temperamento sanguíneo, porque no merecen mayor interés. Tenemos
que dejar que esas cosas hablen al niño, que obren sobre él. Después se las
sacamos para que las vuelva a pedir. Entonces se las volvemos a dar. Deben
obrar sobre él como obran sobre su temperamento los objetos del mundo externo.
Es importante que, para el niño sanguíneo, elijamos objetos ante los cuales
pueda desarrollar su temperamento sanguíneo. Si apelamos a lo que existe
realmente y no a lo que falta, veremos (y la práctica lo demostrará) que cuando
la energía sanguínea se torna unilateral se deja concentrar efectivamente en
los asuntos importantes. Se logra como por rodeos. Si es bueno educar el
temperamento en la infancia, a menudo es el adulto mismo quien necesita
reformarlo. Será entonces a él a quien corresponda la autoeducación. Mientras
los temperamentos permanecen dentro de sus límites dan belleza, variedad y
magnitud a la vida. ¡Qué árida sería la vida si todos los hombres tuvieran el
mismo temperamento! Para equilibrar la unilateralidad de los temperamentos, sin
embargo, el hombre tiene que encargarse de su autoeducación, a veces en edad ya
avanzada. Tampoco en este caso uno puede inculcarse a la fuerza un interés
permanente por una cosa cualquiera, sino decirse: Soy un sanguíneo, ahora busco
cosas que no me interesan demasiado en la vida, que podría pasar por alto, y
ante las que se justifica la indiferencia. Me ocuparé precisamente de cosas
frente a las cuales tengo todo el derecho de perder el interés al poco tiempo.
Supongamos que una persona tema que el temperamento colérico se manifieste en su hijo de modo
unilateral. Aquí no debe emplearse el mismo método que con el hijo sanguíneo.
Al colérico no lo es fácil demostrar su amor por una persona. La comunicación
de alma con alma debe buscarse por otra vía, pero indirectamente será posible
guiar también la evolución del niño colérico. En este caso la panacea se llama
respeto y aprecio de una autoridad. Para el niño colérico debemos ser, en su
sentido más alto, dignos de su aprecio y respeto. No se trata de hacerse
simpático por las cualidades personales, como en el caso del niño sanguíneo.
Aquí todo depende de que el niño pueda creer que el educador sabe lo que hace. Tenemos
que demostrar que entendemos las cosas que ocurren en torno al niño, y no
fallar nunca en esto. Debemos tratar de que el niño nunca sienta que somos
incapaces de darle respaldo, y de aconsejarlo en lo que tiene que hacer.
Tenemos que tener firmes las riendas de la autoridad, nunca mostrarnos
incapaces de un consejo. El niño debe creer siempre que el educador sabe.
Apenas ocurra lo contrario, se estará perdido. Si el amor por una persona es la
palabra mágica en el caso del niño sanguíneo, el respeto y la apreciación del
valor de una persona, es la palabra mágica en el caso del colérico. Para educar
al niño colérico, se debe cuidar también de que se desenvuelvan ante todo sus
grandes fuerzas internas. Es preciso que conozca las dificultades que puede presentar
la vida exterior. Cuando el temperamento colérico quiera predominar habrá que
buscar para su educación objetivos difíciles de vencer, llamando de este modo
su atención hacia las dificultades de la vida. Hay que introducir en su camino
elementos que le pongan obstáculos. El colérico necesita en su camino
resistencia, dificultad, no hay que hacerle la vida muy fácil. Hay que crear
obstáculos para que su temperamento no quede constreñido, para que pueda
expandirse por medio de las dificultades que debe vencer. El colérico no se
reforma con castigos o amonestaciones, sino proporcionándole los elementos
sobre los cuales probar su fuerza, y respecto de los cuales se justifica la
expansión de su temperamento. Por necesidad intrínseca, el niño colérico debe aprender
a luchar contra el mundo objetivo. Debemos ordenar su entorno de manera que él
pueda explayar su temperamento venciendo obstáculos. Lo mejor será que pueda
hacerlo contra elementos insignificantes, que le cuesten un esfuerzo enorme
para liberar sus energías superfluas. En realidad, empero, los obstáculos deben
ser tales que lo venzan, quebrantando su fuerza. Esto le infunde un respeto
profundo por el poder de las cosas que se oponen a la vida de su temperamento
colérico. Existe también otra forma indirecta de educar al niño colérico. Para
despertar su respeto y aprecio, es preciso ante todo que lo enfrentemos, de
modo de merecer su estima demostrando que sabemos vencer los obstáculos que él
todavía no puede superar. En el niño debe surgir la veneración, el respeto por
lo que el educador es capaz de hacer, por lo que él logra frente a las
dificultades que presentan las cosas. Este es el verdadero remedio; el respeto
por la aptitud del educador, este es el camino para acercarnos al niño en la
educación.
