Vladimir Maiakovski

Adelante! ¡Marchemos! ¡Marchemos!
¡Basta ya de frases y de parches!
¡Hay que poner fin a la cháchara frívola!
¡Tiene la palabra el Camarada Máuser!

Vladimir Maiakovski


“… cargo el complemento del corazón,
encorvado de hombros,
y me hincho de leche de versos
y no puedo irme…”

Vladimir Maiakovski, (Vladimir Mayakovsky o Maiakovski)


Debemos arrancar, 
la alegría, 
a los días venideros.
En esta vida,
morir es cosa fácil.
Hacer vida,
es mucho más difícil.

Vladímir Vladímirovich Mayakovski


“… Déjame,
aunque más no sea,
alfombrar con mi última amargura,
tu paso que se aleja…”

Vladimir Maiakovski



“El amor le es dado a cualquiera
pero…
entre el empleo,
el dinero y lo demás,
día tras día
se endurece el subsuelo del corazón.”

Vladimir Maiakovski



"El arte no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo con el que golpearlo." 

Vladimir Maiakovski


"El arte no es una cosa, sino un camino."

Vladimir Maiakovski


“El amor le es dado a cualquiera
pero…
entre el empleo,
el dinero y lo demás,
día tras día
se endurece el subsuelo del corazón.”

Vladimir Maiakovski




"El amor no significa aceptarlo todo. Aún más: allí donde se acepta todo, sospecho escasez de amor." 

Vladimir Maiakovski


“… El barco del amor
se ha estrellado

contra la vida cotidiana

y estamos a mano
tú y yo…”

Vladimir Maiakovski



“… Empleando nuestro lenguaje,
la rima es un barril.

Un barril de dinamita

la estrofa es la mecha.
Se consume la estrofa,
estalla la rima y la ciudad
vuela como un verso…”

Vladimir Maiakovski



“… En las escamas de un pez de hojalata
leí la llamada de nuevos labios…”

Vladimir Maiakovski




¡Escuchen!

¡Escuchen!
¿Si las estrellas se encienden,
quiere decir que a alguien les hace falta,
quiere decir que alguien quiere que existan,
quiere decir que alguien escupe esas perlas?

Alguien, esforzándose,
entre nubes de polvo cotidiano,
temiendo llegar tarde,
corre hasta llegar hasta Dios,
y llora,
le besa la mano nudosa,
implora,
exige una estrella,
jura,
no soportará un cielo sin estrellas,
luego anda inquieto,
pero tranquilo en apariencia,
le dice a alguien:
“¿Ahora estás mejor, verdad?
¿Dime, tienes miedo?”
¡Escuchen!
¿Si las estrellas se encienden,
quiere decir que a alguien les hace falta,
quiere decir que son necesarias,
quiere decir que es indispensable,
que todas las noches,
sobre cada techo,
se encienda aunque más no sea una estrella?

Vladimir Maiakovski



La flauta vertebral

"Olvidaré el año, el día, la fecha.
Me encerraré a solas con una cuartilla.
Óbrate, milagro sobrehumano
de las palabras depuradas por el dolor.

Hoy, al entrar en vuestra casa
sentí
que algo ocurría.
Tú algo ocultabas en el vestido de seda;
el ambiente olía a incienso.

¿Estás contenta?
Un frío
«mucho».
La angustia rompió el valladar de la cordura.
Yo levanto la desesperación, ardiente y febril.

Escucha.
No lograrás
ocultar el cadáver.
Desprende sobre mi cabeza la palabra terrible.
Aunque no quieras
cada músculo tuyo
a través de la bocina
grita:
ha muerto, ha muerto, ha muerto.

No,
contesta.
¡No mientas!
(¿Acaso podré irme así?).
Fosas de dos sepulcros
son los ojos de tu cara.

Los sepulcros se ahondan.
No tienen fondo.
Parece,
voy a rodar del cadalso de los días.
Sobre el abismo, tendí como una cuerda, el alma
y, oscilando, hice malabarismos con las palabras.

que el amor ya le ha consumido a él.
Descubro la abulia en muchos detalles.
Remózate en mi alma.
Lleva el corazón a la fiesta del cuerpo.

