Ludwig Tieck

"A menudo me siento totalmente confundido. Los hombres que merodean palidecen hasta convertirse en sombras, que como muñecasbaratas se tambalean de un lado para otro, y un nuevo génerohumano de colores, convocado por mi imaginación, asciende desdeel suelo mirándome con ojos aterrorizados."

Ludwig Tieck




"El hombre noble es sólo imagen de Dios."

Ludwig Tieck



"La filosofía no está ahí para alabar nuestros sentidos o nuestro amor propio. El que quiera ascender, no debe rehuir las escaleras. Nos engañamos a nosotros mismos, pero volviendo al tema que nos ocupa, tal vez el hombre como animal más noble deba encontrar su reflejo entre la gente para encontrarse a sí mismo. Reconocer esta verdadera humanidad es la misión más ardua del observador. Obviamente se necesita una inteligencia sutil, impropia de los no iniciados. Si Diógenes, a plena luz del día, buscaba un hombre, a menudo los caldeos y los magos de la ciencia inmortal no reconocen ni descifran su identidad."

Ludwig Tieck
La vida del poeta




"Los primeros días de la agradable primavera, hacía ya más de dos años que Leonard había regresado a casa. Aguardaba la llegada de su amigo Elsheim, pero ésta se vio truncada por una inesperada enfermedad de su madre, para cuya precoz muerte no había esperanza; no obstante el deseo largamente acariciado se hizo realidad, y el enlace entre su hijo y Albertina le otorgó la felicidad de un nieto. Durante ese largo período de tiempo, Elsheim había escrito en raras ocasiones, y sus cartas eran breves y fugaces, por lo que Leonard había experimientado este tipo de acontecimientos sumariamente, sin saber los motivos e incentivos más cercanos."

Ludwig Tieck
El joven carpintero



"Mira cómo las tiernas flores brotan, cómo ellas por sí mismas se despiertan y te sonríen dulcemente como niños bellos en sus sueños. Al dorado sol su color jugando han vuelto y su beso cálido reciben como al máximo placer. Y se consumen por los besos y en tristeza y en amor perecen y en quieta humildad se agostan las que dulce rieron en un tiempo. Ésta es pues su mayor dicha; en el amado consumirse, en la muerte florecerse, ir muriendo en dulce pena. Y con júbilo derraman su fragancia, el espíritu, embriagándose los aires con balsámico deleite. Y el amor al humano corazón vuelve templando ahora sus doradas cuerdas, y dice el alma animosa: siento lo que es más bello, lo que yo aspiro, nostalgia, pena, pesares del amor."

Ludwig Tieck
La montaña de las runas




"Mira, tu pasión puede hacer que tú también seas desgraciada. El más feliz, el más sublime sentimiento puede aniquilarnos."

Johann Ludwig Tieck
Fragmento de El blondo Eckbert


"No se halla solo el que todavía siente el dolor."

Ludwig Tieck



“Para un hombre sensible no existe esa cosa que llaman azar.”

Ludwig Tieck


"Pero las cosas sucedieron de manera distinta de lo previsto. Ese mismo día, cuando apenas habían terminado su modesta comida, pasó un coche delante de la pequeña casa. El carruaje se detuvo y bajaron algunas personas. La extraña construcción en saliente del techo impidió que la pareja supiese la identidad de los recién llegados. Los bagajes fueron depositados en el suelo —esto sí lo pudieron percibir— y del marido se apoderó el angustioso presentimiento de que acaso fuera el malhumorado propietario, quien había superado el ataque de gota antes de lo calculado.
Se escuchó claramente que el recién llegado se instalaba en la planta baja y ya no pudo haber duda de quién era. Bajaron unas maletas y las introdujeron en la casa. Estaba escrito que Enrique debería enfrentar ese mismo día una lucha. Escuchó lleno de aprensión y permaneció detrás de la puerta entornada. Clara le echó una mirada interrogativa, más él, con una sonrisa, meneó la cabeza en señal de no y se quedó callado. Abajo había un silencio total; el viejo se había retirado a su habitación.
Enrique se sentó al lado de Clara y dijo con voz algo reprimida: —De hecho es desagradable que sólo pocas personas posean tanta fantasía como el gran Don Quijote. Cuando a éste le tapiaron el aposento de los libros explicándole que un encantador se había llevado no sólo la biblioteca, sino también el aposento entero, comprendió lo que ocurría de inmediato, sin albergar la menor duda. No era lo bastante prosaico como para preguntar a dónde se había ido una cosa tan abstracta como el espacio. ¿Qué es el espacio? Una cosa incondicionada, una forma de la percepción. ¿Qué es una escalera? Un ente condicionado pero una comunicación, una oportunidad para llegar arriba desde abajo (y cuán relativos son incluso los conceptos de arriba y abajo). El viejo nunca aceptará que allí donde ahora hay un hueco antes no había una escalera; seguramente es demasiado empírico y racionalista como para conceder que el hombre auténtico y la intuición más profunda de las transacciones usuales no necesitan de esa aproximación pobre y prosaica, de esa vulgar jerarquización de conceptos. ¿Cómo podré explicárselo a él desde un punto de vista más elevado para que lo acepte en el suyo, tan inferior? Él quiere apoyarse en la vieja experiencia de la baranda y al mismo tiempo subir pausadamente por un escalón tras otro para llegar a la altura de la comprensión; nunca sería capaz de aceptar nuestra contemplación inmediata, ya que entre nosotros hemos destituido todas esas proposiciones triviales relativas a la experiencia o al estado de cosas sacrificándolas, según la vieja doctrina parsi al conocimiento más puro mediante el paso por las llamas que calientan y purifican."

Ludwig Tieck
Las cosas superfluas de la vida


"Todavía es pronto. Todo está tranquilo. Es difícil mirar alrededor, la luz arroja sólo un tenue resplandor a través de la iglesia. Venía a decir adiós a mi hijo, pero no sé si podré verlo porque ahora recibe la cena y la absolución del Señor. Susurraré en voz baja y oraré en silencio a la madre cuyo pecho fue crucificado por el dolor filial para que interceda por la paz del joven que se perdió en el pozo de la ambición."

Ludwig Tieck
Vida y muerte de Santa Genoveva