También la educación del niño melancólico presenta grandes dificultades. ¿Qué debemos hacer
cuando notamos con espanto que se inclina hacia un temperamento melancólico
exclusivo, dado que no podemos injertarle algo que no posee? Tenemos que contar
con la fuerza que tiene para aferrarse a los obstáculos y buscar resistencia.
Si queremos guiar estas particularidades por el recto camino, tenemos que
conducir esa fuerza del interior al exterior. Hay que poner especial ahínco en
no intentar aliviarlo de sus penas y dolores, al notar su disposición a estos y
a esa introversión, debidos a que su instrumento físico lo traba. Tenemos que
partir de lo que existe. Tenemos que cultivar lo existente. Para el educador
será esencial otorgar valor al hecho de mostrar al niño que hay sufrimiento en
el mundo. Si nos queremos acercar a él como educadores, tenemos que volver a
encontrar el punto de vinculación. El niño melancólico está dispuesto al dolor,
está facultado para sentir dolor, desgano; esta facultad está profundamente
arraigada en su interior, no se la sacaremos con palizas, pero podemos
derivarla. También aquí hay una manera de proceder. Al niño melancólico hay que
mostrarle ante todo cómo el hombre tiene que sufrir. Hagámosle conocer un
verdadero dolor, un pesar justificado en la vida externa, para que vea que
existen cosas que pueden causarle dolor. Esto es lo importante. Si lo queremos
divertir, lo encasillamos en su propio ser. No debe creerse que, tratando de
alegrarlo, de aliviarlo, lo ayudaremos. No hay que distraerlo porque de ese
modo su melancolía, su dolor, se endurece. Si se lo lleva a un lugar de
diversión, se encerrará cada vez más en sí mismo. Un niño melancólico no se
cura rodeándolo de alegría, sino haciéndole sentir un dolor justificado. Lo
mejor es distraerlo mostrándole que existe el sufrimiento. Debe saber que en la
vida hay cosas que producen dolor. Naturalmente, no debemos proceder con
exageración, pero es esencial que se suscite en él pesadumbre por las cosas del
mundo exterior. Esto lo distraerá de su propio dolor, El niño melancólico no se
deja manejar fácilmente, pero también aquí existe el remedio mágico. Como para
el niño sanguíneo la palabra mágica es el amor por una persona, y en el
colérico el aprecio y la estima de su educador, en el melancólico es la persona
probada por la vida, la persona que actúa y habla con la experiencia propia de
una vida de muchas adversidades. El niño tiene que sentir que el educador ha
sufrido realmente. Las experiencias propias del maestro o educador deben
dejarse entrever en todas las circunstancias del vaivén de la vida. Lo mejor
para el melancólico es crecer al lado de una persona que tiene mucho que decir
por haber pasado por experiencias difíciles; esto obra de una manera sumamente
benéfica de alma a alma. Cuando el niño melancólico crece al lado de una
persona que sabe hablar del sufrimiento y el dolor que le han deparado el mundo
exterior, mientras que, en él, sentimientos infantiles de tristeza y pesar
surgen tan sólo en su interior, entonces la compasión por este dolor
justificado lo endereza y anima. Una persona en cuyas palabras se manifiesta
que ha sido probada por el destino tiene real influencia benéfica sobre el niño
melancólico. También, en lo que preparemos para el niño en el mundo circundante,
debemos respetar sus inclinaciones. Por más raro que suene, es conveniente que
le preparemos obstáculos, trabas, para que pueda experimentar dolores y
sufrimientos justificados. La mejor educación de un niño melancólico es desviar
su disposición innata para la tristeza y aflicción, de manera que se dirija a
las dificultades del mundo exterior. El alma del niño entrará así poco a poco
en otras vías. Todas estas sugerencias sirven también para la autoeducación: no
hay que reprimir las disposiciones y aptitudes existentes con artificios, sino
dejar que tomen su curso. Si el temperamento colérico, por ejemplo, es tan
fuerte en nosotros que nos causa serios inconvenientes, permitamos que se
desenvuelva libremente, buscando cosas insignificantes que no conducen a nada,
pero contra las cuales se estrella nuestra energía sobrecargada. Al melancólico
en cambio le conviene buscar dolor y sufrimientos justificados, porque le dan
oportunidad de aplicar su melancolía en el mundo exterior, con esto se
equilibra.