Ya lo sé,
todos pagan por la mujer.
No te importe
si por ahora
a ti, en vez del lujo de los trajes parisinos
te visto en humo de tabaco.

Mi amor,
como el apóstol en tiempos remotos,
propagaré por miles de caminos.
En la eternidad te espera una corona
y en la corona mis palabras,
un arcoíris de espasmos.

Con juegos quintaleros los elefantes
culminan los triunfos de Pirro;
yo con pisar de genio atrono tu cerebro.
En vano.
No puedo arrancarte.

Alégrate,
alégrate,
has acabado conmigo.
Ahora
con tanta angustia
sólo me queda llegar al río
y meter la cabeza en las fauces del agua.

Me diste los labios.
Qué áspera eres.
Los toqué y quedé yerto
como si con labios penitentes
besara los muros fríos de un convento.

Golpearon
las puertas.
Entró él
aturdido por el alboroto callejero.
Yo
como si me partiera en dos en un grito.
Le grité:
«¡Bien!
¡Me voy!,
¡bien!
Quedará contigo.
Cósele trapos,
las alas tímidas engordan en sedas.
Cuidado, no se escape.
Como piedra al cuello,
cuélgale a tu mujer perlas de collares.»

¡Oh, aquella
noche!
Yo me ceñía más y más la desesperación.
De mi llanto y de mis risas
el morro del cuarto se torció de miedo.

Como un espectro surgía la imagen que de ti me llevé,
con los ojos la bordaste en mi alfombra,
como si un nuevo Biálik hubiera soñado
a la reina deslumbrante del Sión hebreo.

Afligido
ante aquella, que entregué,
me humillé arrodillado.
El rey Alberto
que rindió
todas las ciudades
era, comparado conmigo, un obsequiado.

Flores y hierbas, doraos al sol,
primaveras, vidas de todos los elementos.
Yo sólo quiero un veneno:
beber y beber versos.

Tú, que me robaste el corazón,
que lo despojaste de todo,
que atormentaste mi alma delirante,
acepta mi regalo, querida,
tal vez ya no discurra nada más.

Pintad de fiesta el día de hoy.
Hazte,
hechizo, semejante a la crucifixión.
Mirad,
con clavos de palabras
estoy clavado al papel.

Vladimir Maiakovski



La nube en pantalones

La gente olfatea:
huele a chamusquina.
Enviaron a unos:
¡Fulgentes!
¡Con cascos!
—¡Atrás, botazas!
Digan a los bomberos
que al corazón ardiente se sube con caricias.

Yo mismo
rodaré, como barricas, los ojos de lágrimas.
Dejen que me apoye en las costillas.
¡Saldré! ¡Saldré! ¡Saldré! ¡Saldré!
Se derrumbaron.

¡Es imposible salir del corazón!

Vladimir Maiakovski


Lilichka

El humo del tabaco resquemó el aire, el cuarto,
un capítulo en el infierno kruchonijiano, ¿te acuerdas?
Tras esa ventana por vez primera acaricié, frenético, tus manos.
Hoy estás con el corazón acorazado, otro día más
y me expulsarás abrumándome de injurias,
en la turbia antesala no acierta con la manga
la mano quebrada de temblor.
Huiré, arrojaré el cuerpo a las calles, arisco,
enloqueceré tajado de desesperación. ¿Para qué eso?
Querida, piadosa, déjame decirte adiós,
aunque no quieras es mi amor lastre que arrastrarás adónde vayas,
deja que llore en el último grito el amargor del desaire,
el buey cansado de trabajar va y se tumba en las aguas frías,
Incluso si me deshiciera en el llanto,
tu amor no me otorgará el descanso,
si quiere calma el elefante agotado
se acuesta majestuoso en la arena encendida,
para mí no hay otro sol que tu amor,
y no sé dónde estás, ni con quién.
Si atormentaran así a un poeta, él, por dinero,
cambiaría a su amada y la fama,
pero a mí no me alegra otro sonido
que el sonido de tu nombre entrañable,
no me arrojaré al patio, no beberé veneno
ni podré apretar el gatillo en la sien,
en mí aparte de tu mirada, no manda el filo de las navajas.
Olvidarás mañana que te coroné,
que abrasé en el amor el alma florida,
y el carnaval agitado de los días vanos
aventará las páginas de mis libros,
las hojas secas de mis palabras
¿harán detenerte y respirar con ansiedad?
Déjame que con mi última ternura alfombre tus pasos que se van.

