22 de junio
Salí, cerré la puerta
sin ocurrírseme que desaparecería de inmediato
y con ella, la casa entera;
que un edificio pueda tan sencillamente desatarse
y desparramar sus muros y cristales;
que en un instante pueda consumirse
todo aquello que levantara el hombre,
todo lo que entibiara con sus manos.
Salí, cerré la puerta,
y no se me ocurrió que nunca volvería;
que esa calle que conduce desde casa descarría;
que es el principio de un durísimo camino.
Cerré la puerta por un momento apenas,
sin despedirme de nadie siquiera,
echándome a andar sonriente
hacia la triste suerte que me aguardaba.
De lo que estaba por suceder nada sabía,
Pero ahora lo se todo, hasta el espanto;
Ahora es mi pecho una leona
Esta, mi voz, que era en mi garganta un pájaro.
Rojl Boimvol
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