Pasemos al
temperamento flemático. Si nos toca la tarea de educar a un niño flemático, tropezaremos con serios problemas, porque es
muy difícil lograr una influencia sobre un flemático. Pero existe un camino
indirecto. Cometeríamos un grave error si tratáramos de sacudirlo de su
comodidad, creyendo que podemos inculcarle algún interés. También aquí tenemos
que contar con lo que hay en él. Hay algo, especialmente en el niño flemático,
que le queda grabado. Si con una educación sabia ordenamos su entorno conforme
a sus necesidades, lograremos mucho. Si el niño en general necesita compañeros
de juego, tanto más lo necesita el niño flemático. Le hace falta compañeros con
intereses múltiples. En él mismo no encontraremos nada que nos responda.
Tampoco se interesará fácilmente por un objeto o un acontecimiento; pero
rodeándolo de niños de su edad puede ser educado por medio de la convivencia
con los intereses (y cuantos más mejor) de sus compañeros. Si se mantiene
indiferente al mundo que lo rodea, podemos agilizar su interés por la
influencia de los intereses de sus amiguitos. Sólo por esta inducción sugestiva
de los intereses ajenos será posible inflamar su interés personal. Para la
educación del flemático tenemos que recurrir a la influencia de su entorno,
haciéndolo compartir los intereses de sus compañeros de juego para sacarlo de
su letargo. En el melancólico, en cambio, valen la convivencia y compasión por
el destino de otros. Una vez más: el estímulo producido por los intereses
ajenos es el medio correcto para el flemático. Como el sanguíneo necesita el
cariño hacia una persona, el flemático necesita de la amistad y el contacto con
la mayor cantidad posible de chicos de su edad. Este es el único camino para
despertar la fuerza que duerme en él. Ninguna cosa impresiona al niño
flemático. Con ninguna tarea de la escuela o de la casa podremos interesarlo,
sólo lograremos nuestro propósito indirectamente, mediante los intereses de las
almas de su misma edad. Cuando las cosas se reflejan en otra alma, esos
intereses vuelven a reflejarse en el alma del niño flemático. Procuremos
también rodearlo de objetos y hacerle presenciar hechos frente a los cuales su
flema sea justificada. Con esto podemos obtener resultados magníficos en el
niño. También cuando el adulto note que la flema se vuelve relevante, le
convendrá poner atención en los hombres circundantes y en sus intereses para su
autoeducación. Y si aún es capaz de usar su razón y su inteligencia, podrá hacer
algo más: elegir objetos y ocasiones de tan poco interés que tiene todo el
derecho de ser flemático.
Podemos decir por lo tanto que lo mejor para el sanguíneo es la dirección de una mano
enérgica, y que una persona le pueda mostrar, por todo su comportamiento ante
el mundo exterior, que es digna del amor personal del educando. Amor hacia una
personalidad es lo mejor para un sanguíneo. No sólo amor, sino respeto y
estimación por lo que una persona es capaz de hacer, es lo mejor para el colérico. Para el melancólico será una suerte crecer conducido por la mano de alguien
que tiene un destino acerbo. En la distancia correspondiente, que resulta de la
nueva visión, en la compasión naciente con la autoridad, y en el compartir el
destino doloroso y la pena justificada, encontramos aquello que el melancólico
necesita. Pues para su desarrollo no hacen falta la estima y el respeto por la capacidad
de una persona, ni el afecto por alguien, sino la compasión por el sufrimiento
y por el verdadero destino doloroso. El flemático
es una persona a la cual nos podemos acercar del mejor modo, cuando le
inspiramos atención para los intereses de otras personalidades, y la
posibilidad de despertar él mismo por los intereses de los otros.
El sanguíneo debe
aprender a desarrollar amor y fidelidad hacia una persona. El colérico debe aprender a
desarrollar estima y respeto por las capacidades del educador. El melancólico debe aprender a
desarrollar un corazón compasivo por el destino del otro. Al flemático se le debe hacer descubrir que los intereses ajenos
son una ventaja para él.
Estos principios de la educación nos muestran cómo la
ciencia espiritual actúa en las cuestiones prácticas de la vida. Justamente
cuando se trata de los aspectos íntimos de la vida, vemos la praxis, la faz
eminentemente práctica de la ciencia espiritual.
Si queremos arreglarnos en la vida, tenemos que adentrarnos
en sus misterios. Estos están detrás del mundo sensible.
