Elegía
Los ejemplares no vendidos de mi libro
han de deambular por el viejo ropero.
Mi madre habrá de lamentarse:
—¡Valía la pena acaso secarse la cabeza!
Y en su corazón envidiaría a Itzik, el del vecino;
tiene mi misma edad y ya logro ahorrar dinero.
Entre las mil carillas del léxicon de Zalmen Raizen,
entre decenas, centenas y tal vez millares de rostros
también habrá de sonreír mi cara enflaquecida:
Nójem, uno que se llamaba Nójem, joven poeta.
Nojem Bomze
Para ti
Ya no te quiero más. Pero tus caballos
continúan sofocándome de noche.
Puedo jurar que en realidad
no había pensado en ti.
Ya no te quiero más. Pero tus ojos
siguen mirándome tristes todavía,
y en sueños permanezco inclinado ante ti
como siervo ante su amo.
Ya no requiero más. Pero tus palabras
cantan como charcos bajo lluvia.
En sueños sigo dispuesto a seguirte
por todos los caminos.
Ya no te quiero más. Pero por los senderos,
a esa hora que entre día y sueño
aun habremos de encontrarnos.
A esa hora que entre día y sueño.
Nojem Bomze
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