Vladimir Maiakovski




"Lo difícil no es morir, 
sino seguir viviendo."

Vladimir Vladimirovich Mayakovski





"Mi vida entera
 suspiré por los trópicos."

Vladimir Vladimirovich Mayakovski

Trópicos



Nacimiento

"Que aprendan los contemporáneos a escribir, 
y también los historiadores imbéciles. 
"Un notable poeta vivió una vida mezquina y 
sin interés." 
Yo sé,

no pronunciarán mi nombre los pecadores, 
asfixiándose en el infierno. 
Mi telón en el Gólgota, 
no se bajará con el aplauso de los popes. 
Mejor, 
me beberé mi café por la mañana, 
en este espléndido parque de verano. 
En el día de mi llegada, 
en el cielo de Belén, 
no encenderán ninguna señal. 
Nadie molestó las tumbas, 
donde duermen los magos de pelo rizado. 
El día de mi llegada, 
fue como todos los días, 
absolutamente igual."


Vladimir Vladimirovich Mayakovski





Oigan 

"Oigan; 
si encienden 
las estrellas 
es porque alguien las necesita. ¿verdad? 
Es que alguien desea que estén, 
es que alguien llama perlas a esas escupitinas. 
Resollando 
entre tormenta de polvo al mediodía 
penetras hasta Dios, 
tema haber llegado tarde 
llora, 
le besa las mano carniseca, 
implora 
que pongan sin falta una estrella 
jura 
que no soportará ese tormento inestelar. 
Y luego 
anda preocupado, 
aunque aparenta calma. 
Dice a alguien: 
¿ahora no estás mal, eh? 
¿A que ya no tienes miedo? 
Oigan, si encienden 
las estrellas 
es porque alguien las necesita ¿verdad? 
Es indispensable 
que todas las noches 
sobre los tejados 
arda 
aunque sea una sola estrella."

Vladimir Vladimirovich Mayakovski


"Puedes leer un periódico, el de tu vecino, en el idioma extranjero. También hay luz en los restaurantes y el centro teatral. Las calles y los sitios donde viven los propietarios o los que se preparan para serlo están limpios. Sin embargo, allí donde se va a descansar la mayoría de los obreros y los empleados, en los barrios pobres de judíos, negros e italianos, en la 2.ª y la 3.ª avenida, entre las calles 1 y 30, la suciedad supera a la de Minsk. Y la suciedad de Minsk es impresionante.
Hay cajas con todo tipo de desperdicios de las que los indigentes sacan huesos no del todo roídos y trozos comestibles. Unos charcos pestilentes de la lluvia de hoy y anteayer se enfrían sobre el asfalto.
Los papeles y la podredumbre se amontonan hasta los tobillos, y no en sentido figurado, sino de verdad.
Y eso a 15 minutos andando o cinco en coche de Broadway y la brillante Quinta Avenida.
Más allá, hacia los muelles, las calles son todavía más oscuras, sucias y peligrosas.
De día es un sitio curiosísimo. Siempre hay estrépito de trabajo, de disparos o de gritos. Las grúas, que descargan los vapores y sacan de sus bodegas casi edificios enteros por la chimenea, hacen temblar la tierra."

Vladimir Mayakovsky
América


“… Sólo el idiota,
maneja puños
y el pecho lo cubre de almidón.
De viejos se arrepienten…”

Vladimir Maiakovski





“Todo lo que he hecho, todo es vuestro: las rimas, los temas, la dicción, la voz de bajo.” 

Vladimir Maiakovski