La razón nos dice: nuestro temperamento sanguíneo nos hace muchas jugadas y amenaza con
desbordarse en un modo de vida irresoluto, giramos continuamente de una cosa a
otra. Para controlar esta tendencia hay que elegir los caminos correctos. El
sanguíneo no llegará a la meta diciendo: tengo un temperamento sanguíneo, debo
sacarme esta costumbre. La razón, aplicada así directamente puede desembocar en
un obstáculo, en cambio podrá lograr mucho por el camino indirecto. La razón es
la fuerza anímica más débil, y consigue muy poco confrontada con fuerzas
anímicas más potentes, como son los temperamentos. Sólo puede actuar
indirectamente. Por más que el hombre se reconvenga a sí mismo: concéntrate por
una vez en algo, su temperamento sanguíneo siempre volvería a jugarle una mala
pasada. Solamente puede contar con una fuerza que posea realmente. Detrás de la
razón deben existir otras fuerzas. ¿Puede el sanguíneo contar con algo más que
su temperamento sanguíneo? También para la autoeducación es necesario que se
trate de hacer realmente lo que la razón podría hacer directamente. El hombre
tiene que contar con su temperamento sanguíneo: las auto-represiones no sirven
para nada. Lo que importa es aplicar la disposición sanguínea ahí donde corresponde
aplicarla. Hay que tratar de no mostrar interés por ciertas cosas que a uno le
interesan. Nuestra razón nos puede brindar experiencias en las cuales se
justifica el interés pasajero del sanguíneo. Él debe buscar deliberadamente
situaciones que le traen cosas que no le interesan y cuantas más mejor. Cuando
podamos crear condiciones, aunque insignificantes, en que se justifica el
interés pasajero, notaremos cómo producen efectos; insistiendo en estos
ejercicios veremos que este temperamento sanguíneo adquiere fuerzas que lo
transforman.
Asimismo, se puede
curar al colérico observando la cuestión desde el ángulo de la ciencia
espiritual. Para el temperamento colérico conviene elegir objetos, o crear
situaciones con la ayuda del raciocinio, en las cuales es inútil que rabiemos,
donde nuestra furia llega al absurdo. Cuando el colérico nota que su agitación
interior necesita desahogo, tiene que buscar en lo posible situaciones
exteriores fáciles de manejar, y tratar de gastar sus energías de modo más
vehemente en acontecimientos y hechos de poco alcance. Si busca algo
insignificante que no le opone resistencia podrá encauzar su temperamento
colérico unilateral por buen camino.
Al darnos cuenta de que la
melancolía nos quiere vencer procuraremos crear obstáculos exteriores
justificados, con la voluntad de emprenderlos íntimamente. De esta manera
desviaremos nuestro interior hacia el dolor y nuestra tristeza hacia objetos
que están fuera de nosotros. La razón está capacitada para hacerlo. El temperamento
melancólico no debe pasar con indiferencia al lado de los dolores y los
sufrimientos, sino que tiene que buscarlos, tiene que compartirlos para que su
dolor propio sea desviado hacia las cosas y circunstancias legítimas.
Para el flemático,
que no concede atención a nada, conviene que se ocupe mejor de asuntos de poco
interés y que se rodee con toda clase de cosas que le aburran. Cuanto más se
aburra mejor, de esta manera se curará a fondo de su flema, se sacará del todo
el hábito flemático. Al flemático le sienta bien elegir con su raciocinio cosas
indignas de atención. Tiene que buscar tareas que justifiquen su flema, y
permitan que le dé rienda suelta. De esta manera vencerá la flema incluso
cuando amenace con proliferar desmesuradamente.
De este modo contamos siempre con lo que existe, y no con lo
que no existe. Quienes se tienen por realistas, creen, por ejemplo, que lo
mejor para el melancólico es procurarle lo contrario a su temperamento, pero
quien piense verdaderamente en forma realista apela a lo que ya existe en él.
La ciencia espiritual es verdaderamente el principio
fundamental de la vida. Y el amor es flor y fruto de una vida inspirada por la
ciencia espiritual. De allí que ella pueda decir que cimenta la base para lo
más hermoso del designio humano: el amor, verdadero, legítimo. La ciencia
espiritual nos debería enseñar el arte de vivir en nuestra conducta frente a
los hombres, en nuestro sentir fraternal, en la manera en que nos acercamos a
ellos. Si dejáramos afluir vida y amor a nuestro sentir y percibir, la vida
humana se convertiría en una expresión hermosa de los frutos de la ciencia
espiritual.
Lo más bello nace de hombre a hombre, cuando lo miramos a
los ojos, y no sólo sabemos solucionar el enigma, sino que sabemos amar; el
amor fluye de individualidad a individualidad. La ciencia espiritual no
necesita pruebas teóricas, las pruebas las aporta la vida. El investigador
espiritual sabe que para todo se puede aducir un pro y un contra, que todo se
puede objetar. Las pruebas reales, empero, son las que trae la vida, y la vida
sólo podrá mostrar paso a paso la verdad de lo que pensamos, cuando miramos al
hombre con el conocimiento espiritual, porque esta verdad es un conocer
armónico, vital y ferviente que penetra en los misterios más profundos de la
existencia.
Rudolf Steiner
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